Cuando no recuerdas el comienzo, lo mejor es empezar por el final. Y el final de una persona siempre está unido a su muerte.
A primera hora de la tarde del sábado falleció en Ondarroa Maria Pilar. Murió a los 91 años mientras el pueblo se sumergía en el ambiente festivo propio del agosto ondarrés.
He de echar mentalmente para atrás 27 años para situarme en el verano en el que la conocí. No sé si fue en San Sebastián o en Ondarroa.
Sin embargo, no tengo ningún recuerdo de aquel encuentro, pero sí que siempre me he sentido magníficamente tratado por ella. La recuerdo en la cocina, cuando la familia se juntaba en su casa. O fuera de ella, cuando nos juntábamos para alguna celebración familiar en algún restaurante cercano. Por ejemplo en el Arriola de Mari Karmen (Berriatua) o, menos, en el Zarrabenta de Aulestia.
Esta mujer amante de la playa ha muerto en pleno mes de agosto. Ahora ya no la pisaba, pero, a raíz de alguna enfermedad relacionada con los huesos, su médico le dijo hace ya unos cuantos años en primavera: «Te quiero ver morena en otoño». Y ella cumplía la orden a rajatabla y con mucho gusto.
Siempre ha sido muy elegante, sobre todo coqueta. No perdonaba su visita a la peluquería. Y cuando los pies comenzaron a impedírselo, movía hilos para que alguien la acercara y la trajera de vuelta.
Una de las señales del deterioro físico de las mujeres como ella es el momento en el que dejan de acudir a la peluquería. La segunda, relacionada con la primera, es el momento en el que dejan de salir a la calle. Llevaba ya varios años en los que cumplía ambas condiciones.
Entre otras cosas porque no cabía en su cabeza pasear por la calle principal en silla de ruedas. No olvidaré jamás cómo sus hijos trataban de convencerla de que era mejor que saliera de casa, aunque para ello tuviera que echar mano de la silla de marras. Hasta que zanjó la discusión de manera enérgica con una frase que seguramente escuchó alguna de esas tardes que pasaba viendo películas en las diferentes televisiones españolas: «¡No me atosiguéis!». Lo dijo así, en castellano, aunque ella se expresara normalmente en euskera. He repetido frecuentemente esas tres palabras delante suyo, provocándole siempre una sonrisa.
Aunque ha muerto con 91 años, a lo largo de su vida apenas ha estado hospitalizada más de una semana. Concretamente en Galdakao, hace ya unos cuantos años.
En otra ocasión la tuvimos que llevar al servicio de urgencias a Bilbao, consecuencia de una infección de orina que le había dejado la cabeza de aquella manera. Tras recibir atención médica, ya de madrugada, vino en coche tarareando canciones de su niñez prácticamente todo el camino desde Bilbao a Ondarroa. Todavía sonrío recordando aquel momento algo surrealista.
Su marido murió hace unos cuarenta años, hace casi tres su hijo. Muchas personas cercanas estos últimos tiempos, entre ellas varias hermanas: Josune y su prima (a la que tenía por hermana) Miren...
Un café, los helados de Polene (Ruiz), las visitas... te recibía siempre agradecida.
Ahora tengo una razón menos para ir a Ondarroa.
Y una muerte más marcada en la agenda. Porque hace 15 años, en 2007, murió Tio Migel (ya que estamos, hoy hace siete falleció Rafa Chirbes).
A partir de ahora, cada 13 de agosto saltarán ambas alarmas en el móvil, una detrás de otra.
Me cuesta pasear con mi madre, pero hace unos días aceptó mi invitación.
Bajo a la frutería que hay debajo de casa a comprar medio kilo de cerezas, pillo el coche y me voy para Irun.
Por el camino la llamo por teléfono:
-Ama, prestatu eta buelta bat emango dugu (Ama, prepárate que vamos a dar una vuelta).
No echa mano del catálogo de excusas y dolores varios (lluvia, calor, la rodilla, los huesos...) y no le queda más que resignarse.
Aparco el coche y subo a casa. Vive en el segundo piso. Son las seis y media en punto. Lo sé porque he mirado el reloj y lrecuerdo la hora.
Nos dirigimos a la plaza que está detrás de su casa. Hay varios hombres sentados de charleta mientras miran a los perros que han sacado a pasear. Solo conozco de vista a dos de ellos. Cerca hay un tercero que mi madre sí conoce. No nos ha visto y, por tanto, no hay saludos de rigor.
La siguiente meta volante es un parque que está al otro lado de la carretera. Nos hemos cruzado con varias personas de fuera: magrebíes, africanos, latinos...
-Laster ez dugu inor ezagutuko (pronto no vamos a conocer a nadie), dice mi madre preocupada. Hobe (mejor), pienso para mis adentros.
Nos hemos sentado en uno de los bancos.
Cerca hay tres mujeres que, aparentemente, cumplen el perfil abuela-hija-nieta. Tres chavalitos flipan con el nuevo skate, lástima que todavía está en construcción. Un poco más alla cinco o seis niñas y un niño.
Pasan varias personas algo más jóvenes que mi madre. Me cuenta algunos detalles sobre alguna de ellas.
Ha refrescado y es hora de moverse. La siguiente parada es el jardín que los hermanos de La Salle tienen en la trasera del parque.
Hay varias placas que recogen los nombres de varios frailes muertos desde la década de 1950. Las primeras están escritas en castellano, pero a partir de determinado año que ya no recuerdo están en euskera. Leo los nombres de varios y únicamente conozco a uno de ellos: es el escritor Patxi Ezkiaga.
Salimos de allí, cruzamos la carretera de nuevo y nos sentamos en el parque que hay delante de casa. Hay un zona de juegos infantil y varios personas miran cómo juegan los críos.
Me ha llamado la atención un tipo malencarado. Ha cortado una caña de un pequeño cañaveral que hay en una esquina. La limpia con la ayuda de una navaja. Tiene a dos chavales a su cargo, pero no les hace demasiado caso. Y cuando se dirige a ellos el cariño brilla por su ausencia: «No llores, joder»; «Si os hacéis daño, ¡allá cuidados!»; «¡No toques el palo! ¿Por qué? Porque es mío...» Perlas de este tipo una detrás de otra. Uno de los chavales, el más pequeño, le llama tío.
Cuando el palo ha quedado a su gusto, toca a rebato, y les dice que ya es hora de irse para casa.
Deja los restos entre la hierba sin hacer ningún gesto para recogerlos.
-Ez da kapaza izango dena hor uzteko, ezta? (No será capaz de dejar eso así), me pregunta mi madre.
¿Qué no? ¡Por supuesto!
P.S.: ayer volví a pasar por allí y todavía quedaban algunos restos.
La semana pasada vi un vídeo de minuto y medio en la red del pajarito. Anguita le responde a un pseudo-periodista que aparecía en ese programa (y que me da que continúa saliendo; no lo sé, porque no lo veía antes, no lo veo ahora):
— Bernat Castro â (@Berlustinho) July 17, 2022
«Yo vengo aquí provinciano, y además lo digo con satisfacción, y lo primero que me encuentro son que quieren comer conmigo políticos de otros partidos, sindicalistas... Y yo dije: "Yo como en mi casa y ceno en mi casa". Es decir, las tertulias, los encuentros en los pasillos son muy peligrosos. Porque con jueces, con fiscales, con empresarios... se crean unas relaciones de comida, de cacería, de juerga que van creando una especie de pequeña mafia que no es peligrosa, aparentemente.»
«Y después llegan los favores: -¡Hombre, juez! ¿A ti qué te parece que en tu empresa mi hijo puede estar...? -¡Por qué no! -¡Hombre, fulano! Te advierto de que en tu empresa puede venir un problema porque la Unión Europea... Le dan información. Y el otro le regala... Y empieza a crearse la mafia. Y es la mafia».
«Por eso la mejor cosa que pueden hacer los políticos, y es un consejo que yo les digo y que no me harán caso: "Ustedes ejerzan la política, hablen con la gente y vayan a comer a su casa. No se líen tanto».
Repito: «Yo como en mi casa y ceno en mi casa». Que también se puede interpretar como yo voy a mi aire.
Recientemente se ha cumplido el tercer aniversario de la muerte del periodista Mariano Ferrer (falleció el 14 de julio de 2019). Él tenía también una costumbre que va en la misma línea de Anguita.
Si no recuerdo mal fue a finales de la década de 1970 cuando tuvo una reunión con el gobernador civil de la época. Poco tiempo después, le tocó criticarle, pero mientras lo hacía le venía a la mente la imagen reciente de aquel cargo público: llorando con la cabeza apoyada en el hombro de Mariano por alguna actuación policial. Así lo contaba Ferrer y desconozco si ocurrió tal cual o el periodista donostiarra lo decía en sentido figurado.
Cuando acabó la emisión, cogió el teléfono y llamó al gobernador para decirle que no volvería a reunirse con él, porque aquella relación podía entorpecer su labor como periodista.
También era de la misma escuela Javier Ortiz. Recuerdo dos apuntes escritos en mayo de 2007 sobre el ambiente asfixiante de la corte madrileña: Exilios y Exilios (y 2).
Javier hablaba de Madrid, pero da igual Madrid que Bilbao, Barcelona o San Sebastián. Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.
P.S.: hoy hace 22 años, el 25 de julio de 2000, inauguró Ortiz su Diario de un resentido social. El primer apunte era este: Las lágrimas del Apóstol.
Tal y como escribió ayer Katixa Agirre, los que ya hemos dejado la juventud a un lado sabemos dónde estábamos cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco.
Lo secuestraron el 10 de julio. No recuerdo qué hice ese día, pero sí lo que hice los días 11 y 12.
Hoy hace 25 años se casaron Ricardo y Silvia. Era viernes y la celebración fue por la noche. El tema principal, aunque no el único, fue el secuestro de Blanco.
El sábado recogí mis cosas de la casa de Irun y me vine con S a Donostia. Por tanto, llevo oficialmente 25 años viviendo en San Sebastián.
Dormitábamos en el sofá delante de la tele. Los medios dijeron que había aparecido en Lasarte una persona, gravemente herida, que podía ser el concejal de Ermua.
Más tarde confirmaron que era él, y la madrugada del sábado al domingo los médicos no pudieron más que certificar su muerte.
Creo que ese mismo domingo, aunque podía ser otro día, me acerqué a la Plaza Gipuzkoa. Estaba abarrotada y nos tuvimos que quedar en los alrededores, ni para adelante, ni para atrás.
Debido al olor a podrido que destila el ambiente político, mediático e institucional español, apenas sigo la actualidad política diaria. ¿Un 10 por ciento de lo que lo hacía antaño? O quizás menos.
No tenía ni idea de cómo iba a ser el acto institucional del fin de semana en Ermua, porque no tenía ninguna intención de seguirlo.
Pero el domingo a la tarde entré en la red del pajarito y me quedé perplejo al leer este tuit de un concejal irunés del PP, persona bastante sensata.
Pedro Sánchez me ha hecho más daño en 20 segundos que ETA en los 16 años que he tenido que vivir escoltado y las decenas de funerales y entierros de compañeros y amigos,también socialistas, a los que he tenido que asistir. No tiene respeto por nada. https://t.co/i5eRQY70LLpic.twitter.com/jlkqb1R7Hl
— Iñigo Manrique â¶ï¸Â Irun (@iManrique) July 10, 2022
Que me perdone Manrique, pero ayer su frase me pareció una exageración tremenda. Y hoy pienso lo mismo.
25º aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Políticos y periodistas de derecha y ultraderecha lo utilizan para atacar al "gobierno proetarra de Sánchez". Lo llamativo es que son las mismas personas que SOLO 15 MESES después de ese crimen aplaudían estas palabras (HILO) pic.twitter.com/FfAkuvLDDV
El periodista Carlos Hernández lanzó un hilo de tuits el sábado. Recogía declaraciones de Aznar, Rajoy, Mayor Oreja y otros puntales del PP meses después de la muerte de Blanco. Qué decían entonces, qué es lo que dicen ahora los dirigentes populares.
Menos mal que la sociedad vasca es bastante más madura que la clase política española (hacía tiempo que no usaba la expresión). Y diría que la mayoría de los políticos vascos están más a tono con el sentir de nuestra sociedad.
Paseaba por los alrededores del Vicerrectorado del campus guipuzcoano de la Universidad del País Vasco, cuando vi cómo un coche detuvo su marcha a última hora en un paso de cebra. Venía más rápido de lo debido y el peatón, que ya cruzaba la carretera, le hizo un gesto con su bastón.
Yo estaba justo enfrente, en primera línea.
El conductor abrió la ventanilla y, en un tono chulesco, le dijo un par de veces:
-¿He parado o no he parado?
Ambos eran mayores que yo: el chófer sobrepasaba los 60, el peatón superaba fácilmente ya los 70. Este estaba ágil, pero algo torpe también por razón de la edad. Su reacción me pareció muy natural, producto del miedo.
Antes de que el peatón le contestara, le dije al conductor que no tenía razón. O eso es lo que le quise decir, porque ya no recuerdo bien lo que le dije.
El automovilista, mirándome a mí:
-Usted se calla.
Le dije que él también lo hiciera y que continuara su marcha. No pasó nada más.
Había más gente alrededor, todos un tanto sorprendidos por la reacción de aquel señor tan antipático.
No sé si nos damos cuenta de que cuando conducimos un coche somos responsables de una máquina de matar. Y tenemos que manejarlo siendo conscientes de ello.
Hace unos días una mujer me dijo, por ella y su pareja: "Nosotros somos disfrutones". Una reivindicación del disfrute. He escrito también sobre el entusiasmo y sobre desastres como el Prestige y el derrumbe del vertedero de Zaldibar. Tremendo combo.
Ayer por la mañana fui solo a dar la vuelta sabatina. Normalmente solemos ir tres amiguetes, pero por razones varias, los otros dos ayer no pudieron.
Me fui hacia Igara para subir a Igeldo y bajar a casa por Erregenea.
En Igara me encontré con un par de pastores que llevaban el rebaño a pastar. Les seguí un rato para sacar esta foto.
Eché un ojo a los avisos de nuevos podcast que tenía en el móvil y bajé un par de audios para escucharlos como antaño se oía la radio los domingos por la tarde. Metí el teléfono en un bolsillo de la camiseta situado a la altura de la teta izquierda y lo escuché a huevo, porque se me olvidaron los auriculares en casa.
El primero, como es ya habitual, la entrevista semanal de Barruan gaude. Y más tratándose de la la perfumera, y amiga, Maddalen Marzol.
Atal berria airean! Lurrin eta esentzien mundura egin dugu bidaia @madmarzol-en etxera mikrofonoak sartuta.
Bustamante, que ayer sábado cumplió 71 primaveras, ha publicado nuevo disco recientemente. Uno de los temas es un poema de Karmelo Iribarren titulado Los hombres prácticos.
Al comienzo del programa, Laura Barrachina hace una reivindicación del entusiasmo. Porque el valenciano tiene un trabajo previo titulado Entusiastas.
Será casualidad, pero Iban Zaldua también ha reivindicado lo mismo esta semana en su blog: Entusiasmoaren alde. Más concretamente escribe un apunte a favor del entusiasmo crítico.
Hagamos un salto ahora al mundo del teatro.
El jueves estuve viendo en el Victoria Eugenia una obra de la compañía gallega Chévere Produccions titulada N.E.V.E.R.M.O.R.E.
Este mes de noviembre se cumplen 20 años de la catástrofe del petrolero Prestige, y Chévere plantea si no fue aquel hecho una metáfora adecuada del momento actual.
La obra tiene dos partes principales: una primera en la que los seis intérpretes reproducen las palabras de varias personas que vivieron aquel desastre, basándose (si no recuerdo mal) en entrevistas hechas en el año 2019.
Y una segunda en la que se recogen diálogos reales de personas que participaron en el operativo para alejar aquel petrolero de la costa. Recuerdan un par de veces o tres que todo lo que estamos viendo y escuchando son palabras de los protagonistas, que no hay ficción alguna, aunque sea sorprendente.
Como queda reflejado en el trailer inferior, es una gozada ver en directo cómo se hacen los efectos de los ruidos de los helicópteros, barcos y demás. Como si fuera radio-teatro.
Si pensáis que en Galicia las cosas siguieron igual, Chévere defiende lo contrario. Sí que hubo algunos cambios como que el PP perdió todas las alcaldías de la Costa da Morte y ahora mismo también las cuatro capitales.
N.E.V.E.R.M.O.R.E. se estrenó en septiembre del 2021 y han cerrado momentáneamente la gira. Pero si la tenéis a mano, id a verla sin ninguna duda.
Hice una rápida asociación de ideas y pensé qué estáran haciendo Lipus, los hermanos Fuchs y compañía con el montaje de Hondamendia. Escrita por Harkaitz Cano, está basada en el desastre de inicios de 2020 sucedido en el vertedero de Zaldibar. La gira comienza en octubre y se podrá ver en bastantes teatros del País Vasco durante la temporada 2022-2023.
He empezado con la gente disfrutona, he seguido con el entusiasmo, con el entusiamos crítico, ¿y ahora acabo con los desastres que nos rodean?
Pues no, vuelvo y remato con la idea inicial de reivindicar a la gente disfrutona como, por ejemplo, Maddalen Marzol y Julio Bustamante.
No sé si somos malhechores que volvemos al lugar del crimen, pero a partir de determinada edad repetimos sitios donde fuimos felices. Animales de costumbres.
eSe y yo hemos pasado unos días en Calpe. Si nuestras cuentas no nos fallan, esta es la octava visita en diez u once años.
Ca Chirbes
Fallamos en mayo-junio de 2015 y no estuvimos con Chirbes aquel año. Doble pena, porque se murió unos meses después, en agosto. Desde entonces, siempre tomamos un café al menos con su sobrino Manolo.
Arrocerías y demás
Cuando nos acercamos a Beniarbeig, solemos comer en Un cuiner a l'escoleta, pero esta vez lo dejamos para otro día. Nos fuimos a un restaurante de Denia que conocimos hace un par de años, Pont Sec.
Dos lugares recomendables más: uno en Gandía, Casa Julia; otro en Calpe, Ca'Paus.
En el mismo Calpe antes íbamos bastante al Andaluz, pero ahora solemos dejarnos caer por Casa Rolando.
El barbero
Otro lugar que no perdono es la Peluquería Abdul. Poco se puede hacer con los pelos de mi cabeza, pero me encanta que me arregle la barba.
Creo que es de cerca de Tetuán (Marruecos) y lleva ya algún tiempo ejerciendo por su cuenta en el Carrer La Pinta.
Padre de dos hijos, chica y chico, me contó qué planes tiene este verano, que se espera que venga mucha gente a Calpe pero que él trabaja más o menos al mismo ritmo durante todo el año. Y cosas por el estilo.
Ya sabéis, si vais a Calpe, visitadle a Abdul. No os arrepentiréis.
En la gasolinera
A la vuelta, repostamos en una gasolinera de Teruel.
Más o menos, esta fue la conversación con el chico de la gasolinera.
-Buenos días. ¿Qué te pongo?
-Me llenas el depósito con 95, por favor.
(....)
-Estamos en un momento crítico.
-¿Y eso?
Señala el precio del combustible.
-Esta semana superará los dos euros por litro.
-Sí, la cosa está jodida.
-Este año sólo me desplazaré 300 kilometros en vacaciones. 300 para ir y 300 para volver. Normalmente suelo ir al norte, pero habrá que conformarse con ir hacia Alicante.
Nada más comenzar a escuchar la entrevista, se me quedó dando vueltas en la cabeza la frase que he llevado al titular de este texto. A Lasa y a Zabala los torturaron durante tres meses: los secuestraron el 15 de octubre de 1982 y los mataron el 19 (o el 20) de enero de 1983. Los restos aparecieron en enero de 1985 y no fueron identificados hasta la primavera de 1995. Los trajeron al País Vasco en junio de ese año. Ni siquiera les dejaron enterrarlos tranquilamente, porque la policía vasca golpeó con dureza a familiares y amigos.
La fuerza de la entrevista está en la oralidad del diálogo que mantienen la periodista y la entrevistada. Podéis ponerla y escucharla mientras leéis el texto.
Maite Artola: Si su hijo viviera, tendría ahora 51 años...
Feli Artano: Sí, 51 años.
Maite Artola: Hace 30 años...
Feli Artano: Hace 30 años desapareció.
Maite Artola: Se detuvo su camino, lo secuestraron, lo torturaron, lo mataron...
Feli Artano: Pero lo torturaron y no lo mataron ese mismo día, ¡eh! ¡Lo torturaron durante tres meses, eh!... Los mataron la víspera de San Sebastián.
Maite Artola: Y desaparecieron el 15 de octubre...
Feli Artano: El 15 de octubre...
Maite Artola: Usted ahora tiene 82 años, ¿no? ¿Cómo ha llegado usted a los 82 años con ese dolor?
Feli Artano: Bueno, sufriendo mucho. Y siempre con la alegría de la familia. Y mi marido y.... Al principio no salía. Estos [se supone que hay más gente en casa mientras hacen la entrevista] hacían su camino, salían a estudiar y esas cosas... A partir de entonces empecé a pensar que, así como yo, mi marido también perdió a su hijo [se emociona]. Y que él solo no estaba bien. Y comencé a salir algo con él. Además, como teníamos coche, pues íbamos a un lado y a otro con el coche. A veces llevábamos la comida [e íbamos] a Larraitz. Generalmente íbamos los domingos a Izaskun. Y allí lloraba desconsoladamente, quienes me conocían lo veían, pero fue así.
Maite Artola: Joxi era el segundo de seis hermanos, ¿no? ¿Cómo recuerda a su hijo?
Feli Artano: Pues fue un niño muy cariñoso, era muy buen chaval. Yo achacaba que vinimos algo tarde del colegio de Olarrain. Él empezó aquí con 5 años, en los Escolapios.
Maite Artola: ¿En Tolosa?
Feli Artano: Sí. Y la escuela pues le costaba un poco. Eso le costaba un poco. Pero en lo demás era muy buen chaval.
Maite Artola: He leído que era el perejil de todas las salsas.
Feli Artano: Sííí. Era muy montañero. Alguien le regaló un perro, a quien llamaba Zarra. Y ese perro andaba siempre por aquí. Si no estaba Joxi, y yo traía la ropa a lavar, [el perro] reconocía sus ropas, y andaba con ella entre dientes. El perro andaba así cuando yo traía la ropa para lavarla.
Maite Artola: ¿Usted recuerda la última vez que habló con él?
Feli Artano: Sí. Recuerdo que estuvimos en un monte a bastante altura. Creo que era un merendero o algo parecido.
Maite Artola: En el norte del País Vasco.
Feli Artano: Sí, en la misma Baiona. No sé si aparecerá en las fotos. Puede que estén.
Maite Artola: Aquí tiene muchas fotos de su hijo...
fFeli Artano: Sííí. Estarán entre estas y, sobre todo, entre aquellas de allí. El padre está cortando unos hierbajos. Él viene conmigo agarrándome del hombro. Aquel día me dijo unas cuantas cosas. "Ama, ama, vosotros tranquilos. Cuando esto acabe, nosotros iremos inmediatamente para allá". Y así. "Y yo estoy muy orgulloso de mis padres [vuelve a emocionarse]... De la familia. Pero mis ideas..." Nos dijimos estas cosas. Y cada vez que íbamos estábamos abrazados y, ya sabes, llorando. Y decíamos: "¿Pero cuándo te llevarán a Tolosa?"
Maite Artola: Tenemos que recordar que Joxi Zabala y Joxean Lasa huyeron a Baiona tras un intento de robo en una sucursal bancaria de Tolosa. Eso sería en el año 1981.
Feli Artano: Sí, era el año 81. El 6 de noviembre.
Maite Artola: Allí se pusieron en contacto con el comité de refugiados, pidieron también asilo político, y allí estaban, incluso tenían permiso de residencia. Y ustedes iban de vez en cuando a Baiona.
Feli, ¿en su casa cómo se pasa el 15 de octubre?
Feli Artano: Pues con esa tristeza. El padre viajando continuamente, y si venía, venía tarde. Y tenía que irse muy pronto por la mañana. Le hacíamos cada año un homenaje en Larrain. Así.
Maite Artola: 30 años.
Feli Artano: Íbamos cada año, y hacíamos una ofrenda floral, y el monolito que está allí, y... El monolito se puso al año de su desaparición, más o menos. Y un año más tarde, el primer día de octubre, estaba como soñando, había cazadores disparando. Y a las 6 de la mañana sonó el teléfono. Seguramente mi marido ya se había ido, no estaba en casa.
Cogí el teléfono y era Migel Mari, del caserío. El hermano de Joxean Lasa. Y me dijo: «Los guardias civiles han tirado el monolito, con tanques, con todo. Nos ha avisado la gente que iba a trabajar a Artzabaltza», me dijo.
El hijo mayor estaba en casa. Fui donde él. «Juan Mari, me han contado esto y lo otro: que los guardias civiles están tirando el monolito. Me ha avisado Migel Mari. Tendremos que ir».
«Ama, ¿pero qué vas a hacer yendo allí?», me dijo. «¡Pues dar la cara! No haré nada más, ¡pero dar la cara! Y si tú no me llevas en coche, iré andando».
«Bueno, me levanto y te llevo», me dijo.
Fuimos, y no había nada. Se lo habían llevado. Volvíamos en coche y le dije: «Mira, tenemos que parar aquí, en la base [de la Ertzaintza]. Y vamos a decírselo. A ver si ellos no se han dado cuenta». «¿Pero qué te van a decir?» «Vamos a parar por si acaso».
Paramos, y habría alguno de ellos en la puerta, y le dije: «Yo soy la madre de Zabala, la madre de Joxi Zabala. Este es hermano. Y nos hemos enterado, ha avisado la gente que iba a Artzabaltza, y ahora no hay nada allí».
[Policía]: «Sí, hemos notado cómo andaban. Hemos tenido una bronca con ellos, y lo hemos recogido nosotros».
Lo trajeron a la base.
Maite Artola: Entonces, los ertzainas tuvieron una discusión con los guardias civiles.
Feli Artano: Es lo que nos dijeron a nosotros. Nos lo mostraron después y estuve abrazado a él. Este es el recuerdo que tenemos y este también... Fue así.
Maite Artola: Este caso es especialmente duro porque desaparecieron el 15 de octubre de 1983, y no los identificaron hasta el año 1995.
Feli Artano: No, no. Y otra cosa más. Desde la víspera de San Sebastián o... Vine, era sábado, y debieron matarlos el viernes. Venía como siempre con mi carro de la compra. Una vecina de arriba me preguntó: «¿Algún rastro del hijo?». «¡Qué va! Nada». Entramos en el ascensor (ella vivía más arriba). Vine, y yo siempre tengo la radio puesta. Y escuché por la radio que habían llamado a Radio Alicante para decir que habían matado el viernes a Joxi y a Joxean, a Lasa y Zabala. ¡Yo misma escuché eso por la radio aquel sábado!
Maite Artola: A ustedes nadie les dijo nada. Lo supieron por la radio...
Feli Artano: Yo lo supe por la radio. Se lo diría inmediatamente a los hijos, a ver qué íbamos a hacer, que Radio Alicante dijo que los habían ejecutado en Alicante.
Maite Artola: ¿Y usted estaba sola en casa en ese momento?
Feli Artano: Yo estaba sola en casa entonces. Luego se lo dije a los que vinieron, a los de casa, pero...
Maite Artola: ¿Y qué sintió en aquel momento?
Feli Artano: ¿Qué voy a sentir? ¡Lo quería ver aún vivo! Ya sabes, qué voy a sentir... ¡Lo quería ver vivo aún!
Maite Artola: Encontraron sus restos en 1985. Necesitaron diez años porque estaban en cal viva, y costó mucho identificarlos.
Maite Artola: Busot, aquel pueblo de Alicante. De todas maneras, ¿la cal no quemó todo, no?
Feli Artano: No debió de quemarlo todo. A nosotros nos mostraron los huesos. No nos dejaban acercarnos, estaban en unos féretros escasitos. Quienes fuimos para allá... El padre no tuvo valor para hacer ese viaje, y yo fui con los hijos. Y algunos tuvieron que quedarse fuera, porque sólo permitían la entrada de tres por cada uno, a ver los huesos. Tres de una familia, y tres o cuatro de la otra. No entramos todos. Y como yo era la madre, mis hijos me dijeron: «Tú sí, ama, entra tú».
Maite Artola: Y entró...
Feli Artano: Entré.
Maite Artola: ¿Tuvo coraje?
Feli Artano: Allí vi los huesos. Me pareció que la mano tenía el gesto que acostumbraba. La mano, el hueso, de esta manera. Él solía tener las manos metidas de esta manera, esa era su costumbre. Y yo le saqué aquel punto, porque allí no había nada más que hacer. Que los huesos estaban así.
Maite Artola: Yo, de todas maneras, le decía que la cal no lo ha quemado todo, porque han sabido, aunque tarde, cuál era la verdad.
Feli Artano: Pues sí. Y la mayor alegría, entre toda esta maldad, es saber quiénes fueron y saberlo todo. Y recibir ese castigo, y encima están en la calle, ¡eh! Todo eso. Eso también... Eso también...
Maite Artola: Cuando supo que Galindo estaba libre, ¿qué, Feli?
Feli Artano: Pues yo aquellos días oía la radio todos los días. Luego me lo dijeron las hijas. «Sí, sí, lo estoy escuchando»... Antes también estaba libre, ahora vete tú a saber. Si ya estaba en casa, pasando solamente ese único año...
Maite Artola: ¿Ustedes se sienten víctimas de segunda?
Feli Artano: ... Yo no puedo decir eso, solamente qué. Nosotros somos víctimas.
Maite Artola: ¿Pero ustedes sienten que han recibido el mismo trato que otras víctimas de las instituciones y de los partidos o que han quedado en un segundo plano?
Feli Artano: Bueno, a nosotros la gente nos da pocas explicaciones. ¿Lo entiendes?
Maite Artola: Sí.
Feli Artano: Y nosotros no andamos diciendo cosas y estamos así...
Maite Artola: ¿Usted siente odio, Feli?
Feli Artano: ¿Odio? Yo lo que digo, entonces también y lo digo siempre, ellos lo han hecho y todo libre. ¿Pero esto qué es? Yo digo: «Si hay un dios, él los deberá castigar». Porque yo no puedo, yo no puedo castigarlos. A ellos ya les vendrá... No sé de qué manera...
Maite Artola: ¿Usted ha necesitado ayuda para vivir?
Feli Artano: ¿Ayuda para vivir? No sé si ayuda... Medicinas y así no. Yo misma me negaba a tomar medicinas. Tenía muy buenos médicos, de cabecera. Si acudía a ellos, era por cosas concretas. No iba sin nada. Y si entonces me decían: «Sí, necesita algo... Antidepresivos...» Yo misma me negaba a tomarlos. Yo decía: «Si tengo que estar despierta, estaré despierta, pero no voy a tomar medicinas para dormir»... Y ahí una médica, una muy buena médica, que creo que era sustituta o no sé muy bien qué: «Sí, estos tranquilizantes» o no sé cómo me lo dijo, pues era vasca [vasco-hablante]. «Sí, le conviene tomar esto. Al menos durante tres meses». A ella la obedecí, pero por lo demás no he tomado medicinas.
Maite Artola: Nada para quitar ese dolor, para quitar ese sufrimiento...
Maite Artola: Ahí pasaron diez años. Doce desde que desaparecieron. Encontraron los restos y diez años para su identificación. Y doce desde que desaparecieron. ¿Y ustedes esos doce años, qué?
Feli Artano: Así es. Tal y como te he dicho, más o menos. Y la primera vez, la primera vez que escuché que habían aparecido esos huesos...
Feli Artano: No pensábamos cosas buenas, pero hasta ese punto... No queríamos saber que estaban muertos y que los huesos debían estar tantos años así. Eso no lo queríamos saber o yo qué sé qué... No salía de dentro, y luego, cuando lo escuché por vez primera, fue hacia febrero o marzo cuando empezaron a decir que aquellos restos eran de Lasa y Zabala.... Entonces yo también sufrí muchísimo, como diciendo: ¿Están muertos? ¿Huesos? Los queríamos vivos. No es posible.
Maite Artola: ¿Fue entonces cuando se resignó?
Feli Artano: Había que resignarse.
Maite Artola: Se resignó cuando vio los huesos.
Feli Artano: Sí.
Maite Artola: Y la despedida, ¿cuándo se despedió de su hijo?
Feli Artano: Aquel domingo, ya te he dicho...
Maite Artola: No, me refiero a cuando vio que estaba muerto. Siempre había mantenido esa esperanza, ¿no? Puede que no o no se lo quería creer.
Feli Artano: Pero yo no me he despedido nunca. Si me parece que lo veo en sueños. Yo sueño en cualquier momento con él, y vive. Y me sorprendo, no es un sueño y Joxi está aquí.
Una vez, lo he contado antes, dijo «buenas noches», la puerta de mi cuarto estaba medio abierta y pasó a su habitación, con su camisa blanca. Estas camisas claras, yo veo a Joxi así... Luego me despierto y Joxi no está.
Otra vez, estaba dormida en la cama. Y me dijo: «Ama, tranquila». Me dio dos besos y tranquila. «Hoy también Joxi está aquí». Pero luego no estaba Joxi.
Y también tuve otro sueño: «¡Mira! Aquí está Joxi». Entonces estaba con esa camisa clara. Lo acompañé y estuvimos abrazados en la sala. Luego él me dijo: «¿Qué tal?». «Bien, pero no encuentro trabajo, ama». ¡Que no podía encontrar trabajo! Yo le dije, me acuerdo: «¡Tranquilo! ¡No te rindas! Ya saldrá algo. ¡Tranquilo!». Lo acompañé hasta la puerta en sueños. Ahí, dos besos de despedida y se fue hacia el ascensor. Luego me desperté y había soñado con Joxi.
Maite Artola: Sueña con su hijo frecuentemente.
Feli Artano: Sí, sí. Muchas veces...
Maite Artola: Yo antes le preguntaba cuándo o cómo se había despedido. El mismo funeral también...
Feli Artano: Sí, el funeral también fue duro. Entonces nos apalearon. Algunos parecieron de aquella manera en Fuenterrabía [utiliza este término en vez del oficial Hondarribia; en esta ciudad está el aeropuerto y los restos fueron trasladados en avión] y desde allí nos trajeron a pelotazos durante todo el camino, con el autobús. Los familiares íbamos en coche, pero veíamos cómo andaban.
Y luego, al llegar los coches de las familias, y ver la tropa que había allí... ertzainas. Todos allí.
Maite Artola: Aquella fue una carga tremenda.
Feli Artano: Tremenda... Y luego el interior, metieron los coches dentro, y las madres estábamos allí, con nuestros ramos de flores. Y había que salir rápido... Ya sabes ese momento. Y estábamos así y no nos dejaban salir, para adelante y para atrás. Así estábamos.
Luego, uno de aquellos de paisano, sería uno de ellos, es lo que yo creo. Le dije así: «Mira, unos como vosotros nos han matado a los hijos. Y ahora no nos dejáis enterrarlos. Estáis ayudando a los de Madrid». Eran ertzainas y no me dijo nada...
Maite Artola: En Tolosa, Feli, las fotos de su hijo y de Joxean Lasa están en muchos bares.
Feli Artano: Yo no frecuento bares y no sé qué pasa ahí, pero...
Maite Artola: Aquí también... ustedes también... ahí en la entrada...
Feli Artano: A mí me parece que vivo con él, porque tengo un montón de fotos y....
Maite Artola: Quiero decir si reciben mucho cariño de la gente, mensajes de solidaridad...
Feli Artano: No sé cómo decirlo. No sé qué decir... No sé qué decir...
Maite Artola: Porque se dice mucho, ¿no? Lasa y Zabala, Lasa y Zabala... La primera acción de los GAL...
Feli Artano: Luego la gente se piensa que con los años se olvida a un muerto, o se le medio olvida... Pero este caso es diferente. Yo estoy haciendo las labores de casa y me parece que estoy hablando con Joxi...
Maite Artola: Imagino que sera una cuestión de la que hablen con frecuencia en la familia, ¿no? Ustedes entre ustedes.
Feli Artano: De eso no se habla mucho, pero cada cual lleva lo suyo dentro, creo que está ahí...
Maite Artola: El País Vasco de hace 30 años, Feli, aquel País Vasco conflictivo...
Feli Artano: Conflictivo. Y ellos también decían lo mismo cuando estaban allí. Y a mí me decía así: «Ama, tú tranquila». Y siempre estaba abrazado en la despedida, y yo lloraba. Y cuándo a casa, cuándo a casa. «Tú tranquila, ama. Esto cambiará y nosotros enseguida estaremos allí»... Esas eran nuestras despedidas...
Maite Artola: ¿Usted ve el futuro con esperanza?
Feli Artano: El futuro... Con todo lo que se oye, con todo lo que se oye... No sé qué esperanza hace falta. Algo deberá cambiar, pero... No lo sé...
Maite Artola: A usted le mataron al hijo.
Feli Artano: A mí me mataron al hijo. Eso es. Y me acuerdo de eso. Y luego pienso: no soy la única: cómo mataron a Kattu. Entraron y lo mataron en el bar en el sitio donde estaba sirviendo...
Maite Artola: 82 años, va a hacer 83.
Feli Artano: Voy a hacer tres...
Maite Artola: ¡Enhorabuena!
Feli Artano: Los cumpliré el 2 de diciembre. Así lo haré.
Hoy, 15 de mayo, cumple 15 años el blog de Iñaki MuruaBotxotik Ziberespaziora. Además de felicitarle, le he enviado estas cuatro letras a petición suya.
15 de mayo de 2007. ¿Qué escribí por esas fechas en mi blog? He buscado y me he encontrado con un apunte titulado A ese amigo desconocido.
A decir verdad, ya no sé cuándo conocí a Iñaki Murua. Entonces era más social que ahora para las cosas de Internet. Quicir, que por aquel entonces la peña de Internet coincidíamos más en actos digamos que presenciales.
Ambos éramos oyentes del MQP que Javier Vizcaíno dirigía los fines de semana en Radio Euskadi. ¿Fue ahí donde nos conocimos? Probablemente.
Está claro que Murua y yo nos conocimos gracias a Internet. Pero eran otros tiempos: no había redes sociales.
Como he contado en más de una ocasión, tras conocer de qué iba esto en los grupos de correo, aproveché la oportunidad que me dieron en eibar.org en julio de 2004 para crear ahí Harrikadak. En enero de 2006 se renovó javierortiz.net y aquí empecé a dar la turra con Pedradas. Es decir, que tengo dos blogs en otras tantas comunidades. Esa es una palabra clave para mí: comunidad.
¿Una característica que tengo en común con Iñaki? Ambos escribimos en euskera y castellano en la blogosfera (hacía tiempo que no escribía esta palabra).
Por lo que a mí respecta, escribo la mayoría de los textos en euskera (así he hecho con este mismo) y luego lo paso al castellano. El borrador de estas líneas lo puse negro sobre blanco el primer sábado de mayo en un cuaderno rojo de la marca Oxford que me acompaña últimamente.
Luistxo, el impulsor de la comunidad de blogs de eibar.org, repetía por aquel entonces que nos debíamos acostumbrar a que nos leyeran cuatro gatos: quince colegas más o menos cercanos y ya está.
Y así es, aunque últimamente no miro los datos de Stat Counter: no me hace falta para saber que es así.
Me basta con repasar lo que hago yo mismo: en estos tiempos de infoxicación (bien es verdad que la información es poca comparada con el ruido, las mentiras y el exceso de propaganda) creo que leo menos atentamente que antes en la red, porque es imposible quedarte con todo lo interesante que pasa por delante de tus ojos.
No me informo solamente a través de Twitter: tengo varias fuentes recopiladas en Feedly, pago varias suscripciones a medios, etc. Por cierto, si tenéis interés está bien lo que escribe Julen Iturbe-Ormaetxea sobre cómo se organiza. Pero él es un profesional de esto.
Jon Martija: Yo tenía muchas ganas de venir a Arrano Etxea y venir con las manos vacías entre comillas, sin ningún animal pero con unos cuantos micrófonos, porque me parece tan maravillosa vuestra historia, me parece tan impresionante la labor que habéis realizado, y me parece que ha tenido tan poco reconocimiento que, al menos, queríamos aportar nuestro granito de arena desde Estamos dentro para que se conociera esa labor, que se pusiera en valor e incluso, qué se yo, para que llegara algún reconocimiento institucional...
Merche García: ¡Ay! No, no, no... Eso sí que no. Te lo pido por favor....
Joxan Albisu: Absolutamente no.
Merche García: Eso no queremos nada. Mira, lo único que hemos pretendido en todo esto, primero, es que no queremos que nadie nos reconozca nada porque lo hemos hecho encantados de la vida, empezando ya por ahí y lo hemos hecho porque hemos querido.
Pero aparte de ese tema, yo lo único que he pedido, lo único que he pedido es que hicieran un centro de recuperación que funcionara decentemente. Nada más que eso.
No queremos ni medallas, ni homenajes, ni comidas, ni cuadritos, ni nada de nada de nada... Nos sentimos lo suficientemente compensados ya con lo que hemos hecho. Nosotros mismos estamos contentos con lo que hemos hecho. Hemos tenido fallos, evidentemente; ha habido situaciones que a lo mejor no hemos sabido resolver, como en todas las profesiones, ha habido fracasos pero también ha habido muchos éxitos, ¿no?
Entonces, estamos con la satisfacción del deber cumplido. Simplemente. Yo con eso me quedo: no quiero nada más.
Y que a partir de ahora ojalá funcione bien lo que han creado. Y a esperar, a ver qué es lo que pasa.
Jon Martija: Yo creo que el reconocimiento de los animales, ese lo tenéis...
Merche García: Sí, ese sí. Tengo una amiga que siempre me suele decir: "El día que te mueras en el otro mundo estarán un montón de bichos aplaudiéndote". Nunca me dice personas.
No he encontrado ninguna foto de Merche por ningún lado. Jamás ha querido salir en ninguna que tuviera proyección pública.
Como animal que soy, vaya desde aquí mi reconocimiento para ambos.