Escribí en este mismo rincón hace ya meses que la apuesta que Mayor Oreja había hecho en el País Vasco venía a ser como jugar a la ruleta rusa con cinco balas en el tambor del revólver.
Es posible que me quedara corto. Lo suyo ha sido un suicidio político en toda regla.
El error fue de principio. Trazó una línea divisoria equivocada (nacionalistas/no nacionalistas) y cifró sus posibilidades de victoria en el trasvase al campo españolista de una parte considerable del electorado nacionalista. Para lo cual hubo de servirse de un discurso de sal gruesa que venía a equiparar en la práctica a los dirigentes del PNV con ETA, utilizando machaconamente el burdo argumento de que quien comparte los fines se convierte en cómplice de los medios.
Un planteamiento tan irrealista, asentado en un desprecio tan pasmoso de la realidad social vasca, no podía salir bien. Al final, ha conseguido que incluso los más notorios disidentes del nacionalismo (caso de Cuerda en Vitoria o de Arregi en Guipúzcoa) pidieran encarecidamente el voto para Ibarretxe, y que sectores sociales de sentir nacionalista -o meramente vasquista- que habitualmente no se movilizan hayan acudido esta vez a las urnas para votar en su contra.
Tras elegir esa estrategia meridianamente errónea, nada de especial tiene que también se equivocara a la hora de escenificarla. Llenó su campaña de tantos elementos foráneos que acabó dando la imagen de que él mismo era un producto de importación, ajeno al país que quería gobernar.
Alega ahora que, gracias a él, el PP ha obtenido más votos que nunca. Y qué. Su objetivo era alcanzar la Lehendakaritza y lo que ha logrado es que se forme un Parlamento en el que su partido pinta menos que en el anterior.
Se justifica también afirmando que él ha articulado una alternativa y que, cuando existe una alternativa, los votos se polarizan. Lo que no dice es que en esos casos los votos suelen polarizarse, sí, pero en beneficio de la alternativa, no de quien ya gobierna.
En fin, se atribuye el mérito del descalabro sufrido por EH. Me temo que eso no valga la pena ni discutirlo: la ruina electoral de EH se la han labrado mano a mano entre ETA y la propia dirección de EH. Y si muchos votantes han dado la espalda a Otegi y compañía, es porque han encontrado una alternativa más satisfactoria.
No en el PP, precisamente.
Lo peor para Mayor Oreja no es que haya sufrido un revés, sino que ha demostrado que no sabe tomarle el pulso a la realidad.
Vio que muchos vascos le aplaudían y se obnubiló. No quiso ver que eran muchísimos más los que no lo querían ni en pintura.
Javier Ortiz. El Mundo (16 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de mayo de 2012.
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