Otra agresión contra un taxista, esta vez en Vitoria, ha puesto nuevamente de actualidad las medidas de protección que reclaman muchos miembros del gremio. Quieren que la Administración les facilite la instalación de mamparas de seguridad, cámaras de vídeo que graben lo que sucede en el interior de sus vehículos, sistemas de aviso y localización que los potenciales agresores no puedan captar...
Hay un serio debate al respecto. Algunos sostienen que la actividad de los taxistas supone un servicio público y que, en consecuencia, las administraciones están obligadas a velar por él. Si la sociedad quiere que haya taxis –dicen–, está obligada a ofrecer a los profesionales del ramo unas condiciones de trabajo seguras. Pero otros replican que los sistemas de seguridad para los que se reclama financiación pública son muy caros y que, tratándose de una actividad de utilidad colectiva pero de beneficio privado, han de ser los empresarios del gremio (que a menudo no son los que conducen el vehículo, por cierto) los que decidan si les compensa dedicarse a eso o si deberían emplearse en otros asuntos.
No veo mal que los poderes públicos ayuden a los propietarios de taxis para que se costeen algunas medidas de seguridad –facilitándoles créditos blandos, por ejemplo–, pero los empresarios del taxi habrán de asumir que son muchas las profesiones socialmente necesarias que comportan bastantes riesgos aleatorios. Pondré un solo ejemplo: cada vez son más frecuentes las agresiones sufridas en centros de estudios por enseñantes y alumnos. ¿A unos sí y a otros no?
Más allá de lo que buenamente puedan hacer para respaldar a tales o cuales profesionales que sufren asaltos y agresiones, convendría que los poderes públicos vieran más lejos. O más abajo, quizá. Para apuntar a la raíz del problema. Que estudiaran a fondo con qué insistencia se está enalteciendo la chulería y promocionando el matonismo como modelos de comportamiento. Y que obraran en consecuencia. Y si tienen que meter mano a unas cuantas cadenas de televisión, adelante. Quizá multando a unas cuantas por exaltar la violencia se sacara algún dinero para pagar mamparas.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (10 de noviembre de 2007). También publicó apunte: Los gobernantes merecidos.
Comentarios
Todas las profesiones en las que se trata con público, especialmente aquellas en las que se trata con sectores potencialmente conflictivos, conllevan riesgos, pero no me parece acertada la comparación que hace usted entre los trabajadores del taxi y los trabajadores de la enseñanza.
Por dos razones:
-Primera: Se hace usted eco del discurso sensacionalista sobre la violencia en los centros de enseñanza, con lo cual contribuye a fomentar ese discurso. En los centros de enseñanza hay poquísimos casos, afortunadamente, de violencia física contra los trabajadores.
-Segunda: El riesgo real de andar por la noche con un desconocido sentado detrás de ti no es comparable con los riesgos que sufre un maestro o un profesor. Compruebe las estadísticas.
Si la comparación la hubiera hecho con los trabajadores de la sanidad, un ejemplo de riesgos físicos más evidente, le diría que en los hospitales hay guardias de seguridad. También los taxistas necesitan medidas de seguridad. Quién tiene que costear esas medidas es otra cuestión.
Mientras tanto, no creo que a los taxistas o a los sanitarios o a los profesores o a los empleados de las tiendas de frutos secos les consuele mucho saber que la culpa de la violencia la tiene la televisión. Vale. Pero, mientras se inventa otro medio de entretenimiento que sustituya a la televisión, alguna solución habrá que dar a esos problemas de violencia.
¿Y de verdad cree usted que es la televisión la causante de esos males? Hoy, año 2007, se para un camionero en una zona de descanso de una autopista; vienen unos atracadores, le dan cuatro palos y se llevan el camión: ¿es culpa de la tele? Hace un siglo, año 1907, para un arriero a la orilla de un camino; vienen unos salteadores, le dan cuatro palos y se llevan su carreta y su recua; ¿también era culpa entonces de la televisión?
Por favor, no caigamos en los tópicos y menos en tópicos que si vinieran de otra persona llamaría reaccionarios. ¿Qué vamos a hacer? ¿implantar la censura en televisión?
Hala, que se pongan mamparas los taxistas y no digamos barbaridades.
Un saludo
Escrito por: Quinapor.2007/11/10 12:23:24.126000 GMT+1
Por otro lado, sabemos que toda comparación es odiosa, incluso la menos extraña...
Por tanto, ...
Sin embargo, si JOR se hubiese ceñido a decir:
-El oficio de taxista es arriesgado, pero comporta ganancias por lo menos para los empresarios.
-Los poderes públicos deben procurar que los riesgos sean, en lo posible, ningunos.
-También los poderes públicos deben garantizar la economía libre de mercado, que "consagra" la constitución.
-En conclusión: ¿Qué deben hacer los poderes públicos y los empresarios del taxi para que los riesgos sean, en lo posible, nulos?
.... Y ahí lo hubiese dejado a la mejor opinión de los lectores, que, en todo caso, podrían opinar aquí o allá, entonces tal vez nada habría que objetarle, pero también se le diría que no arriesga nada y que la vida, también la del columnista, es riesgo...
Re-por-tanto...
Escrito por: Antonio Gil.2007/11/10 13:02:49.728000 GMT+1