2007/10/07 05:00:00 GMT+2
Un afamado y muy riguroso penalista me explicó hace años que lo peor que puede hacer un acusado, por muy experto que sea en Derecho, es asumir su propia defensa. «Si reivindicas tu inocencia, es inevitable que te dejes arrastrar por la pasión. Puedes acabar asumiendo una línea argumental que te perjudique. Si yo fuera procesado, me buscaría un buen abogado que no tuviera demasiada relación de amistad conmigo y que pudiera abordar el caso con la debida frialdad».
Lo malo es cuando no encuentras quién te defienda.
Es posible que el Rey no hubiera tenido demasiado problema para que le asignaran algún defensor de oficio, pero el hecho es que en las últimas semanas ha resultado muy llamativo el escaso entusiasmo que han puesto en la labor quienes han salido en su defensa. Así que ha acabado por cometer el error de hacer su propio panegírico. Me ha recordado a un chaval de mi cole que decía: «No es porque sea yo, pero soy el que mejor juega a fútbol de la clase». Teníamos diez años y ya nos entraba la risa.
Juan Carlos de Borbón ha cometido, entre otros, el error de creerse lo que durante tres décadas han dicho de él sus aduladores. Se ve que nadie le ha tenido al corriente de lo que casi toda la clase política murmuraba a sus espaldas, poniéndolo a caldo por vividor, frívolo y aprovechado.
Él, que no es demasiado serio, se tomó en serio y no se dio cuenta de que eran legión los que lo estaban utilizando, cual pañuelo de celulosa, en plan de usar y tirar.
Ahora hay gente que le reclama la abdicación. Pero no porque deba arrepentirse de haber sido designado por Franco y por no haberse sometido jamás al refrendo de las urnas, sino por no estar mostrándose lo suficientemente derechista. Como diría el otro, manda huevos.
Nota de edición: columna publicada el 7 de octubre de 2007 en Público: El rey asume su defensa.
Escrito por: ortiz.2007/10/07 05:00:00 GMT+2
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2007/10/06 05:00:00 GMT+2
Me escriben algunos lectores reprochándome que me muestre tan severo con quienes estuvieron al servicio de la dictadura franquista. «Seguro que usted también cometió errores en aquel tiempo», me dicen.
Vamos a ver: errores cometemos todos, de jóvenes y de viejos. Por supuesto que he defendido muchas veces opiniones que luego he tenido que rectificar.
Pero en este asunto conviene trazar dos líneas divisorias.
La primera es la que marca la diferencia entre el error y el crimen. Una cosa es defender un planteamiento político que al cabo de un cierto tiempo se evidencia incorrecto y otra tomar decisiones prácticas que acaban truncando vidas y haciendas.
La segunda línea divisoria se refiere al interés. No merece la misma catalogación ética quien incurre en errores de apreciación de la realidad cuando está luchando contra una dictadura, comprometiendo su porvenir en ello, que quien saca partido político y económico de las barbaridades que perpetra tratando de perpetuar esa misma dictadura.
Se ha instaurado en algunos ambientes periodísticos, intelectuales y ciudadanos españoles un irritante relativismo moral que cubre cuanto sucedió por aquí entre 1936 y 1976. «Todo el mundo cometió muchos errores», dicen. «Mejor dejarlo estar; no le demos más vueltas». ¿Muchos errores? Tal vez. Pero no es lo mismo equivocarse al juzgar a tal o cual gobierno o al proponer tal o cual sistema político alternativo que al firmar una sentencia de muerte, o al ordenar que se abra fuego contra una manifestación popular, o al incautarse por la brava de los bienes de un rival político.
Por lo demás, es falso que los franquistas se equivocaran. Equivocarse es pretender una cosa y no lograrla. Cuando lo que uno quiere es medrar y lo consigue, acierta.
Nota de edición: columna publicada el 6 de octubre de 2007 en Público: Distintos errores de juventud.
Coda
Durante estos últimos días no he escrito añadidos a las columnas porque estoy de viaje y las condiciones son poco propicias.
Anteayer pronuncié en el Ateneo de La Laguna, en Tenerife, la conferencia de la que ya os hablé hace algún tiempo y que forma parte de un ciclo que están realizando sobre Kapuscinski. Hubo bastante público y el ambiente fue muy cordial. Parece que mi exordio gustó, pero eso nunca se sabe del todo, porque la gente por lo general es educada y tampoco te va a decir que vaya rollo. Lo que más me sorprendió, a la hora del coloquio, fue que nadie dijera que mis puntos de vista sobre la realidad de los medios de comunicación le parecieran pesimistas. Hace algunos años, ése era un comentario que siempre salía tras mis charlas sobre la situación del gremio, y eso que por entonces mi diagnóstico era menos severo.
Ayer tuve una comida con un grupo de gente de izquierda, más o menos distante de la política activa, pero no por ello menos informada y crítica, que suele reunirse para comentar cómo están las cosas y a veces llevan a algún invitado. Antes de eso, el responsable del suplemento cultural más prestigioso de Tenerife me hizo una larga entrevista.
En conjunto, bastante ajetreo.
Hoy intentaremos disfrutar algo del tiempo maravilloso que hace por aquí. Tal vez incluso nos demos un baño de mar.
Sigue sin gustarme viajar, pero he tenido viajes mucho menos agradables.
Escrito por: ortiz.2007/10/06 05:00:00 GMT+2
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2007/10/05 05:15:00 GMT+2
Tiene razón el lehendakari Ibarretxe cuando afirma que no es aceptable que ETA marque la agenda de la política vasca; que sea la organización armada la que, sin la más mínima legitimidad, determine de qué se puede hablar y cuándo, y qué se puede hacer y qué no. Él se dirige con ese argumento a quienes, diciéndose en principio partidarios de su ya célebre consulta, sostienen que habría que esperar para realizarla a que ETA no se interfiera. Aceptar que la actividad terrorista –o la amenaza de actividad terrorista– condicione los planes políticos de la gente pacífica supone, en efecto, conceder un plus francamente irritante a la matonería.
Pero, si eso es cierto, no lo es menos que tampoco resulta sencillo hacer como si ETA no existiera, cuando el hecho es que existe. Planteémonos, a modo de pura hipótesis, la campaña previa a la consulta cuya conveniencia defiende Ibarretxe. ¿Con qué normalidad democrática podrían realizar su propaganda electoral los partidarios de una u otra opción, una vez que ETA haya dictaminado que esa votación es cosa de traidores, susceptibles, por lo tanto, de recibir cuatro tiros por su intrínseca maldad?
A uno le puede parecer intolerable que haya atracadores que asalten a la gente por la calle, pero esa condena moral no resuelve el problema que se plantea cuando alguien te encañona con una pistola y te reclama la cartera.
Otra cosa es que haya otros poderes, incluso mucho más decisivos y con mucha más capacidad resolutiva que ETA, que tampoco estén dispuestos a aceptar que la agenda de la política vasca se pueda establecer con plena libertad.
Decididamente, hay conflictos que, los mire uno como los mire y por más vueltas que les dé, tienen todo el aspecto de carecer de solución.
Nota de edición: columna publicada el 5 de octubre de 2007 en Público: Hay conflictos insolubles.
Escrito por: ortiz.2007/10/05 05:15:00 GMT+2
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2007/10/04 08:25:00 GMT+2
José Luis Rodríguez Zapatero reprocha a Juan José Ibarretxe estar equivocándose «de país, de continente y de siglo».
¿De país? No parece. Cuando Zapatero habla de «país», se refiere a España. Ibarretxe, en cambio, piensa en Euskadi. No sé si son países diferentes; son, en todo caso, colegios electorales distintos. Allá cada pescador con sus aguas.
¿Se equivoca Ibarretxe de continente? En ese punto las cosas están mucho más claras. Si se observa la evolución del mapa europeo de hace veinte años para acá, se constata que la tendencia, nítida como pocas, es a la creación de nuevos estados. Europa tropieza con enormes dificultades para avanzar en su coordinación económica y política –cosa que deploro, dicho sea de paso–, pero se las arregla estupendamente para subdividirse en cada vez más estados. Alemania contribuyó a ello muchísimo, abogando por el derecho de autodeterminación de los pueblos balcánicos. El antecesor de Zapatero, Felipe González, optó por no decir nada en contra de aquel influjo alemán, quizá por su aversión al «fuego amigo».
El lehendakari no exige un trato como el que la Europa oficial ha dispensado a Croacia, a Ucrania, a Eslovaquia o a los países bálticos. Reclama tan sólo el derecho a renegociar las condiciones de la adscripción de Euskadi a España, para que el pacto se acomode mejor a los deseos de la población vasca. ¿Es eso un desvarío, como dice Fernández de la Vega? Admitamos que ella, que respaldó el ascenso de Rodríguez Galindo al generalato, es experta en desvaríos.
Tercer punto: ¿se ha equivocado Ibarretxe de siglo? Eso sí que no lo descartaría, en cambio. Porque, según cómo se miren nuestras cosas, bien podría decirse que hace varios siglos que la España eterna sigue sin cambiar de siglo.
Nota de edición: columna publicada el 4 de octubre de 2007 en Público: País, continente, siglo.
Escrito por: ortiz.2007/10/04 08:25:00 GMT+2
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2007/10/03 04:40:00 GMT+2
Le oí hace años a Enrique Múgica una observación que me pareció bien traída. Comentó lo curioso que es que todos los partidos que nacen de alguna escisión tiendan de manera espontánea a elegir siglas en las que figuran términos tales como «Unidad», «Unión», «Unificación», etc.
El nuevo partido fundado por Rosa Díez se llama Unión, Progreso y Democracia. O sea, que se ajusta a la norma.
Se discute ahora si es un partido de derechas, de centro o de izquierdas. Incluso hay quien pone en duda que sea un partido, en la medida en que carece de base organizada y de estructura interna. En cualquier caso, está claro que se trata de una iniciativa centrípeta, que pretende reforzar el centralismo. Nacionalista española, en suma.
Quienes asumimos un ideario federalista tendemos a pensar que el centralismo español está ya más que representado en el panorama político general. Pero nuestra mirada puede estar distorsionada por la distancia ideológica. Cabe que el bosque no nos deje ver los árboles. Nos puede pasar como les sucede a algunos con sus gustos musicales. He conocido a gente que dice que todas las canciones country son iguales. Otros dicen otro tanto del rap. Cuando algo no te gusta, no te gusta en ninguna de sus manifestaciones, y todas te parecen la misma.
Lo cierto es que la derecha española, que es la que asume con más entusiasmo las tendencias centralistas, no está nada diversificada. Aquí un solo partido lo engloba todo, desde el extremo franquismo a las inmediaciones de eso que llaman centro. En otros estados europeos, la oferta electoral de las derechas es variada.
Tal vez Rosa Díez, tras el cursillo de ocio y turismo que ha hecho en Estrasburgo a cuenta del PSOE, contribuya a europeizarnos un poco más.
Nota de edición: columna publicada en Público: Unión, Progreso y Democracia.
Escrito por: ortiz.2007/10/03 04:40:00 GMT+2
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2007/10/02 04:30:00 GMT+2
La cuestión verdaderamente importante no es que en los años 30 del pasado siglo existiera un cabo austríaco llamado Adolf Hitler, pintor de brocha gorda, feroz antisemita y anticomunista recalcitrante, que estuviera obsesionado con la idea de mandar al otro barrio a todo el que no le resultara debidamente ario. Lo realmente digno de honda reflexión es que Alemania –o sea, la mayoría del pueblo alemán de la época– convirtiera a ese personaje en su Führer, respaldándolo en las urnas con singular entusiasmo.
La reflexión es la misma: la cuestión no es que un falangista, jefe de las hordas de Franco en Almería por orden de Arias Navarro y justificador –al menos justificador– de delitos de sangre, sea hoy magistrado del Tribunal Constitucional español. El problema de fondo no es que un homínido así exista y perviva, quiera el cielo que por muchos años –yo sí que milito en contra de la pena de muerte–, sino que estemos en un régimen político que permite que alguien con semejante pasado de vómito llegue tan alto. Quizá sea por aquello que decía el doctor Lawrence Peter, famoso por sus principios (no está mal que haya alguien que los tenga), según el cual en toda fosa séptica son los trozos más gordos los que mejor flotan.
Don Roberto, especie de trasunto de su coterráneo don Rodolfo, el de Vitoria, arguye que todo el mundo arrastra anécdotas curiosas de su pasado. Decía Carlos Marx que todos llevamos el pasado como una losa sobre nuestras espaldas. La de Roberto García Calvo es una losa funeraria, en concreto: la de Javier Verdejo, al que sus policías mataron en 1976 en Almería por tratar de hacer una pintada.
Algunos juramos entonces: «¡Javier, hermano, nosotros no olvidamos!»
Es el momento de demostrarlo.
Nota de edición: columna publicada en Público: Roberto García Calvo.
Coda
Me parece recordar que fue la fotografía del cadáver de Javier Verdejo, tirado en el suelo y ensangrentado, la que convertimos en portada del primer número de la revista Saida. Era la época en la que los partidos de la oposición democrática acudían a la ventanilla del Ministerio del Interior para tratar de legalizarse. El titular de nuestra portada decía: «¿Y en qué ventanilla legalizamos nuestros muertos?»
Escrito por: ortiz.2007/10/02 04:30:00 GMT+2
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2007/10/01 06:30:00 GMT+2
¡Ibarretxe quiere consultar a la ciudadanía vasca! ¡Qué disparate! ¿Qué pretende? ¿Que nos enteremos de lo que piensan los vascos?
Dicen que se trataría de una consulta inconstitucional. Pues no. Podría ser aconstitucional, como mucho. Testar la opinión de la población, en uno u otro espacio geográfico, no es ni inconstitucional ni anticonstitucional. Lo sería si el organizador de la consulta pretendiera que el resultado fuera legalmente vinculante. Pero no es el caso.
Recuerdo que el Ayuntamiento de Chinchón realizó un referéndum popular para decidir de qué color debían pintarse los balcones de su bella plaza porticada. Nadie dijo que aquella votación fuera inconstitucional. Felipe González se rió de ella, pero no mandó a las Fuerzas Armadas para impedirla. Consultas de ese género, no vinculantes pero sí ilustrativas, se han realizado en España por decenas, sin que nadie se haya rasgado nunca las vestiduras.
Los institutos dedicados a la demoscopia no paran de pedir la opinión del pueblo. ¿Sería inconstitucional que alguna vez decidieran que el universo de la muestra fuera el conjunto de la población? ¿Qué tiene de malo saber cuáles son los deseos mayoritarios de la ciudadanía de los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca? Una vez conocidos, nuestros próceres podrán decir: «Tanto me da que quieran esto o lo otro porque, a la hora de decidir el futuro de Euskadi, la ley española concede el mismo valor al voto del ceutí o la mindoniense que al del bilbaíno o la tolosarra».
Vale, pues díganlo a las claras, pero no pongan un empeño tan sospechoso en impedir como sea que se conozcan los deseos mayoritarios de la población vasca. ¿O es que temen que se evidencie que la están obligando a hacer lo que no quiere?
Nota de edición: columna publicada en Público: Esa nefanda manía de opinar.
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Sigo sin quitarme de la cabeza que Fernández de la Vega haya calificado de «desvarío» la propuesta de Ibarretxe. Ayer me dio por recordar su paso por el Ministerio bifronte de Juan Alberto Belloch, en el que ocupó una Secretaría de Estado. En el ejercicio de ese cargo, respaldó iniciativas peregrinas como pocas, incluyendo algunas que su colega Margarita Robles, también secretaria de Estado, rechazó abiertamente, como el ascenso de Enrique Rodríguez Galindo al generalato. ¡Experta en desvaríos!
Escrito por: ortiz.2007/10/01 06:30:00 GMT+2
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2007/09/30 06:05:00 GMT+2
La derecha española es fantástica: asegura que Navarra será «lo que los navarros decidan que sea» pero, cuando pasa a hablar de las tres provincias de la Comunidad Autónoma Vasca, rechaza indignada que los vascos puedan ser dejados en libertad de determinar su propio futuro. ¿Navarra para los navarros, pero Euskadi para todo el que quiera meter baza?
Qué va. Tampoco. Recordemos que jamás han consultado a los navarros sobre los términos de su ley foral. No fuera a ser que. Están en las mismas.
Otra cosa no menos singular: no paran de decir que en democracia todos los puntos de vista y todas las aspiraciones son legítimas, siempre que se promuevan sin ejercer violencia sobre las personas y las propiedades. Pero, como a alguien con algún peso social se le ocurra defender una opción que se dirija a su línea de flotación ideológica, lo despellejan. No es que lo critiquen: es que lo tratan de delincuente, y hasta lo amenazan con llevarlo a los tribunales. O lo llevan.
No estoy pensando sólo en Ibarretxe. También en los catalanes y gallegos que disienten del rocambolesco engarce que les han asignado en el Estado de las autonomías. Y en quienes ponen en cuestión la Monarquía, o la economía de mercado, también llamada capitalismo. Van a por ellos como fieras.
Me han contado que en la Casa Real están que trinan porque no ha habido voces significativas de la política catalana que se hayan levantado para alabar el papel la Monarquía, a raíz de todo el asunto de las fotos chamuscadas.
Están cavando un nuevo foso insalvable entre la España «oficial» y la que suelen llamar «real». Pero yerran incluso en las denominaciones. Para mí que están consiguiendo que cada vez haya más y más gente que no quiere que la encasillen en ninguna de las dos.
Nota de edición: columna publicada en Público: Ni en la oficial ni en la real.
[Aparecido en Público el 30/09/2007 dentro de la sección El dedo en la llaga]
Coda
Fernández de la Vega habla del «desvarío» de Ibarretxe. Pérez Rubalcaba –la persona que más hizo desde el Gobierno central para que el proceso de paz fracasara– no cree que el lehendakari desvaríe, sino que trata de tomar posiciones electorales. Si recordáis mi artículo de ayer en Noticias de Gipuzkoa («El plan del no-plan»), mi conclusión, aunque establecida a partir de premisas políticas muy distintas a las del ministro (que es del Interior, pero nacido en la costa), apunta en la misma dirección: si Ibarretxe formuló un plan A que es imposible y un plan B que no es viable, tiene que estar pensando forzosamente en un plan C. Y ese plan C sólo puede pasar por la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas.
De entrada, la reacción enfurecida de los partidos con capital en Madrid le beneficia. También en su esfuerzo por marcar la orientación de su propia formación política: mientras el PSOE esté amenazándolo con los tribunales y negando a gritos el derecho a decidir de la población vasca, quienes trataban de propiciar desde dentro del PNV que la gobernación de Euskadi vuelva a los tiempos de Ardanza (es decir, al entendimiento PNV-PSOE) lo tienen más que crudo.
Dicho esto, voy a ponerme a adelantar mi columna del martes para Público (que ya sé que está teniendo problemas en la red en lo que a mis columnas se refiere, aunque la edición de papel las siga publicando puntualmente.)
Tengo tomado un puñado de notas sobre el nuevo UPD de Rosa Díez. Me apetece escribir sobre esa creación tan curiosa. Me pongo a ello.
Escrito por: ortiz.2007/09/30 06:05:00 GMT+2
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2007/09/29 03:50:00 GMT+2
No creo descubrir nada a nadie si digo que José Luis Rodríguez Zapatero habla de un modo bastante raro. Tiene una dicción entrecortada, espasmódica. Hace unas pausas la mar de exóticas en medio de cada frase («Tengo… la intención… de… gobernar… hasta… el fin de… la legislatura», y cosas así). Además, sitúa los acentos prosódicos en donde se le pone: es capaz de decir «íntencion» y «législatura», y quedarse tan ancho.
Me alegan que se debe a un afán didáctico. Pero no veo qué esfuerzo didáctico se requiere para que te entiendan que tienes el propósito de gobernar hasta el final de la legislatura, por poner el caso.
Lo más digno de mención es la cantidad de responsables socialistas que se han puesto a hablar igual que él, con idénticos tics y la misma problemática dicción. Descartado que estemos ante un problema colectivo de orden genético, habrá que suponer que se trata de puro y simple mimetismo.
He visto muchos casos así. Hace años, un presidente de México empezó a vestir jerséis de cuello cisne. En pocas semanas, media Administración mexicana vestía jerséis de cuello cisne.
Por aquí, cuando el presidente Felipe González empezó a ponerse cazadoras de cuero o de ante durante los fines de semana mitineros, todo el socialismo patrio procedió a hacer lo mismo, como un solo hombre, e incluso alguna mujer.
Se trata de imitar al jefe, con la esperanza (seguro que casi siempre inconsciente) de ser visto como parte de su corte, y asimilado a él.
Es curioso que el presidente Aznar nunca provocara en sus filas ningún mimetismo de ese estilo. Imagino que sería porque tanto su habla como su porte no resultaban demasiado fascinantes.
Es verdad que Aznar contó con pocos admiradores. Pero, a cambio, tuvo muchísimos cómplices. Era lo que necesitaba.
Nota de edición: columna publicada en Público: A loor e imitación del jefe.
Coda
Público, que está en sus inicios, tiene aún ciertos problemas de cierre –así llamamos a eso en la jerga periodística–, lo que me obliga a entregar las columnas con bastante antelación. Es lo que explica que hoy no haya escrito sobre el debate parlamentario de ayer en Vitoria. En El Mundo, cuando empezó hace 18 años, pasaba lo mismo. Es lo malo que tiene lo bueno: la fuerte demanda pone a prueba la infraestructura existente, prevista inicialmente para una tirada de ejemplares bastante menor. Felipe González llamaría a eso «morir de éxito».
Así las cosas, como he de enviar mis columnas antes de las 12 del mediodía de la víspera, todo lo que no haya ocurrido antes de las 11:00 queda excluido de mi hipotético temario.
No así en Noticias de Gipuzkoa, en donde publico hoy un artículo de fondo (más o menos) sobre la exposición de Ibarretxe. De todos modos, también ese artículo lo escribí antes de que terminara el debate, que fue subiendo de tono sobre la marcha. Nunca había visto al lehendakari tan enfadado y peleón como ayer. Durante las muchas y largas entrevistas que tuve con él para la elaboración de mi libro Ibarretxe (La Esfera de los Libros, 2002), jamás conseguí que se metiera con nadie. Resultaba exasperante para el entrevistador –yo, en aquel caso–, deseoso de obtener algo de carnaza para animar el texto.
Era como si entendiera a todo el mundo. Incluso a Mayor Oreja.
Ayer, en cambio, zurró la badana a base de bien tanto a María San Gil como a Patxi López. Fue inmisericorde. Había que ver a la una y al otro en sus escaños, con la sonrisa helada, tratando de fingir que no les importaba que los estuviera poniendo delante de sus propias miserias. Algo parecido les ocurrió a las parlamentarias de EHAK, que parecía que habían acudido al debate a sestear.
Mi impresión final, de conjunto, fue la que reflejé en el artículo que escribí para Noticias de Gipuzkoa: que Ibarretxe acudió ayer al Parlamento vasco para presentar la hoja de ruta… de las autonómicas anticipadas al otoño de 2008. Porque lo del pacto con Zapatero para acordar el derecho a decidir y lo de las consultas populares con el visto bueno de aquí o de allá no es que esté ni mejor ni peor; es que no está, porque resulta totalmente irrealizable, tal como se presentan hoy por hoy las cosas.
Bueno. Siempre he pensado que resulta mucho mejor que nos pasen por las urnas que por las armas.
Post data 1ª.– Por cierto, que Zapatero ha vuelto a dar prueba de su magnífica oratoria: «Escucharé a Ibarretxe, pero Ibarretxe también me escuchará a mí», ha dicho, demostrando una vez más que no conoce la diferencia que hay entre oír y escuchar. Él puede asegurarse de que Ibarretxe le oiga, pero no de que le escuche. ¡Ay, estos españolistas que no ponen ningún cuidado en el manejo de la lengua castellana!
Post data 2ª.– He incluido en el capítulo de "Reciente" una larga entrevista que me hicieron para El Otro País. Tal vez os interese. Respondí a las preguntas de la entrevistadora hace como veinte días, cuando no sabía que en cosa de nada me iría de columnista a Público, dejando El Mundo.
El próximo 4 de octubre me toca dar en el Ateneo de La Laguna, en Tenerife, una conferencia sobre la situación de los grandes medios de comunicación y sus relaciones con el poder político, dentro de un ciclo sobre Ryszard Kapuscinski. Como es lógico, reiteraré mis criterios sobre el papel de los grandes medios de comunicación en nuestras sociedades occidentales (y orientales). Seguro que el debate posterior a la charla es interesante, porque el público lo será. Ya informaré.
Escrito por: ortiz.2007/09/29 03:50:00 GMT+2
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2007/09/28 03:00:00 GMT+2
Nuestras autoridades no tienen ningún empacho en afirmar enfáticamente que los soldados españoles muertos en Afganistán han sido «asesinados», y califican de «atentados terroristas» las acciones armadas que han provocado su muerte.
No seré yo quien discuta que es una desgracia que esa pobre gente haya perdido la vida. Faltaría más. Lo que me parece discutible es a la calificación de los hechos.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, he de dar la razón a Mariano Rajoy. El Ejército español está en Afganistán en una misión de guerra. Tratar de disfrazar esa realidad con artificios verbales sobre labores de paz es una bobada. Los soldados que ha enviado allí el Gobierno de Zapatero van pertrechados con armas de guerra y, llegado el caso, las utilizan. Y disparan a matar, si se tercia.
Es cierto que han acudido con el aval de las Naciones Unidas. De esas mismas Naciones Unidas que jamás han enviado tropas a Israel para asegurar manu militari que se cumplan sus acuerdos. De las mismas Naciones Unidas que avalaron la Guerra de Corea. Pero la legalidad formal de una invasión armada no resuelve todos los problemas, ni mucho menos. Las tropas francesas que invadieron España en 1808 se metieron hasta la cocina con permiso del propio rey de España, antecesor del de ahora. ¿Fueron asesinos los guerrilleros que las combatieron? ¿Fueron actos terroristas sus acciones contra el Ejército ocupante? No me enseñaron eso en la escuela.
En las guerras no está prohibido matar a los soldados enemigos. Sí a la población civil, como hace con demasiada frecuencia el Ejército de los EEUU que ocupa Afganistán.
Estaría muy bien que las leyes internacionales prohibieran tajantemente matar soldados. Pero entonces no habría guerras. Ni soldados.
Nota de edición: columna publicada en Público: ¿Se asesina en las guerras?
[Aparecido en Público el 28/09/07, dentro de la sección El dedo en la llaga.]
Coda
Me han pedido que suscriba una carta de petición a un menda del Ayuntamiento de Madrid de la que me han adjuntado un modelo. La he enviado con algunas rectificaciones, de las que doy cuenta.
El modelo de carta empieza diciendo:
«Francisco Sacaluga, jefe de Actos Públicos
Tlf: 915881017
Fax: 915882658
Correo: sacalugavf@munimadrid.es
Estimado Sr Francisco Sacaluga:»
Aquí me he parado ya. Por dos razones.
La primera es porque no puedo tratar de “estimado” al señor Sacaluga, porque no lo estimo en absoluto. Tampoco lo desestimo. Sencillamente, no sé quién es. Carezco de sentimientos acerca de su persona.
La segunda es porque hace años que vengo recordando que en castellano no se emplea ese tratamiento, típico de la lengua inglesa. Si uno quiere ponerse fino, escribe: “Señor Don Francisco Sacaluga”. Con el Don apacible por delante. Y, si no, “Francisco Sacaluga”, a secas.
Sigue la misiva:
«Quiero transmitirle la preocupación de mi colectivo [obviamente, yo no soy un colectivo, pero el modelo de la carta no está hecho pensando en mí] por la negativa dada a autorizar el recorrido solicitado para la Carrera Popular organizada por la campaña "¿Quién debe a quién?", del sábado 20 de octubre, con motivo de la Semana Internacional por la Abolición de la Deuda Externa. El recorrido solicitado supone pasar por un periodo corto de tiempo por calles del centro.»
Y continúa:
«Conozco el interés del Gobierno de la ciudad de Madrid por la cooperación para el desarrollo y en concreto con el objetivo de lucha contra la pobreza, así como su interés por ser un referente mundial para el deporte.»
Yo no conozco nada de todo eso. No me consta en absoluto, de modo que no estaría nada bien que lo afirmara. En consecuencia, he borrado ese párrafo de mi carta.
Prosigo con ella. Dice:
«Sé las modificaciones en materia de movilidad que se tienen que realizar para la organización de un evento en la ciudad.»
Estamos en las mismas. No puedo decir que sepa eso, porque no lo sé. El fin de semana pasado el Ayuntamiento armó un carajal de aquí te espero con lo de la Noche En Blanco, la Vuelta Ciclista a España y el Día Sin Coches, y los responsables municipales parecían encantados de haberse conocido. Las modificaciones en materia de movilidad el Ayuntamiento nos las endilgó a los usuarios, y se quedó tan ancho.
Eso sin contar con que, para mí, que soy un antiguo en materia lingüística, el término «evento» va asociado a la idea de eventualidad, por lo cual malamente podría calificar de tal algo que está previsto.
Continúa la misiva:
«En este caso estas modificaciones tienen un impacto menor por tratarse de la primera franja horaria de un sábado. A esto se ha de sumar la importancia del tema y el hecho de que las entidades de apoyo y organización cuentan con capacidad más que suficiente para gestionar adecuadamente este evento. Por todo ello, solicito que proceda a la aprobación del recorrido tal y como aparece en la solicitud presentada.»
Bueno.
Al final había que poner y he puesto:
«NOMBRE Y APELLIDOS: Javier Ortiz Estévez. ORGANIZACIÓN: Carezco.»
Pero he mandado la carta. Porque lo importante es que estoy en contra de la barbaridad de la deuda externa, se redacten los papeles así o asao. Y apoyo todas las iniciativas que se pongan en marcha en contra.
Espero que toméis nota del correo electrónico del menda y que le mandéis mensajes con textos que no tienen por qué ser necesariamente tan historiados. Quizá baste con un escueto: «¡Sacaluga: autoriza la carrera contra la deuda externa y déjate de hostias!»
Escrito por: ortiz.2007/09/28 03:00:00 GMT+2
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