La última vez que lo vi fue hace unos pocos meses. Yo todavía trabajaba desde casa. Un día, a eso de las 11:00 de la mañana, me acerqué a tomar un café al Bar Artikutza de Donostia.
Dos personas, luego se incorporó una tercera, daban cuenta en una mesa de la terraza de un plato con huevos fritos, patatas y jamón, todo ello con la ayuda de una botella de vino. Fue cuando volvía a casa cuando me di cuenta de que uno de ellos era Ricardo Echepare.
No he tenido mucha relación con él, pero sí que recuerdo que me trajo en coche a San Sebastián, allá por junio de 1986, para hacer el examen de selectividad.
Y es que cursé el bachillerato en el Instituto Pío Baroja de Irun con su hijo, Ricardo Etxepare, entre septiembre de 1982 y junio de 1986.
Aquel día abrí una de las puertas traseras del Renault (¿11?), entré y me senté en uno de los asientos mientras hacía el camino hacia Amara en silencio. Si no recuerdo mal, por aquel entonces era director de la Escuela Politécnica de San Sebastián, la cual tenía su sede entonces cerca del Gobierno Civil, y nuestro examen era en un instituto cercano.
Recuerdo una anécdota que me contó su hijo. Siendo director de ese centro, el padre pilló a una persona escribiendo "Echepare, cabrón" en la puerta del despacho. Y no, no era un alumno: era un profesor. Ja, ja, ja.
Echepare ha sido conocido en Gipuzkoa por su labor en el ámbito universitario: entre otras cosas, durante muchos años fue director de los Cursos de Verano.
Pero hizo incursiones en el mundo político en la década de 1980.
Yo hoy quiero recordar que fue alcalde de Irun durante algo más de un mes, tras ser elegido el 23 de mayo de 1983. Fue el 30 de junio (fiesta local de San Marcial) cuando la Audiencia Territorial de Pamplona (sí, Gipuzkoa por aquel entonces dependía judicialmente de Navarra) declaró nulo aquel nombramiento, dando la razón al Partido Socialista de Euskadi (fue Fernando Múgica Herzog quien presentó el recurso). La razón esgrimida fue que el alcalde debía ser elegido en votación secreta de los concejales, no a mano alzada.
Los socialistas tenían 10 concejales, 8 el PNV, 2 cada uno Euskadiko Ezkerra, Herri Batasuna y Coalición Popular. Además, una candidatura independiente (Uranzu) tenía un representante. Además de sus partidarios, Echepare contó con los votos de los concejales de HB y de CP (Alianza Popular se presentó en coalición entonces).
La votación se repitió el 11 de julio y entonces el elegido fue Alberto Buen Lacambra (el enlace os lleva a la crónica de El País).
Fue un gran escándalo, porque aquel día una persona lanzó la urna por el balcón del Ayuntamiento irunés. Si no recuerdo mal, era un vecino de mi barrio.
Utilizando el servicio Atzoko prentsa digitala, he consultado la prensa guipuzcoana del 12 de julio de 1983: El Diario Vasco y La Voz de Euskadi (Pepe Rei era el director de este medio). Egin no se puede consultar en la red. He visto en la web de El Paísla portada de aquel día. ¡Tiempos duros!
Aquel día, el salón de plenos contó con la presencia de nombres relevantes de la políticia guipuzcoana: Roman Sudupe, Enrique Casas, Gregorio Ordóñez, Kepa Aulestia, Odón Elorza...
Desde entonces el bastón de mando de la alcaldía irunesa ha estado siempre en manos socialistas: Alberto Buen Lacambra y José Antonio Santano.
Siempre me he preguntado qué habría pasado si Echepare se hubiera mantenido en la alcaldía entonces. Pero el resultado es política ficción.
Por su bien, hizo una larga carrera en el mundo académico, lejos de la política partidaria.
P.S.: ¿Qué habría dicho del traslado del Kutxaespacio de la Ciencia? Tal y como me dijo una amiga ayer, el banco (Kutxabank) está dilapidando en unos pocos años los ahorros de muchas guipuzcoanas y muchos guipuzcoanos labrados durante un siglo.
Ayer sábado leí la entrevista que Maria Ortega Zubiate le hizo a Peio García Amiano y publicó originariamente Gipuzkoako Hitza el viernes: «Gure taldearen gisakoek alde egitea nahi du Greziako Gobernuak» (El Gobierno de Grecia quiere que grupos como el nuestro se vayan).
No voy a traducirla entera, pero si la mayor parte de la misma.
Antes de dejaros con la entrevista, os animo a hacer una donación a Zaporeak.
Crédito de la fotografía: Maialen Andres (Foku).
Peio García Amiano: «El Gobierno de Grecia quiere que grupos como el nuestro se vayan»
Para Peio García Amiano (Donostia, 1953) la gastronomía es un espacio para desarrollar su pasión, su oficio y su militancia. Empezó a cocinar en la sociedad Artzak Ortzeok del barrio donostiarra de Intxaurrondo y lleva recorrido un largo trecho en el mundo gastronómico. Sin embargo, en el 2015, en el momento «más dulce» de su trayectoria, se topó con la realidad de los pueblos empobrecidos y puso en marcha Zaporeak. Se han hecho conocidos por su trabajo en la isla griega de Lesbos, pero los del Proyecto Sabores también han trabajado en otros lugares con personas refugiadas.
(...)
Tras hablar de sus inicios, la periodista le pregunta por su trabajo en Zaporeak.
Maria Ortega Zubiate: De ahí pasaste a esta asociación creada para garantizar los derechos de las personas refugiadas. ¿Uniste la vocación con la militancia?
PGA: Sí. Siempre lo cuento: estaba en el momento más dulce de mi trayectoria gastronómica, cuando hice un viaje a Etiopia; el misionero Angel Olaran está allí, y en la sociedad hemos hecho comidas para recaudar dinero. Me invitó a ir y fue donde cambió mi punto de vista: estaba comiendo a diario en los restaurantes más caros y allí casi no había qué comer. Empezamos a colaborar con Olaran; nuestro objetivo era crear una escuela de cocina allí. Y mientras estabamos en eso, vimos las imágenes de los refugiados de Siria y decidimos que teníamos que hacer algo para ayudarles. Como sólo sabíamos cocinar, cuatro amigos nos montamos en una furgoneta y nos fuimos a la isla de Chíos, Grecia, a echar una mano. Al principio íbamos a dar de comer a los de salvamento marítimo, pero cuando llegamos allí vimos que tampoco los refugiados comían nada: entonces decidimos hacer comidas para todos.
MOZ: ¿Cómo pusisteis en marcha el proyecto?
PGA: Volvimos a San Sebastián y nos dimos un plazo de un mes para poner todo en marcha. Nos pusimos en contacto con empresas y conseguimos material. Al principio, dábamos casi 2.000 comidas al día. Estuvimos allí hasta que se cerró el campamento de Chíos. Se levantó otro, pero no nos permitían darles de comer a ellos; al principio metíamos un vaso con un trozo de pan por un agujero de la valla, pero luego ampliamos el menú y no cabía por ese agujero. La policía se dio cuenta y nos expulsó.
MOZ: ¿Y fue entonces cuando fuisteis a Lesbos?PGA: No, fuimos a Atenas con SOS Errefuxiatuak (SOS Refugiados) y comenzamos a preparar comidas; también en Patras. Allí hay un puente que une la península del Peloponeso y la Grecia continental. Sólo había jóvenes, no familias. Hubo peleas. Aquello fue muy duro.
Finalmente, vimos que la mayor necesidad estaba en el campamento de Lesbos y nos fuimos para allá. Había sitio para 3.000 personas, pero llegamos cuando ya había casi 13.000. Sólo podíamos dar de comer a 2.500. Ahora hay unos 7.000 en un nuevo campamento, porque el otro lo quemaron. De todas maneras, ahora también viven en unas condiciones penosas.
MOZ: ¿Cómo os acogieron en los campamentos?
PGA: Al principio pasó algo curioso: pedimos personas voluntarias en los campamentos y vinieron tres. Estuvieron con nosotros en la cocina. Los recogíamos en el campamento y los llevábamos a nuestra cocina. En cierta ocasión, fuimos a repartir comida y salió una manifestación desde los campamentos lanzando gritos contra nosotros, que no querían comida, que lo que querían era una solución. Se adelantaron los tres voluntarios y les dieron explicaciones. Les explicaron que no éramos del Gobierno de Grecia, sino cocineros vascos. Desde entonces hemos tenido una muy buena relación con ellos. Los voluntarios jóvenes van al campamento a tomar té; mantienen una buena relación.
MOZ: También sufristeis ataques: un grupo de ultraderechistas os persiguió a la vuelta del campamento.
PGA: Sí. Normalmente nos atacaban en la misma cocina: ponían silicona en las cerraduras, una vez colgaron un gato muerto en la entrada, otra vez nos tiraron toda la comida por los suelos... Pero el ataque más grave fue cuando nos persiguieron. Aquel día hubo una concentración de Amanecer Dorado en la isla y el ambiente estaba revuelto. Por ello, a la tarde, antes de llevar la comida al campamento, mandamos un coche para comprobar que el camino estaba libre, y nos dijo que sí lo estaba. Pero a la vuelta tomamos otro camino y allí nos encontramos un puesto de control como los de la policía. Al acercarnos nos dimos cuenta de que eran ultraderechistas. Nos estaban esperando. Y cuando nos acercamos aparecieron doscientas personas, con bates de béisbol en las manos. Nos sacaron de la furgoneta, querían nuestros teléfonos móviles. Con nosotros estaba Estrella Vallejo, periodista de El Diario Vasco, y le rompieron la cámara. A continuación comenzaron a atacarnos, nos tiraron al suelo... De repente, uno que hablaba castellano nos dijo que nos fuéramos de allí, y nos metimos en la furgoneta y tuvimos que salir por piernas.
MOZ: ¿Cómo os sentisteis después?
PGA: Fue muy duro. ¿Cómo es posible que estés dando de comer a la gente y te ataquen por eso? Al día siguiente nos marchamos las personas que sufrimos el ataque. Al llegar al aeropuerto de Barcelona, al oír a alguien hablar en castellano, fue cuando nos relajamos. Porque en Atenas, cuando oíamos hablar en griego, nos venían a la cabeza los gritos escuchados en el ataque. Entonces dijimos que no volveríamos; a la semana siguiente ya se nos había pasado el malestar, pero fue duro. Hay muchos ciudadanos cansados, porque ha pasado mucho tiempo desde que los refugiados están allí. Pero ahí la responsabilidad es del Gobierno griego: está pagando la deuda que tiene con Europa manteniendo a las personas refugiadas en los campamentos; ese es el problema.
MOZ: Habéis solido decir que vuestra relación con el Gobierno griego es mala.
PGA: Sí, hemos tenido graves problemas con el Gobierno de Grecia. Quiere que grupos como el nuestro nos marchemos. Están poniendo trabas; ahora están diciendo que quieren expulsar a las asociaciones que no sean griegas. De todas maneras, nosotros tenemos más privilegios que otras asociaciones y oenegés, porque el gobierno sabe que la comida que dan es mala; hemos visto hasta gusanos en su catering. A nosotros no nos ponen tantos obstáculos como a otros, pero nos pueden expulsar en cualquier momento.
MOZ: Al principio, vuestra asociación la formabáis cuatro miembros. ¿Cuál es vuestra dimensión ahora mismo?
PGA: Por la asociación han pasado ya más de mil personas voluntarias; hemos repartido más de dos millones de raciones. Hoy en día sigue siendo un proyecto surgido del pueblo: no somos una oenegé; somos una asociación sin ánimo de lucro. Siempre hemos querido que fuera un proyecto entre amigos, que la gente se lo pasara bien; por eso solemos pagar el viaje a los voluntarios, porque queremos que participe cualquiera. Es muy bonita la relación que surge entre gente joven y gente madura.
MOZ: ¿Cómo ha respondido la sociedad guipuzcoana ante este proyecto?
PGA: El País Vasco y, sobre todo, Gipuzkoa han dado una respuesta tremenda, porque la asociación es de aquí. El País Vasco es muy solidario: pedimos ropa y llenamos diecisiete tráilers. ¡Imagínate lo que donaron! Lo mismo con la leche, el agua, la comida... Y tanto cuando se quemó el campamento de Moria como cuando nos atacaron, las donaciones económicas crecieron mucho sin que nosotros pidiéramos nada. Porque nosotros no pedimos cuando no necesitamos; sólo pedimos lo que necesitamos. Además, la gente ve que pedimos lo mínimo y responde bien. Me da que la gente cree en Zaporeak, porque siempre hemos sido muy claros y estamos muy cerca del pueblo; siempre hemos hecho actividades dirigidas al pueblo. Siempre que hay una actividad, la gente se acerca muy dispuesta.
MOZ: ¿Cómo ves el futuro en los campamentos?
PGA: Muy difícil. Está en manos de Europa: tiene que reconocer su estatus de personas refugiadas, porque de lo contrario no hay nada que hacer. Todo está construido sobre intereses económicos, porque Turquía y Grecia tienen intereses en que esas personas no entren en el continente. Tiene muy difícil solución. Fuimos para seis meses, llevamos ya seis años, y lo que nos queda aún. No le vemos solución. Nosotros le ponemos un parche a la situación. Estamos tapando un agujero, porque la comida del Gobierno griego es una mierda, pero no queremos meter el morro ahí, porque el tema del catering es una mafia. En cambio, estamos contentos de darles de comer desde este proyecto surgido del pueblo.
En noviembre del año 2002 Javier Ortiz escribió una columna titulada El grabador pirata. Creo que hacía referencia a un melómano de Bilbao.
Como llevaba recado para la SGAE, y se publicó en El Mundo, hubo cruce de cartas.
En la primavera de 2018, mientras yo me dedicaba a hacer la selección de textos de Ortiz, escribí en este blog unas líneas en las que hablaba de Las canciones favoritas de Ava Gardner. Porque Javier decía en aquel texto de hace casi veinte años que su dealer le grabó unas canciones muy del gusto de la actriz norteamericana.
La cosa quedó ahí...
... hasta que el 22 de septiembre de este 2021, un argentino llamado Pancho Ramos me dejó un mensaje en mis Pedradas. Que él sí tenía conocimiento de aquella lista, porque se la pidió a Ortiz y este se la envió.
Le escribí a Pancho un mensaje privado pidiéndoselas. Me dijo que le hacían falta unos cuantos días, pero que las conseguiría.
Las consiguió y me envió una imagen a principios de octubre.
La editorial Blackie Books publicó la semana pasada en castellano y euskera Miñan: en castellano se titula Hermanito, y la traducción es cosa de Ander Izagirre; en catalán, Germanet.
No había escuchado nunca en castellano ni a Ibrahima ni a Amets. ¡Mira tú por dónde! Pocos tienen en las radios madrileñas poderosas el respeto y la empatía de Del Pino a la hora de hacer una entrevista como esta y, además, era una muy buena oportunidad para amplificar el trabajo de la Red Ciudadana de Irun, ente otras cosas porque Amets contó que ese libro partió de su trabajo como voluntario en la misma.
Lo que tenía que decir sobre este libro ya lo dije en su momento aquí: Con libro, pero sin papeles. Tendré que volver a releer Miñan, porque es una obra que conviene tenerla cerca.
Después le tocó el turno al primer invitado del podcast Barruan gaude. Y Oier Aranzabal nos metió en la casa de Bernardo Atxaga. Es alguien que leo y escucho con gusto. No digamos nada si cita a Mariano Ferrer y a Javier Ortiz (entre otras cosas, alabó la antología de artículos de Ortiz).
Parece que la pareja creadora de Zalduondo (Asun Garikano es la otra pata) está siempre trabajando. Y desconozco la edad de Bernardo, pero Joxe Irazu (el del DNI) ha cumplido 70 tacos este año, y ya se ha ganado el derecho de andar con más pausa.
Atxaga citó un concepto acuñado por él, behitasuna (no sé si traducirlo como la vaquidad), y algo antes de escucharlo, me crucé con esta cuadrilla de vacas rumiando. Ya tenía la foto del apunte.
A continuación le tocó el turno a la primera invitada del podcast Estamos dentro de Juan G Andres, que no era otra que la actriz Aitziber Garmendia: sus inicios y su desarrollo como intérprete, referencias cercanas y algo más lejanas, sus estudios de Derecho, el feminismo, así como el suicidio de su pareja hace ya catorce años.
ð Gabon, arratsalde on, egun on...
ðÂÂÂÂÂÂÂÂÂï¸ÂÂÂYa en el aire el décimo tercer episodio de 'Estamos dentro': esta semana @foteropanico accede al ático de @AitziGarmendia
— Estamos Dentro ð (@Estamos_Dentro) October 8, 2021
La semana pasada empecé a trabajar. Y lo hice como lo hacen los niños pequeños: llorando a moco tendido. ¡Mecagüental! Me cuesta mucho volver, pero este año he batido marcas.
Y eso que nada más abrir el libro me encuentro con sus heridas abiertas y sangrando. A punto de cumplir 35 años, en la primavera de 1984 (Rafa era de finales de junio) tenía ya el cuerpo machacado. Aquella primavera una fístula, luego parece que fisura, le hizo pasarlas canutas. Y ahí arranca todo.
Antes de comenzar con su lectura, estuve dudando si leer o no los prólogos escritos por Marta Sanz y Fernando Valls. Me gustó mucho el de Marta y me animé con el de Fernando, pero este me dejó tal cual.
Sexo y amores varios nada gozosos (Jesús Toledo en los años de la Movida madrileña, el parisino François la segunda mitad de los 80...), drogas y alcohol, el sida merodeando, depresiones, pero también el oficio del escritor, Carmen Martín Gaite y Jorge Herralde, un buen número de lecturas, impresiones de películas vistas, pintura, viajes, etc.
Así, he conocido a un periodista y escritor español, cronista del siglo XX: Corpus Barga.
No lo he acabado aún (he leído dos tercios y estoy ya en el 2004). Vivía desde comienzos de siglo en Beniarbeig (Alicante), pero me llama la atención que hasta ahora apenas mencione sus años extremeños, esos 8 años en los 90 en Valverde de Burguillos. ¿No escribió nada en sus cuadernos? ¿No salvó nada de lo escrito?
¿Hay que publicar este tipo de cuadernos? En un principio da cierto pudor entrar de manera tan cruda en la intimidad de un escritor al que conocías, pero es cierto que los textos se han publicado tal y como él los preparó, seis años después de su muerte.
Yo lo he agradecido para profundizar en el mundo de Rafa.
En la entrevista de Atxaga, han comentado una poesía escrita por Bernardo y a la que Ruper Ordorika puso múscia, Berandu dabiltza (Van tarde). Una buena canción para poner punto y final a este apunte.
Después de bastante tiempo, enciendo el ordenador en casa. Paso las fotos de los últimos meses del teléfono al ordenador. Un domingo lluvioso, otoñal.
No he publicado nada aquí desde el 31 de agosto. Decidí no publicar nada en septiembre porque, entre otras cosas, he estado tres semanas de vacaciones.
A comienzos de mes, todavía en casa, comimos con Maria de Mataró y familia. Ya en el camino, hicimos lo mismo con amigas de Santander en Suances.
Una piedra golpeó el parabrisas del coche camino de Avilés. Al final de la León-Benavente, puede comprobar que los de Carglass son buenos en lo suyo.
Nos dejamos seducir y acunar por la calma de Chaves, Portugal.
En Galicia hubo algo más de mambo: pulpo a feira; pasamos dos magníficos días con Celia y Xepe de guías locales tras montar el campamento en Doade (Sober, Lugo; Puri Díaz Ferreiro nos enseñó la bodega, los vinos y los viñedos en Vilachá de Salvador (leed, por favor, este reportaje de Ander Izagirre; tenéis más en la web de Adegas da Memoria); el proyecto arqueológico de San Lorenzo (aunque no estuvimos con Xurxo Ayán), el mural del poeta Lois Pereiro en su Monforte de Lemos natal; un catamarán por el río Sil; el restaurante A Faragulla en Chantada (pena que nos pillara en ruta y que no pudiéramos estar allí con más pausa); O Grove y A Toxa, el campo de golf, el balnerario, hoteles de cinco estrellas, el Davos gallego... pero también mariscadoras y mariscadores con dolor de riñoñes y butaneros latinos en calles estrechas; el librero Cano en Pontevedra y su Libraría Paz (si no entendí mal, Galicia es el territorio del estado español con más librerías por habitante; así, en Pontevedra debe de haber más de una decena para una población de 80.000 habitantes; recuerdo que en Irun-Hondarribia-Hendaia, hay sólo dos); el último domingo en Vilagarcía de Arousa...
No esperéis demasiado hoy. Encima, no apareceré por aquí durante un mes. Por tanto, "win-win".
Lo de indivertidos es una broma familiar.
Después de mucho tiempo, la semana pasada escuché el programa que Jon Basaguren presenta diariamente en Euskadi Irratia, Zidorrean.
Era una repetición ya de madrugada dedicada a Rompan todo, un documental sobre la música hispanoamericana de los años 80 del siglo XX. Basaguren ponía música y hacía comentarios entre canción y canción.
Entre otras cosas, habló del Movimiento divertido. No lo conocía, o al menos no recordaba haber oído ese nombre nunca jamás. Y me hizo gracia.
Podéis echarle un ojo al enlace para tener más información sobre el mismo.
Me da que, en estos tiempos pandémicos, hemos dejado olvidados en algún rincón las herramientas que teníamos a mano para hacerle frente a los altibajos del día a día con el humor por bandera.
Yo no estoy ahora como para aguantarme a mí mismo. O sea que imaginad si aguanto mucho a la gente con la que me cruzo.
Para que veáis cuál es mi temperatura os voy a contar una tontería de este domingo.
El domingo al atardecer el Sanse jugó contra el Fuenlabrada en Anoeta. Fui solo al campo, y no pude sentarme en mi sitio, porque no abrieron todo el graderío.
Cerca de mi localidad, había tres personas que no conocía. Comentaban animadamente el juego y otras cosas.
En un momento dado (que es cuando suceden todas las cosas, Lázaro Carreter dixit), soltó uno de ellos: «¡Árbitra... que está fuera!». Me giro y le digo sin pensar: «No viene a cuento lo que has dicho. Y además no tiene gracia». Me responde: «Pues no te rías».
Vuelvo a mirar lo que pasa en el verde, y me doy cuenta de que el cuarto árbitro era árbitra. «¡Diossss!».
Dejo que pasen unos segundos, respiro, me giro y le digo que he metido la pata.
En el descanso, me levanto para ir al bar y le pido disculpas de nuevo. Que no había caído en que el cuarto árbitro era una mujer y que, además, lo que había dicho no era para nada insultante.
Una anécdota chorra para que veáis cómo estoy.
Pero me da que alrededor, ya no hablo de las redes, la gente no está mucho más serena y calmada.
Antes de dejar los trastos en un lado, os voy a comentar que el sábado hay concierto de Tatxers en el Dabadaba. No hay entradas ni para la sesión vermut, ni para la sesión nocturna. Yo iré a esta última.
Con la pandemia ya avanzada, tuve que dejar de correr. Aunque lo hacía en la categoría "trote cochinero", el dolor ganó la batalla.
Me costó tomar la decisión, pero no había otra.
Llevo ya varios meses saliendo a pasear, a caminar, cuatro o cinco veces por semana. Algunas veces salgo solo, otras lo hago acompañado.
Al comienzo, mi sitio preferido era subir a Igeldo. Porque salgo de casa y en dos kilómetros estoy ya fuera de la velocidad de los coches y las motos. Quito ruido de mi alrededor.
Si voy solo, me gusta llevar podcasts con entrevistas a gente que merezca la pena. Si salgo acompañado, la cosa cambia.
A comienzos de verano, entré en Wikiloc, porque quería dar una vuelta por el paisaje de mi infancia con un par de amigos. Y es lo que hicimos el tercer domingo de julio.
Volví el fin de semana pasado, esta vez ya solo. Hoy he repetido.
Siempre hago algún cambio. He aparcado en casa de mi madre y de ahí, vía Arretxe y Ugalde, he subido hacia el caserío Mendiola continuando por Olakineta, Ebanjeli(e)ta y Altzi. He girado hacia Irun mientras veía el núcleo de Gurutze, barrio de Oiartzun. He seguido por Aizabe, Txirripa, Urune, Altzubide, Lizardi, Altzulegarrea y Txenperenea.
Me pasa algo especial cada vez que paseo por estas tierras de mi infancia, aunque me cuesta describir esa sensación.
Algunos de estos caminos los recorría en clase de gimnasia con un profe llamado Luis Aranburu. Nos sacaba a trotar por los caseríos del barrio, porque las instalaciones deportivas brillaban por su ausencia.
Hace unas semanas me dijo Gorka Julio que se había hecho con varios libros sobre el paseo. No sé cómo va la lectura. Tengo pendiente quedar con él para hablar de ello.
Mientras tanto, he encontrado en la web de la librería Altaïr una sección que se titula El arte de caminar. Sí que he leído alguno de los mencionados, pero me gustaría leer varios más.
Este burro es del caserío Altzi. Saqué la foto hace un mes.
Hoy también andaba por ahí, revolcándose en el suelo, pero me ha llamado más la atención esta imagen captada doscientos metros más adelante: un par de cabras en el tejado.
Estoy ya en esa edad en la que cada vez aguanto menos tonterías. Hoy voy a escribir sobre un proyecto que merece la pena: Irungo Harrera Sarea. No es único, afortunadamente, porque hay buena gente organizada aquí y en muchas esquinas del planeta.
Una foto de Gari Garaialde me llamó la atención el domingo. La he buscado en la red del pajarito, pero parece que Gari ha borrado el tuit. Seguramente porque cuando se produjo la noticia, no había otro fotógrafo cerca y la imagen que él sacó con su teléfono la utilizó, entre otros, El Diario Vasco. Aquí está la prueba.
Ez dut mugikorrarekin argazkiak ateratzeko ohiturarik. Ez zait gustatzen, ez naiz eroso ibiltzen eta nire telefonoak kamera kaxkarra du; baina besterik ez denean... pic.twitter.com/rPUFKPSFjl
Es la tercera persona, el tercer migrante, que muere estos últimos meses intentando cruzar el río Bidasoa. El domingo aún no sabíamos quién era.
Ese mismo día, Irungo Harrera Sarea convocó una concentración el lunes a la tarde en la plaza San Juan, enfrente del Ayuntamiento.
Pertsona migratzaile bat hil da Irun eta Hendaia arteko muga igerian pasatzen saiatzerakoan. Migrazio-politika arrazisten erruz hildako hirugarren migrantea da. pic.twitter.com/5tic68cLbZ
Nos juntamos docenas de personas, la mayoría de Irun, Hondarribia y Hendaia.
Escribí tres tuis esa misma noche. Lamentablemente, con unos cuantos errores ortográficos.
Dena pikutara doala ematen du batzuetan, baina Irungo Harrera Sarea bezalako guneak sortzen dira. Milaka lagun pasatzen ari dira Irundik azken urteetan eta seguru askok gogoratuko direla haietaz.https://t.co/UpKBFOej6I
El periodista Oskar Ortiz de Guinea ha estado estos días por allí y ha escrito un par de reportajes majos sobre el fallecido en el DV.
Tres migrantes han muerto desde abril en Irun: Yaya y Abdoulaye ahogados en el Bidasoa y el tercero se suicidó en una orilla del río. ‘El sueño de Abdoulaye en Nantes acabó en Irun’ ðÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂð½https://t.co/XNKD1vkpCA
Se llamaba Abdoulaye Koulibaly, un joven de 18 años nacido en Guinea. El recorrido de más de 5.000 kilómetros iniciado en el 2017 acabó muy cerca ya de su destino de la peor manera posible, porque le estaba esperando un tío materno en Nantes.
Cuentan que llegó en patera a las Islas Canarias el pasado mes de mayo. A finales de julio lo trasladaron a Cataluña. Acababa de llegar a Irun por sus propios medios.
Ibrahima Balde también es guineano. No quería cruzar el charco, pero lo hizo obligado tras el rastro de su hermano pequeño. Amets Arzallus se sentó a escucharle y convirtió su odisea en libro: Miñan. Lo leí el verano pasado y dejé constancia de ello por aquí. Parece que se publicara en castellano este próximo otoño. Lo hará Blackie Books y se titulará Hermanito. Dicen que también saldrá pronto en italiano, catalán, inglés...
Quedará un tanto moñas, pero voy a decir que me siento orgulloso de que en mi pueblo haya un proyecto como este. Una red ciudadana de más de 100 personas de la comarca (unos 75.000 habitantes) haciendo lo que las instituciones no hacen. Comenzaron su camino en el año 2018 y, por tanto, son ya tres años de un trabajo tan callado como eficaz (en la medida de sus posibilidades). Han atendido ya a varios miles de personas, pero no me atrevo a dar la cifra concreta.
En el manifiesto de 2019, citan el inicio de una canción de Dut. Concretamente Petrolioa ere: Hay un abismo donde había un estrecho. Colaboran en el tema Corsal Desastre y Fernando Corazón de Sapo.
La columna de hoy de Ander Izagirre también tiene ese título. Cuenta los problemas que han tenido estos últimos días en Navarra un grupo de fotoperiodistas (Dani Burgui, Iván Benítez, Maite Hernández y Unai Beroiz) a cuenta de una exposición sobre las migraciones. Un apunte lleno de tuits no podía tener otro colofón.
Lecturas ligeras de verano: el hambre, por ejemplo. Pero no me refiero a esas dietas dirigidas a occidentales para perder peso. No, me refiero al Hambre de verdad. Va todo un tanto deslavazado, pero me ha salido así.
No tiene relación directa con lo arriba dicho, pero empezaré por aquí. Gracias a este tuit de Hibai supe de la existencia de esta herramienta que informa de los incendios activos en los bosques europeos: European Forest Fire Information System (EFFIS).
Sabíamos que la pandemia no nos mejoraría. Que aprenderíamos poco y de manera lenta.
Perdemos el tiempo (yo el primero) mirando al dedo que nos ponen delante y apenas miramos a la luna.
En fin.
Hace unos días he acabado de leer el libro La dictadura de los supermercados de Nazaret Castro. Me gusta más el título secundario: Cómo los grandes distribuidores deciden lo que consumimos.
Castro escribe normalmente en el blog colectivo Carro de combate, donde analizan el origen de los productos que consumimos. No la conocía a ella, no conocía el blog.
El libro se mete de lleno en la Gran Distribución Moderna (GDM). Es decir, el modelo erigido en torno a los hipermercados, supermercados y grandes almacenes.
En la introducción, señala que hasta ahora ha sido un modelo hegemónico, pero que Internet y gigantes como Amazon lo están alterando. Y no para bien, añado.
En el enlace que he puesto más arriba (y que aquí repito) cita los principales temas tratados. Yo voy a traer aquí uno: el tráfico de buques.
Para ello, Castro cita en la página 129 un libro de la periodista y escritora Rose George publicado también en castellano: Noventa por ciento de todo.
Aporta estos datos: 100.000 buques navegan por los mares del mundo. Los mayores son capaces de transportar 15.000 contenedores. En uno de ellos caben 746 millones de plátanos. Si preferís, 82 millones de iPads. O 36.000 coches.
Si pusiéramos los contenedores de Maersk uno detrás de otro serían capaces casi de unir la circunferencia de ¿nuestro? planeta.
Hay más datos, pero estos me impresionaron especialmente.
Estos días estoy leyendo El Hambre, libro escrito por Martín Caparrós. Algo más de 600 páginas. «Si usted se toma el trabajo de leer este libro, si usted se entusiasma y lo lee en -digamos- ocho horas...» ¿Ocho horas? Yo soy incapaz de leerlo en ese tiempo, Martín.
La obra es el fruto de varios viajes a diversos países. Uno de ellos es la India. Pasó por Calcuta. Y quiero traer aquí y ahora los tortazos que le da a Teresa de Calcuta (página 108 y siguientes).
Escribiré aquí tres razones:
1.- Cuando en 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz en Estocolmo hizo un discurso contra el aborto y las medidas anticonceptivas.
3.- No hizo públicas jamás las cuentas de su empresa, pero se sabe que levantó unos quinientos conventos por el mundo. En Calcuta creó moritorios para que los más pobres de la ciudad murieran con cierta dignidad, pero no dedicó nada de los fondos recibidos a construir un hospital en la ciudad.
Anoche comencé con el capítulo dedicado a Biraul, páginas 119 y siguientes. Biraul es una provincia del estado de Bihar y tiene 100 millones de habitantes. Tierras ricas sí, pero muchas personas pobres.
En euskera bihar significa mañana. No sé si lo que estamos viendo hoy en Bihar, no nos tocará mañana a nosotros aquí.
No soy nada optimista visto cómo estamos destruyendo todo.
Bueno, me callo y vamos todos a escuchar a ver qué tiene Messi que decir.
El periodista Jon O. Urain se citó hace unos días en Legorreta con Maria Jauregi e Irati Goikoetxea para una conversación extensa que aparece hoy en Berria: Oihanaren minak hezurmamitzen (personificando los dolores de la jungla).
Es larga, pero hoy sólo voy a traducir algunos extractos.
Pero antes, unas breves líneas sobre ambas:
Irati Goikoetxea Asurabarrena (Beasain, Gipuzkoa, 1984)
Ha publicado recientemente Herriak ez du barkatuko (El pueblo no perdonará), una novela donde narra la historia de una víctima de la violencia. Es profesora y actualmente trabaja en el área de Convivencia del Gobierno de Navarra.
Maria Jauregi Lasa (Legorreta, Gipuzkoa, 1980)
El 29 de julio de 2000 ETA asesinó a su padre, Juan Mari Jauregi, exgobernador civil de Gipuzkoa. Su madre es Maixabel Lasa, responsable de atención a víctimas del terrorismo durante los gobiernos de Ibarretxe y López. En septiembre se estrenará la película Maixabel, dirigida por Icíar Bollaín. Si queréis saber más sobre Maria, os recomiendo que escuchéis y veáis este encuentro de mayo de 2018 con Haritz Aranburu en los micrófonos de Radio Euskadi junto con el periodista Dani Álvarez. Yo lo he hecho una vez más y sigue emocionándome, sobre todo el final.
Aquí lo que destaco de la entrevista de hoy.
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Maria Jauregi: Me pasó con un compañero de trabajo; hubo un atentado, nos fuimos a desayunar. Dijo: «Estos hijosdeputa... Habría que hacerles lo mismo a ellos». Le dije que no, porque sería actuar como ellos, y él me respondió: «Eso díselo a los familiares». Le dije: «No es necesario: a mi padre lo asesinó ETA». Me pidió perdón y le dije que no era necesario que lo hiciera; que cada persona piensa lo que quiere y que actúa como siente. Cuando estoy fuera, yo soy Maria, vivo como Maria; no voy contando mi historia. Si tengo confianza con una persona, y la discusión va por ahí, pues sí, pero de lo contrario no lo voy contando.
Jon O. Urain: Tenéis una diferencia de cuatro años y dos pueblos. Habéis compartido ambiente y época. ¿Cómo recordáis el ambiente político de vuestra juventud?
Maria Jauregi: En la cuadrilla sabíamos por dónde iba cada cual, y no hemos discutido mucho; no sale el tema. Nos hemos respetado siempre y nos hemos llevado bien. No he tenido problemas nunca.
Irati Goikoetxea: Yo lo recuerdo como una época muy colorida y hermosa. Pero con respecto a esta cuestión, lo recuerdo como un un tiempo muy asfixiante, violento, gris. Si ibas a fiestas (de pueblos) había la posibilidad de que hubiera incidentes. No había mucho entendimiento. Yo no he recibido nunca insultos, pero sí que los he visto cerca: concejales amenazados, personas que decidieron no llevar escolta... Mi padre, y luego nosotros lo hicimos por nuestra cuenta, nos puso desde muy pequeños tras la pancarta de Gesto por la Paz.
Maria Jauregi: Yo también fui con mis padres a manifestaciones de Gesto.
Fotografía: Berria.
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Jon O. Urain: Principalmente son hombres los protagonistas del conflicto, pero sobre todo son mujeres las que están en el campo de la memoria. ¿Notáis esa variable?
Irati Goikoetxea: La violencia y el terrorismo han dejado muchas viudas, y esas viudas no sólo han hecho esa labor de memoria, sino que han hecho un gran trabajo de transmisión. Esas mujeres han educado a críos que se han quedado huérfanos y, en la mayoría de los casos, se ha gestionado muy bien esa transmisión sin odio. Sin sed de venganza.
Maria Jauregi: Yo no soy consciente de que estemos haciendo ese trabajo. Yo hago público mi punto de vista porque creo que ese es el camino.
Irati Goikoetxea: Es cierto que ha habido intentos, además en tiempos duros: Ahotsak. Un grupo de mujeres que fue capaz de juntarse. Ahí también estaban los partidos, diferentes modos de pensar, pero había un intento de superar eso y poner en el centro lo que hay que poner: el sufrimiento, la mirada humana. Eran mujeres.
Maria Jauregi: Otra iniciativa muy importante fue la de Glencree. Qué importante es el trabajo que se hace fuera de los focos. Trabajaron durante años y, cuando ya era algo sólido y habían conseguido algunos frutos, hicieron público todo el proceso. En la primera reunión, nadie sabía quién estaba a su lado. Y eso fue muy enriquecedor. Hay que construir espacios de confianza para hablar, te tienes que sentir cómoda con la persona que está a tu lado.
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Jon O. Urain: ¿Cómo os imagináis este pueblo dentro de diez años?
Maria Jauregi: Soy optimista. Saldremos adelante; continuaremos trabajando los valores, a través de la empatía, escuchando a los demás. Porque escuchamos poco. Construiremos este pueblo, y lo haremos acogiendo a todo el mundo. Vamos por ese camino.
Irati Goikoetxea: Yo también soy optimista, desde una postura activa; porque las cosas no vendrán porque sí. Ha habido mucha inacción y debemos activarnos. Ahora es el momento y debemos ponernos a ello: las cosas avanzarán si hacemos que avancen. Viene una generación que ha de ser muy consciente de todo esto.
Maria Jauregi: Pero no podemos dejarles esa responsabilidad a esta generación. Las instituciones tienen que dar muchos pasos que no han dado.