Antes de volverse recomendable cadáver centenario presto al homenaje, ese reinventor del lenguaje poético y de la emoción humana que fue el peruano César Vallejo dejó sobre el desolado mapa de nuestra guerra una profética advertencia: «¡Cuídate, España, de tu propia España...! ¡Cuídate del futuro!».
Pese a sus denodados esfuerzos por disimularlo, Vallejo nunca pudo ser marxista al modo de la época, porque ser marxista significaba entonces, sobre todo, confiar en el futuro. Y al alma india y gallega de Vallejo el futuro le daba miedo. Mucho miedo.
Años después, un buen heredero de Vallejo, Ángel González, volvió a escarbar en esa contradicción, sustituyendo la angustia por la ironía: «Te llaman porvenir porque no vienes nunca». Y dio a su mejor libro de poemas un título que es toda una propuesta de divisa humana, de filosofía de la vida: «Sin esperanza, con convencimiento».
Pena. De haberse educado en esa ética, la generación que hoy ocupa el centro de nuestra vida política y social habría dado probablemente bastantes menos contingentes de sinvergüenzas. Porque el hecho es ése: muchos de quienes nutren hoy las filas de la sinvergonzonería oficial son individuos que se volcaron en la política, en los años 60 y los 70, a la espera del éxito de la Gran Causa de la Justicia; luego, al verlo imposible, no supieron renunciar a su deseo de triunfar, tan largamente acariciado, y se apuntaron al único éxito que les pasaba por delante: el del Poder.
Una buena educación vallejiana en las virtudes de la desesperanza nos hubiera ahorrado también al menos una parte de ese sentimiento tan común y tan aburrido que es el desencanto. Porque no se siente defraudado quien ninguna recompensa ansiaba.
La mejor herencia de Vallejo, la vigencia ética y estética de su palabra, es su espíritu de insatisfacción perpetua, su disgusto por lo existente, su ánimo de derrotado eterno, doblemente insumiso porque nada espera: «Señor ministro de Salud, ¿qué hacer? / Hay, desgraciadamente, hombres humanos, / hay, hermanos, muchísimo que hacer».
Cito de memoria. En su memoria.
Javier Ortiz. El Mundo (21 de marzo de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de marzo de 2011.
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