Hoy acaba la vida de este blog en la web de Javier, porque ha llegado el momento de cerrar una larga etapa que comienza, más o menos, en enero de 2006 (si contamos la relación epistolar y lectora con Ortiz nos vamos a julio-agosto de 2000: más de 22 años). Creo que seguiré escribiendo en Harrikadak y, probablemente, también lo haga en castellano. Pero todavía no lo sé.
Este es el texto que escribí como prólogo de la antología Javier Ortiz, talento y oficio de un periodista. Podéis pedir el libro en vuestra librería de confianza, así como a través de la web de la editorial Akal en el enlace del título que he puesto anteriormente.
Pensé que ya lo había publicado en el blog, pero lo he buscado y no ha aparecido.
Es un resumen de todos estos años, así como una lista de agradecimientos.
Como no me gustan las despedidas, os dejo con él.
Eskerrik asko eta agur!
Un libro que Internet ha hecho posible
«No combatí contra el franquismo para que hubiera democracia, sino para conseguir que existiera libertad»
Javier Ortiz. 3 de enero de 1998
«Carpinteros, cerrajeros, estucadores, albañiles; a veces los oigo discutir de su trabajo en el bar (...) Entre tanto, me veo a mí mismo braceando entre sombras, incapaz de nada, vacío un día tras otro. Echo de menos esas certezas artesanas (...) Ya sé que un libro no tiene la solidez de una casa, pero en Moscú quedan pocas casas de las que se construyeron cuando Tolstói vivía, y, de la vieja Alexanderplatz berlinesa, qué quedaría de no ser por el libro de Döblin»
«Aquí hay mucha fatiga y muchos sofocones. Pero juramentos, ni uno. Un voluntario no tiene derecho a decir juramentos. Si no quiere trabajar, que lo deje»
Josetxo Mayor. Reportaje de Ander Izagirre titulado «Los caminos de Josetxo» que apareció en el libro Cuidadores de mundos. Josetxo limpió el monte Ulia (Donostia) durante 27 años de modo altruista.
La Patera
Fue la Patera, una lista de correo en internet, la que hizo posible este libro.
He contado en numerosas ocasiones que conocí a Javier cuando abandonó la redacción de El Mundo en julio del año 2000. Dejó su despacho, pero continuó colaborando con el periódico dirigido por Pedro J. Ramírez.
Para no perder contacto con sus lectores, puso en marcha una web bastante rudimentaria que alimentaba diariamente con apuntes bajo el título Diario de un resentido social. Yo era un recién llegado a Internet y, aunque por aquel entonces no se usaba tal nombre, fue de los primeros blogs que seguí habitualmente.
Un buen día de aquel verano decidí escribirle un correo electrónico que encabecé con un «¡Ortiz, eres el puto amo!» Seguramente no lo habría hecho si él hubiera continuado en El Mundo, ya que me daba reparo escribir una carta al subdirector de Opinión de un periódico como aquel; tenía menos carga enviarle un correo electrónico a alguien cuyo e-mail acababa en mundofree.com.
La cosa es que Javier me contestó con rapidez y, a partir de ahí, trabamos una relación que duró hasta su muerte.
Sabiendo que había una comunidad de lectores y de lectoras que teníamos relación directa con nuestro amigo, pero no entre nosotros, a comienzos de septiembre pusimos en marcha una lista de correo que bautizamos con el nombre de la Patera. Varios nos vimos por vez primera a comienzos de noviembre de 2000 en una cervecería de la plaza de Santa Ana de Madrid. A los pocos días, Javier se fue de viaje a Indonesia. Después de beber y de cenar algo, nos fuimos a ver un concierto de Ruper Ordorika, residente aquella semana en el Café Central.
Gracias a las reflexiones diarias de Ortiz y a los mensajes que nos enviábamos en la lista, hice una especie de máster que duró tres años y medio.
Para mí, y creo que también para muchas de las personas que nos juntamos en aquella comunidad lectora, fue una época ilusionante, a pesar de que los tiempos eran tan oscuros como los de ahora. Quizás es que simplemente era más joven. Coincidió con la segunda legislatura de José María Aznar, un periodo de mayoría absoluta en la que el líder del Partido Popular se soltó el cinturón, se zafó de las fajas nacionalistas vasca y catalana y puso los pies encima de la mesa de Bush para acabar sacándose la foto del trío de las Azores (cuarteto con Durão Barroso) a las puertas de la Guerra de Iraq de 2003.
Recuerdo especialmente las elecciones al Parlamento de Vitoria de mayo de 2001, aquellas que ganó Ibarretxe frente al tándem Mayor Oreja-Redondo Terreros. No había redes sociales, pero teníamos una lista de correo para cambiar impresiones, debatir, pelearnos y seguir la noche electoral.
Renovación de la vieja PWJO (Página Web de Javier Ortiz)
En abril de 2004 amarramos la Patera a una isla. Tocaba cambio de rasante. Perdían fuerza las listas de correo y entrábamos de lleno en la época de los blogs.
Yo era miembro de una asociación de internautas llamada Eibar.org. Uno de los socios fundadores se llamaba Luistxo Fernández y fue él quien se empeñó en que debíamos montar una comunidad de blogs al calor de la web de la asociación. Fernández nos dio un curso una mañana de sábado en julio de 2004 y me sumé a la iniciativa con Harrikadak.
Metidos ya en el año 2005, el propio Luistxo y Gari Araolaza nos propusieron renovar la artesanal y vieja web de Ortiz. Ofrecieron los servicios de su empresa (CodeSyntax), convencieron al mestre y acabaron el lavado de cara para presentarlo en sociedad el 24 de enero de 2006, cumpleaños de nuestro periodista de cabecera. Alrededor de ella, pusimos en marcha la comunidad de blogs Voces amigas y fue ahí donde creció la versión en castellano, mis Pedradas.
Por el camino sucedieron bastantes cosas, algunas de ellas buenas, otras no tanto. Javier dejó su colaboración bisemanal en El Mundo y pasó a escribir diariamente en Público. Fue Nacho Escolar, primer director del periódico, quien lo fichó. Aquella aventura acabó como acabó, pero Javier tuvo la mala idea de morirse antes de ver lo que Isaac Rosa en estas mismas páginas define como «lamentable final [...] cerrado por su propietario, Jaume Roures, aplicando a los trabajadores la misma reforma laboral contra la que había editorializado y dejando una deuda impagada a los colaboradores».
La muerte de Ortiz sucedió la madrugada del 28 de abril de 2009. A los pocos días, comencé a coordinar su web y la dinamicé durante varios años: primero, dando visibilidad a columnas, artículos y otros textos de Javier; luego, abriendo un apartado con todas aquellas personas que escribieron mensajes públicos en recuerdo de nuestro añorado amigo; más tarde, gracias al material que nos facilitó Pedro Cuartango, publicando todas las columnas y demás artículos que Javier escribió en El Mundo y, finalmente, traspasando la mayoría del material de la vieja PWJO a la renovada en enero de 2006.
No lo hice yo solo: me ayudaron varias personas que cito más adelante.
¿Un libro?
Una vez finalizado el trabajo más laborioso, el segundo semestre de 2017 tomó cuerpo una idea que llevaba mascando varios años.
Creo que la chispa fue una lejana conversación en Twitter con Beñat Irasuegi y Gorka Bereziartua. Uno de ellos dijo que los textos de Javier pedían a gritos una antología en papel, el otro secundó la moción y esa idea quedó para siempre revoloteando alrededor de mi cabeza. Porque tal y como le sucede a David Fernàndez, hay textos de Javier que pueden ocupar la cabecera de cualquier tablón de corcho de toda casa que se precie.
Durante mucho tiempo, siempre pensé que la selección debería hacerla otra persona. Pero nadie se animó y, a lo largo del 2017, llegué a la conclusión de que me tocaba mover pieza. Tengo apuntado el día en el que comencé: 18 de diciembre de 2017.
A finales de ese año, le escribí a Pascual Serrano (pensé que él era el editor de Foca Ediciones), pero me sacó de mi error y me puso en contacto con Jesús Espino. Le planteé la idea y le gustó. Básicamente consistía en lo que tenéis entre manos: un centenar de textos de Javier y el acompañamiento de tres personas que nos dieran su visión de nuestro amigo.
Javier reconoció en algún momento la paternidad de unos 5.000 artículos y columnas (había muchos textos suyos que no tenían su firma, ya que aparte de su labor como negro para varios autores, escribió un buen número de editoriales). Pronto caí en la cuenta de que era impensable que yo pudiera leerme con la calma debida toda su obra durante el 2018. Y es que el libro debía estar en las librerías en abril de 2019 para conmemorar el décimo aniversario de su muerte.
Nuestro periodista de guardia distinguía también dos etapas de su vida: una como periodista militante y otra como periodista comercial. Digamos que esta comenzó, con matices, cuando fue contratado por Pedro J. Ramírez en El Mundo.
Como he señalado anteriormente, esa época la teníamos ya en la web y, además, considero que es su mejor etapa, la más madura. Había también una buena ristra de conferencias, presentaciones y otros textos más extensos que una columna de 2.700 caracteres. Su Diario de un resentido social y su continuación, los Apuntes del Natural, sin olvidarnos de sus Dedos en la llaga ya en Público. Si mis cuentas no me fallan, debo de haber consultado unos 3.000 textos.
El libro arranca con una conferencia y acaba con otra: la primera habla de periodismo, fue escrita en 1991 y actualizada en sucesivas ocasiones; la segunda sirvió para inaugurar en el 2001 el local del colectivo Liberación en Madrid y la elegí como cierre porque tiene un punto de esperanza. Exceptuando el lugar que ocupa esta última conferencia, el orden seguido es cronológico.
La mayoría de los textos elegidos son columnas de El Mundo, aunque aparecen varias escritas en Público y apuntes varios de su web. Javier ponía especial interés en los textos publicados en los periódicos porque, tal y como dijo en reiteradas ocasiones, era su principal fuente de ingresos y la forma más fácil de llegar a un público masivo. Pero es obvio que su refugio en internet le permitía hacer confesiones que no podía en plazas más concurridas. Es interesante ese contraste.
Quienes hayáis leído a Ortiz a lo largo del tiempo no os vais a sorprender con el contenido del libro. Espero y deseo que quienes no lo conocíais (por ser demasiado jóvenes, por ejemplo) os acerquéis a una pluma que sigue poniendo el dedo en la llaga, porque como dice Garbiñe Biurrun «es cada día más necesario y [...] cada vez escribe mejor».
Casi olvidaba citar aquí a Juan Carlos I (el 23F, sus negocios millonarios), pero tampoco quiero pasar por alto algunos topetazos con el poder (Botín y el Banco Santander), los políticos internacionales de talla sinvergüenza XXL (Mitterand, Bush, Hasán II, Berlusconi...); otras personalidades con un ego tan descomunal como los destrozos que causaron (por ejemplo, Baltasar Garzón) y el espacio para el Sáhara y para la afgana Malalai Joya.
He destacado también algunos textos que dejan ver sus gustos musicales: Joe Hill, Bob Dylan, Lluís Llach, Paul Simon, Emmylou Harris, Bruce Springsteen, John Denver... sin olvidarnos de un desencuentro con la SGAE a cuenta de un amigo melómano que regentaba una tienda de discos.
Además, hemos recuperado algunas viñetas que Ortiz «dibujaba durante tantas tarde en Pásalo», como nos dijo una de las presentadoras de aquel programa de ETB, Adela González, cuando envió a la familia una recopilación de las mismas.
Agradecimientos y otras hierbas
Esto es posible en primer lugar por toda la comunidad de lectores y lectoras de Ortiz, especialmente por la gente de la Patera. Sólo voy a nombrar a dos personas que, desafortunadamente, murieron hace unos años: Fleya Ugalde y Alfonso Alargaor Martín.
Tienen también que aparecer por aquí las personas que han tenido o siguen teniendo algún tipo de relación con la web javierortiz.net: Juanjo Talavante, Jesús Cutillas, Luistxo Fernández, Gari Araolaza y la gente de CodeSyntax, Maria Zaloña, Pako Belmonte, Alberto Piris, Ángel Ferrero, Samuel Simón Pulido, Luis de la Cruz, Belén Martos, José de Lamo, Marcos Fernández, Iván Ortiz, Pablo Susinos, Manuel Couceiro, Pablo Fernández, Sorkunde Artetxe, Charo Díaz y Ane Ortiz.
A la pequeña comunidad que se ha mantenido activa en las redes sociales, eskerrik asko.
Lo mismo vale para Adela González, Ricardo y Nacho por las viñetas y para Jesús Espino por la edición. Además de agradecerles su aportación, quiero mencionar el motivo de la elección de quienes cierran este libro.
Echamos mano de Garbiñe Biurrun porque queríamos que estuviera una persona que participó en los homenajes que se hicieron cuando Ortiz murió. Garbiñe estuvo, concretamente, en el homenaje de finales de abril de 2010 (primer aniversario) celebrado en Koldo Mitxelena Kulturunea de Donostia y organizado por las Juntas Generales a iniciativa de Alternatiba.
Haber dedicado tiempo, trabajo y cariño a una obra no la hace buena per se. En este caso yo no soy el autor y el mérito es de Ortiz. Yo he tratado de hacer lo mismo que Alfredo Di Stéfano le pedía a sus porteros: «Las que vayan para fuera, déjalas y no las metas en tu propia puerta; basta con que detengas alguna que vaya para dentro».
Sólo espero que lo que os encontréis a partir de aquí os guste tanto como a mí y que seáis parte de lo que Ortiz dejó por escrito el 22 de marzo de 2008: «lo importante es razonar, es decir, animar a razonar. Vas tú y dices cómo ves las cosas, para que los demás hagan lo mismo, y así tratamos de ir aclarándonos».
Esta mañana la radio se ha encendido para recordarme que era hora de levantarse. Lo ha hecho porque anoche la programé yo mismo. No, aún no vivo a merced de la Inteligencia Artificial.
En la Cadena SER hoy no estava Javier Del Pino. Le sustituía Lourdes Lancho, según ha dicho desde Barcelona.
La periodista ha contado que en esa ciudad hay un grupo pacifista que se reúne diariamente frente a la Delegación de Defensa del Estado español. Con el fin de parar todas las guerras, no sólo la de Ucrania, piden que el gasto militar se dedique a gastos sociales. Según parece hay más concentraciones similares en otras ciudades catalanas.
No conocía a Olivella, ni tampoco sabía de esta web.
He buscado en la cuenta en Twitter del programa A vivir que son dos días, y he llegado a este tuit.
Todos los días, frente a la Delegación de Defensa de Barcelona, un grupo cada vez más numeroso de personas se manifiestan para parar la guerra de Ucrania y todas las guerras y piden que los gastos militares se conviertan en gastos sociales.
Hacia casi 30 años que no veía en directo encima de un escenario a Santiago Auserón, porque recuerdo que lo vi en el Victoria Eugenia donostiarra junto con Kiko Veneno en aquel proyecto enorme que llevaba por título Juan Perro y Kiko Veneno vienen dando el cante.
Tengo como en una nebulosa haber visto a Radio Futura en las fiestas de San Mateo de Logroño alrededor de 1990. Pero no estoy seguro. Y no lo voy a afirmar porque la memoria es caprichosa y ventajista (a favor de quien recuerda, normalmente).
En julio vi que Juan Perro tenía anunciado un concierto a comienzos de agosto en Zaragoza. Lo apunté en la agenda, pero luego las cosas no cuadraron.
Ayer, jueves por la mañana, supe por casualidad que estaría esa misma tarde en el festival Amua In-Edit. Y compré un par de entradas para no faltar a la cita en Itsas-Etxea (Hondarribia).
Cuando accedimos a su interior el recinto presentaba un buen aspecto y me atrevo a decir que rozó el lleno. Conocía la sala porque estuve viendo el documental Neskatoak de Jon Abril el 8 de marzo de 2016.
Llevo una racha en la vida, también en lo que a actos culturales atañe, en la que apenas me emociono por nada. Y no sé cuál es el motivo.
Ayer, sin embargo, gocé viendo a este cantante y contador de historias de 68 años que me atrevo a decir que no tiene parangón en España. Apareció él solo en escena, acompañado de su guitarra eléctrica (he leído en la red que era una Gibson SG). Llenó el espacio que quedaba y nuestros corazones con dos horas de canciones e historias varias.
Las polaroids y palabras que se me han quedado en la memoria son Tijuana, Gibara y su cine pobre, Lorca (Federico), Txoria txori (Laboa), Arsenio Rodríguez, Collar de cuentas (dedicada sus compañeras y compañeros de viaje ya fallecidos), y dos canciones de su época en Radio Futura, El puente azul y Semilla negra.
Hizo una versión de Txoria txori, aunque reconoció que le habían aconsejado que no lo hiciera, y salió vivito y coleandoo. El periodista Ricardo Aldarondo ha subido esta mañana a la red un vídeo de 2 minutos que recoge el momento (si luego subís hasta el comienzo del enlace veréis que también hay un segundo vídeo con otra muestra del directo juanperruno).
El cuentacuentos Juan Perro se atrevió con una canción tan desgastada como ‘Txoria txori’ de Mikel Laboa y también le salió redonda. Con ramalazos del Mississippi. pic.twitter.com/GKqabml8zA
Nos dijo que seguía su carrera fuera de los talent shows y las radio-fórmulas, algo obvio para quienes le conocemos, pero añadió que todos, él y nosotros, debemos aprender a hacer carrera fuera del mundo de las descargas. Que hubo un tiempo en que el público compraba fonogramas y que a la salida habría material a la venta.
Su disco más reciente se titula Libertad, editado este 2022. Me quedé con ganas de comprarlo, porque elegí Cantos de ultramar, un disco-libro del 2020 hecho con su banda de músicos de jazz.
Como queda dicho, Auserón está en plena forma y, si tenéis la oportunidad, id a verlo en directo. Creo que hay pocos músicos con una trayectoria como la suya en España, artistas que al llegar a la cima comercial se hacen a un lado para desarrollar su carrera con criterios artísticos.
Traigo hoy aquí tres charlas que he escuchado estos últimos días: Isaac Rosa con Karmele Jaio, Garbiñe Larrea con Arantxa Iturbe y Felix Zubia con Oier Aranzabal. Más la propina de un programa de 5W dedicado a Qatar.
Y es que han pasado ya varios días desde que publiqué unas cuantas líneas en este rincón.
El día 21 de noviembre estuve en una charla de Isaac Rosa. Estuvo en San Sebastián dentro del festival Literaktum en una de las salas que Kutxa tiene en Tabakalera. Podéis escuchar en la red su diálogo con la también escritora Karmele Jaio.
Luego vino un virus que me piló bajo y me dejó unos días k.o.
Pero me pude levantar y terminar la semana con cierto garbo.
El sábado por la mañana salí a pasear con Garbiñe Larrea. Bueno, para ser más precisos: escuchando la entrevista que le hizo Arantxa Iturbe con el libro Ganorexia de Iñaki Segurola como excusa. Segurola falleció esta primavera y es Garbiñe quien ejerce de (es)forzada portavoz. No se puede resumir en dos trazos una charla de casi una hora sobre Segurola.
Hoy domingo he paseado con dos audios por montra: el primero ha sido el que 5W ha dedicado a Qatar. Es un buen resumen del mundial de marras: Al Jazeera, el papel de las élites francesas (Sarkozy y Platini), la diplomacia del deporte, etc.
Felix Zubia es el responsable de la UCI de San Sebastián. Se queja en la charla que mantuvo con Oier de que en los momentos más duros de la pandemia hubo medios que cortaron, resumieron y sacaron titulares de contexto de su colaboración semanal en Osasun Etxea, programa dominical de Euskadi Irratia. No soy un medio, no marco agenda, y sí que voy a poner por aquí algunas cosas que dice al final de la entrevista. Entre otras cosas porque estoy totalmente de acuerdo con él en esos puntos.
Le pregunta Oier Aranzabal:
Se habla mucho de la decadencia de los servicios públicos. Por ejemplo, de las pensiones. Y del sistema de salud. ¿Tiene futuro nuestro sistema sanitario público?
Responde Felix:
Si no lo cuidamos, se caerá. Y creo que es algo que debemos cuidar entre todos, porque si no hay sanidad pública, no habrá justicia social.
Hablando claro: seguramente el país más rico del mundo sean los Estados Unidos. Y el sistema que tienen los Estados Unidos es demencial. Es demencial y contrario a la justicia social. Si queremos eso, el primero que saldrá en contra seré yo. Y si ese es el modelo, y es eso lo que nos quieren decir, por favor, que lo digan alto y claro, porque habrá que organizar un gran movimiento contrario. En Estados Unidos quien no tiene dinero se muere sin tratamiento. Digámoslo claramente.
Es decir, hay un sistema de atención para operar a quien tiene una apendicitis o atender a quien ha recibido un golpe, pero si tiene cáncer y no tiene dinero, esa persona no es atendida y muere de ese cáncer. Es decir, una medicina de primer nivel para las personas ricas mientras los pobres se mueren.
(...)
Pasar un día en nuestra unidad de cuidados intensivos supone un coste de 1.800 euros. Hay pacientes que están allí 30 días. Si cuentas los días en el hospital, hablamos de 90.000 euros. Yo gasto feliz mis impuestos (en ello), sin usarlos.
No te creas que se puede mantener un sistema de salud privado a ese nivel. Hay mucha gente que se va a los seguros privados y, cuando se complica, el seguro le dice "se te ha acabado y vete a la sanidad pública". Y nos llegan casos así.
Por tanto, un sistema sanitario público y universal, igual para todos, y mantenido por todos, es un tesoro. Como lo es la escuela pública y tantos otros servicios públicos.
Y si no cuidamos eso, no lo mimamos, no habrá justicia social.
La siguiente pregunta que le lanza Oier también es interesante:
¿Qué te parece que sea compatible el ejercicio en la sanidad pública y en la privada?
Responde Felix:
Yo he conocido ambos lados (...) Y he conocido compañeros y compañeras que, tras acabar la especialidad, han estado sin un trabajo digno. Y como tienen que vivir de alguna manera, han trabajado en lo público y lo privado para llegar a fin de mes. Ahí ya sabemos dónde está el error: desde el momento en el que no se le da un empleo digno.
No me parece bien una vez conseguido un empleo fijo en la sanidad pública, o un puesto con continuidad, esa medicina que trabaja en lo privado, esa actividad médica no me parece bien. Es algo habitual, y no me parece ético. O una u otra. Como diría nuestro padre: cura o fraile, pero las dos cosas son imposibles. ¿Por qué? Porque puede haber conflicto de intereses y la gente puede pensar mal.
(...) Esta pregunta es totalmente legítima: ¿esa persona tiene interés en que haya listas de espera cortas en lo público? Ahí hay un conflicto de intereses. Es más: quien sea jefe de servicio en la sanidad pública no debería ejercer actividad privada (...) Yo creo que eso debería estar prohibido.
Zubia cuenta más cosas, pero le dejo aquí. La charla está en la red.
Traduzco: "Hace mucho que tomé la decisión de no ver el mundial de Catar. Al menos 6.000 muertos en la construcción de los estadios".
Si queréis que os diga la verdad no me va a costar demasiado no ver este campeonato, porque apenas sigo el fútbol de las selecciones. Yo necesito identificarme con un equipo y nadie me representa en esta competición.
Yo veo los partidos con ojos realistas (realsocialistas). Hoy, por ejemplo, hay derbi en San Mamés y lo veré por la tele, a ser posible en un bar: seguro que sufro. Mañana por la tarde no podré acercarme a Zubieta a ver al Sanse, pero es un buen plan, y es algo que ya he hecho varias veces esta misma temporada.
Cuando he solido decir que me gusta más el fútbol que la Real, me han dicho varias veces ya que entonces no me gusta el fútbol. A mis interlocutores les he solido decir que puede que sea así, pero entonces yo lanzo la siguiente pregunta: a esos que sólo les gusta el fútbol de élite, ¿qué es lo que les gusta realmente: el fútbol o el espectáculo?
En este campo no se me ocurre nada más aburrido que esa Superliga que pretenden poner en marcha algunos dirigentes de clubes potentes.
Tal y como he dicho, prefiero ver un partido de los equipos grandes de la Real que uno de esos con futbolistas punteros.
Enric González ha parido una columna redonda sobre la cuestión: Disonancia cognitiva.
Y Alberto Moyano comienza su columna sabatina sobre los efectos del deporte popular llevado al extremo (el domingo pasado 30.000 participantes en la Behobia - San Sebastián).
¿Eso es sano? ¡Qué va a ser sano practicarlo de esa manera!
En resumen, que no voy a seguir este puñetero mundial en el que al menos han muerto 6.000 obreros mientras construían la infraestructura necesaria, pero diariamente me trago productos tan o más asquerosos que ese. Así somos.
Un consejo: leed el libro Grada popular de Nacho Pato Lorente, varios reportajes sobre las aficiones de ocho clubes europeos. El fútbol tomado como excusa para contar otras cosas.
"En Bilbao siempre me preguntan de dónde soy: de Bilbao. Ya, de Bilbao, pero de dónde. Cuál es tu origen, de dónde has venido. Y oye, qué bien hablas euskera. Siempre así. Soy de Bilbao con explicaciones, soy científica con explicaciones..."
"Tuiteo poco. Me cuesta. En Twitter miro mucho y publico poco. (...) A veces veo discursos contra los inmigrantes, que el euskera se pierde porque vienen los inmigrantes y no lo aprenden, y me da una rabia... Por ahí no paso. Tengo un montón de amigos de mi edad cuyos padres y madres llegaron al País Vasco de muchas partes, hemos nacido aquí, hemos estudiado aquí, hablamos la lengua de aquí. A mí todo esto me ha dado muchos dolores de cabeza, pero mira, estoy orgullosa de dónde vengo, de quién soy, de lo que hago. Sé que tengo poca influencia, pero quiero demostrar que es posible... bueno, ¡que es posible no! ¡Que es lo normal! Que somos muchas personas como yo. Yo soy tan vasca, tan científica, tan profesora como cualquier otra persona, no tengo que dar más explicaciones".
"¿Cómo me presentan a mí ahora en los medios? Una científica vasca en el Ártico, buah, qué aventurera, qué emprendedora. Yo he tenido muchas más facilidades que mi padre, la aventura de mi padre fue mucho más complicada, pero nadie dice que él sea un viajero, un emprendedor; qué va, él es un inmigrante, un tipo de segunda".
He sabido de la paleocenógrafa Naima el Bani Altuna (Bilbao, 1993) gracias al libro Vuelta al país de Elkano de Ander Izagirre. Hoy quería resaltar estos tres extractos, pero en el libro hay más cosas reseñables. Os invito a leerlas.
Hija de un caminonero marroquí y de una profesora bilbaína, Naima el Bani Altuna "se licenció en Geología por la Universidad del País Vasco, completó un máster (...) en Burdeos, fue investigadora en la Universidad McEwan de Canada, se doctoró en la Universidad Ártica de Noruega" y ahora es investigadora en la Universidad de Tromsø.
Buceando en la red, me he dado cuenta de que ha salido varias veces en la prensa vasca, pero que, a saber por qué, no había reparado en ello.
Hace unos días escuché la primera entrevista de la nueva temporada del podcast Barruan gaude. Oier Aranzabal apenas recorrió 300 metros a pie para ir a casa de Jon Benito.
Igande ederra egiten du gure 60. anfitrioiaren etxean sartzeko:
Jon Benito, enpatearekin konformatzen da.
Entzun eta harpidetu @eitbpodkast-en edo dena delako audio plataforman.
A sus 41 años, Jon Benito acaba de publicar el libro Lagun minak y esa fue la excusa para la convesación.
[Abro paréntesis]
Estos últimos días estoy leyendo la Vuelta al país de Elkano de Ander Izagirre. Un viaje (más o menos) en bici por rincones del País Vasco. Ayer leí el capítulo dedicado a su encuentro en Baiona con Itxaro Borda tras los restos de los judíos en esa ciudad y otros rincones labortanos.
Ander escribe la edad de Borda. Si no estoy equivocado, esto es una novedad en los libros de Ander: poner la edad de sus interlocutores. Se lo preguntaré la próxima vez que lo vea. Si me acuerdo...
[Cierro paréntesis]
Como he dicho un poco más arriba, Jon Benito tiene 41 años y va más o menos a libro por década desde que publicara el primero a los 20 años (en 2001, Aingurak erreketan). El segundo, Bulkada, es del 2010, rozando la treintena.
Han pasado varios días desde que escuché el podcast Aranzabal-Benito y, sobre todo, hay una idea que no acaba de irse de mi cabeza.
Benito se refirió a las pocas ganas, necesidad o interés por hacer pública su opinión. No recuerdo las palabras exactas.
Y da vueltas en mi cabeza porque son cada vez más las veces en las que no tengo ganas de dar mi opinión sobre muchas cuestiones. Porque no tengo opinión o la que tengo no tiene ningún interés para ser hecha pública. No negaré que en ocasiones también hay algo de falta de valentía. Porque todo el mundo está a favor de la libertad de expresión, pero nos cuesta entender y respetar aquellas opiniones que no compartimos.
Bueno, eso es lo que quería decir hoy aquí y ahora.
Quiero escribir también que el pasado domingo estuve viendo Hondamendia en la sala Gazteszena de Egia (yo siempre en el equipo de Nando). Se vio el estilo de siempre de Artedrama encima del escenario, con esos ritmos trepidantes y, a veces, difíciles de seguir para el espectador.
La actriz que más me gustó fue Ruth Guimerà. No la conocía y he visto que se ha pasado varios años en Estados Unidos. Me gustó mucho en el papel de Garmendia, con mucho de la consejera vasca Tapia(etaleturia). Pero recordad que esto es ficción y que la realidad generalmente la supera y sucede más allá de nuestra vista.
Los días 28 al 30 de octubre en Egia tenéis la oportunidad de ver la obra: tres funciones. Luego, como buenos titiriteros, llevarán por los teatros vascos que les programen su Hondamendia.
"Ni banoa bigarren aldiz ikustera" ("Yo voy a verla por segunda vez") dice hoy Agus Perez en Berria.
Sin olvidarnos del tuit de Harri Fernández: el teatro como único espacio de libertad.
Behin, mainstream-etik (ideologia kontuengatik) zokoratua dagoen aktore madrildar batek aitortu zidan askatasun eremu bakarra antzerkia zela. Gaur Zaldibarri buruzko 'Hondamendia' lana ikusi dut eta hori izan dut buruan une oro. Joan zaitezte Gazteszenara, joan zaitezte ikustera pic.twitter.com/uzUtZaK7yI
Tras una breve introducción de Ion Irurzun, responsable de la fundación, comienza el diálogo entre Agus Morales, director de 5W, yAnder Izagirre.
Podéis escuchar el acto íntegro en el vídeo que aparece debajo de estas líneas, pero yo quiero destacar hoy y ahora dos intervenciones de Ander.
La Revista 5W (se pronuncia cinco uve dobles) y el buen periodismo
«A veces suele haber mucho pesimismo en nuestro oficio y mucha gente que te dice "el periodismo es una mierda". ¿Y tú qué periodismo lees, ves, sigues? Hay periodismo muy bueno, lo que pasa es que hay que buscarlo. Y digo absolutamente en serio que, para mí, 5W es el proyecto de estos últimos años que más contento me pone y más ilusión me hace, porque se juntó una cuadrilla de mozos y mozas autónomos más o menos de mi edad, gente que trabajaba en agencias, en medios, y que quiso buscar una manera de hacer las cosas con la información internacional que se echaba en falta».
«A base de engañar a socios, lo cual tiene un mérito impresionante, porque una cosa es hacer un proyecto y otra que la gente se meta la mano en el bolsillo y saque 60 euros para la suscripción anual. Es un proyecto sostenido básicamente por miles de socios y sacan adelante un proyecto de calidad buenísima. Si conocéis la revista en papel, es una joya el número anual. Más la web, donde publican cosas constantemente. Y yo le digo a los estudiantes de periodismo que hay gente haciendo cosas muy buenas».
«Y otra cosa más: cuidáis (habla mirando a Agus) muy bien a vuestros colaboradores y periodistas. ¡Intentáis subir las tarifas, y eso es algo increíble! A mí en todos los medios me dicen: "Pues ahora pagamos menos". Sois los únicos que dicen: "El año que viene igual pagamos más". Así que estoy agradecido. De verdad».
«Y luego también estoy muy agradecido porque cuando Agus me propuso hacer un Voces con Leila, a mí primero me impresionó mucho porque yo admiro mucho a Leila. En persona la conocí una vez, o una vez y media, porque de la media ella no se acuerda, yo sí. Y yo a Leila le tengo muchísimo respeto, porque es de esas figuras que a mí me impresiona. ¡Ponerme yo a dialogar con ella! Yo me pondría a escuchar. Y yo le dije que sí (a Agus) porque estaba casi seguro de que no iba a salir el proyecto. Porque Leila vive en Argentina... Y yo a Agus le digo que sí a todo. Bueno, a casi todo».
«Entonces se metió la Fundación Elkano a liar la cosa y a traer a Leila. Y se fastidió, porque entonces había que hacerlo. Y pasamos tres días en Barcelona hablando Leila y yo en casa de Agus. (...) Fue una experienica maravillosa pasar tres mañanas hablando con Leila y el resultado es este librito».
Emilio Sánchez Mediavilla y la labor editora: Libros del K.O.
«Es una parte poco visible de nuestro trabajo, y yo aprecio muchísimo tener un buen editor. Mi editor principal es Emilio Sánchez Mediavilla, de quien hablo también en el libro, y es editor de Libros del K.O.»
«Me voy a pasar en los elogios, pero hay muchos momentos de duda, de atasco en los que yo confío ciegamente en el criterio de un editor. Llegan momentos en los que, por ejemplo este libro Vuelta al país de Elkano, llevas meses metido en un trabajo, pierdes la perspectiva, ya no sabes si te gusta o no te gusta lo que estás haciendo, si va bien o va mal... Y tener una persona de confianza... Yo, de las cosas que me dice él, estoy de acuerdo en el 99%. Me puede decir que una parte es repetitiva, o que esto otro se atasca, esto es mejor que lo quites, esto es mejor que lo desarrolles... Toda esa parte es fundamental, porque perdemos un poco de vista el trabajo».
«(Emilio y yo) tenemos un humor parecido. Ha pasado varias veces en los libros, ya no me acuerdo si también en este, en el que incluyo comentarios que él me hace en un correo electrónico. Y el proceso de edición acaba siendo una broma que termina entrando en el libro, porque el tío hace comentarios muy graciosos. Es un cómplice que te acompaña».
«Yo he trabajado bastantes años corrigiendo prácticas de alumnos, soy bastante obsesivo con los textos, y la edición que suelo necesitar yo no es tanto de ortotipografía, aunque también, porque a todos se nos escapan faltas y erratas, y en Libros del K.O. hay un equipo de correctoras (porque creo que todas son chicas) con las que es fantástico trabajar».
«Aparte de eso es la perspectiva. Y como Emilio y yo tenemos mucha confianza, me pilla a veces cosas, porque me puede tomar el pelo y eso es importante. Porque yo he sido profesor y editor, pocas veces, y hay gente que es muy sensible con su texto, algo que yo entiendo porque pones mucho de ti mismo. Pero a veces hay que darle caña al texto, o hay que reírse de él. Y Emilio me toma el pelo cuando a mí se me escapa alguna frase que parece de una revista de viajes, tópicos como tierra de contrastes, crisol de culturas (apunta Agus), cruce de caminos... Estas cosas de revista de viajes con las que Emilio me toma el pelo, se burla de mí y yo me digo: "¡Qué cabrón! Es verdad". Él se atreve, y eso es muy importante, porque el texto es una materia, no es tu alma, y se le puede dar caña».
«Pensé que Leila sería una editora feroz, cañera, pero me gustó mucho que hablara de la sensibilidad que tiene con la gente que escribe: aquí la gente está poniendo lo mejor de sí mismo, hay cosas que hay que mejorar, pero hay que apreciar también ese trabajo y no puedes imponer, no puedes ser un dictador».
«Con Agus y su equipo ha sido una cosa de lujo para nosotros: Leila y yo nos juntamos tres mañanas a hablar y a las semanas nos llegó un texto que ellos escribieron y editaron».
Tal y como se han ido los turistas, ¿al final del verano la pareja también dejará la ciudad?
Se ha terminado el verano formalmente y, con el cambio de estación, los recuerdos pasarán al baúl de los mismos, aunque la mayoría se perderán como se escapa el agua fregadera abajo.
¿Se irán los turistas? La mayoría parece que sí, pero otros vendrán a ocupar su sitio, seguramente en menor cantidad.
¿Marchará también la pareja protagonista de estas líneas? Creo que sí.
Durante muchos días de este verano, me he encontrado con una pareja de sintecho delante de la terraza donde he tomado café las mañanas laborables.
El hombre era muy delgado y alto. He visto como le han crecido la tristeza y las ojeras día a día. Diría que su delgadez también lo ha hecho, reflejada sobre todo en los huesos de la cara.
Me atrevo a decir que cuidaba más de su pareja que de sí mismo.
Tiraba una manta en el suelo, y le hacía tumbarse encima. Luego echaba agua de una botella en un platito. Un día vi cómo le daba crema, una especie de pomada.
Cuando acababa todas las operaciones, nuestro hombre se sentaba en el suelo. Ponía otro platito para que los viandantes aportaran alguna que otra moneda.
No he cruzado palabra con ellos en todo el verano. No he echado una mísera moneda en el plato.
Entonces, ¿por qué escribo de ese hombre y de su perro aquí?
Sábado por la mañana. Mi madre tiene cita a las 10:00 en la peluquería. La dejo allí y me voy a dar una vuelta por Irun.
10:00
Es la primera vez que dejo a mi madre en la peluquería. Está en transición, estamos en transición. Porque ahora ya no tiene la seguridad de antaño para andar sola por la calle. Gajes del oficio de cumplir años.
La peluquera me ha parecido una crack. Hay otras dos clientas de la edad de mi madre y tiene conversación para todas, sin perder la sonrisa.
10:15
He pillado un par de periódicos en el kiosco de Lali, pero luego apenas los he (h)ojeado. Esta mujer es una institución, antes en su kiosco de Urdanibia, ahora en el que tiene en la plaza San Juan (Genaro Echeandia?), pegado al Paseo Colón.
10:30
Hoy es día de mercado en Mosku, Plaza Urdanibia (Por cierto, Femin cita a Lali en la canción).
Y en una de estas me encuentro con un primo al que hacía tiempo que no veía. Hemos repasado temas varios en diez minutos apresurados. Coge las compras y se dirige hacia casa andando. Tiene tres o cuatro kilómetros de camino. No tiene coche, no se ha subido a un autobús urbano los últimos treinta años. ¡Ah! Tampoco le gustan las bicicletas.
Pocos metros después me encuentro con otro primo que pasea con su hija pequeña y su mujer.
11:00
Decido entrar al Gaztelu de la plaza San Juan y pedirme un cortado.
Pago y me siento mirando a la plaza por uno de sus grandes ventanales.
Como en muchos sitios, sobra la mala música y las máquinas tragaperras. En estas últimas, dos hombres van a permanecer hipnotizados el cuarto de hora que paso en el bar.
He reconocido a un camarero de toda la vida y también me suena la camarera. El tercero no.
Por lo demás el ambiente es tranquilo. Dos jubilados hablan entre ellos con alguna intervención jocosa de uno de los camareros.
Un par de matrimonios talluditos se comen un pincho con la bebida correspondiente.
En la terraza de la plaza hay una mesa de siete. Un jovenzuelo lleva una zamarra del Bidasoa de balonmano. Hay un hombre sentado solo dando cuenta de una tortilla de patatas y una cerveza. En la esquina una mujer lee un periódico con una taza de café a mano.
Cuando a eso de las 10:15 he pasado por la plaza camino de Mosku, había un par de miembros de Irungo Harrera Sarea, si no recuerdo mal, con un grupo de seis migrantes africanos. La red ciudadana monta un puesto de información todos los días a las 10:00 de la mañana.
Siguen los seis migrantes, pero ahora son cinco las y los voluntarios, todos ellos sentados alrededor de las mesas. La víspera la policía francesa entró en una iglesia de Urruña y detuvo a un grupo de migrantes. Los derechos humanos una vez más por los suelos.
11:30
Es la hora de recoger a mi madre. Llego un minuto tarde.
No sé quién ha embotado atún y la peluquera le ofrece varios botes a mi madre. Es ya costumbre de unos años para acá.
Después de pagar el atún, le cobra 19 euros por cortar, lavar y peinar. Me parece muy barato. Además se ha pasado hora y media hablando de sus cosas con las señoras allí congregadas.
Eso sí que es hacer comunidad, Estela.
12:00
Cerca de casa paramos en un par de tiendas para comprar huevos, pan y algunas cosas más. Allí también habla con la concurrencia.
13:00
Dejo a mi madre en casa y vuelvo a la mía con todas estas cosas en mi cabeza.