Nunca se publicó "Teoría y praxis de la camtrampaña electoral". Tampoco. Aunque el caso sea que paulatinamente las campañas electorales tienen cada vez más trampas. Hace casi dos años se me ocurrió ugrafiar, también en jornada de reflexión - que tiene su morbo, se supone- sobre la ‘camtapaña' de ‘estapañolistas' y ‘catapalanistas'. Me parecía -y me sigue pareciendo- que los dos topónimos, Catalunya y España, o viceversa, tapaban -y tapan- demasiados asuntos serios y prioritarios. Era y es un juego de sílabas, más que de palabras, pero es que hasta en eso esos dos nacionalismos, el centrípeto-violento y el centrífugo-volátil, van a la par.
Hace unas semanas un buen amigo me respondía a lo de Estapaña y Catapalunya. "Peor que sean una tapa, es que son una trampa". Actualizo, pues, la hipótesis, con esa rima en asonante : nos amenaza una doble trampa. La del catrampalunismo y el estrampañolismo. Y de nuevo, equidistintos como dijo alguien, en medio de ambas burbujas de autoconsumo y autorezumo, nos encontramos quienes no queremos dar la razón a ninguna de las dos sinrazones. Por principios y por finalidades, pues ni unas banderas ni otras nos dicen nada. Y aun menos nada nuevo.
Y conste que sigo constatando grandes diferencias entre uno y otro banderío. No soy equidistante en ese sentido, no. Tal como he escrito más arriba, lo violento lo veo en la trampa centrípeta, esto es, en el españolismo. Por más que se empeñen en trampear la realidad, por más que se publiquen machaconamente chorradas y simulacros sobre el ‘terror indepe', y aunque tanta goebblesiana mentira cree un matrix patriotix tan anticatalán como absurdo en todo el estado, desde mi percepción si acaso hay un independentismo más suave, aterciopelado y pacífico que el catalán debe ser en otro planeta. Diez años y, solo diez años después, unos cuantos contenedores ardiendo, en fin... como que no veo yo que eso sea tan fiero como lo imprimen.
En cambio, sí considero que ha sido violencia la prisión preventiva y aun más la sentencia vengativa. Me parece una vergüenza que, así como en lo económico Bruselas ordena y manda ipso facto, en lo judicial los tribunales europeos se permiten cinco años de jet lag para poner a sus estados miembros en línea y en concordancia con los derechos elementales. A buenas horas sentenciaron ‘allá arriba' que lo de Otegi era injusto: después de cinco años de cárcel. Otra prueba de que de momento la Unión Europea es ante todo bancaria y pecuniaria, pues se adapta a todos los abusos de poder regionalizados mientras no les toquen los mercados.
La cuestión es que todo es empeorable, y al PSOE le va más el riesgo a propiciar un trifachito que el presunto riesgo de hacer las cosas como se han hecho en Portugal. Porque esa es la gran ironía ibérica: Lo que estos últimos cuatro años ha funcionado en el estado contiguo -por más que lo llamaron 'chisme', 'artilugio', la 'geringonça' funcionó- resulta que no se puede dar en el Reino bubónico porque no puede ser. Y claro, todas las portadas a diario y a telediario, mirando para la vía Laietana pero nunca para la lusitana... Así, en vez de aprovechar un ejemplo, bien cercano y contrastable, se prefiere desenterrar los más rancios supremacismos franquistas. Y que no podría dormir, dice el jeta en funciones, o le dicen que diga, seguramente. Ay ay, el PSOE más que el centro parece que quiere ser el ‘partido batamanta'.
Claro que, igual que hay una trampa en todo ese supremo involucionismo centrípeto, no dejo de ver otra trampa en la centrífuga burbuja indepespeculativa... Como también digo arriba, frente a la violencia estrampañolísima, cada año estamos más entrampados en la volatilidad catrampalanista... no hay atisbo, ni se espera por el momento, de apoyo mínimo por parte del exterior. No al menos mientras, como digo, los mercados no lo necesiten. Por eso me sigue pareciendo tan iluso creer que basta con seguir estelada en alto para conseguir avanzar. Porque darse coscorrones contra un muro yo no lo veo avanzar, vaya.
Toda esta trampa solo tiene un tipo de soluciones, y todas pasan por un cambio de estrategia que desencarrile los dos trenes que no van a ninguna parte. Creo que es muy acertado el slogan de En Comú Podem: si quieres soluciones, vota soluciones. De lo que se deduce que si quieres problemas, estupendos, nuevos, pero sobre todo más problemas, entonces elige entre todos los demás. Y es que además, pues eso, cada vez hay más.
Pues eso, ahí dejo mi propaganda-reflexión. Con o sin perdón. Y ya si eso otro día hablaré de lo del Errejón.
Nunca se publicó "El mago de OrtiZ". Pero bueno, nunca es tarde, tampoco. De momento anda su editor, Mikel Iturria, presentando «Javier Ortiz, talento y oficio de un periodista». Para quienes le conocimos, es un auténtico regalo. Para quienes aun le desconococen, es una estupenda introducción. Dado que tenemos una tertulia en el Ateneu Barcelonès sobre el libro y sobre Javier, junto a Maria y Mikel, voy a ugrafiar aquí aquellas dos o tres pinceladas que no quisiera dejarme en el tintero.
Dice Iturri que lo último que hizo en tanto editor es decidir el título. Y muy bien. En la obra de Javier -JOR para los compateros, y #JORperiodista como hashtag a marcar- su talento y su oficio son dos puntos cardinales. Y digo son, y no digo eran, porque, como los grandes talentos y como los buenos oficios, éstos no mueren por más que pasen décadas. Escribe Garbiñe Biurrun: "Leer a Javier es leer sobre lo que hoy nos preocupa y sobre lo que mañana va a preocuparnos, sobre nuestro permanente presente." Y es así, y eso es lo que convierte a ese JORperiodista, por definición ligado a un período de tiempo, en un autor referencial, atemporal, incluso en un clásico, y en ningún caso un cronista pasado de moda. Claro está que escribir 'enganchado' a lo diario y al entonces presente puede hacer que un texto precise de alguna esporádica nota contextual, pero es que el talento de Javier Ortiz hizo y hace acompañar lo más inmediato de cada asunto con lo esencial del mismo. Javier da en la diana con una puntería mordaz, coloca con muy buen oficio las claves de sus razonamientos y todo eso invitándonos, a la vez, a buscar nuevas claves y en consecuencia nuevos razonamientos. Tremendo talento y tremendo oficio, por tanto muy acertado subtítulo. Si habían de escogerse dos palabras, talento y oficio son las que hacen de 'spoiler' al contenido, tal como descubrirán quienes descubran a partir de este libro a Javier Ortiz.
Y dos y dos son cuatro. A ver, quiero decir que los puntos cardinales suelen ser cuatro y hasta ahora hemos hablado de los dos más racionales, talento y oficio, que implican e imbrican estilo, originalidad, trabajo y constancia, entre otras cualidades 'JORianas'. Y en este mapa de la maestría del 'mestre' quiero también hablar de los dos puntos más emocionales, que sin duda hubieran despistado en el subtítulo pero que, creo que especialmente quienes seguíamos a Javier, sentíamos y sentimos al leer sus escritos.
El tercer punto cardinal es el compromiso. Recuerdo que cuando nos encontramos, en mayo de 2010, en el homenaje en Donostia y en la subida a Larrun, compromiso era la palabra que se nos quedaba adherida en el alma. El compromiso de Javier era (y es también, en su muy legible legado) descomunal. Tanto el compromiso político como el compromiso moral. Un compromiso con los valores libertarios que le llevaba a defender la libertad de sus contrarios. Un compromiso militante sin partidismos ni particiones ni excipientes. Un compromiso contra todos los chovinismos, contra aquello que en La Patera palabrotábamos a veces como nacionanismos (sic) y como cosmopaletismos (sic). También un compromiso con no esconder, ni evitar lidiar, esa larga lista, muy bien mencionada y relacionada por Isaac Rosa en su retrato en el libro, la "larga lista de temas intocables", entonces. Ese compromiso con destapar las corrupciones y las degeneraciones del Poder, que hacía que, incluso "sin mencionar el botín", quedaran desenmascarados quienes roban y quienes abusan. Y como bien resalta Isaac, especialmente su compromiso contra la tortura, siempre y finalmente con su obra de teatro "José K, torturado" que sigue ahí, en el escenario, y también su compromiso contra el deterioro de la profesión periodística.
El cuarto punto cardinal, que es el que mencioné de entrada, podría ser la magia. Gracias al buscador de la página doy con una columna de 1992. Una más de las muchísimas en que criticó el felipismo, titulada "Se acabó la magia". Ahí Javier, fino como siempre, destapa que la supuesta magia del capo sociata era solamente prestidigitación. Y eso no es ni era magia, eso es y era un engaño, eso es circo, pero no pan. No me refiero a esa acepción. Me refiero a la magia del druida, la del buen conocedor de pócimas. Como en la clásica novela juvenil "El mago de Oz" -casualmente el lunes se cumplía un siglo de la muerte de su autor- conocida por la superproducción hollywoodiense de 1939, la magia de Ortiz EstéveZ nos coloca a menudo más allá, no solamente más allá del arco iris, también más allá de las nubes oscuras. Hay que buscar, como en su odisea buscan el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde, un cerebro, un corazón y valentía. La poción mágica de Ortiz tenía la proporción alquímica exacta de lucidez y honestidad. Quiero citar aquí unas líneas suyas, de una entrada de su libro/vocabulario publicado en 1996. "Al informador no hay que pedirle objetividad, porque eso no existe. Lo que cabe exigirle es lucidez y honestidad. Lucidez para captar las muchas trampas que le tiende su propia subjetividad, y honestidad para, tras localizar esas trampas, no permitirse caer en ellas." Estar atentos y vigilantes ante los propios, por más que legítimos, intereses, ante los propios, por más que excusables, errores. Lucidez sí, pero que no que nos deslumbre y ciegue. Honestidad sí, tan visceral y profunda como sea menester, pero también para relativizar la propia perspectiva, no por ser perspectiva, sino por ser la propia y por tanto no universal.
Y al final la pizca de humor, el salpimentado de sus latiguillos, tanto en los títulos de sus columnas, como aquellos infijos o como los remates finales. Muchas codas de sus columnas son reflexiones profundas pero, como por arte de magia, nos dejan sonriendo. Tipo "Hasta la derrota, siempre". Ortiz nos escribe sobre ese presente que nos duele permanentemente, que no puede complacernos casi nunca, pero nos lo deja escrito, alehop!, con su sonrisa cómplice. Cómplice y compañera.
Las cosas no tienen, de entrada, mayoría de edad. Al menos la mayoría de las cosas. De todas formas, hoy un tuit me empuja a escribir... Esta semana, concretamente el miércoles, se cumplieron 18 años del primer escrito publicado en este sitio de tantos sitios que es javierortiz.net.
Nuestro buen (y 'guzmán' y 'good man') amigo Javier llevaba ya un puñado de años viendo sus escritos diarios en la web del periódico que los publicaba, y dándolos pues a leer. Fue el 25 de julio, hace hoy 18 años y cuatro días, en que subió el 'apunte', breve y como siempre bueno, que inauguraba este rincón en la red. Creo recordar que ese espacio ya personal se alojaba en algo que se llamaba 'mundofree' y cuyo servidor gestionaba la tal empresa del tal periódico.
A quienes hasta entonces leíamos sus columnas cada miércoles y cada sábado nos pareció un lujo lo de comprobar que a partir de entonces serían siete las ocasiones cada semana. Aquel verano empezó aquello... A medida que en agosto se fue viendo que éramos bastantes como para hacer masa, quorum y hasta estribillos, se fue forjando la idea de hacer un grupo de correo. Aquel septiembre de 2000 fue el del 'egroups' termita_beta... que a su vez fue el embrión del grupo patera. Y aquella patera surcó la internés desde entonces hasta abril de 2004.
Han pasado 18 años del primer 'jor diario'... y aunque la mayoría de las cosas no tienen ni mayoría de edad ni importancia, en cambio hay una minoría de hechos que, por hache intercalada o por vete a saber qué, nos hacen un agujerito en la biografía propia, y de alguna manera, nos cambian la vida, nos cambian el tablero y nos cambian las piezas y nos cambian el juego, así como nos cambian también el sueño, algunas gaupasas y varios anhelos. Fue una dieta sencilla, aquella ración diaria de lucidez 'compatera', compartida por unas cuantas docenas de aquella coral que puso Javier Ortiz a remar y a renegar y a revoltar. Era un marco incomparable, y un barco, también.
Después de haber convergido divergimos, cada cual tomó su propia senda y su sentido, cada cual surfeó los sucesivos cambios de la red como supo. Por ahí hay un montón de frutos. No solamente literarios, incluso un par de escaños en el Congreso (por lo menos y que se sepa) están ocupados por gente que estuvo en la patera. Y claro, en Jamaica está el senador ausente que todos sabemos. Espero que en la mejor nube, pues la merece por siempre. Yo ya no supe nunca disfrutar tanto como en aquel barco y barca de locos y locas, pero me queda el recuerdo, inmenso, de aquellas sonrisas cómplices al final de cada columna. Qué puto amo era. Qué puto amo eres, Javier, dieciocho años después.
Me entran ganas de escribir más seguido aquí. Temas hay a saco. Y también de leer y releer a Ortiz. Y a ver si no decae esto y a ver si se avanza con aquello. Traigo para acabar un 'barbarismo' de Andrés Neuman: "Escritor: Individuo que fracasa en el intento de ser exclusivamente lector".
Nunca se publicó "Teoría y praxis de la camtapaña electoral", pero a este paso habrá que formular tal hibridación: se campa por tapar, se tapa para poder campar. Esto es, se hacen camtapañas. Las quinzenas pre-electorales se han ido situando en el ámbito de la prestidigitación. Cada vez más trilerismo y menos debate sobre lo ya hecho, sobre lo nunca hecho y sobre lo que hay que hacer.
Y aún más aquí, en este pais petit que mañana jueves tendrá una nueva urnada -léase jornada de urnas-, esta vez consagrada por el bubónico Reino. Y a menos de tres meses de otra urnada, la apaleada, el 1 de octubre, que para quienes tapan que se pudo hacer, no cuenta, y en cambio, para quienes tapan cómo se hizo, es lo único que cuenta.
Quienes tapan que se pudo hacer, por más que quieran taparlo, y por más que quisieron taparlo en su momento, a base de golpes de porra y balazos de goma, son los adalides del estapañolismo (el ismo que lo tapa todo con la rojigualda). Mientras que quienes tapan cómo se hizo, sin reconocimiento internacional, sin contar con los contrarios a la independencia que nunca votarían en un refrendo convocado unilateralmente, vale el catapalunismo (el ismo que lo tapa todo con la estelada).
Al argumento de que hay que acabar con el régimen del 78, que es un argumento de peso y que comparto, hay que contrastar el de que no hemos acabado con el règim del 80. Me explico: en 1980 el primer Parlament tenía mayoría de izquierdas pero se dio pie a que la Generalitat tuviera un primer Govern de derechas. Tremendo error ya que de ahí que se dibujara un país en que unas zonas iban a ser clientelizadas por el pujolismo y otras por los ayuntamientos al menos nominalmente de izquierdas del llamado cinturón rojo. Esta fractura es ya de entonces y en los mapas que muestran dónde hay un 51% y dónde no lo hay, se calca prácticamente esa división -que, ojo lo de los mapas, es casi la de las guerras carlistas. Esa realidad palpable y mapeable está más allá de la necesidad de cambiar de régimen. ¿De qué manera vamos a poder cambiarlo? ¿acaso oponiendo el paisaje rural de Bagà a los bloques de viviendas de Badia? Habría que ganarse antes a los barrios a los que la Generalitat nunca les ha enviado casi nada más que propaganda. Habría que construir en común antes algo realmente común.
Quienes plantean como única salida la unilateral están también tapando que muchos, y decisivos, de los conversos convergentes hasta hace bien poco hacían caja con los pactos del Majestic y la corrupción institucionalizada. También están tapando que esos presuntos alíados no corren riesgos, con sus seguros de vida suizos... ¿Con quién y contra quién entonces hay que construir las repúblicas? ¿Con esas oligarquías y contra esos barrios más precarizados y desinformados? Pues va a ser que no. No se puede actuar como si se tuviera mayoría de votos sin tenerlos -como se hizo el 6 de septiembre- y sobre todo es que todo eso carcome el ideal republicano pues no se apela a un solo pueblo sino a enfrentar a dos partes del mismo pueblo. Un slogan de las CUP llama hace meses a "tomar partido". Pues no puedo tomar nunca un partido nacional, y por tanto tomo el partido de lo Común. Mi conciencia de clase no es la de los Grífols ni la de los Millet, ho sento molt. Y ojo, pese a ello creo que cuanto más peso tengan las CUP en el tripartito de lo unilateral, pues mejor. Precisamente por cuestión de clase no haría nunca campaña contra las CUP. Puedo no compartir sus ilusiones o incluso considerarlas alucinaciones, pero no haré lo mismo que Baños y Fachín, que me decepcionan profundamente, con juego sucio e insultante contra la opción de los Comunes.
Por otro lado, al argumento de que el proceso y el referendum de octubre son "ilegales", que es el argumento del status quo y de la fuerza, que nunca puedo compartir, hay que oponer la razón. Quien pretenda que un tsunami de voto anaranjado, inflamado por el encuestismo y el IBEX35, puede girar la tortilla, es que no sabe qué tierra está pisando ni la resistencia que podría darse. Catalunya nunca va a ser una región sumisa, pero además es que, sociológicamente, no lo era ni siquiera cuando el pujolismo estaba sacando jugosos réditos de esa insumisión. Intentar regresar con revanchismo hooliganesco a la represión franquista de lo catalán es tan iluso por el lado españolista como lo es esperar la ayuda europea por el lado catalanista. Precisamente porque no caigo en ninguna de esas dos ilusiones, y porque la serenidad y la conciencia de Xavi Domènech y de Comuns me parecen lo más sensato y a la vez útil hoy en día, mañana votaré sin sentirme estapañol ni catapalán. Sintiéndome, como siempre, republicano y de izquierdas, pero sin tener nada que tapar.
Y lo digo en plena jornada de reflexión, ya que, además de no tener nada que tapar, recuerdo qué soy/somos.
Una de las preocupaciones de las asambleas y comisiones de trabajo de los movimientos sociales es evitar la manipulación informativa en los medios. Hace años participé (en VdeVivienda) en más de un taller sobre comunicación. Se trataba de prepararnos las declaraciones a prensa, radio y tv, discutiendo sobre cuáles son las trampas en las que hay que evitar caer y cuáles son los trucos para hacer que nuestro mensaje fuera certero, impactante y a la vez difícil de ser manipulado. Uno de ellos era el de las metáforas deportivas. Se comentó en alguno de esos talleres, tienen la enorme ventaja de ser fáciles de comprender por parte de la mayoría de la gente (incluso aquella cuya formación política es entre pequeña y menor que mínima). Era importante saber parar balones (también los que venían envenenados) y saber meter goles (y a poder ser por la escuadra).
Desde aquel entonces siempre me llamaron la atención las que me he encontrado o las que a veces barrunto. Al hilo, pues, del alfabeto-sobre-Catalunya de Iturri, quiero dejar por aquí una retahila de metáforas deportivas sobre el irresoluto conflicto del encaje político de esto y lo otro, ya sean esto y lo otro naciones, símbolos, regímenes, leitmotivs o simplemente topónimos de cuyo nombre no quiero acordarme.
Saques de honor. La aparición de la palabra 'honorable' (molt honorable) en los protocolos y en los medios de comunicación vino junto a los dos metros de pivot de Tarradellas, que hizo en la plaça de Sant Jaume, de su famoso haiku "Ciutadans de Catalunya, Ja soc aquí", el 23 de octubre de 1977, hace hoy cuarenta años y cuatro días, el primer saque de honor.
El segundo pudo ser, el 20 de mayo de 1992, hace 25 años largos, la adaptación de la frase hecha por otro Josep, Guardiola: "Ciutadans de Catalunya, Ja la tenim aquí", refiriéndose al trofeo ganado por primera vez en Wembley. Meses después eran los Juegos Olímpicos, pero la Copa de Europa se anhelaba décadas antes. Pep Guardiola verbalizó la metáfora deportiva metafísica y metalingüística, vaya.
A día de hoy el tercer saque de honor es el más influyente, sobre todo en tanto 'desconstituyente'. Aquel tercer balón corrió el 24 de febrero de 2005, cuando el Molt Honorable Pasqual Maragall dejó ir, en un pleno en el Parlament, lo de "Vostès tenen un problema, i aquest problema es diu 3 per cent". Aquello inició una inédita fractura de la oligarquía que podría haberse llamado sociovergente en caso de no haberse fracturado, precisamente, y de aquellas 'cargas reglamentarias', estos lodos. Simplificándolo, que desde entonces el tardopujolismo no se pueda entender con el postmaragallismo es la clave de la inestabilidad y los cainismos en las élites, cosa que a su vez ha permitido una brecha para que desde abajo puedan empezar a poner luz y taquígrafos en muchas corrupciones más o menos generalizadas. Fue un desliz desde arriba que permitió desmontar mitos y chiringuitos.
Los autogoles. Al principio, para la izquierda republicana y catalana, errores garrafales llevaron al menos a tres autogoles casi consecutivos... Uno, la aceptación tácita por parte del PSUC de la bandera española rojigualda como indumentaria democrática. Dos, la renuncia del PSC de Raventós a conformar un tripartito de izquierda en la Generalitat, cuando por primera vez, se pudo, en 1980. Tres, el paulatino empoltronamiento de alcaldes y concejales de izquierda durante toda la década de los ochenta. Como ejemplo de este caso me viene a la mente Francesc Baltasar, precisamente tertuliano deportivo antes de ser conseller de pobrísimo recuerdo.
El penalty injusto. El movimiento libertario en Catalunya y la CNT eran puro músculo a finales de los setenta. Con una presencia extraparlamentaria y un empuje popular enorme. Con el desgraciado montaje parapolicial del caso Scala toda aquella fuerza obrera se deshilvanó y el sindicalismo pasó a encorsetarse en la misma bicefalia domesticada UGT-CCOO que en todo el Estado.
El dorsal número doce. Esta metáfora implica una pequeña trampa, pues en realidad la camiseta con el número doce, es decir la masa de seguidores que asiste físicamente al estadio y al partido, aquí ultimamente ha tenido dos números distintos: el quince y los onze. Primero en 2011 el 15M destapó otro tarro de esencias. En la plaza Catalunya, incluso bajo las porras de los Mossos y poco después en junio rodeando el Parlament, mucha gente consiguió demostrar una fuerza y un potencial, se articularon asambleas de barrio desde cero y desde abajo. Etcétera. Prendada por ello y con capacidad de encauzar la movimentación hacia el procesismo, desde el 2012 cada Onze de setembre la ANC, Omnium y muchas redes locales han conseguido espectaculares puestas en escena, con un efecto prácticamente lisérgico. Imposible no creer en lo que 'la gente' llega a hacer. Aunque si entrecomillo eso de 'la gente' es porque es tan relativo su singular como su plural. Daría para otro escrito bien largo, eso.
Set en blanco. Esas seis consecutivas Diadas (de 2012 a 2017) han sido como un set en blanco que presagiaba y apuntaba a la presencia y resistencia cívica de mucha, muchísima gente el domingo 1 de octubre. Eso sí, a la semana, el 8 de octubre, el unionismo se apuntaba un primer juego -un gentío contra seis diading, como dice Martínez-. Seis a uno, la metáfora la planteaba la directora del diari Ara, Esther Vera, creo que el mismo lunes siguiente a la primera gran demo de rojigualdas por el manifestódromo layetano.
El tiki taka. El "procès" ha sido eso durante seis años. Tal como ha explicado a menudo Guillem Martínez (que es en mi opinión el más lúcido cronista, del paripé-proceso antes y del sarao-cosa ahora), los procesistas han estado seis años jugando la pelota pero sin chutar nada a puerta. Solamente desde este septiembre con las dos unilateleyesad hoc de los días 6 y 7, y ya este mes, a diario y en permanente telediario, el balón, como patata caliente, pasa de uno a otro tejado. A cada momento. El procesismo es ahora presentismo. El tiki taka ya se ha acabado. Y el futurismo está por llegar.
El (p...) catenaccio. El PP lleva ya casi una década de cerrazón. Al que puede sumarse que con el "Vivan las cadenas" llevan siglos, claro. El PP cierra los oídos, los ojos, las ventanas, las puertas e intenta cerrar hasta sus propias cloacas. Se trata de impedir cualquier pequeño avance de cualquier jugador contrario, cortar todo juego posible y, llegado el caso, ir a por la tibia de quien intente un regate. Y en fin, así nos hemos de ver, atados y bien maniatados.
El hooliganismo. Hasta ahora la proporción es más bien de 9 a 1 en ese aspecto. Uno de los flancos berrea el 'a por ellos', suelta porrazos, patadas y puñetazos, y amenaza con más violencia al menos nueve veces por cada caso similar en la grada contraria, más bien conformada a chamuscar period(íst)icamente algunas fotos o banderas así como a menores algarabías. Lo cual puede ser clave en quienes observan desde lejos pero arbitran casi todo, que son las corporaciones y los eurócratas y sus medios de comunicación. Ese hooliganismo desequilibrado, tan efervescente y neonazi en una de las aficiones, no debe gustar nada a quienes quieren que Barcelona y sus también muy turísticos entornos sean lugares tranquilos y seguros para tomar el sol y para seguir especulando. Imagino que con ello es con lo que tienen de qué discutir entre las oligarquías centrípetas y las centrífugas, mientras sus respectivos escuderos políticos siguen con sus "botesprontos". Y es que, a nivel de la imagen que se dé al exterior, vale más maña que fuerza.
El tiempo añadido. Estamos ahora en eso. Ya han acabado las prórrogas. Quizás el problema es para quienes estamos en las dos mayorías (quienes no queríamos ni unilateralidad ni involución, ni DUI ni 155). Ahora tenemos las dos cosas a la vez, en vez de ninguna de los dos.
La pizarra. Aunque nos queda poca tiza, aún creo que nuestra trinchera está en los llamados ayuntamientos del cambio. Por más que se sueñen (o se alucinen, incluso) soberanías, teniendo al gran capital y a su Europa antisocial como dueños de las más abstractas, deberíamos aprovechar los recursos y los posibles hechos y no palabras en lo más cercano, lo más cotidiano. Si no hay soberanía de los vecinos en los barrios, qué bandera ni qué nacionalidad nos la va a dar en los tableros internacionales. A ver. Que sería muy bonito que nos saliera una República Mágica Goleadora de todas las injusticias del mundo mundial, pero es que Puigde y Junqueras no son precisamente Oliver y Benji.
La meta, va. Visca la fraternitat republicana, viva la igualdad comunera y aupa la libertad sin patrias ni banderas. Ni Rajoy ni Puigdemont ni patria ni patrón. Y perdón porque esta vez no me salió un sprint sino media maratón.
Nunca se publicó el documento del grupo de coordinación de la Campanya pel Quicir. Digamos que, básicamente, porque no se llegó a coordinar tal grupo. Penita pena.
Empiezo por aclarar que no estoy ahora mismo en Barcelona, sino acabando mis vacaciones a miles de millas. Llueve. Detrás de los cristales es sábado. Mañana domingo no podré ir a votar. En 2014, cuando el llamado 9N sí que pude y fui. Entonces hubo cuatro opciones, y como ninguna me gustaba, fui a votar una quinta, contabilizada pues como nulo.
Esta vez hay sólo dos opciones, pero mañana volvería a votar,con un quicir, nulo. Pero de hecho esta vez la opción más que en el voto está en el hecho de ir a votar. Esta vez lo que se puede entender como opcional es el quedarse en casa o el ir a intentar votar. Al menos el dilema nos lo colocan más en ese asunto. Para quienes no podremos ir, ni queriendo, no hay dilema, la opción se limita a opinar o no. Y como estamos en la jornada previa, pues a eso voy. Ozonopino. Quicir...
Primero, explicando eso del "Quicir". Que no es un no ni un sí, sino un quicir. Si uno busca en la red al quicir se lo considera como una contracción vulgar de "quiero decir". El caso es que para varias generaciones de catalanes el "quicir" era el latiguillo de Núñez (expresidente del Barça), paralelo a otro igualmente famoso, aquel "en un momento dado" de Cruyff (exdivinidad del mismo club). Mañana, 1 de octubre, en un momento dado, yo querría decir. Quiero decir. Matizando. Quicir. Y decidir. Hubiera sido divertida (y hasta útil) una campaña por el quicir. Tipo "Junts pel quicir". Ese es pues el eje de mi opinión.
Segundo, el por qué hay que ir. Cuando se prohíbe algo, es que eso puede cambiar las cosas. En 2014 se prohibió pero no se impidió. Ahora en cambio se quiere impedir, y ese es el principal motivo para ir: quiénes y cómo lo quieren impedir. Yo no quiero un nuevo estado, pero quiero ser yo, en tanto ciudadano, quien exprese que no lo quiero. Ni patria ni rey. Precisamente. Quicir. Hace ya diez años que el PP intenta recoger voto nacionanista (sic) sembrando cizaña anticatalana aporellista y negando una realidad. Eso ha hecho que esta realidad se transforme. Ha hecho incluso que el nacionalismo tardopujolista se camufle de desobediente siendo que en el 15m fue el aporreador. Ahora, para seguir transformando desde abajo y desde la izquierda esa realidad transformada, hay que desmontarles la amenaza del miedo y hay que demostrar presencia y capacidad de futuro republicano sin violencia y con inteligencia. Y también hay que seguir desnudando al empuigdemont.
Tercero, contra la adoración de cualquier trapo (léase bandera). He repetido varias veces que, aunque muchas banderas me calientan la sangre, por ninguna me hierve. Pensaba yo que Javier Ortiz había escrito tal cosa, pero ayer comprobé que no la había escrito exactamente así, que es como yo recordaba lo leído, sino con otras palabras. Dejó escrito algo parecido allá por el año 2000 a causa de una final de Champions entre equipos blancos, en una columna de radical título: Mi patria está en ninguna parte. Va todo esto también de colores en los trapos, pues el caso es que somos pocos quienes simpatizamos de una estelada (la de estrella roja y originaria de los años sesenta, del PSAN) pero nunca vemos como nuestra la otra (la de estrella blanca, casi centenaria). El origen de ambas banderas no es el mismo, ni su color ni su contenido implícito, así pues. El independentismo tiene bastantes matices, vaya. Igual ocurre con la simpatía por la tricolor republicana simultánea a no ver como propia la borbónica. Mejor, entonces, dejar todas las banderas atrás. Eso es lo que se hizo en el 15M y eso nos hace avanzar. Por todo ello y porque, precisamente, para gustos colores, hay que avanzar pero para desalambrar. Hay que poner la fraternidad en juego, caray, que se puede.
Cuarto, el qué del "som i serem" (en la letra de Guimerà). La dicotomía entre ser y estar es bien apreciable en el idioma castellano y por eso esta vez titulo mi opinión como que estamos y estaremos, y no como que somos y seremos. De entrada porque muchos mañana domingo, pese a ser, no estaremos. Pero tras unos cuantos días allí estaré, seamos lo que seamos. Yo quisiera que siguiéramos siendo un lugar de sonrisas que, aunque está rodeado desde siempre por tres tronos (español, francés y vaticano) que no le han dejado mucho juego, al menos tiene el poder de tener algo más que un club como embajada deportiva por todo el planeta. Me recordaba hace poco un hermano del alma que, cuando hace años, en un ambiente internacional, me preguntaron si me sentía español o catalán, respondí con un evasivo 'pues yo culé'. Y es que somos lo que queremos ser mientras estamos donde podemos estar. Y es que en cuestión de esencias, mejor las que son para jugar que las que lo son para jurar. Quicir...
Quinto, pues que llegue cien años después otra revulsión. Siempre vi el octubre de 2017 como el del centenario de la revolución rusa. Y aquella revolución, en rigor, era para sacar a un pueblo de la guerra (por más que los zaristas lo metieran en otra). Era para repartir el pan, pero también para enterrar las armas. Ahora tenemos aquí pan y hasta brioches mal repartidos, pero con la ventaja de poder evitar las armas, pues las que vencen ya no son las que matan sino las que convencen. En resumen, que tenemos dos gobiernos, el de Rajoy y el de Puigdemont, que nos hacen retroceder y que nos tensionan para mantener sus impunidades. Aquí, allá y en cualquier lugar, creo que hemos de decirles que no a los dos. Tenemos también, y ese es el problema de fondo, a millones de personas autohipnotizadas por sus respectivas empresas de desinformación y sus banderías. Convencidas de la maravillosa bendición de su identidad. Solamente dejando en evidencia a unos y otros fariseos o supremacistas se avanza. Lucha de clases, paz entre pueblos. Y eso también ha de ser, ahí sí o sí, con paz y humor. Quicir...
P.D.: Y sexto. Si hay que poner propaganda, que sea de Contexto (que informan mejor)
Y bien sentido: un beso grande hacia nuestra Jamaica para el amigo Alfonso Martín, acá Alargaor, también.
Nunca se publicó "La Rambla de las raíces", poema subterráneo sobre aquello que transita bajo la llamada "Rambla de las flores". Seguramente se le pudo ocurrir a algún juntaletras de la contracultura que hubiera fumado aquella Barcelona preolímpica y premediática de los primeros ochenta. Posiblemente rimaba la botánica con la etimología y la línea verde del metro con alguna canción de la Velvet Underground.
A menudo por aquí diversos radicales (políticamente hablando tanto el maestro Javier Ortiz como muchos de sus lectores fuimos y somos radicales sin comillas) hemos comentado que hace ya años la palabra radicalismo se usa como sinónimo de violencia o de exacerbación, mientras que en rigor es justamente al revés. Un pensamiento radical es el que se centra en la raiz de lo que ocurre, en la causa y no en la consecuencia. Quienes creemos que para cambiar las cosas hay que hacerlo radicalmente, pues eso, somos tildados de utópicos, de antisistémicos, de populistas, etcétera, según el viento de moda. Quienes somos tranquilos radicales "de toda la vida" también vemos en los libros de historia partidos que tomaron ese nombre como los de Lerroux o Perón, así que no es de ahora, nos roban ya hace tiempo la palabra que, de entrada, nos define el pensamiento político. También a la Geografía radical hace ya tiempo que, para entendernos mejor, la llamamos Geografía crítica. Posiblemente hay en el fondo la intención de empujar lo radical hacia lo crítico. De alguna manera somos tan o más críticos que radicales. Claro que sobre la palabra 'crisis' también podríamos dar unas cuantas vueltas. Y a lo de ser crítico o complaciente, lo mismo.
Volviendo a (lo de) la Rambla, es tema candente lo de que (ahora ya con la excusa, pues esa es la estratagema del oficialismo) el profesorado señale (y estigmatice) alumnos radicalizados o radicalizables. Se pasaría entonces a exteriorizar las correcciones y evaluaciones de conducta, a listarle los alumnos raros a saber a quién y a saber para qué. Pero si precisamente se trata de hacer que el pensamiento sea crítico para que no sea gregario, entonces habrá que distinguir los radicalismos críticos de los presuntos radicalismos. Que un adolescente deduzca que el neoliberalismo le oprime y que la moralidad hipócrita le aturde no es lo mismo a que un adolescente se entretenga con plusmarcas de sangre virtual ante su tableta. Qué otros indicadores externos se tendrían en cuenta, eso es clave también, pues los estigmas sociales son tan acumulables como difíciles de revertir.
El análisis de toda violencia homicida, si se quisiera realmente prevenir, no debería hacerse en función de su resultado externo, sino buscando dónde se origina y qué canales llevan a esa violencia latente a poder arrollarnos o despedazarnos, como por casualidad y como por lotería, a cualquiera de nosotros o de nuestros próximos. Lo que hay que cauterizar y aislar es la causa de la violencia, y no presuntas maldades predeterminadas. De la misma forma que una docena de adolescentes 'reprogramados' hizo esta masacre con un sello yihadista, otra media docena puede hacerlo con el mismo sello de lo de Columbine y con el sello neonazi uno la lió bien parda en Noruega. Bastó nada y menos para matar de una patada en una discoteca de la costa cuatro días antes de lo de la Rambla. Todo ello puede ser más o menos accidental, más o menos planeado, más o menos monitorizado y más o menos orquestado, pero asesinos potenciales y culto a la violencia y unos tremendos negocios basados en ese culto, los hay, y de todo a raudales. Hay negocio en videojuegos sangrientos, en cine de tiros, bombas y venganzas, en un festival constante de la más cruel e hipnotizante virtualización de la violencia. Hay culto a las armas, a la fuerza bruta y a la sinrazón a cada minuto en el zapping ante el televisor. Y hay toneladas de violencia real, sufrimiento a diario bien lejos de la burbuja de seguridad de nuestro primer mundo, y toda esa violencia es el abono diario de mil y una cizañas. Que eso lo use uno u otro bando de acémilas a su favor es lo de menos, pues lo importante es que la víctima es siempre la tranquila y desarmada ciudadanía, tanto aquí como allá. Creo que lo radical es llamar a las cosas por su nombre, y es hipócrita una sociedad que babea ante todo el morbo de lo violento, que permite traficar con armas y que vende juguetes bélicos y que después de todo pretende que nadie caiga en las consecuencias de ese goteo de culto a la violencia.
En la misma ciudad en que fue fusilado Ferrer i Guàrdia hemos ido arraigando, como en otras ciudades, diversas gentes con pensamientos radicales. De los buenos, que no necesariamente buenistas, digo. Los míos me llevaron a no asistir a las manifestaciones recientes. Los de otros les llevaron a ponerse con pancartas cerca del borbón y su séquito. Tampoco voy a entrar en matizar eso, pues es otro tema. Voy a lo que iba: tanto arraigarse como radicalizarse tienen la misma raiz: y sí, justamente, esa, la raiz. Y no es nada malo echar raíces ni reflexionar sobre las causas de las cosas.
Me gusta escribir sobre las raíces de las palabras y sobre cómo se cambian sus usos. La raiz de la palabra rambla no es latina ni germánica, es árabe, sinónimo de arenal y de riera, aquel lugar por el que de vez en cuando, naturalmente, baja el agua hasta el mar. La vida misma es un poco como una rambla, pues intermitentemente nos sorprende alguna riada de cualquier cosa que no esperábamos, o al menos no en la medida que lo hace.
No hace mucho leí que "las palabras avisan siempre por su reverso". Me pareció una muy buena frase. Era, y cómo no, de otro radical de los buenos.
Ocho años ya sin su parranda diaria, sin su acorde matutino, que despabilaba tan vitamínicamente, ocho años sin ese festín de sinapsis que sus páginas nos regalaban. Era un ponerse las pilas leer sus apuntes y ver donde, cada día, apuntaba su ingenio y su bien afilado compromiso.
Y nos quedan escritas, claro, y aquí mismo, y eso ya es, pues podemos repasar cada una de esas, inteligentes, sí pero, parrandas. Y estamos, además, reacomodando las que publicó entre 2000 y 2006. Lo cualo es una honda satisfacción, por cierto.
La vida suele dar para tener varios maestros, pero pocos definen y afinan la forma de disfrutarla. En el cole, de bien pequeño, con unos once añitos, tuve la suerte de estar en un aula en que un maestro, entonces jovial y vivaracho, y seguramente también amigo de la parranda, convertía al menos una vez al día en un torneo. Le llamaba cálculo mental, pero no se ceñía a las matemáticas. Se trataba de que los dos bandos en que dividía la clase nos hiciéramos preguntas y sumáramos puntos con las respuestas acertadas. Simple, muy simple, pero bien deportivo.
Javier también tenía su truco, por no decir su arte, y creo que era ese ponderado ritmo, en el humor y en lo que no lo es, en ese decir como con puños o como con palmaditas en la cara, las verdades, no ya las del barquero sino las del barco todo. Javier también nos ponía la atención en bandos simultáneos, buscando la complicidad y la complejidad, la risa y la queja, la indignación pie en tierra y la rebelión a bordo. Cada escrito suyo era como una parranda. Que por cierto, yo creía que parranda era una palabra vasca y resulta que es murciana. En todo caso lo de parranda tiene un sonido muy jamaiquino.
Vaya por el maestro Joe (Javier Ortiz Estévez) y por todas las mañanitas de su soñada Jamaica.
Y ya que estamos en el centenario de la del 17, vaya también por su antiesclavismo (o bien léase sencillamente comunismo), y por el género humano y por lo internacional.
Nunca se publicó "Todos los nombres del presidente", ensayo de los logopedas Rerredford & Hohoffman sobre el liderazgo y otros flecos del poder. Quien preside (lo que sea) es quien 'se sienta al frente'. Digamos que tratándose de mesas largas, el que se coloca a la vista de todas las demás personas es quien preside y eso.
Creo que la primera vez que oí hablar de un presidente se trataba del que presidió el colorista 75 aniversario del Barça, el presidente Agustín Montal. Montal era un nombre que me sonaba a monte y a dineral (también por aquello de los 75 milloncetes que había costado poco antes fichar al mayor mito holandés del fútbol).
Algunos nombres saben a yerba, como canta Serrat, y a monte sonaba también el nombre de Pujol, president durante más de dos décadas. Tanto un pujol como un puig en catalán ambos significan monte. De ahí que el apellido de Puigdemont sea una redundunda, que sería como una sonora redundancia : Puigdemont es como la cima encima de una cima, si despejamos la ecuación. Hace muy pocas semanas se hizo una formalmente informal kedada con personas de su mismo apellido. Un diario recogió la quasi heráldica performance de unos cuantos (digamos ene) Puigdemont y en un video se entrevista a algunas de las personas participantes. El mapa resultante concentraba bastantes en las comarcas de Girona. Ninguna sorpresa: nuestro president más beatle es marcadamente de la zona del Nordest. Me pareció un poco folklórico, por no decir hasta endogámico. El video tiene su punto friki, incluso, pena que el jazz de fondo no fuera de Tete Montoliu. Pero el caso es que este aplec por causa de apellido no se le ocurrió a los presidentes anteriores. Ni a Mas se le ocurrió que se le sumaran muchos más Mas en una foto así. Ni a Maragall. Y si se le hubiera ocurrido a José Montilla (otro del "club dels Mont"), en fin, no quiero pensar el sarao que se podría haber montao.
Otro nombre de presidente reciente que tiene su qué es el del ex-magnate (pues ahora megamagnate) Trump. A trompicones vamos buscando la pronunciación correcta: Trum. Tram. Trem. El caso es que teníamos ya la risión de que Bush se pudiera traducir por mata, matorral o matojo (matarile fue, no cabe duda). Pero es que se ve que, de toda la vida, "The Last Trump", en inglés, se refiere a las bíblicas trompetas de los ángeles del Apocalipsis. El trompeteo final, los "siete ángeles y trompetas, siete sellos, fuego y sangre como predijo el profeta" del Gran Calambre Final, ese divino rock de Josele y los suyos.. Y en fin, mejor no dejarse apocar por toda la oleada de 'posverdad' (acabo de sorprenderme con que la wikipedia nos sitúe la aparición de ese neologismo aprincipios de los noventa).
También es muy curioso lo de la oficialísima transición presidencial en Twitter. Que el presidente mulato deja la cuenta @POTUS al presidente anaranjado pero mantiene su cuenta como @POTUS44, así como la señora Michelle deja a la señora Melania la de @FLOTUS y mantiene la de @FLOTUS44. "Porque las cuentas-de-twitter están cambiando", podría cantar el Nobel de Literatura. Claro que eso de POTUS-PresidentOfTheUS y FLOTUS-FirstLadyOfTheUS a nosotros nos seguirá sonando a "potaje" y "flotador". O algo así.
Volviendo a lo de presidir, y porque presidir es también sobresalir, otra cosa que desconocía hasta hace poco era el origen de la costumbre de resaltar en negrita los nombres propios en los artículos de prensa. De esta manera vemos antes de saber de qué, de quién habla una columna o una noticia. Siempre me pareció algo muy de prensa amarilla, pero la cosa es que aún se usa a menudo. Un especial del 40 aniversario del grupo Zeta lo atribuye a Pedro Rodríguez (1935-1984), periodista que como entonces tantísimos otros fue del franquismo al apoyo incondicional al presidente Suárez.
Parece que viendo solo lo sobresaliente podemos olvidar quiénes son los notables que no sobresalen, y sin los que no sobresaldrían los presidentes. Pero en fin, el caso es ir viendo, tanto lo evidente como lo subrepticio (con perdón).
En octubre de 2006 cambiaron algunas cosas en Barcelona, y de alguna de ellas puede hacerse ahora memoria con tan solo revisar algunas de las portadas de uno de sus más leídos diarios.
La fecha clave en todo el asunto era el lunes 16. Unos meses antes la ministra de vivienda, Trujillo, había agendado con el resto de homólogos europeos una cumbre. Se había agendado en Barcelona y no en otra ciudad, con la cercanía de la décima edición del gran salón ferial inmobiliario barcelonés y, cuando se acordó, en un clima de absoluta rotundidad de la burbuja.
Pero resultó que en verano de 2006 cuajó Vdevivienda y a finales de septiembre, como expliqué en el post anterior, con un gran éxito como fue la manifestación del 30 de septiembre.
Ni Trujillo ni los señores del ladrillo (bancarios, constructores, promotores,conseguidores institucionales, etc) quisieron arriesgarse a ser señalados por protestas ciudadanas a la vez fundadas, documentadas y para colmo, bien visibilizadas. Necesitaban una excusa para clausurar la cumbre y en pocos días encontraron una y pusieron en marcha los mecanismos habituales de propaganda. El jueves posterior al fin de semana del ‘No tendrás una casa en la puta vida' (con sus talleres en la plaza el domingo) hubo una protesta centrada en el asunto del Forat de la Vergonya. Alguien lanzó un cohete de feria y zas! Eso fue portada el día 6 (e incluso, la misma foto, el día 7, cosa excepcional) y comidilla mediàtica toda la semana siguiente. Trujillo y Rubalcaba, entonces ministro de Interior, pusieron al alcalde Hereu y al president Montilla en el brete de quedar como unos responsables demasiado "inseguros".
La cumbre se canceló con la infumable excusa de la violencia menos de una semana antes del previsto lunes 16. El viernes 13, el diario ElPeriódico titulaba que Hereu exigía mano dura a Tura (consellera de Interior) justo sobre la foto de cómo fueron encapsulados quienes se manifestaron el día anterior contra la celebración del 12 de Octubre.
El tema había llegado al punto donde les interesa aquellos que basan su política en "el poder de las pesadillas". Qué miedo dan esos que se quejan de cómo está lo de la vivienda. Esos okupas peligrosos... Y bien, esa noche fue la acción de okupación simbólica del IKEA de L'Hospitalet. Con aquella acción se rompían todos los tópicos y especialmente la receta del miedo. La noticia en todo el Estado aun puede rescatarse en Youtube
(incluyendo unas declaraciones de alguien que presuntamente era de una plataforma y que luego fue bastante más que eso). Qué simpáticos esos que se quejan de... Qué república? Qué independencia? Qué casa?
El lunes 16 el colectivo Vdevivienda, tal como venía preparando desde el verano, sí que apareció en el Palau de Congressos y en las calles (en flickr hay fotos de las acciones de toda esa tarde y noche). Desde Canal 4 quisieron que enviáramos alguien a un plató en el que después supimos que habían preparado un decorado de minipiso ikea-trujillesco entre algunas trampas más. Finalmente estuvimos solamente por teléfono, de manera que les salió el chiste por la culata. Fui yo quien respondí. Recuerdo perfectamente cómo me iban cerrando el micrófono después de haberles respondido lo que no querían oir. El video de la entrevista tuvo algunos miles de visitas pero se ve que Mediaset hace un tiempo hizo que Google lo quitara, así que lo he vuelto a subir, esta vez a Dailymotion, por si alguien quiere verlo. Con las mismas imágenes de Ikea de fondo se me oye pelearme con la televisionista (sic) y también infumable Pilar (sic) Rahola. Qué risas su fruncido de ceja, incluso diez años después.
Y bien, después del show de la violencia y de la respuesta no-violenta y demás, el 26 de octubre media portada del diario era una carta de una lectora hipotecada por el problema de la vivienda. En tres portadas de un mismo mes veo la metàfora entera del tratamiento en los medios. Y el ejemplo me sigue valiendo. El humor inteligente es la mejor defensa ante las estrategias de criminalización.Tal como escribí al principio tres portadas de la hemeroteca bastan para dibujar ese pequeño cambio, que en el fondo no es tan pequeño, según se mire.
Los enlaces a la carta en la hemeroteca aquí, y cambiando la fecha, al resto.
Divagaciones y divertimentos desde una miopía iconoclasta, escritas y perpetrados desde marzo de 2006.
Publico aquí, bastante los primeros años y luego escasamente hasta los domingos de 2021, entonces semanalmente como parte de un #heptablogging, y ahora ya no tan seguido ni tan semanal.
En sentido estricto, solamente son ugrafías propiamente dichas las entradas que se inician con la frase "nunca se publicó".