Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2007/11/21 05:00:00 GMT+1

La amistad

Hablaba ayer con una amiga sobre la amistad. Le decía que la enfermedad de mi compañera de fatigas, Charo (*), y la muerte de mi hermano Josemari me han permitido ratificar algo que ya sabía: que tenemos un montón de amigos y amigas.

“¿Como cuántos?”, me preguntó.

“Entre Charo y yo, varias decenas, desde luego”, le respondí.

Se asombró.

Es posible que no me explicara bien. En eso, como en casi en todo, hay que establecer grados y variedades.

Yo considero que un amigo o una amiga es una persona que está claro que se interesa sinceramente por cómo te va y que demuestra que está dispuesta a hacer ciertos sacrificios para ayudarte, si te hace falta. Y que suscita en ti una predisposición recíproca equivalente.

Pero, claro, ése es un criterio general. Luego hay que ir a lo particular.

Por ejemplo: no es lo mismo alguien que te presta un apoyo concreto en un momento concreto, sin más, que alguien que es capaz de demostrarte su aprecio de manera permanente, sin necesidad de hacer mención expresa de ello.

También hay que considerar la predisposición natural de las personas. Las hay que son espontáneamente muy generosas, en general, y las hay que administran sus favores con tanto celo que el más pequeño de los gestos merece ser valorado como una joya.

Y del otro lado: hay quien lleva bien y agradece mansamente las ayudas y a quien le sienta como una patada estar en deuda, así sea sólo moral, con alguien.

¿Más posibilidades? Existen, por supuesto. Está el caso de quien es capaz de hacer el mayor de los sacrificios por un amigo, siempre que se concrete en una sola decisión y quepa materializarla rápidamente, pero que, en cambio, jamás asumiría una responsabilidad, aunque fuera menor, que le obligara a algo paciente, sistemático y constante.

O sea, que es un asunto complicado, éste de la amistad, que admite muchos matices.

A mí me emociona mucho en todas sus manifestaciones, pero eso también puede ser porque espero más bien poco. Mi escasa fe en el género humano, asentada en una experiencia que ya empieza a ser larga (tocaré madera), me ha llevado a considerar que, por lo general, lo más sensato es ponerse siempre en la peor de las hipótesis.

Partiendo de eso, lo más frecuente es salir ganando.

___________

(*) Ya he dicho otras veces que a Charo no le gusta que hable en público de sus asuntos pero, en este caso, y habida cuenta de algunas confusiones que mis ambigüedades han producido en los últimos días, me parece oportuno precisar que ya está en casa, con el ánimo bien alto y en rápida recuperación, aunque la convalecencia de una intervención quirúrgica importante no sea cosa de dos días.

Escrito por: ortiz.2007/11/21 05:00:00 GMT+1
Etiquetas: jor josemari_ortiz apuntes amistad 2007 charo | Permalink | Comentarios (6) | Referencias (0)

2007/11/20 08:00:00 GMT+1

Día de luto

Ayer murió mi hermano Josemari.

Pudo ser el Ortiz más importante de la Historia, con gran diferencia, pero se conformó con ser el mejor Ortiz de todos nosotros.

A que no llegara a ser el Ortiz más importante de la Historia contribuyó mucha gente: un abuelo paterno cruel que le daba capones porque así se sentía reconfortado, o cosa semejante; un padre que nunca entendió ni soportó su amor por el arte y que, en colaboración con los jesuitas, llegó a obligarle a comerse sus propios dibujos, para que aprendiera…  Y, claro está, y en conjunto, un régimen cultural y social absurdo, dentro de una Euskadi oprimida por la mierda foránea y por la mediocridad interna.

Podría contar muchas cosas de él, algunas sorprendentes, otras desternillantes, no pocas admirables, todas singulares. Fue genial. De su mano prodigiosa surgían maravillas.

Podría argumentar largo y tendido mi devoción por él, pero el mayor homenaje que quiero dedicarle hoy va a consistir en hacer lo que más me cuesta en esta vida: guardar silencio.

Mañana echaremos sus cenizas a volar en un bello rincón de una montaña de Euskal Herria, Gipuzkoa a un lado, Nafarroa al otro. Se llega a él por una carretera que construyeron los presos de Franco condenados a trabajos forzados, muchos de los cuales dejaron la vida en sus zanjas.

Los diarios de por aquí sacan hoy esta esquela:

EL PINTOR

JOSEMARI ORTIZ ESTÉVEZ

Murió ayer en Donostia, a los 70 años, sin haber recibido ni sacramentos ni bendiciones apostólicas.

Su pareja, Benedicta Bidasoro Atorrasagasti; su ex mujer, Cristina Ceberio Corostola; su hijo, José María; sus hijas, Cristina y Natalia; sus hermanos, Antonio, Javier y Manuel; sus muchas cuñadas y cuñados, sobrinas y sobrinos, nietas y nietos, amigas y amigos, confían en que se recuerde lo mucho bueno que hizo por todas y por todos.

Sus cenizas serán dejadas al viento mañana miércoles en una montaña de Euskal Herria.

--------------

Ahora ya sabéis que he hecho durante los últimos días. Acompañar su agonía.

Quien quiera echar un vistazo a una parte de su obra, para hacerse una idea, puede hacerlo aquí.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de noviembre de 2007).

Escrito por: ortiz.2007/11/20 08:00:00 GMT+1
Etiquetas: muerte preantología josemari_ortiz 2007 apuntes | Permalink | Comentarios (57) | Referencias (2)

2007/11/19 09:25:00 GMT+1

Formas de vómito

Como ya he comentado alguna vez en los últimos días –aunque sin entrar en detalles que no hacen al caso, al menos por ahora– estoy pasando por una época en la que debo aplicarme a tareas de tipo familiar, algunas de ellas desarrolladas en lugares bastante alejados de mis campamentos-base, todo lo cual no sólo rompe mi dinámica de trabajo habitual, por lo general muy ordenada, sino que también ocupa bastante tiempo y, sobre todo, aporta un estado de ánimo teóricamente poco propicio para la reflexión sobre asuntos políticos y sociales, que suelen ser los de mi preferencia. Dados los ambientes en los que me estoy moviendo y las personas con las que me trato –gentes que no tienen el menor deseo de verse retratadas en los papeles, así sea de manera indirecta–, lo que vivo tampoco me aporta materia para la reflexión sobre los usos y costumbres del personal, que suele ser otro de mis temarios favoritos.

En resumen: se diría que están reunidas todas las condiciones para que pidiera a las compañeras de la sección de Opinión de Público que echaran mano del almacén de Dedos en la llaga intemporales que tenemos montado en previsión de cualquier situación de emergencia que pudiera presentársenos (que sé yo: un accidente o una enfermedad de tipo menor, que me dejara fuera de juego por algunos días). Es lo que en la jerga periodística llamamos “nevera”, aunque quizá fuera más conveniente actualizar el término y llamarlo “congelador”. O sea, que, a falta de comida fresca, tiras del cajón de los congelados.

Pero no lo he hecho. Es cierto que ha habido varios días (pocos) en los que se me ha echado encima la hora del cumplimiento de otras tareas y no he tenido tiempo de escribir algún Apunte del Natural, pero las columnas de Público las he mantenido sin falta, frescas.

Eso se debe a algo de lo que siempre he sido vagamente consciente, pero de lo que estos días estoy adquiriendo la certeza total: escribir, para mí, tiene efectos relajantes. Cuando me pongo a escribir, consigo abstraerme de todas las demás circunstancias de la vida: está el asunto sobre el que he decidido centrarme, está la necesidad de explicar mi pensamiento con la mayor corrección y la mejor capacidad de síntesis de las que sea capaz… y no hay nada más.

La escritura cobra entonces una dimensión terapéutica que la convierte en un elemento clave para aguantar el tipo el resto del día. Actúa como una vía de escape de las preocupaciones. Como una válvula por la que sale el vapor a presión y permite que la olla no estalle. Como un relajante, o un ansiolítico, o como quiera que los médicos llamen a esas pócimas.

Parece que el origen de muchas viejas músicas populares tiene no poco que ver con esto que cuento. Los blues (tristezas) de los trabajadores negros del sur de los EEUU eran su modo de exteriorizar la rabia y la pena: en la medida en que lo sacaban al exterior, lo objetivaban y, en cierta medida, se liberaban de ello.

Es también, en parte, la vieja catarsis griega. Quizá tenga que ver también con la confesión de los católicos. Y con las técnicas del psicoanálisis freudiano.

Son también, en cierto modo, formas de vómito.

Escrito por: ortiz.2007/11/19 09:25:00 GMT+1
Etiquetas: jor 2007 apuntes | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

2007/11/16 05:30:00 GMT+1

Como chinches

Se acumulan las nuevas luctuosas.

Me afectó la noticia del fallecimiento de Manolo Sanabria, compañero de andanzas periodísticas en la época del diario Liberación. Siempre lo recordaré como un parlanchín divertido y ácido, y también como un escritor brillante, acerado y caótico. Un tipo majísimo, de ésos que los jefes de cierre odiábamos, porque pueden entretener a todo el mundo con cualquier cosa y conseguir que nadie entregue los artículos a su hora.

Escribió en una ocasión una crónica de un robo en Vallecas, titulada Atracan un banco en la modalidad de parejas, que tengo en la memoria como una joya, ejemplar por dos conceptos: como muestra espléndida de periodismo y como provocación irresistible a la incontinencia urinaria. Era de mearse.

Ha muerto también Carlos Otamendi, que fue en los años ochenta muy discreto pero eficacísimo líder de la Comisión Anti-OTAN de Madrid.

Carlos, compañero también de otras fatigas políticas, era natural de mi barrio de Gros, en Donostia. Su casa estaba a dos manzanas de la de mis padres. Hubo una época en la que un amigo cercano se reía a gusto de todos nosotros (Eugenio del Río, Patxi Iturrioz, Josetxo Fagoaga, el también difunto y genial pintor Carlos Sanz, los hermanos Fernando y Guillermo Lusa…) diciendo que no íbamos a construir “el socialismo en un solo país”, según la conocida sentencia trotskista, sino “el socialismo en una sola calle”, porque vivíamos todos en un radio de 300 metros. Otamendi estaba también allí en medio, aunque era algo más joven que nosotros.

Carlos, no sé muy bien ni cómo ni por qué, llegó a ser ejecutivo de Metra Seis en Madrid, la empresa demoscópica, y nos dio bastantes bolos a casi todos los amigos miserables. En los tiempos en los que no teníamos ni para pagarnos un bocata de calamares, nos llamaba para que opináramos de cualquier cosa, y no le dejábamos del todo mal, porque dábamos prueba de un buen nivel cultural, no muy fácil de encontrar en otras “muestras aleatorias”.

La verdad es que estamos viviendo ahora mismo tiempos muy amargos. Cada vez que últimamente descuelgo el teléfono, tiemblo.

Estamos cayendo como chinches.

De algunos podrá decirse que es normal, porque lo somos, pero de otros me consta que no.

Las cenizas de Carlos se mecen ya con las olas del Cantábrico. Allí dejamos también las de mi hermano Bobi.

Da igual, pero, puestos a escoger, yo casi preferiría la cumbre del monte Larrun, en la muga entre los dos estados, por donde tantas veces cruzamos en tiempos la frontera en ambos sentidos, burlando a todas las policías.

Me divierte pensar en la posibilidad de que mis restos acaben algún día bailando al albur del viento entre aquellas viejas rocas, queridas amigas junveniles.

¡Me gustaría tanto ser travieso hasta el final!

--oOo--

Otra de autobombo

En relación con la encuesta sobre columnistas del diario Público que cité ayer, presente en el blog de Ignacio Escolar, me toca hoy precisar que he subido en la lista de favoritos. Al número 1, en concreto, según podía constatarse esta madrugada. (¡Juro que yo no he votado, y que no he pedido a nadie que lo haga!)

--oOo--

Nota bene.– Un lector comenta que no es que El País haya defenestrado a Máximo, sino que, según ha podido enterarse él por internet, el buen editorialista gráfico tiene una lesión en la mano que le impide dibujar. El lector bromea diciendo que soy muy mal pensado y que enseño la oreja de mi fobia anti-PRISA.

Respondo por partes. 1ª) No enseño la oreja, sino el cuerpo entero: esa empresa me carga y jamás he ocultado ni mis sentimientos ni mis razones; 2ª) También es coincidencia que Máximo se lesione la mano justo cuando El País cambia de diseño y reestructura sus páginas de Opinión; 3ª) ¿Por qué debe uno ir a internet para enterarse de lo sucedido? ¿No habría sido más natural y lógico que el propio periódico diera cuenta de esa baja temporal en su edición impresa?; 4ª) Sé de algún (¿otro?) colaborador gráfico de El País al que le han dicho que "su caso" está en estudio y que ya le dirán dentro de un mes qué determinación ha tomado la empresa a su respecto, y 5ª) No veo en qué lugar del nuevo diseño de El País podría encajar la viñeta de Máximo.

O sea, que puede que yo sea muy suspicaz, pero que las razones tampoco me han faltado.

Escrito por: ortiz.2007/11/16 05:30:00 GMT+1
Etiquetas: carlos_otamendi apuntes preantología 2007 muerte manolo_sanabria | Permalink | Comentarios (6) | Referencias (0)

2007/11/15 06:30:00 GMT+1

Sublime Romeu

Hay dos modos de alcanzar lo sublime. Uno es por arriba, elevándose muy por encima de la mediocridad. Otro es por abajo.

Romeu, el viñetista de El País, que ha sobrevivido a todos los talentos defenestrados (el último, Máximo) y sobrevivirá a los que quedan (el último, Andrés Rábago, “El Roto”), tiene esta segunda especialidad.

Fijáos en la viñeta que le publicaron el pasado martes, 13.

 

 

No precisa mayor comentario. Me ahorro también los adjetivos.

--oOo--

Una de autobombo

Veo que Ignacio Escolar ha incluido en su blog una encuesta entre lectores de Público para que digan qué columnistas prefieren. A la hora y día en que he consultado los resultados (jueves 15 de noviembre, 06:30 h.), figuro en segundo puesto, tras el Gran Wyoming, un solo voto por delante de Manolo Saco (o sea, casi ex aequo). Me ha sorprendido.

Escrito por: ortiz.2007/11/15 06:30:00 GMT+1
Etiquetas: jor romeu 2007 apuntes | Permalink | Comentarios (13) | Referencias (0)

2007/11/14 05:30:00 GMT+1

Cried For No One

Recuerdo el núcleo de la escena como si se hubiera producido hace poco más de media hora. Pero sucedió hace algo más de 30 años. Así que los detalles se me escapan.

Me parece que en alguna ocasión he aludido a aquello, pero menos explícitamente.

Nos habíamos juntado unos cuantos en casa de Javier Gómez Navarro, empresario y militante del PSOE, para seguir los resultados de las elecciones del 15 de junio de 1977. Estaban por allí, si mal no recuerdo, Pedro Altares, Javier Solana… Estaba también, desde luego, Ana Puértolas, que por entonces trabajaba conmigo en Saida. Y estaba mi pareja de aquel tiempo, Mercè, y media docena de conocidos más. Tal vez también Sole Puértolas, la hermana de Ana. No sé.

Lo que sí recuerdo es que se fueron conociendo poco a poco los resultados de la jornada electoral, y que los socialistas presentes y otros ávidos, decepcionados por el triunfo de la UCD –hablaban de “pucherazo”–, se pusieron a discutir de “política”. De lo que desde entonces yo también empecé a llamar “política”: del poder de las castas agrupadas por intereses particulares, de las posibilidades de alcanzar zonas de dominio, de la eventualidad de disfrutar de ellas… Aquello no tenía nada que ver con lo que yo había llamado “política” desde que me metí en esas historias, con 16 años.

Me fui sintiendo cada vez más distante, más lejano, más ausente. Así que encendí el buen equipo de música de Gómez Navarro, me coloqué unos auriculares (entonces no los llamábamos “cascos”) y me dediqué a escuchar algunos discos. Mi tocayo, por entonces gerente de Cuadernos para el Diálogo, tenía buen gusto. Oí un disco de Oskorri, con un solo maravilloso de alboka, y luego me detuve en un par de discos que Manolo Rodríguez Rivero le había regalado a Gómez Navarro. Traídos, supongo, de los EE.UU. Eran de una estrella emergente del country-folk llamada Emmylou Harris. Me llamó la atención que cantaba algunas cosas de Lennon y McCartney en arreglos country.

Empecé por oír el For No One.

En ese mismo momento alguien gritó: “¡Atención! ¡Declaraciones del embajador de Portugal! ¡Es importante!”

De modo que subí el volumen de la música.

Fue mi modo de decir adiós a la “política”. Ésa que ahora no pongo entre comillas, porque para qué, si apenas queda ya ninguna otra por aquí.

A la mañana siguiente escribí un breve poema que, leído más de tres décadas después, creo que me resultó sin pretenderlo una declaración de principios (o de finales) para el resto de la vida.

Lo titulé “15-VI-1977” y decía así:  

La gran diferencia estaba allí:
el señor embajador de Portugal
trataba desesperadamente de romper el silencio
desde la pantalla muda de la sala,
y yo me hundía en la dulzura de Emmylou Harris:

"...and in her eyes you see nothing 
no sign of love behind the tears
cried for no-one..."

No había nada que me pudiera unir ya jamás
al señor embajador de Portugal.

Lo mismo no se entiende.

Escrito por: ortiz.2007/11/14 05:30:00 GMT+1
Etiquetas: puértolas elecciones música españa 1977 solana emmylou_harris gómez_navarro 2007 altares apuntes | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (1)

2007/11/13 05:30:00 GMT+1

Zapatero, un Proudhon de última generación

Ni harto de grifa se me ocurriría poner al mismo nivel a José Luis Rodríguez Zapatero y a Pierre-Joseph Proudhon, referente del socialismo utópico francés y del anarquismo pacifista decimonónico, hombre reconocidamente inteligente, generoso y de amplias miras.

Si me he acordado del buen político y filósofo autodidacta del Franco-Condado ha sido por culpa de Carlos Marx, cuyos textos tanto cultivé en mi juventud (y que tanto juego me han dado, como nunca he dejado de reconocer).

He recordado que el de Tréveris, tan invariablemente implacable e inmisericorde en sus juicios, retrató a Proudhon, con el que no simpatizaba ni poco ni nada, como un hombre sin remedio, porque –escribió el autor de Miseria de la Filosofía– resultaba siempre “demasiado de izquierdas para los de derechas y demasiado de derechas para los de izquierdas”.

Lo que no consigo recordar es el nombre de aquel otro vitriólico viperino que habló de la torpeza de quienes se sientan entre dos sillas. Pero no al modo del refrán flamenco que tan genialmente ilustró Pieter Brueghel («Sentarse entre dos sillas sobre la ceniza»), sino a la manera celtibérica, que describe esa forma de colocar las posaderas como un sistema seguro de acabar cayéndose de culo.

Google sólo me da cuenta de un artículo aparecido en los últimos años en la prensa española que incluya esa expresión. Fue publicado el 15 de mayo de 1999 en El Mundo y se refería a Josep Borrell, tras su fracasado intento de ser candidato a presidente del Gobierno. Se leía en aquella columna, dedicada al exministro de Transportes: «Intentó sentar sus reales en una posición imposible. Quiso poner su campamento electoral en tierra de nadie, entre el felipismo y el antifelipismo. Pero es de sobra sabido que sentarse entre dos sillas es una forma bastante segura de caerse de culo.»

Borrell, Zapatero… Cómo cambian los tiempos y qué parecidos son a veces, si se cambia lo que hay que cambiar.

Escrito por: ortiz.2007/11/13 05:30:00 GMT+1
Etiquetas: apuntes borrell brueghel zapatero 2007 marx proudhon | Permalink | Comentarios (3) | Referencias (0)

2007/11/12 09:10:00 GMT+1

Más sobre lo de Chávez

(Entiéndase lo que sigue como un comentario a añadir a lo que he escrito hoy en mi columna de “Público”.)

Hugo Chávez puso en un brete al jefe del Gobierno español al interrumpir reiteradamente su intervención en la Cumbre Iberoamericana de Chile para calificar a Aznar de “fascista”.

El presidente venezolano cometió con ello tres errores.

El primero fue no tener en cuenta que ni Rodríguez Zapatero ni nadie que ostente la representación política de un Estado en una solemne reunión internacional (hablo de la representación política efectiva, no la meramente formal) puede permitir que se le interrumpa una y otra vez cuando está en su turno de intervención.

El segundo fue no darse cuenta de que, al dedicarse a insultar de modo tan reiterado a su antecesor (porque Aznar, además de ser Aznar, es también el último jefe de Gobierno que ha tenido el Estado español), estaba poniendo a Rodríguez Zapatero en una posición incomodísima, casi imposible. Hay obligaciones de carácter institucional que le atan, incluso legalmente.

El tercer error en el que incurrió Chávez, ligado al anterior pero separable, lo cometió al dar una importancia tan desmesurada a la catalogación de José María Aznar como “fascista”.

El presidente venezolano tiene todo el derecho del mundo a mostrar su indignación por el papel que el Gobierno de España, presidido entonces por Aznar, jugó en la intentona golpista que sufrió en 2002, pero ni el escenario, ni el momento, ni tampoco el modo que eligió el sábado para formular esa denuncia fueron los adecuados.

La cuestión no es decidir si Aznar es o no es fascista, entre otras cosas porque eso nos obligaría a llegar a un acuerdo sobre qué es, en rigor, el fascismo. No todas las ideologías y prácticas políticas identificables con las derechas autoritarias, incluyendo a las que se atienen a los parámetros de las actuales democracias occidentales, pueden ser catalogadas como fascistas.

Quizá haya quien crea que sí. Quizá lo crea Chávez. En todo caso, ¿había que dilucidar ese punto el pasado fin de semana en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile?

Claro que existe otra posibilidad, que obligaría a reescribir todo lo anterior: que Chávez acudiera la pasada semana a la Cumbre de Chile con la firme voluntad de hacerla fracasar. De convertirla en un fiasco. No es una hipótesis descabellada, pero tampoco he encontrado demasiados datos objetivos que permitan respaldarla. ¿Le interesa a Venezuela enfrentarse también al actual Gobierno español? ¿La relación de fuerzas existente en este momento en el conjunto de América Latina hace aconsejable la ampliación de ese frente de hostilidades?

Yo creo que no. Pero tampoco puedo asegurarlo.

 - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

En todo caso, ¡qué espectáculo tan bochornoso, el de la casi totalidad de los medios de comunicación españoles, sacando la cara por el Borbón!

¡Y qué exhibiciones de patético chovinismo!

“Poco importa las diferencias que pueda tener con él; si a un español se le ataca fuera de España, mi obligación es defenderlo”, dijo Zapatero. Ovación general.

¡Qué memez! Que se vea obligado a decir algo para proteger a Aznar del chorreo de Chávez por razones institucionales, pase. Pero ¿porque es español? ¿Y si atacaran al Dioni, también sacaría la tizona?

Escrito por: ortiz.2007/11/12 09:10:00 GMT+1
Etiquetas: chávez apuntes dioni zapatero 2007 chile juan_carlos_i aznar | Permalink | Comentarios (18) | Referencias (0)

2007/11/10 07:50:00 GMT+1

Los gobernantes merecidos

Hoy he escrito en Público sobre el gremio de los taxistas. Como casi toda la gente de mi edad y de mi medio social, algo sé de eso. Muy en particular de los discursos político-ideológicos con los que muchos taxistas tienden a amenizar su labor.

La parte que mejor conozco, por obvias razones de residencia, es la que ejerce en Madrid, pero podría relatar vivencias curiosas que me ha tocado experimentar no sólo en otras ciudades, sino también en otros países, e incluso en otros continentes. En más de una ocasión me han proporcionado materia para alguna columna.

Pero hoy no pretendo hablar de las especificidades ideológicas de los integrantes de ese sector del transporte público, sino de lo contrario: de lo que sus opiniones tienen de representativas del modo de reflexionar de sectores de la ciudadanía nada desdeñables, así sea por su amplitud numérica.

Hace como diez días, y habida cuenta de que llovía, tomé un taxi en Madrid para hacer un recorrido relativamente corto.

Dispuesto a demostrar al conductor mis buenos sentimientos, le manifesté mi pesar por el reciente asesinato de uno de sus compañeros. Su respuesta fue: “¡Esas cosas con Franco no pasaban!”.

Convendrá que deje constancia, antes de que deis rienda suelta a vuestra imaginación, que el taxista no tendría más de 35 años, vestía una sudadera desaliñada y lucía un pendiente en el lóbulo de su oreja derecha.

“¡Eso que acaba de decir me interesa mucho!”, le respondí alegremente. “Me encanta haber encontrado a un profesional bien informado. ¿Sabe? Es que quisiera escribir sobre ese problema. Me vendría muy bien que me diera datos concretos sobre la cantidad de agresiones sufridas por los taxistas de Madrid entre 1970 y 1975  y sobre cuántos de ellos resultaron muertos. Digo, por tomar como referencia el último tramo del franquismo.  Habré de saber también el tamaño de la flota madrileña de autotaxis de entonces para relacionarla con la de ahora y  fundamentar debidamente la comparación”.

Me miró perplejo por el retrovisor. No sabía si cabrearse o qué. “¡Y a mí que me cuenta! ¡Yo no tengo esos datos!”, me espetó.

“¡Oh, qué pena!”, le respondí, poniendo cara de desolación. “O sea, que estaba hablando por hablar, sin tener ni puta idea”.

Continuamos el resto de la carrera –breve, por fortuna– en silencio.

Estaba ya decidido a archivar la anécdota en la carpeta mental en la que acumulo mis reiterados incidentes ideológico-políticos con taxistas cuando, dos días después, me tocó participar en una reunión en la que estaba presente, entre otras personas no menos notables, un prestigioso artista, cuyo nombre no citaré (aunque dé lo mismo, porque se enterará de que he escrito esto y se me enfadará igual).

Salió en la conversación el asunto de la salvaje agresión al taxista madrileño, y el artista sentenció en tono muy solemne: “Lo peor es que, cuando los detienen, entran por una puerta y salen por la otra”.

No pude evitar responderle del mismo modo que al taxista mencionado más arriba. Le pedí muy cortésmente que, para fundamentar su afirmación, nos diera cuenta de la cantidad de personas detenidas por asesinato en los últimos tiempos en España de las que él tuviera constancia que han sido puestas en libertad ipso facto. Le reclamé, siempre de muy buen modo, que comparara, datos en mano, el grado de severidad del Código Penal español con el de los códigos del resto de los estados europeos comunitarios, y le pedí que relacionara también los porcentajes de las respectivas poblaciones reclusas con los censos de población.

Para esas alturas, empecé a sospechar que el siguiente asesino detenido iba a ser él.

Parece que fue G. W. F. Hegel quien dijo aquello de que “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”. Planteada así, parece una sentencia despectiva, cargada de aristocraticismo intelectual. Pero puede tomarse también como una mera constatación.

El problema no es que el género de personajes que he mencionado vote, y su voto valga como cualquier otro. Es que vale más. Porque es gente que opina con mucha determinación, y que seguro que impresiona mucho a sus familiares y vecinos. “Haz caso a Fulano, que está muy informado. No para de oír la radio”. “¿Mengano? ¡Controla todas las entretelas! Está relacionadísimo.”

¿Que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen? El fenómeno es más complejo. Incluso más dialéctico, y que Hegel que perdone. Los unos determinan cómo son los otros y los otros están hechos a la medida de los unos.

La complejidad del pensamiento de los unos está configurada a la medida de las exigencias de los otros.

Escrito por: ortiz.2007/11/10 07:50:00 GMT+1
Etiquetas: público taxi 2007 dedo madrid | Permalink | Comentarios (7) | Referencias (0)

2007/11/09 08:30:00 GMT+1

Más sobre la «autoría intelectual»

Mi columna de hoy en Público se refiere al simplismo de los razonamientos que suele emplear en muchas de sus intervenciones públicas el ex presidente del Gobierno José María Aznar. (Por cierto que la pata de banco con la que salió anteayer el ministro de Justicia, afirmando que él no comenta las palabras de Aznar porque el ex presidente no está en la política activa, fue sólo eso: una pata de banco. Hay diversos modos de estar presente en la vida política, y Aznar se sirve de varios de ellos: lo está en tanto que presidente de honor del PP, lo está como obvio referente de autoridad de la derecha española, lo está como cabecilla de la FAES… Retirarse de la política activa es algo muy distinto. Es lo que hizo Manuel Pimentel, o lo que hizo Carlos Solchaga, por citar dos políticos de signo distinto. Se retira de la vida política aquel que se ausenta de ella. Es así de sencillo. Y Mariano Fernández Bermejo, a quien la lengua a veces le corre con más rapidez que el pensamiento, lo sabe: Aznar no lo ha hecho.)

Dicho lo cual, retorno al sistema de argumentar que hace suyo José María Aznar, del que mi artículo de hoy en Público ofrece una muestra, pequeña pero significativa: consiste en presentar una determinada proposición como si fuera obvia (razón por la cual no se cree en la obligación de demostrarla) y construir sobre esa base el resto de su presunto razonamiento, hasta llegar a las conclusiones que él desea.

Dada la brevedad que exige una columna de prensa (2.200 caracteres, en el caso de El dedo en la llaga), me he limitado a refutar en la mía de hoy la supuesta obviedad de Aznar (“los atentados de ETA tienen invariablemente una autoría ‘intelectual’ distinta de la material o ejecutora”) apelando a los atentados de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, que el propio Aznar siempre contabilizó en el debe de ETA. Varios de sus atentados fueron planeados y llevados a cabo por la misma gente.

Pero hay otro ejemplo más sugestivo y, si se quiere, más bonito desde el punto de vista del análisis: el de la kale borroka. Según los planteamientos del PP, en buena medida respaldados por la doctrina Garzón y por varias sentencias de la Audiencia Nacional, las acciones de kale borroka deben ser englobadas dentro del terrorismo de ETA, y sus responsables, juzgados y condenados como miembros de ETA. Pues bien: está sobradamente demostrado que buena parte de esas acciones son pensadas, decididas y ejecutadas por los mismos elementos.

A mí no me cabe ninguna duda de que ETA modula tanto los altos y los bajos como la intensidad de la  kale borroka. Pero ETA no entra a decidir si los borrokas deben quemar este coche, aquella excavadora o tal o cual autobús, si han de destrozar un cajero automático de la BBK o de la Caixa, o si conviene que tiren esta noche un cóctel molotov contra un concesionario de automóviles o contra una estación de Feve. ETA da la consigna general que debe ser aplicada (“Enseñémosles un poco los dientes”, “Adelante a medio gas”, “Vamos a tope”) y luego los comandos urbanos se encargan de traducir esas consignas en actos concretos que deciden según su peculiar saber y entender.

Si os fijáis, es una técnica similar a la que aplican los grupos vinculados ideológicamente a Al Qaeda a lo largo y ancho del mundo: ellos saben qué línea general están marcando los jefes, pero sus acciones, en la práctica totalidad de los casos, las deciden y las montan ellos mismos, en función de las informaciones y de los medios materiales y humanos que están a su disposición.

En realidad –y éste es otro aspecto no menos evocador de la cuestión– siguen un modo de acción que guarda una cierta similitud (y muchísimas diferencias) con el que las partidas de semi-bandoleros semi-guerrilleros españoles siguieron contra las tropas ocupantes francesas durante la llamada Guerra de la Independencia Española, entre 1808 y 1814. Fue el primer caso de guerra asimétrica tipificable como tal. Nadie les decía al cura Merino, a Espoz y Mina, a José María El Tempranillo, a Juan Martín El Empecinado o a Julián Sánchez El Charro qué acciones debían emprender contra las tropas francesas. Se suponía que tenían la orden general de hacerlo como mejor supieran y pudieran, aunque nadie se la hubiera dado en mano. Sus ataques no tenían más “autoría intelectual” que ésa: la que parecía emanar de Cádiz. El abismo existente por entonces entre quienes pensaban y quienes actuaban resultaba tan llamativo que el propio Carl Marx llegó a escribir a ese propósito: “En Cádiz estaban las ideas sin acción; en el resto de España, la acción sin ideas”.

Escrito por: ortiz.2007/11/09 08:30:00 GMT+1
Etiquetas: bermejo solchaga empecinado 11m madrid pimentel cádiz eta kale_borroka 2007 al_qaeda merino marx aznar apuntes | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)