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2005/11/20 06:00:00 GMT+1

Fiel a su juramento

Hace hoy 30 años del día en que murió Franco.

Lo recuerdo muy bien. Estaba en París. Vivía por entonces en un apartamento cutre situado en la calle Xavier Privas, a muy poca distancia de la mejor librería de la capital de Francia, La Joie de Lire, junto a la iglesia de Saint Severin, en el mismo corazón del Barrio Latino. Aquel día había acompañado a abortar a una amiga, y yo, pusilánime y propenso a los desmayos como soy -como era, más bien-, había sobrellevado la breve y sencilla intervención bastante peor que ella. Regresamos al cuartucho de Xavier Privas para reponernos, ambos a dos. Al poco, oímos bullicio en la calle. Me asomé para enterarme de qué pasaba y vi que había grupos de españoles bebiendo y haciendo guasas. «¿No os habéis enterado? ¡Franco ha muerto! ¡Venga, venid a celebrarlo!», nos gritaron desde abajo. «No sé qué habrá que celebrar», le dije a mi amiga. «Supongo que no será nuestra incapacidad para derrocarlo».

Dos días después, Juan Carlos de Borbón y Borbón soltó su célebre parrafada: «Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes Fundamentales del Reino y guardar y hacer guardar lealtad a los Principios Fundamentales del Movimiento». Dicho lo cual, lo nombraron Rey.

Desde entonces, no han faltado los que le han reprochado haber deshonrado tan solemne juramento.

Creo que esa acusación peca no poco de superficial. En el fondo, Juan Carlos I ha cumplido con lo que juró.

Me falla la memoria, de modo que no sé dónde lo he leído -¿en las Memorias de Rafael Pérez Escolar, tal vez?-, pero recuerdo bien que alguien ha contado lo que Franco le dijo a un recién nombrado embajador estadounidense que fue a departir con él. El norteamericano estaba mareando la perdiz, tratando de preguntar a Franco qué creía que iba a suceder en España cuando él muriera, y el viejo dictador, que se dio cuenta del embarazo del diplomático, se lo aclaró por la brava. Le dijo (cito de memoria, ya digo que mala): «Pues todo seguirá más o menos igual, supongo. En los cines se podrán ver marranadas de ésas que ponen por ahí, y poco más».

Vistas las cosas con perspectiva, considero que Juan Carlos I ha hecho cuanto ha estado en su mano para que todo siguiera «más o menos igual». Aunque con marranadas. En los cines y fuera de ellos.

La verdad es que, formalidades aparte, ha sido bastante fiel al encargo que recibió.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/20 06:00:00 GMT+1
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2005/11/19 06:00:00 GMT+1

Dos apuntes más sobre la AVT

Acabé ayer escribiendo con prisas los retazos de Apuntes en los que me embarqué. Me impacienté al ver que estaba dedicando demasiado tiempo a esa tarea, cuando me esperaba una jornada muy poco relajada.

El deseo de acabar cuanto antes hizo que me dejara un puñado de consideraciones en el coleto, dos de ellas particularmente importantes para tener una visión algo más de conjunto sobre las andanzas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo y sobre la consideración que éstas merecen en los representantes de los diversos poderes del Estado.

Señalé que la AVT había pedido a la Audiencia Nacional que prohibiera la manifestación antifascista de hoy, apoyándose en la pretensión de que homenajear a los cinco fusilados de ETA y el FRAP supone un «enaltecimiento del terrorismo» y un «menosprecio a las víctimas». Pero, con las prisas, olvidé un aspecto clave del escrito de la AVT, a saber: no incluyó en él ninguna petición de prohibición de la marcha que partirá también hoy desde Moncloa camino del Valle de los Caídos con la pretensión de homenajear mañana a Francisco Franco en el trigésimo aniversario de su muerte. Se ve que a la AVT, atenta inspectora de los homenajes ajenos, esta marcha no le merece reprobación alguna, no cree que suponga ningún enaltecimiento de hechos criminales, ni que encierre ningún «menosprecio a las víctimas» del franquismo.

Me abstengo de calificar un comportamiento que se califica solo.

Pero no sólo vale la pena subrayar el comportamiento de la AVT, sino también el de la Audiencia Nacional. Su Fiscalía informó a favor de la admisión a trámite de la denuncia de la AVT considerando que, en efecto, la convocatoria antifascista reviste los caracteres de un delito de enaltecimiento del terrorismo, tras de lo cual, el Juzgado Central de Instrucción número 2 ha abierto un procedimiento para investigar quién ha convocado la manifestación y quiénes han pegado los carteles que animan a participar en ella. No voy a detenerme en los argumentos que ya di ayer a este respecto: al igual que la AVT, también la Audiencia Nacional deberá decidir si cree que rebelarse violentamente contra una dictadura es terrorismo o si es que considera que el franquismo no fue una dictadura. (Reitero mi poca disposición a ejercer de picapleitos, pero sugiero a la gente de leyes con principios -alguna queda- que se plantee la posibilidad de denunciar a la Fiscalía de la Audiencia Nacional y al juez Ismael Moreno por su ignorancia dolosa del carácter criminal del régimen franquista y por el patente desprecio que demuestran hacia las víctimas de la dictadura.)

Otro asunto que también tiene su aquel, referido asimismo a la AVT. Ésta acaba de ver cómo un juez de la Audiencia Nacional, Félix Degayón, al que no sé si tengo el gusto o el disgusto de no conocer, ha echado para atrás su denuncia de supuestas irregularidades cometidas por la Universidad del País Vasco en la concesión de títulos universitarios a presos de ETA. El juez ha dictaminado que «no existe dato alguno» que respalde la denuncia de la AVT y que su acusación de que la obtención de esos títulos ha permitido a miembros de ETA beneficiarse de redenciones de pena «está por el momento huérfana de cualquier corroboración y está basada en meras informaciones publicadas en medios de comunicación». Huelga decir que ni uno solo de los medios de comunicación que dieron la máxima difusión a aquella denuncia de la AVT ha concedido ahora la debida relevancia compensatoria a la decisión del juez Degayón.

Es algo semejante a lo sucedido con la presencia de la coordinadora de alfabetización de adultos AEK en el macrosumario 18/98, obra de Garzón. AEK fue condenada sin juicio por los medios de comunicación españoles y arrastrada por el lodo. Pasado el tiempo, el propio Garzón hubo de dar marcha atrás y sacó a AEK de ese sumario, retirando sus acusaciones. Su implicación apareció en grandes titulares en todos los medios. Su exoneración, en cambio, pasó casi desapercibida. Nos enteramos de ella cuatro y el del tambor.

Bueno, pues así todo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/19 06:00:00 GMT+1
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2005/11/18 06:00:00 GMT+1

De guerrilleros, terroristas y otras vainas

La AVT

La Asociación de Víctimas del Terrorismo ha presentado un escrito ante la Audiencia Nacional en el que reclama que se prohíba la manifestación que va a realizarse mañana en Madrid en memoria de quienes fueron víctimas de las últimas cinco penas de muerte dictadas por el franquismo y perpetradas el 27 de septiembre de 1975, apenas dos meses antes de la muerte del dictador. Alega la AVT que homenajear a Txiki y Otaegi, miembros de ETA, y a Sánchez Bravo, García Sanz y Baena, militantes del FRAP, representa un delito de apología del terrorismo.

Quiere esto decir que una de dos: o bien la AVT pretende que rebelarse violentamente contra una dictadura es terrorismo o bien considera que el franquismo no fue una dictadura.

En el primero de los casos, deberá ser consecuente y pedir el procesamiento de cuantos homenajean año tras año, por ejemplo, a los integrantes de la Resistencia francesa, que se opusieron por las armas al Gobierno títere de Vichy, y a los partisanos italianos, que combatieron a tiros y con bombas el régimen fascista de Musolini. Retrocediendo algo más en la Historia, debería descalificar en términos similares a cuantos homenajean a quienes organizaron guerrillas contra el poder de José Bonaparte, después de 1808, y, ya metidos en gastos, también a quienes veneran en los Estados Unidos a George Washington y sus rebeldes. Vendría bien, en esa misma línea, que exigiera de la Iglesia católica una condena explícita y sin paliativos de Tomás de Aquino, que justificó el tiranicidio.

Pero puede ser que lo que defiende la AVT no es que represente un crimen alzarse en armas contra una tiranía, sino que el franquismo no fue una tiranía. De ser ese su criterio, supongo que podrá justificarlo. Me encantaría ver cómo lo hace.

Está lejos de mi intención aprobar las vías de lucha elegidas en aquellos tiempos por ETA y el FRAP, cada uno a su modo. No las aprobé entonces y sigo sin aprobarlas hoy. Creía por aquellos tiempos que lo importante era estimular la movilización popular contra la dictadura y que, de cara a ese objetivo, la aparición de émulos de Robin Hood representaba más un inconveniente que otra cosa. Pero lo que yo discutía en aquel entonces -y lo seguiría haciendo hoy, de forma retrospectiva- es la oportunidad de aquella lucha armada, no su licitud. Lo que hicieron fue lícito. Y la ejecución de los cinco que mañana serán homenajeados, un crimen de Estado.

García Gasco

Dice el arzobispo de Valencia, Agustín García Gasco, que el Gobierno de Rodríguez Zapatero le recuerda a la dictadura de Franco. Debe de ser que, cuando lo ve, le entran unas irresistibles ganas de levantar el brazo para hacer el saludo fascista, como acostumbraban los obispos de la época. O tal vez está mal informado y se piensa que Zapatero conserva el papel decisivo en la designación de los obispos que el Vaticano concedió a Franco.

Pero no: parece que él lo dice porque se siente oprimido por el Gobierno de Zapatero. Absurdo por partida doble: ni a él le oprimió nunca la dictadura franquista -bien contento que estuvo con ella- ni Zapatero le oprime ahora. A no ser que considere una muestra de opresión que recurra a las arcas del Estado para pagar casi todas las facturas de la Iglesia católica.

± 2%

Espero que algún especialista en sociometría -creo que se llama así la cosa ésa- me explique alguna vez cómo puede ser que los resultados de una encuesta tengan un margen de error del ± 2%, o más, según sus propios confeccionadores, y nadie descalifique a los comentaristas que se apoyan en esos resultados para teorizar sobre extremos que se expresan en décimas porcentuales. Véase la encuesta del CIS que ayer se hizo pública. ¿Qué sentido tiene afirmar que CiU y ERC han mejorado una décima en la consideración general si previamente se ha dicho que no está garantizada la fiabilidad de los datos situados en una horquilla de 4 puntos, que son los que van entre +2 y -2? No me lo explico.

Pero pongamos que los resultados de la macroencuesta del CIS fueran fiables al 100%, sin el más mínimo margen de error. En tal caso, tampoco entendería que el PP esté tan satisfecho por el descenso de las expectativas de voto del PSOE y del prestigio de Rodríguez Zapatero. Si, después de la campaña histérica que vienen desarrollando desde hace meses contra el Gobierno, acusándolo de las más variadas y terribles infamias, no han conseguido desbancarlo en las preferencias del electorado español y siguen siendo los segundos en todo, tienen motivos para muchas cosas, menos para echar las campanas al vuelo. Se demuestra que los vasos comunicantes le funcionan mal: el descenso de los otros no se traduce en aumento suyo.

Una de Espe

Recomienda la presidenta de la Comunidad de Madrid al jefe de filas del PSOE local que se deje de minucias y se ocupe «de las cosas realmente importantes». Y pone un ejemplo de cosa «realmente importante»: pide a Simancas que pregunte a Zapatero por qué ha quitado la «E» de España de las siglas del AVE, que ahora figura como «Alta Velocidad - Renfe» y no como «Alta Velocidad Española - Renfe», fórmula utilizada al comienzo del invento. Pequeño problema para Esperanza Aguirre: el cambio se realizó hace años, bastante antes de llegar Rodríguez Zapatero a la Moncloa, y fue iniciativa del entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos. ¡Qué cosas tan «realmente importantes»!

Más de 3.000

Ayer esta página web superó por primera vez las 3.000 visitas diarias. Ya sé que en realidad son más, porque las visitas que se realizan desde el mismo centro de trabajo o de estudio -desde la misma IP, en suma-cuentan sólo como una (Webalizer no computas visitas, sino IPs, y éstas sólo una vez por día). Claro que también habrá más de un visitante que llegue a esta web de rebote y sin pretenderlo. Así que lo que se va por lo que se viene: dejémoslo en 3.000.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/18 06:00:00 GMT+1
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2005/11/17 07:00:00 GMT+1

Chávez, el malo malísimo

En contra de lo que podrían indicar algunas aparatosas apariencias más o menos coyunturales, los más caracterizados propagandistas del PSOE y el PP coinciden en muchas de sus opciones clave, incluyendo bastantes de las que son fundamentales a la hora de decidir qué tipo de orden social debe regir entre nosotros.

Una de las muchas cosas en las que coinciden es en su modo de distinguir a los gobernantes que merecen ser tratados con deferencia de los que no. Así, dan por supuesto que George W. Bush es un gobernante que, aunque tenga sus cosas, es digno de la más alta consideración. No así el presidente venezolano, Hugo Chávez, al que descalifican sin remisión. Creen que el presidente estadounidense puede cometer errores, pero rectificables. A lo que no ven remedio, en cambio, es a lo de Chávez, al que no dudan en calificar de «personaje intolerable», «atrabiliario», «soez», «demagogo» y «bufón». Para mí que critican de vez en cuando a Bush nada más que para prevenirle del peligro que corre de deslizarse por la peligrosa senda de Chávez: ya se sabe que se empieza invadiendo ilegalmente estados soberanos, quitando y poniendo gobiernos, montando cárceles clandestinas y lanzando bombas de fósforo sobre la población civil y se puede llegar a la abominación de recitar coplas sarcásticas en televisión y llamar «lacayo» al presidente de México, Vicente Fox.

Tan ocupados han estado en descalificar los «malos modos» de Chávez que ni siquiera se han tomado el trabajo de examinar el conflicto concreto que ha enfrentado al venezolano con Fox. Hubieran tenido que dar cuenta de que, en la reciente Cumbre de las Américas, Bush, pasándose el orden del día por el arco del triunfo, se puso a hacer proselitismo en favor del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que patrocina él mismo. Los presidentes de Argentina y Brasil le señalaron que ese debate no figuraba en las previsiones de la Cumbre, lo cual no impidió al mexicano Vicente Fox salir en defensa del inquilino de la Casa Blanca.

Fox tiene muchas deudas de gratitud con Bush, pero lo cierto es que la iniciativa del ALCA parte de un principio de patente desigualdad: reclama de los países de América Latina que no pongan ninguna traba al libre comercio, pero autoriza a los EE.UU. a mantener una política claramente proteccionista sobre su producción agrícola. Es el apoyo del mexicano a esa versión neoliberal de la doctrina Monroe lo que ha motivado el choque.

No retener de todo este asunto más que la anécdota de la coplilla que Chávez le dedicó a Fox es algo peor que una perfecta superficialidad. Es una superficialidad destinada a preparar a la opinión pública española para encajar cualquier iniciativa normalizadora que Washington pueda promover en Venezuela. Cualquier nueva iniciativa, quiero decir.

Javier Ortiz. El Mundo (17 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/17 07:00:00 GMT+1
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2005/11/17 06:00:00 GMT+1

Hasta el cuello

Lo que más me gustó de lo que dijo ayer José Zaragoza, secretario de Organización del PSC, para negar que su partido haya recibido un muy especial y muy sospechoso trato de favor de La Caixa a la hora de encarar los créditos que le tiene concedidos, es que ellos renegocian sus créditos, «como todo el mundo».

No me digáis que no es gracioso. Yo no debo ser de este mundo, porque nunca he renegociado ningún crédito. Y, de haberlo intentado, algo me dice que no habría conseguido que mis prestamistas aceptaran que pagara tarde y sin intereses.

Añaden los del PSC que el PP también ha conseguido que algunas entidades bancarias le condonen deudas. Dijeron que el Tribunal de Cuentas tiene documentos que revelan que sólo en 1992 los de Aznar consiguieron que les perdonaran 1,4 millones de euros de intereses impagados. Se refirieron también a las misteriosas donaciones anónimas que recibe el PP y que suman muchos cientos de miles de euros.

También eso me gustó, y hasta me hizo gracia, porque responde a la muy entrañable tradición celtibérica según la cual no hay nada mejor para librarse de una acusación que responder al acusador: «¡Pues mira que tú!». Es una falacia infantil, porque, obviamente, nada impide que ambos reproches den en el clavo, y que tanto el PSC como el PP hayan recibido sustanciosas dádivas de unas u otras entidades financieras, a la espera de que se las devuelvan en forma de favores políticos. Es de hecho lo más probable, porque los bancos no suelen dar euros a 80 céntimos y, si se muestran tan generosos con quienes tienen poder -o expectativas de poder-, seguro que es por algo. Ayer ERC aportó un dato ilustrativo: contó que La Caixa le amenazó en 1997 con embargar sus cuentas si no paralizaba una campaña contra los peajes de las autopistas. Y es que La Caixa es la principal accionista de Abertis, que controla dos tercios de las autopistas españolas de pago. El episodio puede valer como botón de muestra.

Lo que no me hizo ninguna gracia, en cambio, es lo que el señor Zaragoza afirmó a continuación. Dijo saber que Manuel Pizarro, presidente de Endesa, es uno de los «donantes anónimos» que alimentan las cajas del PP y de la fundación FAES, que preside Aznar.

Lanzó esa acusación y añadió acto seguido: «Que demuestren que no es verdad».

Eso está feo. Muy feo. Por mucho que uno quiera quitarse muertos de encima, no es ni lícito ni decente incurrir en algo tan burdo y tan contrario a las normas del Derecho como pedir al acusado que demuestre su inocencia. Los juristas llaman a eso «invertir la carga de la prueba». Resulta inaceptable en todo caso y circunstancia, y descalifica a quien lo hace. Es quien formula la acusación quien debe probarla, y si no es capaz, lo mejor que puede hacer es callarse.

Pero, quitando esos deslices menores, el asunto está resultando la mar de interesante. Con un poco de suerte, si se ponen a echarse la caca los unos a los otros, nos demuestran con fechas, cifras y nombres que, efectivamente, todos ellos están de caca hasta el cuello.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de noviembre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/17 06:00:00 GMT+1
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2005/11/16 06:00:00 GMT+1

Sin tregua, pero con ley

Se enrarece por momentos el clima político local. El navajeo se adueña de la escena. Los jefes de los partidos fingen comedimiento, pero su disimulo -mínimo, en realidad- apenas oculta su sistemático recurso a las maniobras más arteras, en las que todo vale. Junto a ellos, los hipócritas se fingen escandalizados y reclaman un poco más de tolerancia, de fair play.

Siempre me ha molestado que se hable de «las reglas del juego democrático». Cuando se emprende con rigor y con principios, la lucha política no tiene nada de juego. Del mismo modo que, según la clásica definición de Klaus von Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios, la política es una guerra que se libra sin armas. Su finalidad es, en último término, la misma que la de las guerras cruentas: convertir al enemigo en inofensivo.

Así las cosas, no veo por qué deba nadie ser tolerante con el enemigo. Yo, al menos, nunca he preconizado tal cosa. Más bien todo lo contrario: al enemigo hay que hostigarlo sin tregua. Por eso mismo, nunca he pedido a mis enemigos que no disparen contra mí, ni me he quejado de que lo hagan. Lo propio del combatiente es ir a por el enemigo. Y si le ve angustiosamente apurado, razón de más para insistir en el ataque con todas las energías concentrables. ¿Que ya está contra las cuerdas? Pues a seguir pegando. Hasta el K.O.

Establecido lo cual, lo que no debe olvidarse jamás es que incluso las guerras están sometidas a leyes y reglas que es obligado respetar. Por ejemplo: no es lícito someter a los prisioneros a vejaciones ni darles un trato degradante. No se puede atacar a la población civil de la zona enemiga. Debe renunciarse por entero al uso de armas prohibidas. Etcétera.

Ese género de leyes, recogidas en varios acuerdos internacionales, el más conocido de los cuales es la Convención de Ginebra, tienen también sus correspondientes equivalencias en la lucha política. Por ejemplo: no es lícito inmiscuirse en la vida privada de nuestros oponentes. Tampoco cabe convertirlos en víctimas de rumores objetivamente difamantes. Es asimismo inaceptable el uso de la mentira.

Dicho de otro modo: armas, todas, y cuantas más mejor, pero siempre que sean legales.

En España, sin embargo, todo funciona al revés. La pelea política tiene, de hecho, una trascendencia más bien escasa, dados los muchos criterios comunes que mantienen los dos principales partidos en liza. Pero, a cambio, ambos se sirven de las peores artes, incluyendo algunas que producen auténtica vergüenza ajena (véanse los argumentos que han venido utilizando el PP y la jerarquía católica para ir en contra de la Ley Orgánica de Educación, muchos de ellos basados en puros inventos).

En donde debería regir la intransigencia con ley, ellos han instaurado el pasteleo envenenado.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de noviembre de 2005) y El Mundo (24 de noviembre de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 30 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/16 06:00:00 GMT+1
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2005/11/15 06:00:00 GMT+1

Son como Fox

Me indigné -ya que no sorprendí- anoche, oyendo a los integrantes de varias tertulias radiofónicas emprenderla contra el presidente venezolano, Hugo Chávez. No me llamó tanto la atención la belicosidad de algunos como la coincidencia de todos. Ni siquiera se molestaban en discutir: la condena era unánime. Y no se ceñía a lo propio de la crítica política, sino que se adentraba audazmente en el territorio de la descalificación personal: «payaso», «personaje atrabiliario», «bufón», «individuo de actitudes intolerables»... Comprobando que quienes así se expresaban eran los mismos que se mueven con pies de plomo y echan mano de toda suerte de amables eufemismos cuando osan criticar a Bush, me dije: «Claro, reconvienen al Gobierno de Washington, aunque con la debida prudencia, porque se empieza teniendo cárceles clandestinas y lanzando bombas de fósforo sobre poblaciones civiles y lo mismo se acaba llamando "lacayo" al presidente de México».

En este caso como en tantos otros, Chávez tiene razón en el fondo, aunque cada cual sea libre de considerar más o menos apropiadas sus formas. En la reciente Cumbre de las Américas, Bush hizo una defensa, tan encendida como inopinada e improcedente, del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que patrocina él mismo. El asunto ni siquiera estaba en el orden del día, y así lo señalaron de inmediato los presidentes de Argentina y Brasil, lo cual no impidió al mexicano Vicente Fox salir en defensa del inquilino de la Casa Blanca.

Para nadie es un secreto que Washington inyecta cada año una buena partida de millones de dólares en la economía mexicana. Trata de evitar que su vecino del sur sufra desequilibrios que pongan en peligro la seguridad de los propios EEUU. Fox es consciente de lo que debe a Bush, y actúa en consecuencia. Pero lo cierto es que la iniciativa del ALCA, en la que tanto interés pone Washington, parte de un principio de patente desigualdad: reclama de los países de América Latina que no pongan ninguna traba al libre comercio, pero permite que los EEUU mantengan una política claramente proteccionista sobre su producción agrícola.

Fox se refirió en términos muy críticos a las posiciones defendidas por Chávez en la Cumbre de las Américas y Chávez le respondió haciendo público un discurso que pronunció Fox en la propia Cumbre, que no se había dado a conocer, en el que quedaba patente su actitud más que obsequiosa hacia Bush. Lo cual ha enfurecido a Fox, porque ha quedado retratado como lo que es.

Y aquí, entretanto, nuestros conspicuos comentaristas radiofónicos no tienen nada mejor de lo que hablar que de los «malos modos» de Chávez. A su manera, son como Fox.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/15 06:00:00 GMT+1
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2005/11/14 06:00:00 GMT+1

No Direction Home

Pasaron anoche en Canal + No Direction Home (*), la larga película para televisión que ha hecho Martin Scorsese sobre Bob Dylan.

Es un buen documental. Scorsese contaba para realizarlo con varias ventajas: sabe mucho de hacer cine, conoce muy bien la vida y la obra de Dylan, es un adicto al rock, al folk y al country... y tenía el respaldo del propio Dylan, que acompaña el hilo del relato con sus recuerdos y comentarios, aceptablemente poco endiosados y bastante distantes.

Interesado desde hace 40 años por la obra de Bob Dylan, casi nada de lo que relata el documental me pilló demasiado por sorpresa, como ya me esperaba. Pero una cosa es haber leído esto o lo de más allá y otra cosa es verlo. Buena parte de los archivos filmados que utiliza Scorsese, con el apoyo de los cuales consigue reconstruir los diferentes ambientes en los que se forjó Dylan -muy especialmente el del Village neoyorquino de los 60-, me eran desconocidos. También me parecieron muy interesantes y bastante sinceras las entrevistas con cantautores, artistas y gente de la farándula progre del Nueva York de entonces. Dan la sensación de haber envejecido bastante bien casi todos. Se les ve lúcidos.

De todos modos, lo que más me impresionó, y con diferencia, fue el relato duro y sin concesiones que hace Scorsese de los malísimos tragos por los que pasó Dylan cuando decidió que no iba a encasillarse de por vida en el papel de cantante protesta-folk-izquierdista que le habían asignado y se puso a probar qué posibilidades le ofrecían la música rock y la poesía surrealista.

Fue terrible. Durante varios años, concierto tras concierto, su público lo abucheó y le insultó hasta hartarse. El comentario lo recogieron varias veces las cámaras de la época, y se ve en No Direction Home: «¡Hemos venido a ver un cantante folk y nos encontramos con un grupo pop!», «¡Y esa horrible armónica!», «¡Pero si es que, además, desafina!», etc.

Le habría bastado con renunciar al cambio de imagen -incluyendo en ella su estilo musical- para seguir triunfando. Habría podido seguir así, con sus Blowin' in the Wind, sus Masters of War, sus The Times They are-a Changin', sus Only A Pawn in their Game, etc., de por vida, añadiendo de tanto en tanto sus Hurricane, sus George Jackson y otras protestas circunstanciales. Es lo que han hecho más o menos -algunos con considerable dignidad- artistas como Pete Seeger, Joan Baez, Peter, Paul & Mary, Tom Paxton o Maria Muldaur. Pero él no podía. Porque Dylan no era ni mucho menos tan izquierdista como se le pintaba -de hecho no fue nunca realmente izquierdista- pero, a cambio, era un perfecto inconformista, alérgico a los encasillamientos, muy capaz de hacer justo lo contrario de lo que se esperaba de él, caso de parecerle buena idea.

Incluso su despectiva altanería de entonces me parece ahora más fresca y sana que los rollos políticos que se echaban otros. «¿Cuántos cantantes de protesta cree que hay hoy en día?», le pregunta un periodista en una conferencia de prensa. «Unos 136», responde. El periodista, picado en su amor propio, repregunta: «¿Unos 136? ¿136, más o menos, o 136 exactamente?» Y él, sin inmutarse, insiste en la irrisión: «Bueno, entre 136 y 142». (**)

Inconformista no quiere decir frívolo. Un frívolo jamás habría afrontado con tanta decisión -con tanto arrojo, incluso- la que se le vino encima por haber traicionado el folk. Fue de un valor -o de una terquedad, tanto me da- realmente admirable.

Nos equivocamos en masa los progres de la época. Yo también torcí el gesto cuando me llegó Highway 61 Revisited (1965). Me dejó de una pieza. ¿Qué diablos era aquello tan ruidoso, tan eléctrico? ¿Dónde estaba mi Dylan?

Tardé años en descubrir que mi Dylan no estaba en ningún lado, porque Dylan era exclusivamente de Dylan. Y sigue siéndolo.

Y también me costó mucho admitirlo, pero me rendí finalmente a la evidencia: Dylan es un genio. ¿Antipático? ¿Desagradable? ¿Engreído? ¿Con una voz que recuerda el maullido de un gato acatarrado? Todo eso y mucho más. Pero un genio.

(*) El título del documental hace mención al estribillo de una de las más celebradas canciones de Dylan: Like A Rolling Stone («Como un canto rodado»). Dice: «How does it feel / How does it feel / To be on your own / In no direction home / Like a complete unknown / Like a rolling stone». Quien quiera conocer mi punto de vista sobre esta canción y sobre Dylan en general puede consultar el texto de la conferencia que di en Las Palmas de Gran Canaria en junio de 2001 bajo el título «Dylan, poeta».

(**) Diálogo citado de memoria. Si no fue así, fue muy parecido.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (14 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/14 06:00:00 GMT+1
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2005/11/13 06:00:00 GMT+1

La relación de fuerzas

En Francia, la Iglesia vaticana no pinta nada en las escuelas. Está autorizada a tener sus propios centros educativos, pero la enseñanza que imparte en ellos ha de amoldarse a las normas dictadas por el Estado y debe costearlos por su cuenta, al margen de las arcas públicas. Recibe las mismas ayudas -modestas, por lo demás- que los representantes de las otras iglesias que cuentan con un mando unificado. Y ya está.

Los obispos católicos franceses son tan propensos a la restauración de lo superado por la Historia -tan reaccionarios, en sentido estricto- como los españoles. Pero saben a qué atenerse. Saben cuál es la relación de fuerzas.

Entre los muchos problemas que se crea el Gobierno de Rodríguez Zapatero él solo, uno, y no el menor, es que no sabe ni movilizar las fuerzas que le respaldan ni utilizar los recursos del poder que el electorado ha puesto en sus manos. Es algo que afecta a muy diversos planos de la vida política. Resulta increíble, por ejemplo, que el teórico pluralismo de los medios de comunicación de titularidad pública siga expresándose, aún a estas alturas, juntando a unos cuantos opinantes más o menos pro gubernamentales -no mucho, si de lo que se habla es del Estatut- con bastantes más situados en la órbita del PP. Como si ésa fuera toda la variedad política reflejada en el Parlamento. (De serlo, ¡bueno iría el Gobierno!)

Le llevan a uno el alma los diablos, y digo bien, cuando ve las respuestas apocadas y pusilánimes que da el Gobierno a la ofensiva coordinada de las derechas. Le bastaría con comunicar lacónicamente a la Conferencia Episcopal que considera que el Estado español ya le ha indemnizado más que de sobra por las desamortizaciones del XIX y que va a ajustar la ayuda económica que le proporciona a las labores de estricto interés social que desarrolla. Y ya de paso, y puesto que las derechas han elegido la calle como teatro para su pulso político, propiciar que las fuerzas laicas hagan lo propio, sólo que más.

Bajan las expectativas de voto del PSOE, según las encuestas, y suben las del PP. Pero no es porque ahora haya menos gente opuesta a la derecha que en marzo de 2004, sino porque buena parte del electorado que se movilizó entonces ha vuelto a sus cuarteles de invierno, desalentada por la blandenguería del Gobierno de Zapatero, siempre temeroso de responder con hechos -con hechos, Montilla, no con desahogos verbales- a la insólita belicosidad de los aznaristas de civil, de uniforme o de sotana.

Zapatero tiene el poder del Ejecutivo y puede contar para algunos de sus litigios -para éste de la Conferencia episcopal, sin ir más lejos- con el apoyo de muchos millones de ciudadanos. ¿A qué espera para actuar? Si quiere imponer una relación de fuerzas favorable, deberá empezar por dejar claro el peso real de sus propias fuerzas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (13 de noviembre de 2005) y El Mundo (14 de noviembre de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/13 06:00:00 GMT+1
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2005/11/12 06:00:00 GMT+1

Crímenes, no errores

Según acababa de peinar el pasado miércoles la columna Gernika en Faluya antes de enviarla a El Mundo para que la incluyeran en el periódico del jueves, me vino a la cabeza una idea que me resultó interesante, pero que sólo apunté de pasada, para no dispersar la atención de los eventuales lectores.

La idea en cuestión me asaltó cuando recordé la coartada a la que recurrieron tantos alemanes tras la II Guerra Mundial. Dijeron que no se habían enterado de lo que estaba haciendo el régimen hitleriano; que, de haberlo sabido, lo habrían rechazado.

A mí, al menos, la excusa me vale de muy poco. La ignorancia no justifica nada cuando actúa como refugio; cuando es deliberada, buscada. En la Alemania de 1934 -por no hablar de la de 1939- había ya sobrados elementos de juicio para saber que los nazis eran criminales sin escrúpulos y para dar por descontadas sus barbaridades, con independencia de que se supiera más o menos sobre cada una de ellas en concreto.

Esto es así, sin duda, pero tampoco conviene llevar las cosas hasta la caricatura, porque entonces se pierde la perspectiva histórica. Hoy en día identificamos al III Reich con la monstruosidad en estado puro, pero en su momento fueron muchos, en Alemania y fuera de Alemania, los que lo tuvieron por un régimen honorable, con sus cosas criticables, desde luego, pero también con sus aspectos positivos. No pocos de los magnates de Hollywood que tanto han hecho para que el mundo entero identifique a Hitler con la esencia del Mal fueron en su día simpatizantes de la causa nazi.

Hoy en día apenas nadie admite que se catalogue como «errores» el expansionismo militar de Hitler y su recurso sistemático a las peores técnicas de exterminio. Se entiende que, en el comportamiento del criminal, el crimen no es un error, sino un acto propio de su condición y, en ese sentido, lógico y coherente.

Recojo las piezas componentes de las reflexiones anteriores y me traslado con ellas al mundo de nuestros días. Me pregunto: cuando la clase dirigente estadounidense viola sistemática y descaradamente el Derecho internacional; cuando se comporta como si el resto del planeta fuera el patio trasero de su casa, del que puede disponer a su antojo; cuando recurre a la violencia arbitraria para imponer sus designios allí donde ve peligrar sus intereses; cuando emplea armas prohibidas, encarcela sin contar con los jueces y establece presidios secretos... ¿frente a qué estamos? ¿Frente a las lamentables disfunciones de un régimen honorable que incurre en ciertos errores o más bien ante el comportamiento lógico y coherente de una banda criminal?

He escrito antes que en 1934 ya se sabía lo suficiente de lo que estaba pasando como para no llamarse a engaño con Hitler y los suyos. Digo lo mismo con respecto al comportamiento de Bush y los de su cuerda en el mundo de hoy.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (12 de noviembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de octubre de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/11/12 06:00:00 GMT+1
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