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2021/11/07 21:00:00 GMT+1

Rafael Chirbes y Pancho Ramos, casi cuarenta años de relación

Hace unas semanas hablé aquí de Pancho Ramos, un lector argentino de Javier Ortiz que me hizo llegar el listado de canciones favoritas de Ava Gardner.

Pero la cosa no quedó ahí. Mientras leía la primera entrega de los Diarios de Chirbes, me encontré con unas líneas de este en las que se refería a un amigo suyo de igual nombre y apellidos. Se lo hice saber a Pancho, y este me confirmó su relación. Además, me envió un texto en el que cuenta una última visita a Beniarbeig en enero de 2015, siete meses antes de la muerte de Chirbes.

Me gustó el texto y le pregunté que dónde lo había publicado. Me contestó que era inédito, que sólo se lo había enviado a varias personas cercanas.

Le dije que me gustaría publicarlo por aquí. Me pidió un tiempo para repasarlo, y me lo envió hace unos días.

Os dejo con él. Fijaos en el recorrido por Valencia que propone el maestro.

Muchas gracias a Pancho por su generosidad.

Rafael Chirbes, enero 2015

Crédito de la fotografía: Fundación Rafael Chirbes.

Llegamos a Beniarbeig un mediodía en los primeros días de un mes de enero tan templado y suave que parecía primavera. El silencio en el pueblo, de escasos 2000 habitantes, sólo era quebrado por el susurro de alguna escoba o por el ruido de algún auto que atravesaba lentamente las calles.

Preguntamos por la casa que buscábamos: "pasando el cementerio el camino de la izquierda", nos había dicho el propietario. Subimos por la calzada que trepaba revuelta hacia las afueras; cuando estábamos llegando llamamos por teléfono y recibimos las últimas instrucciones: "escucho el ruido de un coche y los perros ladran, están cerca".

La última vez que nos habíamos visto había sido después de que recibiera el Premio Nacional de Narrativa por Crematorio. Unos años antes, a principios del 2000, nos habíamos encontrado en Valencia porque se había ofrecido para servirme de guía en una ciudad que yo había visitado muchas veces: "La gente ya no viaja, solo quiere estar en lugares". El paseo por la ciudad fue intenso, exigente, y me trajo destellos de un tiempo en el que las cosas parecían inmóviles y fieles a sí mismas: cuando nos encontrábamos para leer o comentar libros en su casa de la calle Isla de Aroza, mi primer domicilio en Madrid. Habíamos quedado en encontramos, poco después de mi llegada, en un bar cercano a la estación de trenes del Norte. Rafa me esperaba acompañado por su pareja de ese momento, un Jupien jardinero, y me lo presentó con humor y desenfado: "Estaba celoso y quería conocerte. Le dije que habíamos vivido juntos y que no nos gustábamos, pero quiso venir a comprobarlo". Recuerdo que mientras caminábamos por la Ciudad Vieja de Valencia, por una callejuela donde los traficantes de drogas negociaban de forma organizada y silenciosa, me preguntó "¿por qué crees que ha desaparecido el paisaje de la novela contemporánea?". O detenerse más adelante para explicar, delante de una puerta gótica, las causas que habían impedido el desarrollo del románico en esa comarca. Después vimos edificios burgueses de comienzos del siglo XX, cuando el cultivo de la naranja permitió el enriquecimiento de un sector que volcó esas fortunas en la construcción de sus casas. Terminamos cenando y conversando sobre las cosas que nos acercaban a pesar del tiempo y la distancia: libros, cine, comida, política, cotilleos.

Nos mantuvimos en contacto, a través del e-mail, de esporádicos llamados telefónicos y de una visita suya a Buenos Aires con ocasión del Congreso Internacional de la Lengua Española que se hizo en Argentina a finales de 2004.

Pautamos las condiciones de la visita a Beniarbeig en aquel invierno del 2015, a menos de seis meses de su sorpresiva muerte, a través de un e-mail. Le dije que atravesaríamos los 500 kilómetros que separaban Madrid de su casa si la comida merecía la pena y no le daba por improvisar. Después de mil quejas (su salud, mareos, la dificultad para concentrarse, las pocas ganas que tenía de escribir) me prometió que así sería. Un día antes de nuestra visita recibí un mensaje en mi celular: "compraré unas anguilas para un all i pebre, tengo alcachofas del huerto para una paella, jamón que traje de Extremadura y vino de la zona. ¿Alcanza para el almuerzo? A la noche podemos acercarnos a cenar a Denia". Le respondí que aprobaba el menú pero que lo de Denia lo dejábamos para otra visita porque teníamos compromiso para esa noche.

Subimos al AVE con mi mujer para alcanzar Valencia, alquilamos un coche y atravesamos los últimos 100 kilómetros que nos separaban de Beniarbeig. Llegamos cerca del mediodía para abrazarnos. Lucía frágil y descuidado a pesar del fular que envolvía su cuello. Los zapatos eran sólidos y con cordones, pero las medias eran incongruentes. La primera impresión que recibí fue de soledad, una soledad construida con partes de astucia, vitalidad, ironía e inseguridad. Quería agradar sin ser dócil y aprovechó una de las primeras frases de Andrea para hundir el estoque.


- Qué pesados Rafa, venir a molestarte cuando estás tan tranquilo.

- La verdad es que lo pensé.

La casa en que habitaba es un antiguo depósito reformado y dividido en dos plantas en donde el propietario vivía acompañado por dos cuscos, Tomás y Ramonet: "Cada día me parezco más a una escritora inglesa, una finca en el campo y perros". En la parte inferior de la propiedad se encontraba una cocina comedor, un escritorio y más allá un baño y una habitación. En casi todas las paredes estantes con libros colocados en doble fila. Muchos en francés, porque como me dijo una vez en que le pregunté por una traducción de Stendhal: "No lo sé y no quiero ser pedante pero esas cosas las leo en su idioma".

Encima de una mesa estrecha, sobre una peana de más de dos metros y pegada a la pared, se desplegaba un belén. Allí estaban los Reyes, el asno de la huida a Egipto, el portal, los pastores, la estrella de Oriente, el ángel de la Anunciación, ovejas y gallinas. En un costado, sobre un espejo de agua resplandeciente, simulado por un plato de cristal transparente, unos patos. El Hijo de Dios estaba donde debía, entre la mula y el buey, para recordar que los habitantes del pueblo les habían negado alojamiento. Lo observamos con cuidado y Rafa comentó, sin ironía, que había cambiado recientemente la figura del niño Jesús.

Pesebre / Jaiotza

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Como era la primera visita de Andrea insistió en mostrarle la propiedad. Salimos de la casa por la puerta delantera y, después de indicar con un gesto la escalera exterior, dijo que conducía a su dormitorio y estudio que estaban en la parte superior de la construcción. Fuimos hasta el portón de entrada que está pegado al camino comarcal y lo atravesamos para llegar a un terreno que sirve de huerto. "Se lo he cedido a un payés que está en el paro para que lo trabaje y a cambio recibo acelga, lechuga, zanahoria, habas, cebollas...". Volvimos a la casa y procedimos a la entrega de los presentes. Un libro editado por la Biblioteca Nacional llamado Borges, libros y lecturas y otro titulado Kafkas de Luis Gusmán.

Después llegó el momento de cocinar y lo hizo rápido, mientras conversábamos un poco de política: "Hace años que no voto, pero creo que está vez lo haré por Podemos". Más tarde hablamos de Argentina, de mi trabajo y, como era inevitable, de la memoria, los testigos y la narrativa que ha tocado ese tema. La línea que se inicia en "yo estuve allí y puedo contarlo", pasa por testimonios -el Diario de Gide, el de Pavese, las antimemorias de Malraux- y termina en las novelas de Balzac o Galdós. "Max Aub dijo que ya se había olvidado mucho y que poco faltaba para que se olvidará todo, pero que siempre quedaría algo en el aire. Eso es lo que cuenta la novela de Lebert".

Rafael Chirbes: liburutegia / biblioteca

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Dio una explicación rápida del all i pebre. No le gustaba perderse en detalles de resabido cuando era innecesario: "Hoy a la mañana hice un caldo con la cabeza y la cola de la anguila. Ahora solo falta el ajo, el pimentón que tiene que ser de la zona. El all i pebre era una comida de pescadores, se comía a bordo de las barcas para reponer fuerzas y no había tiempo ni dinero para salir a comprar pimentón ahumado". Tomó la anguila y le hizo varios cortes en la panza "para que suelte la grasa", después peló unas patatas. Cortamos el jamón, abrimos el vino y dio los toques iniciales al arroz mientras yo revisaba los libros que se apoyaban en su escritorio: El cura y los mandarines de Gregorio Morán, The Jewels of Paradise de Donna Leon, Aden Arabia de Paul Nizan, Expo 58 de Jonathan Coe, El siglo de las luces de Alejo Carpentier, Cómo sentimos de Giovanni Frazzeto, Ni cru ni cuit de Marie-Claire Fréderic y muchos otros desparramados sin orden ni concierto.

Rafael Chirbes: escritorio

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Mientras comíamos nos preguntó por el viaje y cosas de nuestras vidas. Un breve ping-pong sobre libros o escritores ("quiero escribir sobre esa novela de Carpentier que nos había gustado tanto") y al final de la comida insistió en que no lo ayudáramos con la limpieza.

Subimos a su estudio para buscar unos libros que me quería regalar. La ventana daba a la línea azul del mediterráneo con Denia a la distancia, más allá Ibiza y muy cerca la tierra arrasada por la especulación inmobiliaria. Mientras contemplábamos el paisaje dijo una de esas frases suyas que tanto me gustaban: "Esta era una comarca donde nadie era tan rico como para humillarte ni tan pobre como para no poder invitarte". Después me dio a leer unas páginas que había escrito para "agradecer" el premio Nacional de Literatura que había recibido por En la orilla. Eran durísimas y pretendía leerlas, si le daban la oportunidad, delante del ministro de Cultura. Despreciaba al PSOE con la misma fuerza que al PP, siempre creyó que al poder solo llegan los peores, y no veía motivos para rechazar el premio. La parte monetaria no lo inquietaba porque pensaba destinarla "a la gente que lo pasa mal".

Al final de la tarde, y ante una pregunta de Andrea, tomó un cuaderno y escribió un recorrido para ella por Valencia, que excluía el IVAM ("hay cosas más interesantes"). Un camino que comenzaba en el Ensanche y que debía ser recorrido por la calle Conde de Altea. Después debía contemplar la Catedral, la lonja, el Mercado y el Palacio de la Música. Cuando llegara a la Iglesia de San Juan, frente al Mercado, no debía dejar de observar la veleta que está en lo alto de la fachada y que los valencianos llaman "el pardal de Sant Joan". Blasco Ibáñez le había dedicado una página en Arroz y tartana, explicando cómo lo utilizaban los padres pobres para embelesar a sus hijos antes de abandonarlos a su suerte, esperando que alguien se compadeciera de su desgracia. A la Iglesia del Patriarca, lo dijo con énfasis que no admitía discusión, había que llegar a las 13 horas. Más tarde se podía ver el Mercado de Colón, el Palacio de la Música y el imperdible autorretrato de Velázquez en el Museo de Bellas Artes.

Rafael Chirbes: etxea / casa

Crédito de la fotografía: Pancho Ramos.

Nos despedimos con un abrazo cuando la luz había abandonado las blancas fachadas y me dio, como regalo de despedida, una nueva edición de La buena letra. En la primera página, lo vi más tarde, había una dedicatoria en donde decía algo relacionado con los casi 40 años de nuestro primer encuentro. De aquel mediodía de septiembre del 76 en que entré al semisótano de la librería Futuro y me encontré con un vendedor bajo y de bigotes que después de dejarme curiosear un poco me preguntó por Argentina. Llevaba tres días desde que había comenzado mi exilio y le respondí con evasivas y alguna ironía. Por un azar, ese es el nombre que solemos dar a la ignorancia, nos encontramos hablando del Doctor Faustus de Thomas Mann, que los dos habíamos terminado de leer con emoción en esos días: las rentas y el estilo. En algún momento me invitó a comer y ahí, en un bar proletario de Argüelles, le conté que estaba alojado en una pensión de la calle de la Ballesta, esperando la llegada de mi mujer e hijo. No lo dudó mucho y, cuando estábamos pagando, me invitó a quedarme en su casa hasta que ellos llegaran.

La noche del día siguiente a nuestra última despedida en Beniarbeig, en aquel día de invierno que parecía primavera, me llamó por teléfono. Quería hablar con Andrea para preguntarle por las cosas que había visto en ese periplo por Valencia que él había recomendado, por la impresión que le habían causado. No fue un examen fácil, el maestro no era fácil de conformar y sus inquietudes escapaban del repertorio clásico. No interrogaba por el contexto, la historia o el detalle técnico de algo visto o contemplado. Le interesaba lo subjetivo, lo personal, la frágil emoción del momento. Como este, en donde escribo estas líneas siguiendo una crítica que una vez hizo a un texto mío y que nunca olvidé: "Pancho, en literatura, la emoción siempre contenida".

Escrito por: iturri.2021/11/07 21:00:00 GMT+1
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2021/10/31 08:55:00 GMT+1

Ha muerto Ricardo Echepare Zugasti

A la edad de 79 años, ha fallecido el profesor Ricardo Echepare.

Crédito de la fotografía: Cursos de Verano de EHU-UPV.

La última vez que lo vi fue hace unos pocos meses. Yo todavía trabajaba desde casa. Un día, a eso de las 11:00 de la mañana, me acerqué a tomar un café al Bar Artikutza de Donostia.

Dos personas, luego se incorporó una tercera, daban cuenta en una mesa de la terraza de un plato con huevos fritos, patatas y jamón, todo ello con la ayuda de una botella de vino. Fue cuando volvía a casa cuando me di cuenta de que uno de ellos era Ricardo Echepare.

No he tenido mucha relación con él, pero sí que recuerdo que me trajo en coche a San Sebastián, allá por junio de 1986, para hacer el examen de selectividad.

Y es que cursé el bachillerato en el Instituto Pío Baroja de Irun con su hijo, Ricardo Etxepare, entre septiembre de 1982 y junio de 1986.

Aquel día abrí una de las puertas traseras del Renault (¿11?), entré y me senté en uno de los asientos mientras hacía el camino hacia Amara en silencio. Si no recuerdo mal, por aquel entonces era director de la Escuela Politécnica de San Sebastián, la cual tenía su sede entonces cerca del Gobierno Civil, y nuestro examen era en un instituto cercano.

Recuerdo una anécdota que me contó su hijo. Siendo director de ese centro, el padre pilló a una persona escribiendo "Echepare, cabrón" en la puerta del despacho. Y no, no era un alumno: era un profesor. Ja, ja, ja.

Echepare ha sido conocido en Gipuzkoa por su labor en el ámbito universitario: entre otras cosas, durante muchos años fue director de los Cursos de Verano.

Pero hizo incursiones en el mundo político en la década de 1980.

Yo hoy quiero recordar que fue alcalde de Irun durante algo más de un mes, tras ser elegido el 23 de mayo de 1983. Fue el 30 de junio (fiesta local de San Marcial) cuando la Audiencia Territorial de Pamplona (sí, Gipuzkoa por aquel entonces dependía judicialmente de Navarra) declaró nulo aquel nombramiento, dando la razón al Partido Socialista de Euskadi (fue Fernando Múgica Herzog quien presentó el recurso). La razón esgrimida fue que el alcalde debía ser elegido en votación secreta de los concejales, no a mano alzada.

Los socialistas tenían 10 concejales, 8 el PNV, 2 cada uno Euskadiko Ezkerra, Herri Batasuna y Coalición Popular. Además, una candidatura independiente (Uranzu) tenía un representante. Además de sus partidarios, Echepare contó con los votos de los concejales de HB y de CP (Alianza Popular se presentó en coalición entonces).

La votación se repitió el 11 de julio y entonces el elegido fue Alberto Buen Lacambra (el enlace os lleva a la crónica de El País).

Fue un gran escándalo, porque aquel día una persona lanzó la urna por el balcón del Ayuntamiento irunés. Si no recuerdo mal, era un vecino de mi barrio.

Utilizando el servicio Atzoko prentsa digitala, he consultado la prensa guipuzcoana del 12 de julio de 1983: El Diario Vasco y La Voz de Euskadi (Pepe Rei era el director de este medio). Egin no se puede consultar en la red. He visto en la web de El País la portada de aquel día. ¡Tiempos duros!

Aquel día, el salón de plenos contó con la presencia de nombres relevantes de la políticia guipuzcoana: Roman Sudupe, Enrique Casas, Gregorio Ordóñez, Kepa Aulestia, Odón Elorza...

Desde entonces el bastón de mando de la alcaldía irunesa ha estado siempre en manos socialistas: Alberto Buen Lacambra y José Antonio Santano.

Siempre me he preguntado qué habría pasado si Echepare se hubiera mantenido en la alcaldía entonces. Pero el resultado es política ficción.

Por su bien, hizo una larga carrera en el mundo académico, lejos de la política partidaria.

Ricardo Echepare Zugasti, in memoriam.

P.S.: ¿Qué habría dicho del traslado del Kutxaespacio de la Ciencia? Tal y como me dijo una amiga ayer, el banco (Kutxabank) está dilapidando en unos pocos años los ahorros de muchas guipuzcoanas y muchos guipuzcoanos labrados durante un siglo.

Ricardo Echepare Zugasti zendu da, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/10/31 08:55:00 GMT+1
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2021/10/24 09:00:00 GMT+2

Peio García Amiano, de la vocación gastronómica a la militancia en Zaporeak

Ayer sábado leí la entrevista que Maria Ortega Zubiate le hizo a Peio García Amiano y publicó originariamente Gipuzkoako Hitza el viernes: «Gure taldearen gisakoek alde egitea nahi du Greziako Gobernuak» (El Gobierno de Grecia quiere que grupos como el nuestro se vayan).

No voy a traducirla entera, pero si la mayor parte de la misma.

Antes de dejaros con la entrevista, os animo a hacer una donación a Zaporeak.

Crédito de la fotografía: Maialen Andres (Foku).

Peio García Amiano: «El Gobierno de Grecia quiere que grupos como el nuestro se vayan»

Para Peio García Amiano (Donostia, 1953) la gastronomía es un espacio para desarrollar su pasión, su oficio y su militancia. Empezó a cocinar en la sociedad Artzak Ortzeok del barrio donostiarra de Intxaurrondo y lleva recorrido un largo trecho en el mundo gastronómico. Sin embargo, en el 2015, en el momento «más dulce» de su trayectoria, se topó con la realidad de los pueblos empobrecidos y puso en marcha Zaporeak. Se han hecho conocidos por su trabajo en la isla griega de Lesbos, pero los del Proyecto Sabores también han trabajado en otros lugares con personas refugiadas.

(...)

Tras hablar de sus inicios, la periodista le pregunta por su trabajo en Zaporeak.

Maria Ortega Zubiate: De ahí pasaste a esta asociación creada para garantizar los derechos de las personas refugiadas. ¿Uniste la vocación con la militancia?

PGA: Sí. Siempre lo cuento: estaba en el momento más dulce de mi trayectoria gastronómica, cuando hice un viaje a Etiopia; el misionero Angel Olaran está allí, y en la sociedad hemos hecho comidas para recaudar dinero. Me invitó a ir y fue donde cambió mi punto de vista: estaba comiendo a diario en los restaurantes más caros y allí casi no había qué comer. Empezamos a colaborar con Olaran; nuestro objetivo era crear una escuela de cocina allí. Y mientras estabamos en eso, vimos las imágenes de los refugiados de Siria y decidimos que teníamos que hacer algo para ayudarles. Como sólo sabíamos cocinar, cuatro amigos nos montamos en una furgoneta y nos fuimos a la isla de Chíos, Grecia, a echar una mano. Al principio íbamos a dar de comer a los de salvamento marítimo, pero cuando llegamos allí vimos que tampoco los refugiados comían nada: entonces decidimos hacer comidas para todos.

MOZ: ¿Cómo pusisteis en marcha el proyecto?

PGA: Volvimos a San Sebastián y nos dimos un plazo de un mes para poner todo en marcha. Nos pusimos en contacto con empresas y conseguimos material. Al principio, dábamos casi 2.000 comidas al día. Estuvimos allí hasta que se cerró el campamento de Chíos. Se levantó otro, pero no nos permitían darles de comer a ellos; al principio metíamos un vaso con un trozo de pan por un agujero de la valla, pero luego ampliamos el menú y no cabía por ese agujero. La policía se dio cuenta y nos expulsó.

MOZ: ¿Y fue entonces cuando fuisteis a Lesbos?PGA: No, fuimos a Atenas con SOS Errefuxiatuak (SOS Refugiados) y comenzamos a preparar comidas; también en Patras. Allí hay un puente que une la península del Peloponeso y la Grecia continental. Sólo había jóvenes, no familias. Hubo peleas. Aquello fue muy duro.

Finalmente, vimos que la mayor necesidad estaba en el campamento de Lesbos y nos fuimos para allá. Había sitio para 3.000 personas, pero llegamos cuando ya había casi 13.000. Sólo podíamos dar de comer a 2.500. Ahora hay unos 7.000 en un nuevo campamento, porque el otro lo quemaron. De todas maneras, ahora también viven en unas condiciones penosas.

MOZ: ¿Cómo os acogieron en los campamentos?

PGA: Al principio pasó algo curioso: pedimos personas voluntarias en los campamentos y vinieron tres. Estuvieron con nosotros en la cocina. Los recogíamos en el campamento y los llevábamos a nuestra cocina. En cierta ocasión, fuimos a repartir comida y salió una manifestación desde los campamentos lanzando gritos contra nosotros, que no querían comida, que lo que querían era una solución. Se adelantaron los tres voluntarios y les dieron explicaciones. Les explicaron que no éramos del Gobierno de Grecia, sino cocineros vascos. Desde entonces hemos tenido una muy buena relación con ellos. Los voluntarios jóvenes van al campamento a tomar té; mantienen una buena relación.

MOZ: También sufristeis ataques: un grupo de ultraderechistas os persiguió a la vuelta del campamento.

PGA: Sí. Normalmente nos atacaban en la misma cocina: ponían silicona en las cerraduras, una vez colgaron un gato muerto en la entrada, otra vez nos tiraron toda la comida por los suelos... Pero el ataque más grave fue cuando nos persiguieron. Aquel día hubo una concentración de Amanecer Dorado en la isla y el ambiente estaba revuelto. Por ello, a la tarde, antes de llevar la comida al campamento, mandamos un coche para comprobar que el camino estaba libre, y nos dijo que sí lo estaba. Pero a la vuelta tomamos otro camino y allí nos encontramos un puesto de control como los de la policía. Al acercarnos nos dimos cuenta de que eran ultraderechistas. Nos estaban esperando. Y cuando nos acercamos aparecieron doscientas personas, con bates de béisbol en las manos. Nos sacaron de la furgoneta, querían nuestros teléfonos móviles. Con nosotros estaba Estrella Vallejo, periodista de El Diario Vasco, y le rompieron la cámara. A continuación comenzaron a atacarnos, nos tiraron al suelo... De repente, uno que hablaba castellano nos dijo que nos fuéramos de allí, y nos metimos en la furgoneta y tuvimos que salir por piernas.

MOZ: ¿Cómo os sentisteis después?

PGA: Fue muy duro. ¿Cómo es posible que estés dando de comer a la gente y te ataquen por eso? Al día siguiente nos marchamos las personas que sufrimos el ataque. Al llegar al aeropuerto de Barcelona, al oír a alguien hablar en castellano, fue cuando nos relajamos. Porque en Atenas, cuando oíamos hablar en griego, nos venían a la cabeza los gritos escuchados en el ataque. Entonces dijimos que no volveríamos; a la semana siguiente ya se nos había pasado el malestar, pero fue duro. Hay muchos ciudadanos cansados, porque ha pasado mucho tiempo desde que los refugiados están allí. Pero ahí la responsabilidad es del Gobierno griego: está pagando la deuda que tiene con Europa manteniendo a las personas refugiadas en los campamentos; ese es el problema.

MOZ: Habéis solido decir que vuestra relación con el Gobierno griego es mala.

PGA: Sí, hemos tenido graves problemas con el Gobierno de Grecia. Quiere que grupos como el nuestro nos marchemos. Están poniendo trabas; ahora están diciendo que quieren expulsar a las asociaciones que no sean griegas. De todas maneras, nosotros tenemos más privilegios que otras asociaciones y oenegés, porque el gobierno sabe que la comida que dan es mala; hemos visto hasta gusanos en su catering. A nosotros no nos ponen tantos obstáculos como a otros, pero nos pueden expulsar en cualquier momento.

MOZ: Al principio, vuestra asociación la formabáis cuatro miembros. ¿Cuál es vuestra dimensión ahora mismo?

PGA: Por la asociación han pasado ya más de mil personas voluntarias; hemos repartido más de dos millones de raciones. Hoy en día sigue siendo un proyecto surgido del pueblo: no somos una oenegé; somos una asociación sin ánimo de lucro. Siempre hemos querido que fuera un proyecto entre amigos, que la gente se lo pasara bien; por eso solemos pagar el viaje a los voluntarios, porque queremos que participe cualquiera. Es muy bonita la relación que surge entre gente joven y gente madura.

MOZ: ¿Cómo ha respondido la sociedad guipuzcoana ante este proyecto?

PGA: El País Vasco y, sobre todo, Gipuzkoa han dado una respuesta tremenda, porque la asociación es de aquí. El País Vasco es muy solidario: pedimos ropa y llenamos diecisiete tráilers. ¡Imagínate lo que donaron! Lo mismo con la leche, el agua, la comida... Y tanto cuando se quemó el campamento de Moria como cuando nos atacaron, las donaciones económicas crecieron mucho sin que nosotros pidiéramos nada. Porque nosotros no pedimos cuando no necesitamos; sólo pedimos lo que necesitamos. Además, la gente ve que pedimos lo mínimo y responde bien. Me da que la gente cree en Zaporeak, porque siempre hemos sido muy claros y estamos muy cerca del pueblo; siempre hemos hecho actividades dirigidas al pueblo. Siempre que hay una actividad, la gente se acerca muy dispuesta.

MOZ: ¿Cómo ves el futuro en los campamentos?

PGA: Muy difícil. Está en manos de Europa: tiene que reconocer su estatus de personas refugiadas, porque de lo contrario no hay nada que hacer. Todo está construido sobre intereses económicos, porque Turquía y Grecia tienen intereses en que esas personas no entren en el continente. Tiene muy difícil solución. Fuimos para seis meses, llevamos ya seis años, y lo que nos queda aún. No le vemos solución. Nosotros le ponemos un parche a la situación. Estamos tapando un agujero, porque la comida del Gobierno griego es una mierda, pero no queremos meter el morro ahí, porque el tema del catering es una mafia. En cambio, estamos contentos de darles de comer desde este proyecto surgido del pueblo.

Escrito por: iturri.2021/10/24 09:00:00 GMT+2
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2021/10/15 19:30:00 GMT+2

Ava Gardner, Javier Ortiz y Pancho Ramos

En noviembre del año 2002 Javier Ortiz escribió una columna titulada El grabador pirata. Creo que hacía referencia a un melómano de Bilbao.

Como llevaba recado para la SGAE, y se publicó en El Mundo, hubo cruce de cartas.

En la primavera de 2018, mientras yo me dedicaba a hacer la selección de textos de Ortiz, escribí en este blog unas líneas en las que hablaba de Las canciones favoritas de Ava Gardner. Porque Javier decía en aquel texto de hace casi veinte años que su dealer le grabó unas canciones muy del gusto de la actriz norteamericana.

La cosa quedó ahí...

... hasta que el 22 de septiembre de este 2021, un argentino llamado Pancho Ramos me dejó un mensaje en mis Pedradas. Que él sí tenía conocimiento de aquella lista, porque se la pidió a Ortiz y este se la envió.

Le escribí a Pancho un mensaje privado pidiéndoselas. Me dijo que le hacían falta unos cuantos días, pero que las conseguiría.

Las consiguió y me envió una imagen a principios de octubre.

Ava Gardner-en kanta kuttunak.

Hoy he creado una lista en Spotify que he titulado Ava Gardner-en kuttunak. Están todas menos una. The Real Thing, Carol Sloane la tendréis que escuchar en Youtube.

Dejo también por aquí la imagen enviada por Ramos.

Muchas gracias, Pancho.

Ava Gardner, Javier Ortiz eta Pancho Ramos, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/10/15 19:30:00 GMT+2
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2021/10/11 11:10:00 GMT+2

De lo escuchado y leído esta semana

Después de mucho tiempo, antes de la vuelta mañanera del domingo, me bajé al teléfono varios audios y podcasts.

Lo primero que escuché fue la entrevista del sábado en la SER de Javier del Pino con Ibrahima Balde y Amets Arzallus.

La editorial Blackie Books publicó la semana pasada en castellano y euskera Miñan: en castellano se titula Hermanito, y la traducción es cosa de Ander Izagirre; en catalán, Germanet.

No había escuchado nunca en castellano ni a Ibrahima ni a Amets. ¡Mira tú por dónde! Pocos tienen en las radios madrileñas poderosas el respeto y la empatía de Del Pino a la hora de hacer una entrevista como esta y, además, era una muy buena oportunidad para amplificar el trabajo de la Red Ciudadana de Irun, ente otras cosas porque Amets contó que ese libro partió de su trabajo como voluntario en la misma.

Lo que tenía que decir sobre este libro ya lo dije en su momento aquí: Con libro, pero sin papeles. Tendré que volver a releer Miñan, porque es una obra que conviene tenerla cerca.

Después le tocó el turno al primer invitado del podcast Barruan gaude. Y Oier Aranzabal nos metió en la casa de Bernardo Atxaga. Es alguien que leo y escucho con gusto. No digamos nada si cita a Mariano Ferrer y a Javier Ortiz (entre otras cosas, alabó la antología de artículos de Ortiz).

Parece que la pareja creadora de Zalduondo (Asun Garikano es la otra pata) está siempre trabajando. Y desconozco la edad de Bernardo, pero Joxe Irazu (el del DNI) ha cumplido 70 tacos este año, y ya se ha ganado el derecho de andar con más pausa.

Atxaga citó un concepto acuñado por él, behitasuna (no sé si traducirlo como la vaquidad), y algo antes de escucharlo, me crucé con esta cuadrilla de vacas rumiando. Ya tenía la foto del apunte.

Behiak

A continuación le tocó el turno a la primera invitada del podcast Estamos dentro de Juan G Andres, que no era otra que la actriz Aitziber Garmendia: sus inicios y su desarrollo como intérprete, referencias cercanas y algo más lejanas, sus estudios de Derecho, el feminismo, así como el suicidio de su pareja hace ya catorce años.

La semana pasada empecé a trabajar. Y lo hice como lo hacen los niños pequeños: llorando a moco tendido. ¡Mecagüental! Me cuesta mucho volver, pero este año he batido marcas.

Menos mal que desde el martes por la noche mis heridas se curan con la lectura de la primera entrega de los cuadernos de Chirbes.

Y eso que nada más abrir el libro me encuentro con sus heridas abiertas y sangrando. A punto de cumplir 35 años, en la primavera de 1984 (Rafa era de finales de junio) tenía ya el cuerpo machacado. Aquella primavera una fístula, luego parece que fisura, le hizo pasarlas canutas. Y ahí arranca todo.

Antes de comenzar con su lectura, estuve dudando si leer o no los prólogos escritos por Marta Sanz y Fernando Valls. Me gustó mucho el de Marta y me animé con el de Fernando, pero este me dejó tal cual.

Sexo y amores varios nada gozosos (Jesús Toledo en los años de la Movida madrileña, el parisino François la segunda mitad de los 80...), drogas y alcohol, el sida merodeando, depresiones, pero también el oficio del escritor, Carmen Martín Gaite y Jorge Herralde, un buen número de lecturas, impresiones de películas vistas, pintura, viajes, etc.

Así, he conocido a un periodista y escritor español, cronista del siglo XX: Corpus Barga.

No lo he acabado aún (he leído dos tercios y estoy ya en el 2004). Vivía desde comienzos de siglo en Beniarbeig (Alicante), pero me llama la atención que hasta ahora apenas mencione sus años extremeños, esos 8 años en los 90 en Valverde de Burguillos. ¿No escribió nada en sus cuadernos? ¿No salvó nada de lo escrito?

¿Hay que publicar este tipo de cuadernos? En un principio da cierto pudor entrar de manera tan cruda en la intimidad de un escritor al que conocías, pero es cierto que los textos se han publicado tal y como él los preparó, seis años después de su muerte.

Yo lo he agradecido para profundizar en el mundo de Rafa.

En la entrevista de Atxaga, han comentado una poesía escrita por Bernardo y a la que Ruper Ordorika puso múscia, Berandu dabiltza (Van tarde). Una buena canción para poner punto y final a este apunte.

Aste honetan irakurri eta entzundakotik, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/10/11 11:10:00 GMT+2
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2021/10/03 22:10:00 GMT+2

De vuelta

Después de bastante tiempo, enciendo el ordenador en casa. Paso las fotos de los últimos meses del teléfono al ordenador. Un domingo lluvioso, otoñal.

No he publicado nada aquí desde el 31 de agosto. Decidí no publicar nada en septiembre porque, entre otras cosas, he estado tres semanas de vacaciones.

A comienzos de mes, todavía en casa, comimos con Maria de Mataró y familia. Ya en el camino, hicimos lo mismo con amigas de Santander en Suances.

Una piedra golpeó el parabrisas del coche camino de Avilés. Al final de la León-Benavente, puede comprobar que los de Carglass son buenos en lo suyo.

Nos dejamos seducir y acunar por la calma de Chaves, Portugal.

En Galicia hubo algo más de mambo: pulpo a feira; pasamos dos magníficos días con Celia y Xepe de guías locales tras montar el campamento en Doade (Sober, Lugo; Puri Díaz Ferreiro nos enseñó la bodega, los vinos y los viñedos en Vilachá de Salvador (leed, por favor, este reportaje de Ander Izagirre; tenéis más en la web de Adegas da Memoria); el proyecto arqueológico de San Lorenzo (aunque no estuvimos con Xurxo Ayán), el mural del poeta Lois Pereiro en su Monforte de Lemos natal; un catamarán por el río Sil; el restaurante A Faragulla en Chantada (pena que nos pillara en ruta y que no pudiéramos estar allí con más pausa); O Grove y A Toxa, el campo de golf, el balnerario, hoteles de cinco estrellas, el Davos gallego... pero también mariscadoras y mariscadores con dolor de riñoñes y butaneros latinos en calles estrechas; el librero Cano en Pontevedra y su Libraría Paz (si no entendí mal, Galicia es el territorio del estado español con más librerías por habitante; así, en Pontevedra debe de haber más de una decena para una población de 80.000 habitantes; recuerdo que en Irun-Hondarribia-Hendaia, hay sólo dos); el último domingo en Vilagarcía de Arousa...

Y mañana de repente a currelar.

Se acabó el verano.

Bueltan, apunte hau euskaraz.

2021eko iraila: oporrak

Escrito por: iturri.2021/10/03 22:10:00 GMT+2
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2021/08/31 22:20:00 GMT+2

Tiempos «indivertidos»

No esperéis demasiado hoy. Encima, no apareceré por aquí durante un mes. Por tanto, "win-win".

Lo de indivertidos es una broma familiar.

Tractor

Después de mucho tiempo, la semana pasada escuché el programa que Jon Basaguren presenta diariamente en Euskadi Irratia, Zidorrean.

Era una repetición ya de madrugada dedicada a Rompan todo, un documental sobre la música hispanoamericana de los años 80 del siglo XX. Basaguren ponía música y hacía comentarios entre canción y canción.

Entre otras cosas, habló del Movimiento divertido. No lo conocía, o al menos no recordaba haber oído ese nombre nunca jamás. Y me hizo gracia.

Podéis echarle un ojo al enlace para tener más información sobre el mismo.

Me da que, en estos tiempos pandémicos, hemos dejado olvidados en algún rincón las herramientas que teníamos a mano para hacerle frente a los altibajos del día a día con el humor por bandera.

Yo no estoy ahora como para aguantarme a mí mismo. O sea que imaginad si aguanto mucho a la gente con la que me cruzo.

Para que veáis cuál es mi temperatura os voy a contar una tontería de este domingo.

El domingo al atardecer el Sanse jugó contra el Fuenlabrada en Anoeta. Fui solo al campo, y no pude sentarme en mi sitio, porque no abrieron todo el graderío.

Cerca de mi localidad, había tres personas que no conocía. Comentaban animadamente el juego y otras cosas.

En un momento dado (que es cuando suceden todas las cosas, Lázaro Carreter dixit), soltó uno de ellos: «¡Árbitra... que está fuera!». Me giro y le digo sin pensar: «No viene a cuento lo que has dicho. Y además no tiene gracia». Me responde: «Pues no te rías».

Vuelvo a mirar lo que pasa en el verde, y me doy cuenta de que el cuarto árbitro era árbitra. «¡Diossss!».

Dejo que pasen unos segundos, respiro, me giro y le digo que he metido la pata.

En el descanso, me levanto para ir al bar y le pido disculpas de nuevo. Que no había caído en que el cuarto árbitro era una mujer y que, además, lo que había dicho no era para nada insultante.

Una anécdota chorra para que veáis cómo estoy.

Pero me da que alrededor, ya no hablo de las redes, la gente no está mucho más serena y calmada.

Antes de dejar los trastos en un lado, os voy a comentar que el sábado hay concierto de Tatxers en el Dabadaba. No hay entradas ni para la sesión vermut, ni para la sesión nocturna. Yo iré a esta última.

Ciao.

Dibertigarri eta beste -garri batzuk, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/08/31 22:20:00 GMT+2
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2021/08/22 21:25:00 GMT+2

Recordando la infancia a pie

Con la pandemia ya avanzada, tuve que dejar de correr. Aunque lo hacía en la categoría "trote cochinero", el dolor ganó la batalla.

Me costó tomar la decisión, pero no había otra.

Llevo ya varios meses saliendo a pasear, a caminar, cuatro o cinco veces por semana. Algunas veces salgo solo, otras lo hago acompañado.

Al comienzo, mi sitio preferido era subir a Igeldo. Porque salgo de casa y en dos kilómetros estoy ya fuera de la velocidad de los coches y las motos. Quito ruido de mi alrededor.

Si voy solo, me gusta llevar podcasts con entrevistas a gente que merezca la pena. Si salgo acompañado, la cosa cambia.

A comienzos de verano, entré en Wikiloc, porque quería dar una vuelta por el paisaje de mi infancia con un par de amigos. Y es lo que hicimos el tercer domingo de julio.

Volví el fin de semana pasado, esta vez ya solo. Hoy he repetido.

Siempre hago algún cambio. He aparcado en casa de mi madre y de ahí, vía Arretxe y Ugalde, he subido hacia el caserío Mendiola continuando por Olakineta, Ebanjeli(e)ta y Altzi. He girado hacia Irun mientras veía el núcleo de Gurutze, barrio de Oiartzun. He seguido por Aizabe, Txirripa, Urune, Altzubide, Lizardi, Altzulegarrea y Txenperenea.

Me pasa algo especial cada vez que paseo por estas tierras de mi infancia, aunque me cuesta describir esa sensación.

Algunos de estos caminos los recorría en clase de gimnasia con un profe llamado Luis Aranburu. Nos sacaba a trotar por los caseríos del barrio, porque las instalaciones deportivas brillaban por su ausencia.

Hace unas semanas me dijo Gorka Julio que se había hecho con varios libros sobre el paseo. No sé cómo va la lectura. Tengo pendiente quedar con él para hablar de ello.

Mientras tanto, he encontrado en la web de la librería Altaïr una sección que se titula El arte de caminar. Sí que he leído alguno de los mencionados, pero me gustaría leer varios más.

Este burro es del caserío Altzi. Saqué la foto hace un mes.

Hoy también andaba por ahí, revolcándose en el suelo, pero me ha llamado más la atención esta imagen captada doscientos metros más adelante: un par de cabras en el tejado.

Txikitako paisaietan barrena oinez, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/08/22 21:25:00 GMT+2
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2021/08/12 21:35:00 GMT+2

Irungo Harrera Sarea, una red ciudadana a la que mirar con orgullo

Estoy ya en esa edad en la que cada vez aguanto menos tonterías. Hoy voy a escribir sobre un proyecto que merece la pena: Irungo Harrera Sarea. No es único, afortunadamente, porque hay buena gente organizada aquí y en muchas esquinas del planeta.

Una foto de Gari Garaialde me llamó la atención el domingo. La he buscado en la red del pajarito, pero parece que Gari ha borrado el tuit. Seguramente porque cuando se produjo la noticia, no había otro fotógrafo cerca y la imagen que él sacó con su teléfono la utilizó, entre otros, El Diario Vasco. Aquí está la prueba.

Es la tercera persona, el tercer migrante, que muere estos últimos meses intentando cruzar el río Bidasoa. El domingo aún no sabíamos quién era.

Ese mismo día, Irungo Harrera Sarea convocó una concentración el lunes a la tarde en la plaza San Juan, enfrente del Ayuntamiento.

Nos juntamos docenas de personas, la mayoría de Irun, Hondarribia y Hendaia.

Escribí tres tuis esa misma noche. Lamentablemente, con unos cuantos errores ortográficos.

El periodista Oskar Ortiz de Guinea ha estado estos días por allí y ha escrito un par de reportajes majos sobre el fallecido en el DV.

Se llamaba Abdoulaye Koulibaly, un joven de 18 años nacido en Guinea. El recorrido de más de 5.000 kilómetros iniciado en el 2017 acabó muy cerca ya de su destino de la peor manera posible, porque le estaba esperando un tío materno en Nantes.

Cuentan que llegó en patera a las Islas Canarias el pasado mes de mayo. A finales de julio lo trasladaron a Cataluña. Acababa de llegar a Irun por sus propios medios.

Ibrahima Balde también es guineano. No quería cruzar el charco, pero lo hizo obligado tras el rastro de su hermano pequeño. Amets Arzallus se sentó a escucharle y convirtió su odisea en libro: Miñan. Lo leí el verano pasado y dejé constancia de ello por aquí. Parece que se publicara en castellano este próximo otoño. Lo hará Blackie Books y se titulará Hermanito. Dicen que también saldrá pronto en italiano, catalán, inglés...

Amets conoció a Ibrahima como voluntario de Irungo Harrera Sarea.

Quedará un tanto moñas, pero voy a decir que me siento orgulloso de que en mi pueblo haya un proyecto como este. Una red ciudadana de más de 100 personas de la comarca (unos 75.000 habitantes) haciendo lo que las instituciones no hacen. Comenzaron su camino en el año 2018 y, por tanto, son ya tres años de un trabajo tan callado como eficaz (en la medida de sus posibilidades). Han atendido ya a varios miles de personas, pero no me atrevo a dar la cifra concreta.

Si entráis en la web, veréis que dicen quiénes son, dónde andan, qué hacen, etc.

En el manifiesto de 2019, citan el inicio de una canción de Dut. Concretamente Petrolioa ere: Hay un abismo donde había un estrecho. Colaboran en el tema Corsal Desastre y Fernando Corazón de Sapo.

Unas líneas más arriba he hablado de una patera. Patera es una palabra que escribo con cariño, porque ese fue el nombre que un grupo de lectores de Javier Ortiz pusimos a un grupo de correo.

La columna de hoy de Ander Izagirre también tiene ese título. Cuenta los problemas que han tenido estos últimos días en Navarra un grupo de fotoperiodistas (Dani Burgui, Iván Benítez, Maite Hernández y Unai Beroiz) a cuenta de una exposición sobre las migraciones. Un apunte lleno de tuits no podía tener otro colofón.

Irungo Harrera Sarea, harrotzeko moduko proiektua, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/08/12 21:35:00 GMT+2
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2021/08/08 11:45:00 GMT+2

El Hambre hoy y mañana

Lecturas ligeras de verano: el hambre, por ejemplo. Pero no me refiero a esas dietas dirigidas a occidentales para perder peso. No, me refiero al Hambre de verdad. Va todo un tanto deslavazado, pero me ha salido así.

No tiene relación directa con lo arriba dicho, pero empezaré por aquí. Gracias a este tuit de Hibai supe de la existencia de esta herramienta que informa de los incendios activos en los bosques europeos: European Forest Fire Information System (EFFIS).

Sabíamos que la pandemia no nos mejoraría. Que aprenderíamos poco y de manera lenta.

Perdemos el tiempo (yo el primero) mirando al dedo que nos ponen delante y apenas miramos a la luna.

En fin.

Hace unos días he acabado de leer el libro La dictadura de los supermercados de Nazaret Castro. Me gusta más el título secundario: Cómo los grandes distribuidores deciden lo que consumimos.

Castro escribe normalmente en el blog colectivo Carro de combate, donde analizan el origen de los productos que consumimos. No la conocía a ella, no conocía el blog.

El libro se mete de lleno en la Gran Distribución Moderna (GDM). Es decir, el modelo erigido en torno a los hipermercados, supermercados y grandes almacenes.

En la introducción, señala que hasta ahora ha sido un modelo hegemónico, pero que Internet y gigantes como Amazon lo están alterando. Y no para bien, añado.

En el enlace que he puesto más arriba (y que aquí repito) cita los principales temas tratados. Yo voy a traer aquí uno: el tráfico de buques.

Para ello, Castro cita en la página 129 un libro de la periodista y escritora Rose George publicado también en castellano: Noventa por ciento de todo.

Aporta estos datos: 100.000 buques navegan por los mares del mundo. Los mayores son capaces de transportar 15.000 contenedores. En uno de ellos caben 746 millones de plátanos. Si preferís, 82 millones de iPads. O 36.000 coches.

Si pusiéramos los contenedores de Maersk uno detrás de otro serían capaces casi de unir la circunferencia de ¿nuestro? planeta.

Hay más datos, pero estos me impresionaron especialmente.

Estos días estoy leyendo El Hambre, libro escrito por Martín Caparrós. Algo más de 600 páginas. «Si usted se toma el trabajo de leer este libro, si usted se entusiasma y lo lee en -digamos- ocho horas...» ¿Ocho horas? Yo soy incapaz de leerlo en ese tiempo, Martín.

La obra es el fruto de varios viajes a diversos países. Uno de ellos es la India. Pasó por Calcuta. Y quiero traer aquí y ahora los tortazos que le da a Teresa de Calcuta (página 108 y siguientes).

Escribiré aquí tres razones:

1.- Cuando en 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz en Estocolmo hizo un discurso contra el aborto y las medidas anticonceptivas.

2.- Cuando explotó la fábrica de Union Carbide en Bhopal, sugirió a las víctimas que olvidaran y perdonaran, no que lucharan por sus derechos acudiendo a los tribunales.

3.- No hizo públicas jamás las cuentas de su empresa, pero se sabe que levantó unos quinientos conventos por el mundo. En Calcuta creó moritorios para que los más pobres de la ciudad murieran con cierta dignidad, pero no dedicó nada de los fondos recibidos a construir un hospital en la ciudad.

Anoche comencé con el capítulo dedicado a Biraul, páginas 119 y siguientes. Biraul es una provincia del estado de Bihar y tiene 100 millones de habitantes. Tierras ricas sí, pero muchas personas pobres.

En euskera bihar significa mañana. No sé si lo que estamos viendo hoy en Bihar, no nos tocará mañana a nosotros aquí.

No soy nada optimista visto cómo estamos destruyendo todo.

Bueno, me callo y vamos todos a escuchar a ver qué tiene Messi que decir.

Gosea gaur eta bihar, apunte hau euskaraz.

Escrito por: iturri.2021/08/08 11:45:00 GMT+2
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