Me escriben desde El Puerto de Santa María para pedirme que apoye a Rafael Ruiz, que se ha declarado insumiso y será juzgado el próximo día ocho.
Hace algunos días leí que el Ministerio de Educación ha dejado en la calle a un maestro castellano, José Casquero, negándole todos sus derechos de funcionario público por ser insumiso. Educación alega que obedece una orden taxativa del Ministerio de Belloch.
Iñaki García, un joven estudiante de Sociología que limpia mi piso para ganarse unas perras, me acaba de anunciar que deberá interrumpir durante algún tiempo su incursión en el complejo mundo del servicio doméstico porque debe ingresar en Carabanchel, también por insumiso.
Hace unos cuantos meses, hube de explicarle a un juez -la mar de sensato y comprensivo, a decir verdad- que no puedo por menos que apoyar a los insumisos, porque yo mismo lo fui cuando me tocó la hora. Lo cierto es que, como el burgués gentilhombre, fui insumiso sin saberlo: pensaba que lo mío era, sencillamente, negarse a hacer la mili. Pero ahora que ya sé que fui insumiso -un precursor, como aquel que dice-, me siento muy orgulloso del título.
Orgulloso y de su lado. Faltaría más.
Por lo que leo, el joven de El Puerto es un cristiano de base que dedica el tiempo que le deja libre su trabajo como ATS a tareas de solidaridad con el Tercer Mundo.
El maestro de Navarredonda de Gredos (Ávila) es, como Rafael Ruiz, un militante de los derechos civiles, que no ha dudado en pasar dos meses encerrado en el penal de Salamanca para ser consecuente con sus ideas.
El caso de Iñaki García me pilla todavía más cerca. Y porque me es próximo y lo conozco, debo declarar con toda solemnidad que, como alguien suelte delante de mí eso de que los insumisos son unos insolidarios que se montan ese rollo para escaquearse y no dar el callo, me veré forzado a replantearme mi firme determinación de no llegar a las manos en ninguna polémica.
Iñaki García es la antítesis de ese retrato robot fachoso y topiquero. No cantaré sus virtudes para no abrumarlo. Me limitaré a afirmar que, si la mitad de los jóvenes de este país fueran como él, estaríamos salvados. (Sobre todo los escritores: es un lector empedernido).
Ser insumiso en España es una cuestión de conciencia. Y también de consciencia. El Ejército español no es un ejército cualquiera. Es un ejército que sólo ha ganado las guerras que ha librado contra su propio pueblo. Un Ejército que ha asegurado que durante la mitad de lo que va de siglo este país haya vivido o bajo dictaduras o bajo dictablandas insufribles.
Sostienen algunos que eso era antes, que el ejército español ha cambiado. Me pregunto cuándo, cómo y para convertirse en qué. La verdad: lo creeré el día en que oiga a los mandos militares actuales renegar de sus antecesores.
Los hay insumisos por ideales universales. Yo sigo de insumiso -en la reserva insumisa activa- por razones que son, sobre todo, locales.
Javier Ortiz. El Mundo (3 de febrero de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de febrero de 2011.
Comentarios
Escrito por: Juanjo.2011/02/09 14:09:15.149000 GMT+1
Escrito por: jesus cutillas.2011/02/10 10:22:2.546000 GMT+1