2017/01/23 14:46:37.694719 GMT+1
En un fin de semana marcado por la toma de posesión de Donald J. Trump como cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América y las masivas protestas feministas contra su figura, la cuestión de la renta básica universal logró hacerse un pequeño hueco en dos países europeos. Dos anécdotas que tal vez ilustren algo más.
En España, José Carlos Díez, el gurú mediático que preparará la ponencia económica del próximo congreso federal del PSOE, se explayó el sábado 21 de enero por la noche en La Sexta de la siguiente manera:
"Si tu pones una renta básica aquí vas a dejar total libertad de entrada de personas porque supongo que los de Marruecos, los del Congo y los de Uganda van a venir todos aquí a tener una renta básica. Si pones una renta básica ni el muro de Trump, tendrás que poner francotiradores, porque llega un momento…"
En unas pocas palabras, Díez sintetizaba a la perfección el ideario xenófobo neoliberal que está sirviendo la política en bandeja de plata a los diversos neofascismos. En ese planteamiento, ni el Estado social tradicional ni una institucionalización más avanzada de lo común en torno a dispositivos como la renta básica universal serían viables, entre otras cosas por el "efecto llamada" que provocaría entre los migrantes de los países más pobres. Lo cual justificaría incluso el ejercicio de la violencia estatal más descarnada ("tendrás que poner francotiradores").
Un problema, entre otros, de esta argumentación banal y racista es que da por hecho que un sistema de prestaciones sociales autóctono que sea mínimamente redistribuidor entra en quiebra como consecuencia del abuso de un gran número de foráneos. En el Reino Unido este ha sido un punto de encuentro entre el neoliberalismo tory y el UKIP con motivo del Brexit. Sin embargo, la experiencia histórica indica lo contrario, pues el desarrollo de los Estados del Bienestar europeos coincidió con una fuerte inmigración proveniente de las ex colonias europeas y de otros países. Y es que en una estructura social dinámica, no segmentada por el apartheid, con el tiempo los extranjeros acaban formando parte de una misma comunidad y contribuyendo a la misma, de manera tanto más equitativa cuanto más democrático sea el régimen político y social. En realidad, la transformación de los sistemas sociales públicos en sistemas restringidos de “pay-per-use” está siendo obra de mercachifles que, como Díez, nos venden que los emprendedores autóctonos son quienes contribuyen a la sociedad mientras los vagos autóctonos y los extranjeros en general se aprovechan.
Desde Podemos muchas voces criticaron con razón las declaraciones de José Carlos Díez, especialmente por su sugerencia de usar la violencia contra los inmigrantes, pero sin meterse mucho en consideraciones sobre la problemática del “welfare”, la comunidad política y la consiguiente asignación de derechos. A pocas semanas de la celebración de la segunda asamblea ciudadana de Podemos, la renta básica reaparece en algunos documentos políticos, lo cual supone en sí mismo un reconocimiento del apoyo que tiene entre muchos militantes. Pero para que la renta básica sea algo más que un mero añadido oportunista en un punto del programa electoral y no se confunda con otras rentas mínimas condicionadas, aún falta sacar punta a sus potencialidades e integrarla en un proyecto político más amplio.
Por su parte en Francia, la implantación gradual (quizás demasiado gradual) de una renta básica universal ha sido la propuesta estrella con la que el ex ministro socialista Benoît Hamon ganó el domingo la primera vuelta de las primarias socialistas para las elecciones presidenciales francesas de este año. Hamon se enfrentará con el ex primer ministro Manuel Valls en la segunda vuelta de dichas primarias. Frente a la propuesta social de Hamon, Valls encarna un discurso duro y derechista sobre la identidad y la seguridad y desprecia la propuesta de renta básica por "inviable". Aquí también vemos cómo la defensa de la renta básica universal va ligada a una propuesta de renovación democrática de lo social frente a enfoques neoliberales y/o nacionalistas. De ahí que en el debate sobre la renta básica Hamon haya añadido el reconocimiento del derecho de voto para los extranjeros en las elecciones locales, una vieja promesa electoral que incumplió François Hollande.
Queda por ver qué recorrido tendrá la carrera electoral de Benoît Hamon, y hasta dónde llegan realmente sus convicciones, visto el desastroso precedente de Hollande. Tampoco sabemos si Podemos llegará efectivamente a trabajar una propuesta de renta básica universal e incondicional en un contexto “plurinacional” (o federal) o, llegado el caso, constituyente. Sea como fuere, parece que por más que se expulse a la renta básica por la puerta siempre acaba volviendo por la ventana, da igual los juegos terminológicos que se hagan. Y es que no se trata de caer en un fetichismo de la RBU como panacea. Dicho de otro modo, la lucha por que las nociones de ciudadanía y del buen vivir, y los derechos asociados a las mismas, no dependan ni de la propiedad privada, ni del empleo asalariado, ni del origen nacional o étnico, sino de la participación de una vida en común, constituye una lucha central en nuestro tiempo.
Una agenda política clara y decidida en este sentido es lo que permitirá arrebatar la iniciativa a las fuerzas reaccionarias (de derecha a izquierda), y es desde esa perspectiva como una renta básica universal, junto con otras propuestas, puede marcar una divisoria nítida con dichas fuerzas en toda Europa, como parte de la ofensiva democrática que tan falta nos hace.
Escrito por: Samuel.2017/01/23 14:46:37.694719 GMT+1
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2016/05/16 21:42:48.401039 GMT+2
“¡Errejón, bájate de ahí!" gritó mucha gente que rodeaba el plató de la Sexta la noche del 15 de mayo de 2016, en el quinto aniversario del acontecimiento 15M. No me parece que esta reacción concreta se deba a un arrebato purista y nostálgico. Es que a muchas nos cansa, como nos cansaba antes de que saliéramos a las calles el 15 de mayo de 2011, que nos irradien con mensajes unidireccionales. Que cuando nos convoquen a una plaza ahora sea para soltarnos un mítin y para que nos limitemos a escuchar y a aplaudir.
"El Congreso en tu plaza", como "La Sexta en tu plaza", pareciera eso, la sustitución de la interacción de la multiplicidad de voces de los cualquiera, ahí abajo, en un espacio público hecho común, por las escasas voces autorizadas de los representantes ahí arriba, esto es, por las voces de quienes con nuestro voto han adquirido el privilegio de hablar por nosotras desde un escaño o en un plató de televisión vallado.
“¡Errejón, bájate de ahí!" no es una increpación, como titula maliciosamente algún medio. Es un recordatorio, o la actualización, del significado del "no nos representan". El voto a un partido en unas elecciones parlamentarias no supone la delegación a perpetuidad de nuestra capacidad de deliberación y de decisión democrática.
Bájense de ahí. No digo que no se dejen entrevistar, aparezcan en programas de televisión y alguna que otra vez mitineen. Pero son esas actividades, y no la rendición de cuentas de tú a tú, las que debieran ser los gajes de su nueva ocupación temporal. No dejen que nos conviertan de nuevo en el decorado de un programa de televisión, en aplausos enlatados.
La victoria no consiste en que una corporación mediática reconozca el cambio y se instale en la plaza. Ni siquiera que "nuestros" chicos y chicas accedan al Congreso y sean reconocidos por sus pares políticos profesionales. La victoria es que la plaza mande.
Escrito por: Samuel.2016/05/16 21:42:48.401039 GMT+2
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2016/02/07 22:43:15.251939 GMT+1
Cuando algunos apoyamos la inclusión de una propuesta crítica con las políticas antiterroristas en el programa de Podemos para las europeas, lo hicimos porque considerábamos que aquéllas podían llegar a constituir un obstáculo insalvable para cualquier proyecto de democratización. En nombre de la lucha contra el terrorismo Egipto y Siria liquidaron sus respectivas revoluciones y Francia acaba de constitucionalizar un estado de emergencia permanente. En España, el consenso antiterrorista del bipartidismo había permitido cerrar periódicos, prohibir partidos políticos y meter en prisión a activistas y a representantes políticos sobre la base de quienes eran, antes que por la gravedad real de los actos que pudieran haber cometido. La versión final del texto que figuró en el programa fue la siguiente: "Fin de las políticas antiterroristas y de seguridad ciudadana que vulneren la libertad de expresión, los derechos de asociación, de manifestación y de protesta, y las garantías procesales que deben asegurarse para todas las personas."
Esto es competencia más estatal que europea, sin embargo el programa para las elecciones generales no llegó a incluir nada al respecto. En este tema el Podemos de la segunda mitad de 2015 no se encontraba cómodo, en un contexto electoral en el que se resistía -y con razón- a las presiones para que firmase el pacto mal llamado "antiyihadista".
Así pues, la derecha española no ha dudado lo más mínimo a la hora de continuar usando este arsenal legislativo -pactado en lo esencial con el PSOE- y el pensamiento político que lo inspira en provecho propio, ya sea para criminalizar activistas en Galicia, Madrid o Cataluña, o para llevar a cabo sus guerras culturales y ocultar de paso sus propios problemas judiciales. Concretamente, el artículo 578 del Código Penal, mediante las figuras delictivas del enaltecimiento del terrorismo y de la humillación de las víctimas del terrorismo, ha servido para arrinconar en menos de un año y en dos ocasiones al gobierno municipal en minoría de Ahora Madrid, con la aquiescencia o ambigüedad mal disimuladas del progresismo madrileño.
Como advertimos en su día, la dimisión de Guillermo Zapata como concejal de cultura fue una mala respuesta política que dejaba un flanco abierto y vulnerable a nuevos ataques, aún más virulentos. Ahora le toca a su sucesora, Celia Mayer, sufrir la impostada indignación del corruptísimo Partido Popular de Madrid, que de esta manera tapa sus vergüenzas y sitúa al consistorio de nuevo a la defensiva. Emmanuel Rodríguez describe muy bien en Público la secuencia de lo sucedido y el contexto político local en que se produce. En este sentido, la respuesta del equipo de gobierno del ayuntamiento en el asunto del espectáculo de títeres durante el carnaval no ha podido ser más desacertada.
Inquietos por las consecuencias de una nueva campaña mediática de la derecha, desde el ayuntamiento acaban sumándose a las denuncias, aunque por "vulneración de contrato", contra unos titiriteros que en esos momentos se encontraban detenidos por la policía. El comunicado posterior de Ahora Madrid, lejos de mostrar un posicionamiento inequívoco en defensa de las libertades (como sí harán desde Barcelona en Comú), admite en la práctica buena parte del planteamiento de la derecha, normalizándolo: que si la exhibición de la obra "La bruja y Don Cristóbal" en "un espacio con mayoritaria presencia de niños y niñas resultó muy grave" (una exageración pacata si recordamos obras como La Bola de Cristal), que si la denuncia de Madrid Destino se refiere a los "actos ofensivos o lesivos para la sensibilidad del público" (cuando nada impedía que el público abandonase el espectáculo y presentase quejas al ayuntamiento, en vez de denunciar a la policía). Una manera poco elegante, por otro lado, de echar balones fuera y de eludir las responsabilidades propias en la programación.
De poco sirvió dicho comunicado frente a la coordinada intervención de la prensa cavernaria, del ministerio fiscal y de la Audiencia Nacional, cuyo juez Ismael Moreno acaba sacando de su chistera un delirante auto. En dicho auto el juez interpreta a su manera el cartel de "Gora Alka-ETA" que se mostró en la obra, dándole un significado que no tiene nada que ver con el que le dieron sus autores y decretando nada menos que prisión provisional por enaltecimiento del terrorismo (que según el código penal vigente puede suponer hasta tres años de cárcel). Luego el PP de Madrid sube el listón y presenta una querella contra la concejala Celia Mayer por cooperación necesaria para cometer dicho delito. Lo que no tendría que haber sido más que una anécdota de carnaval acaba convirtiéndose en un descomunal esperpento.
Por su parte, en Podemos, inmerso en las negociaciones con el PSOE para un posible pacto de gobierno o de investidura, la respuesta oficial como partido ha sido más bien tímida. Luego varían los mensajes emitidos a título personal. Ha habido silencios, pero también denuncias correctas de la criminalización de los artistas. Desgraciadamente, no han faltado voces con la insinuación -para mí vergonzosa- de que la responsabilidad última del embrollo, al menos desde la perspectiva política, recaería en los titiriteros detenidos, por haber interpretado la obra para la que habían sido contratados. Algunos militantes llegan a criticar en las redes sociales que los titiriteros "hacen el juego a la derecha" (expresión habitual para acallar voces críticas en el campo propio). Según esta interpretación, nada de todo esto habría sucedido si los titiriteros hubiesen sido "responsables" y hubiesen hecho el trabajo de los representantes políticos que les contrataron: pensar en términos de cálculos de oportunidad política y de lo que para ellos está en juego (en el caso de Podemos, el gobierno de España). Semejante posición, que se lamenta de aquello a lo que luego apela en campaña electoral (la autonomía creativa de los encausados), termina por eludir lo principal: un acoso político basado en la coacción y en la restricción de libertades fundamentales, con dos jóvenes presos por expresar ideas políticas en un teatro de guiñol. Con tanta altura de miras, corren el riesgo de no estar a la altura de las circunstancias.
Si queremos dotar de algún contenido a la palabra cambio, tenemos que empezar por exigir la libertad de los detenidos, sin rodeos y sin cargarles muertos que no les corresponden. Este manifiesto es un buen punto de partida. Continuando, cuando "se pueda", con la derogación del paquete legislativo conocido como "leyes mordaza". No bastará. El enaltecimiento y otros tipos penales que amplían de manera desproporcionada ya habían sido aprobados antes por el bipartidismo. Al igual que la vigente ley de partidos, que aún hoy se cierne sobre amenaza para partidos políticos legales que apenas son "tolerados" por el ministerio del interior. O ese tribunal de excepción, de raíz preconstitucional, que es la Audiencia Nacional. Es todo un aparato liberticida, y el sentido común punitivo articulado en torno a él, lo que debemos desmontar, resistiendo a los cantos de sirena que reclaman su actualización para la lucha contra el yihadismo. La dificultad estriba en que dicho aparato está concebido para atacar minorías en nombre de mayorías sociales, lo que lo vuelve electoralmente poco atractivo. Pero sus consecuencias nos afectan a todos.
Mientras, los titiriteros protagonizan en carne propia el relato que contaban a través de sus muñecos. Esta es una obra absurda con muchos actores secundarios y tramas paralelas. Teatro carnavalesco, teatro judicial, embebidos a su vez en el teatro de la representación política. Títeres que se creen titiriteros. Política no apta para todos los públicos.
Escrito por: Samuel.2016/02/07 22:43:15.251939 GMT+1
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2015/12/19 23:03:17.625891 GMT+1
El terremoto, inesperado y de máxima intensidad, sucedió hace cuatro años. Las placas tectónicas sociales y culturales venían desplazándose lentamente desde hacía tiempo, sin que muchos se hubieran percatado de ello. Pero fue tal la fuerza del sismo que desde entonces las fallas, las grietas y los movimientos son ya perceptibles desde la superficie. No solo eso. Desde que el "big one" nos sacudió hemos querido intervenir en las réplicas institucionales. Lo que se producirá el 20 de diciembre será la réplica más importante en la provincia española. Sentimos la tierra vibrar, el magma que asciende. Falta saber de qué escala será. Pero no olvidemos que los sismos son síntomas que duran poco tiempo. Y la lava tiende a enfriarse. "Yes we can", pero Guantánamo sigue abierto. "Podemos, venceremos", pero en unos meses un gobierno pasó de resistir a gestionar el desmantelamiento de lo público. La cuestión continúa siendo cómo favorecer el desencadenamiento de nuevos terremotos que ayuden a cambiar para bien la faz del terreno político-social en el que nos movemos.
Disculpen la metáfora, pero escribo en jornada de reflexión y se me fue el santo al cielo. Tanta gente ha escrito tanto sobre este largo ciclo electoral durante los últimos dos años que no sabía por dónde empezar. Mañana hay elecciones generales y serán unas elecciones de una gran importancia. La rica discusión política publicada en diarios y redes sociales a la que he aludido es muestra de ello. Casi todos, también escépticos y pragmáticos, han venido centrando sus escritos en torno a lo electoral. Nos hemos visto obligados a posicionarnos en un gran número de asuntos, lo que entre otras cosas ha revelado cómo existe una conflictiva heterogeneidad de puntos de vista sobre temas clave y cómo la tan reclamada "unidad de la izquierda" no era sino una impostura. Lo que no entendieron quienes añoran el eje derecha-izquierda según los parámetros del régimen político de la Transición es que se trataba de construir un nuevo tablero político-institucional según ejes no propuestos por los que mandan. Lo que no entienden quienes confunden dicha tarea con un desplazamiento hacia el centro del tablero actual es que la superación de los evidentes límites identitarios de la vieja izquierda no debería pasar por la renuncia a la radicalidad democrática.
Las elecciones son importantes, pero no tanto porque puedan ganar o entrar "los nuestros". Desde luego que es relevante la irrupción en las instituciones de una nueva generación política, no vinculada a los aparatos económico-partidistas dominantes. Es destacable el hecho de que una abrumadora cantidad de activistas e intelectuales -con quienes hemos compartido manifestaciones, discusiones, decepciones y alegrías- se hayan implicado de un modo u otro en este ciclo electoral, fundamentalmente en torno a Podemos, pero también en organizaciones de ámbito municipal. Pero lo realmente crucial es el fin del bloqueo político, ese que se reafirmó con el pacto de reforma constitucional de 2011, y la traslación del conflicto sobre la democratización a las instituciones del Estado.
Por este motivo, he votado desde el exterior por En Comú Podem y deseo que obtengan unos resultados excelentes. No obstante, mantengo serias discrepancias con el proceso de hegemonización y centralización interna en Podemos, así como con no pocas decisiones que se han tomado, tanto a nivel organizativo como programático. Frente a la posibilidad de subsunción de la política de notables y de partido en la política de movimiento (aún reconociendo la necesidad de liderazgos), que es lo que ha atraído a tantos, lo cierto es que la dirección privilegió desde muy temprano la subsunción de la política de movimiento a la de partido, y esta a su vez a la de un grupo reducido de notables, en aras de la eficacia electoral y de control de la formación. Sin embargo, esta tensión nunca ha sido resuelta del todo, y la diversidad territorial ha ayudado a que así sea. Lejos de constituirse como Partido Patriótico Unificado, como quizás hubiera deseado originalmente algún promotor, en esta campaña Podemos se presenta en hasta cuatro formaciones distintas (Podemos y las coaliciones territoriales En Comú Podem, En Marea, Compromís-Podem, que son algo más que Podemos), que podrían dar lugar a su vez a varios grupos parlamentarios. Y en campaña Podemos se ha dejado querer y desbordar para poder remontar en las encuestas.
En cualquier caso, siempre he creído que había que plantear Podemos -o cualquier formación representativa de nuevo cuño con ánimo rupturista- desde una perspectiva instrumental, la misma con la que concebimos luego las listas municipalistas. Y desde mayo de 2014 sabemos que la única opción electoral de ámbito estatal con potencial de crecimiento desestabilizador es Podemos. Izquierda Unida -parte consustancial del régimen de la transición- no podía cumplir ya ese papel, a pesar de su muy tardía conversión -tras desgarros internos y haber hegemonizado luego el proceso de Ahora en Común-, con sus primarias abiertas y su propuesta de proceso constituyente. Sí, a lo largo de 2015 Podemos llevó a cabo una devaluación interna de propuestas y de expectativas, para continuar siendo aceptable en los platós televisivos. Pero también es cierto que el aparato de Izquierda Unida nunca ha tenido empacho en compaginar retórica izquierdista con prácticas conformistas en las instituciones. Con todo, no cabe descartar realineamientos postelectorales en los grupos parlamentarios, según los resultados.
La fragmentación parlamentaria que necesitamos es una que impida la alternancia de la troika interna (PP y PSOE, con el nuevo apoyo de Ciudadanos). Si hay ingobernabilidad esta será positiva a condición de que las fuerzas alternativas tomen conciencia de la crisis europea y global en la que seguimos inmersos, de las expectativas que se han generado fuera de nuestras fronteras, y actúen en consecuencia. Para ello tendremos que dotar de substancia a la palabra "cambio" y cuestionar muchas cosas: la propia representatividad, las deudas mediáticas y el retorno del reaccionario "no hay alternativa" tras la capitulación griega y, antes, el aplastamiento de las esperanzas árabes. Acompañar pero también ser exigentes con los nuevos diputados y senadores. Recordarles en todo momento que se presentaron como nuestra herramienta. Habrá que hacer balance también. Y, mientras respiramos aires renovados, retomemos otras experimentaciones políticas, y hagamos frente a los cantos de sirena del sentido de Estado. Con nuestro sentido del común.
Escrito por: Samuel.2015/12/19 23:03:17.625891 GMT+1
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2015/10/23 13:53:58.773017 GMT+2
Ayer el primer ministro húngaro Viktor Orbán se despachó a gusto con la « crisis migratoria », como él la denomina, en el Congreso del Partido Popular Europeo (PPE) celebrado en Madrid. Orbán ecibió una efusiva ovación de parte de la mayoría de los delegados presentes y alabó la política migratoria del gobierno de su anfitrión Mariano Rajoy. Pueden encontrar la versión íntegra en inglés junto con algunos comentarios en el blog del periodista Iñigo Sáenz de Ugarte. A estas alturas, no debería sorprendernos el hecho de que el partido del xenófobo y autoritario Orbán no haya sido expulsado del PPE ni que al gobierno húngaro no se le haya aplicado la misma vara de medir que a Austria en 2000, cuando su gobierno fue aislado al entrar en el gobierno el ultraderechista FPÖ. En las últimas dos décadas tanto conservadores como socialistas han consensuado y normalizado en sus políticas migratorias postulados xenófobos antes inasumibles: centros de internamiento para extranjeros, directiva de retorno, vallas en Ceuta y Melilla, múltiples excepciones al principio de no discriminación, etc. Lo nuevo que aporta Orbán en el « mainstream » europeo es que vaya aún más lejos y con menos hipocresías, que lo explicite « sin complejos » con una retórica populista y nacionalista agresiva, propia de las fuerzas a la derecha del PPE, y con una práctica que intenta estirar los límites de lo que hoy es aceptable. Su gobierno es el primero que en Europa ha erigido una alambrada continua al interior de la Unión Europea, en la frontera con un Estado miembro como es Croacia.
Orban es consciente del movimiento europeo de solidaridad con los refugiados es también se ha dado en Hungría. De ahí que juegue a manipular las categorías (« refugiados », « migrantes », « terroristas ») y que lance esta advertencia a sus correligionarios:
“No podemos ocultar que la izquierda europea tiene un claro programa. Apoyan la inmigración. En realidad, están importando futuros votantes izquierdistas escondiéndose detrás del humanismo. Es un viejo truco y no comprendo por qué debemos aceptarlo. Consideran que el registro (de extranjeros) y la protección de las fronteras son asuntos burocráticos y nacionalistas y contra los derechos humanos. Sueñan con un mundo con una sociedad construida políticamente para negar las tradiciones religiosas, sin fronteras, sin naciones. Atacan los valores centrales de nuestra identidad europea: familia, nación, subsidiaridad y responsabilidad”.
“Somos el Partido Popular Europeo. Partie Populaire, Volkspartei, Partido Popular, Party of the People. Nuestra responsabilidad es hacia la gente. Escuchad a la gente. Seamos decididos. Defendamos a Europa. ¡No dejemos que los izquierdistas confundan y reconstruyan Europa! ¡Y no dejemos que acaben con el alma de Europa! ¡No dejemos que los liberales y los socialistas arrebaten Europa a la gente!”.
Ya nos parezca risible o execrable, se trata de un discurso potente porque es esencialmente político y no tecnocrático, y porque afronta la crisis europea como lo que es, como una crisis eminentemente política donde lo que está en juego es qué sucederá a la fracasada gobernanza neoliberal consensuada hasta ahora en el Consejo de la UE (o en el Eurogrupo) y ejecutada por la troika. Nicolas Sarkozy habrá tomado buena nota. De hecho, es muy posible que en las próximas presidenciales francesas podamos ver una segunda vuelta con un candidato y una candidata compitiendo en xeno o islamofobia. Como escribí hace poco en El Diario.es, de nada sirve escurrir el bulto y reducir la cuestión al aspecto humanitario o al utilitarismo económico. Concluía allí que la bienvenida a migrantes y refugiados debe formar parte de un proyecto de cambio común. Cuando Orbán advierte que "están importando futuros votantes izquierdistas" es a esto a lo que se refiere.
De alguna manera, Viktor Orbán expuso ayer lo que realmente temen las fuerzas conservadoras europeas (las respetables y las etiquetadas como ultraderechistas) y propone en cambio una nueva Santa Alianza. Temen que les arrebatemos la Europa de la que se creen dueños, porque no es cierto el tópico, muy arraigado también entre liberales y socialistas, de que solo expresan lo que « la gente » (¿qué gente?) piensa. El último Eurobarómetro, que obviamente la prensa no se ha preocupado por divulgar, lo pone en evidencia. Al contrario, en Europa la xenofobia y el racismo son en primer lugar construcciones de las elites y de los Estados, y solo luego se popularizan. En ese sentido, es cierto que la pelea política hoy es por la (re)construcción de Europa. Podemos luchar por una Europa crecientemente democrática y pro-común en la que prevalezca la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los que vivimos o buscan vivir en ella, o bien enfangarnos en una Europa progresivamente sectaria, deshumanizada y de pago, donde el miedo encierre a los vapuleados por el mercado en identidades definidas y gestionadas por autócratas. No les dejemos hablar en nuestro nombre. Solo buscan nuestra servidumbre.
Escrito por: Samuel.2015/10/23 13:53:58.773017 GMT+2
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2015/09/21 09:28:45.932097 GMT+2
Escribo unas notas rápidas al hilo de la victoria electoral de Syriza anoche.
En España las elecciones griegas se han venido interpretando en clave no europea sino en clave electoral interna española, incluyendo ajustes de cuenta políticos de un lado y de otro, según el momento que pillemos de los últimos meses. Lo cual me interesa poco porque, aunque sea bueno vender victorias electorales en la coyuntura actual, pienso que vale más que seamos honestos con nosotros mismos.
En el contexto griego, queda claro que no hay alternativa política a Syriza, aparte de la derecha neoliberal y la neonazi. Esto es bueno y malo a la vez. Bueno -o relativamente bueno- porque se ha evitado el retorno de la corrupta Nueva Democracia al gobierno y porque una derrota de Syriza hubiera tenido un nuevo impacto muy negativo en las expectativas de cambio del resto de Europa, tras el golpe sufrido con la aprobación del tercer memorando. Syriza se consolida en el tablero político griego ocupando el espacio que antes ocupaba PASOK, aunque las comparaciones se detengan ahí porque PASOK nunca trató de pelear por un cambio en las reglas del juego. Malo -o muy malo- porque justamente va a ser una fuerza que se esperaba de cambio la que aplique un acuerdo nefasto para las mayorías sociales en Grecia.
A pesar de ello, la idea de "traición" siempre fue una lectura equivocada del problema, entre otras cosas porque los votantes de Syriza (y otros que se abstuvieron) saben que su gobierno dio batalla por un tiempo. El fracaso de Unidad Popular (término pretencioso que espero que pase a mejor vida) que ha perdido los 25 escaños con los que contaba tras la escisión de Syriza, muestra que para buena parte de los griegos el rechazo a la deudocracia y a la austeridad para pobres no pasa por una salida voluntaria del euro, que si hubo un significado del No/OXI en el pasado referéndum no fue ese, y que tener razón política en algunos puntos no quiere decir que se acierte estratégicamente.
En ese sentido, Yanis Varoufakis encarna en su persona las dificultades de la presente situación: por un lado afirmó que estas elecciones iban a servir para enterrar el No del referéndum y para legitimar la capitulación del tercer memorando (lo cual es cierto) pero no se subió al carro de UP, en parte porque sabía que la mayoría de los votantes griegos de Syriza -incluyendo él mismo- no estaban dispuestos a hacer caer su gobierno. Alexis Tsipras calculó bien, apostando por el consabido voto útil en favor del mal menor. De hecho, Varoufakis solo apoyó la UP de forma tímida y tardía, en la esperanza de que al menos consiguiera representación y sirviera de contrapeso. En estas elecciones todas las opciones eran problemáticas, lo cual explica el 45% de abstención.
Por otro lado, no es cierto que la troika quisiera echar ahora a Tsipras y a Syriza. Eso era verdad hace un par de meses, pero no cuando Tsipras convocó elecciones. Para entonces el golpe ya se había consumado, y así lo han venido reflejando las declaraciones de los representantes europeos de la troika. Los responsables de las instituciones europeas prefieren mil veces un gobierno estable con apoyo popular para implementar el programa de privatización y empobrecimiento que un gobierno inestable y deslegitimado. Por mucho que repita que no le gusta, a Tsipras le toca ejecutar lo decidido por otros, bajo la tutela de un funcionario holandés.
La tragedia griega, que es la europea, es que seguimos sin ver una victoria frente al No Hay Alternativa (There Is No Alternative, TINA) neoliberal. El triunfo de Jeremy Corbyn en las primarias del Partido Laborista puede ser el principio de algo muy positivo, pero queda mucho para las elecciones británicas de 2020 y no olvidemos que el Reino Unido no está en la eurozona (y podría incluso abandonar la UE tras el referéndum previsto para el 2017). En Grecia la cuestión pendiente es cómo continuar la lucha contra el saqueo financiero desde las condiciones de un protectorado. Y si se quiere. Porque de momento desconocemos ese plan. En estos momentos la posición para negociar una reestructuración de deuda en términos favorables parece más de debilidad que de fortaleza. El nuevo gobierno de coalición contará con menos apoyo popular que hace unos meses. Si realmente es cierto que se "ha ganado tiempo", como se suele repetir, el gobierno tendrá que sabotear, antes que implementar en serio, el paquete de reformas que deberá aprobar en los próximos meses. Veremos si está por la labor. Y si pueden contar para esa tarea con nuestro apoyo desde un gobierno de ruptura.
Escrito por: Samuel.2015/09/21 09:28:45.932097 GMT+2
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2015/08/20 12:08:3.025510 GMT+2
Iré directo al grano: creo que el boicot a la participación del cantante Matthew Paul Miller, alias Matisyahu, en el festival Rototom Sunsplash ha sido un error. Los acontecimientos de los últimos días, incluyendo los sucesivos cambios de opinión de unos organizadores del festival desbordados por las reacciones mediático-políticas, me confirman esta impresión. El motivo: la campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), en la que BDS País Valencià enmarcó su acción según su carta abierta de 9 de agosto, consiste en un boicot institucional a Israel en diferentes ámbitos, siguiendo el ejemplo y el espíritu de la campaña anti-apartheid en Sudáfrica de la década de 1980. Por lo que se refiere a la dimensión cultural, busca impedir que el Estado israelí legitime sus políticas con eventos o actos que puedan legitimarlo como un Estado "normal" en el sistema internacional, con olvido deliberado de la ocupación de los territorios palestinos y de sus políticas etnocráticas.
Por lo que respecta a Matisyahu, conviene distinguir dos cosas. Por un lado, el hecho de que Matisyahu haya apoyado o justificado públicamente tesis u organizaciones sionistas, incluyendo los asesinatos llevados a cabo por el ejército israelí, puede y debe ser objeto de críticas argumentadas e igualmente públicas. Cabe denunciar que contradicen los principios del festival Rototom Sunsplash, el cual puede tomar las decisiones que estime conveniente. Esta es una discusión política, no jurídica.
Por otro lado, por mucho que nos pueda repeler sus posicionamientos políticos, el boicot a Matisyahu no encaja en los supuestos del BDS. Matisyahu es un cantante judío de nacionalidad estadounidense que tenía previsto actuar en un festival de música español. Sin embargo, la campaña BDS ha procurado centrarse, y con razón, en la participación en actos y eventos en Israel, y de manera general, en el boicot a las instituciones académicas y culturales de Israel. Así, el propio sitio web de BDS , basándose en una iniciativa de intelectuales y activistas palestinos, distingue entre artistas e intelectuales que explícitamente apoyan el boicot cultural (como Roger Waters), figuras que rechazan participar en festivales y celebraciones oficiales israelíes por motivos políticos claros, y aquellas figuras que declinan actuar o cancelan intervenciones previstas sin aportar razones políticas explícitas, normalmente tras la presión internacional. En ese sentido, resultaba más comprensible el llamamiento al boicot a la proyección del film "Congo Beat the Drum", película documental israelí que ha recibido apoyo estatal, como lo es el rechazo a la participación de equipos deportivos israelíes en España en el marco de competiciones europeas. O reclamar a Matisyahu que no participe en actos del AIPAC, el lobby proisraelí de Estados Unidos, que tiene responsabilidad directa en el apoyo político y militar estadounidense al Estado de Israel. En ningún caso el BDS se refiere a impedir la actuación de personalidades simplemente por expresar opiniones favorables al Estado israelí, y menos aún si dichas opiniones se expresan desde una concepción personal de la propia identidad judía. El motivo es simple: se trata de desvincular el rechazo al sionismo (nacionalismo etnicista de carácter colonial) de todo posicionamiento antisemita, dado el énfasis que tiene el Estado de Israel de identificarse con lo judío.
Pero la manera en que se le excluyó de Rototom cuando su participación ya estaba acordada resulta, en cambio, discutible. Ante la presión de diversas organizaciones y de algunos participantes, a los organizadores de Rototom no se les ocurrió otra cosa que solicitarle que expresara una posición determinada sobre Palestina. Algo que, en cambio, no se ha exigido al resto de los artistas asistentes, algunos de los cuales tal vez haya expresado opiniones públicas sobre Israel y sobre muchas otras cosas. A Matisyahu no se le habrá querido vetar por su condición de judío, pero al no ser israelí y exigírsele solo a él una declaración sí que se le ha singularizado como tal, aunque sea involuntariamente.
Sí, es cierto que la polémica vuelve a politizar la anomalía colonial israelí (un objetivo del BDS). Pero no de la mejor manera. De hecho, la polémica se ha vuelto en contra, como un bumerán, afectando además al movimiento BDS a nivel internacional. La cancelación temporal del concierto de Matisyahu se lo puso en bandeja a quienes pretenden denigrar y acabar con el movimiento BDS, anti-apartheid y anti-ocupación con la recurrente acusación de antisemitismo. A la afectada reacción de la prensa corporativa española (e internacional) se unió un insólito comunicado del gobierno español que sigue los puntos expresados en un editorial previo de El País. La hipocresía de dicho comunicado es inmensa: no solo el PP y organizaciones afines han promovido la cancelación de conciertos de grupos españoles (y su persecución judicial) por motivos políticos sino que en este país se ha llegado a prohibir un partido político entre otras cosas por la "no condena" de determinada violencia, esto es, por la "imposición del requisito de una declaración pública" de manera discriminatoria, por usar la expresión del gobierno. Por no hablar del racismo implícito en la política migratoria española o de la candidatura electoral de Xavier García Albiol. Asimismo, las querellas anunciadas por Manos Limpias o por la Federación de Comunidades Judías contra BDS País Valencià o Rototom son inaceptables y solo buscan acabar con una forma de protesta legítima. Boicotear no equivale a prohibir desde el Estado, algo que se ha tendido a confundir en este debate.
Finalmente, el propio BDS País Valencià ha terminado por aclarar, en un comunicado en inglés con fecha de 19 de agosto y en negrita, que su reclamo no entra en el marco del movimiento BDS: "el movimiento BDS no pide el boicot de artistas y académicos individuales", admiten. Semejante aclaración, contradictoria con su primer comunicado, tal vez se deba al hecho de que el comité internacional de la campaña BDS no haya expresado su apoyo. La campaña valenciana no es BDS, afirman, sino una acción "de sentido común" por la "incitación al odio" racial que, según ellos, promueve Matisyahu. Sí, es cierto que la citada iniciativa palestina, aunque se centra también en el boicot institucional, acepta que se critique o boicotee a individuos, israelíes o no, en respuesta a sus expresiones de apoyo a violaciones de los derechos humanos. Pero, al contrario de lo que sucede con el enfoque BDS, aquí sí que nos adentramos en el terreno pantanoso de la libertad de expresión, donde se embarran contextualizaciones e interpretaciones.
En esto consiste el error político: haberse salido del marco de la presión sobre las instituciones israelíes, reproduciendo además lógicas y argumentaciones rechazables (como exigir una declaración política o la condena de ciertos actos), que nuestros adversarios suelen esgrimir para sus fines, por la mera razón de que nuestros fines son los buenos. En estos casos tal vez valga más agudizar el ingenio y recurrir a otro tipo de acciones que pongan en evidencia el racismo del aludido.
Escrito por: Samuel.2015/08/20 12:08:3.025510 GMT+2
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2015/08/05 11:37:55.593669 GMT+2
La plebe, la multitud y la renta
Yann Moulier-Boutang
(traducción del artículo publicado originalmente en la Revista Multitudes, No 56 (2014), páginas 213 a 220).
Antes de aparecer como es debido, el diálogo que proponemos entre “plebe y/o multitud”, como lo explica Giuseppe Cocco en este número, recorrió diversos números de la revista Multitudes, desde su fundación (marzo 2000) hasta el número especial enteramente dedicado a las Revueltas (número 50). Atravesó también la revista Futuro anterior (se puede consultar los archivos en nuestro nuevo sitio web). ¿Cuál es la cuestión?
Algunos, como nosotros, no han relegado la idea marxista de que los movimientos sociales, lejos de ser estados patológicos de la sociedad que tenderían a reabsorberse en el progreso, son los forceps del nacimiento de un nuevo mundo. La ilusión angelical y hegeliana de que la sociedad iría hacia la pacificación integral (la revolución inútil y el “fin de la Historia”) no gana muchos adeptos más allá de los partidarios de Francis Fukuyama, y además de un Fukuyama que se habría quedado antes de las dos guerras de Iraq. Más numerosos, en cambio, son quienes adoptan una idea “naturalista” y perfectamente objetiva de las transformaciones, y para quienes la razón en la historia nunca va a caballo sino más bien a la velocidad de un caracol tectónico. Inútil en este caso la acción, ni siquiera el movimiento caro a Bernstein. Bastaría con esperar.
La plebe: de Roma a Mao
Dicho y escrito esto, admitamos que situarse con orgullo en el rechazo a la abdicación de las categorías sociológicas y políticas que permitían pensar el movimiento y actuar en política, permanecer en la cresta de la Lucha de clases con L mayúscula, del Pueblo, de la Revolución, tampoco resulta muy productivo ni operativo. La momificación de las categorías es tan estéril y reaccionaria como las estatuas de Lenin que se exhiben orgullosamente en la capital de Crimea. En un momento en que las estatuas de Sadam, de Mubarak y de Ben Ali son derribadas, se trata más bien del desmonte de la estatua de Lenin en la plaza Maidan en Kiev.
Pese a este desorden teórico inútil de las repeticiones tartamudas del “análisis-marxista-de-las-condiciones-objetivas-del-capitalismo”, dos movimientos de pensamiento heterodoxo intentaron desde los años 1960-1970 salir de la mediocre alternativa entre la fidelidad a Marx perinde ac cadaver y la vinculación a un funcionalismo parsoniano de corto plazo, que va hacia la difuminación de toda diferencia de potencial en el cuerpo social: la entrada por la plebe y la entrada por la composición de clase, reconociendo el carácter históricamente determinado de las clases antagonistas con el instrumento paradójico del concepto de “multitud(es)”.
La interpelación plebeya, de la que en este número presentamos las principales tesis, se relaciona con un retorno de la categoría de la plebe. Es el historiador Pierre Soyris senior, alias el Pierre Brune de Socialismo y Barbarie y fundador de Poder Obrero (escisión del movimiento precedente), quien en La dinámica del capitalismo, su última obra proyectada e inacabada antes de su muerte en 1979, confesaba la impotencia del marxismo clásico y del análisis en términos de clases sociales en el caso chino (en la época de la agonía del maoísmo). En lo cual era marxiano y no “marxista” (en el sentido que horrorizaba a Marx), porque Marx, como Ricardo, había reconocido siempre el carácter históricamente determinado de la noción de clases sociales (a diferencia del historiador francés Augustin Thierry a quien se lo había tomado prestada). Es decir, que el concepto de clase antagonista e interna a la sociedad capitalista es el correlato de la afirmación tan ricardiana de la primacía del beneficio sobre la renta. Dicho de otro modo, allí donde reina la renta antes que el beneficio industrial, en una sociedad capitalista (penetrada sustancialmente por el capitalismo), la noción de clase –y su virtud liberadora de una clase que no tiende a perseverar en su ser, como las otras clases, órdenes o castas- no tiene sentido operativo ni motor subversivo.
Pierre Souyri veía en el socialismo de Estado chino maoísta la forma acabada de una acumulación de capital que había llegado a estar dominada por la renta: el proletariado que retorna al papel que tenía la plebe en la República y el Imperio romano. En su época esto me sorprendió, pero Pierre Souyri, que no había dado su primer paso a un lado con respecto a la ortodoxia oportunista, había insistido: quien dice plebe, dice clientela que neutraliza las virtudes subversivas para la transformación de la acumulación de riqueza. Lo que explicaba, en la época romana, el aplastamiento de los Gracos (en la cuestión fundamental de la reforma agraria), la neutralización de la función de los tribunos del Pueblo y, para terminar, la solución autoritaria de los triunviratos y luego del establecimiento del Imperio a partir de militares que regulaban al mismo tiempo la producción de trigo por medio de antiguos militares contratados como colonos en las provincias, y el alimento del pueblo acumulado en la enorme Roma. El poder militar centralizado se mostraba más capaz de alimentar y de ocupar la plebe (por los juegos, por el trigo, pero también mediante la conscripción militar) que el poder aristocrático del Senado. Había reducido este último, al igual que la República oligárquica, a una república cesarista.
Formalmente, el Imperio Romano presenta los rasgos del poder del pueblo: se regula por aclamación, ya sea por las legiones que defienden el Imperio o por la plebe de la Villa eterna. Al mismo tiempo, se beneficia de la astuta fusión de la potestas y de la auctoritas en una sola persona, intentada por César y lograda por su sobrino Octavio: la ascendencia divina de la gens Julia permite poner sistemáticamente al soberano pontífice (el poder religioso) del lado de la potestas, arrebatando al Senado la mayor parte de su legitimidad.
El maoísmo (como el socialismo real soviético), al embridar estrictamente la proletarización del campesinado (mediante la prohibición de la comercialización de los cultivos de las parcelas privadas) transforma también la masa de posibles proletarios en una plebe que delega el imperium al ejército de liberación nacional y al Partido, y lo mantiene en los márgenes de una proletarización efectiva. La acumulación “socialista” distorsiona la acumulación de capital al romper el motor incontrolable de la proletarización, de la constitución de un poder antagonista (incluso si ello ralentiza de manera espantosa la marcha de la acumulación, como lo mostró el “Gran Salto hacia delante” y la revolución cultural en China, la deskulakización estalinista y la hambruna en Ucrania). Pero podemos considerar que el subdesarrollo, que es un mal desarrollo en el Tercer Mundo, muestra este mismo proceso de transformación en plebe: mantiene como plebe lo que en Europa occidental y en el continente norteamericano se había transformado en constitución de una clase obrera, verdadero motor de la transformación social rápida.
Otro historiador económico, Kostas Vergopoulos, ilustró este “capitalismo deforme” a propósito del capitalismo agrario, al mostrar que éste funcionaba bien como un segmento que presentaba la apariencia del capitalismo global: sistema salarial, producción de mercancías agrícolas a escala mundial. Pero la apariencia solo, porque retransformaba inmediatamente la plusvalía extraída del trabajo de los grandes latifundios turcos, como los Junkers prusianos que habían interesado a Marx, en renta reciclada a nivel internacional y redistribuida en subsidios a una plebe, todo ello combinado con una solución autoritaria y arcaizante que se convertía en un obstáculo para un desarrollo articulado y coherente del conjunto de una sociedad dada. El modernismo agrario (su acumulación capitalista) contradecía completamente las predicciones optimistas de Marx de que las vías férreas y el desarrollo capitalista eliminarían el sistema de castas en India.
Para el marxismo que, como Ricardo, detesta la renta, la plebe es una forma anormal que bloquea la transformación revolucionaria de la sociedad. La plebe es el otro nombre del proletariado en harapos, poco fiable, versátil, manipulable por sus “patronos”.
La plebe y la multitud
Ahora bien, ¿qué constatan los autores de la interpelación plebeya en América Latina? Que el análisis denominado “de clase” es incapaz de encajar con una descripción rigurosa y fiel de la realidad de los movimientos sociales. Sus contornos, su ejercicio no responden ni a la marginalidad del lumpenproletariado, ni a la clásica y clasista de las clases laboriosas. Sin embargo, la plebe bien que existe. Aparece con el enunciado de una exclusión que no busca una inclusión, ni la revolución en primera persona. Es el carácter inaceptable de una situación en ausencia de una salida tradicional (los partidos políticos tradicionales de oposición, los movimientos obreros estructurados como tales) lo que favorece su emergencia en el campo político. Revela también otra cosa que la eterna oposición de la espontaneidad inconsciente y de la organización. Traduce una organización de masas que no se confunde con el clientelismo. No es la reserva de apoyo inagotable de los patronos.
En una inversión que supone una burla a los esquemas preconcebidos, vemos a los pueblos originarios de Amazonía, de Australia, hacer frente a las multinacionales y a los Estados que desean explotar los recursos forestales y mineros, enfrentarse a los lumpen-obreros de los empleadores que ofrecen empleos. Inversamente, en Bolivia los amerindios que forman lo esencial de los mineros llevan su lucha de clase contra la explotación, pero intervienen en la vida política de manera separada. Masa impresionante, la “plebe” apoya o retira su apoyo, no se deja representar fácilmente, rechaza los tribunos, esta forma institucionalizada de captación de su energía con fines ajenos a ella misma. Es este rechazo tanto a ser gobernada como a gobernar lo que define la multitud, a diferencia del Pueblo.
Retrospectivamente, cuando leemos los comienzos de la historia del movimiento obrero en Europa, debemos confesar que la clase obrera tenía un furioso componente plebeyo. ¿Expresa esta plebe un deseo de reconocimiento de su exclusión efectiva sin reivindicar el famoso “estar dentro y contra”, con el cual el operaísmo italiano había reconocido el cierre del movimiento inquieto del capitalismo? La plebe viene de afuera y ahí se queda. Constituye en sus mecanismos de enunciación un proceso de subjetivación de la potencia del afuera, a falta de una toma del poder. Esta potencia del afuera, André Corten la llama “un estado instantáneo de soberanía, destinado a no desembocar en un soberano”. Es por tanto una definición indecisa. Marca el límite de lo inaceptable, construye un relato pero no se identifica con una clase en el interior de la sociedad capitalista, ni con una clase revolucionaria. Es “intratable”, no pretende ninguna totalidad ni “propone principio de orden alternativo al principio de orden dominante”.
Sí existen rasgos de similitud entre las características de la interpelación plebeya y la descripción de la multitud de Negri y Hardt: la misma alergia constitutiva a la representación, el mismo rechazo a confundirse con el Pueblo, referente inmóvil y vacío del poder constituido, la misma afirmación del carácter crucial de los procesos de enunciación y de subjetivación, el mismo rechazo del universal abstracto, de la identidad étnica o comunitaria, la misma afirmación de un devenir universal en la singularidad de las composiciones de la diversidad, en el devenir minoritario, e incluso el rechazo de un marxismo osificado y académico.
Lo que separa ambas visiones se debe a que las tesis de la multitud desplaza la tesis operaísta de la clase obrera hacia otros procesos de enunciación. El operaísmo ya había desplazado, fragmentado la clase obrera unitaria en segmentos, y reenviado la cuestión gramsciana de la hegemonía al abuso de la generalización histórica y sociológica del papel dominante del obrero profesional comunista. Frente al culturalismo evidente de la teoría de la hegemonía, el operaísmo se situaba del lado deliberadamente sociológico y económico. Esta teoría había exaltado al obrero-masa no cualificado, reproletarizando la clase obrera. Al extender la cualificación de obrero al “obrero social” (1976), y luego finalmente a la multitud, Negri va hasta el final de este proceso, pero al contrario que la “determinidad” de la teoría del “obrero masa”, que reenviaba al fordismo y al tailorismo, la del obrero social, convertida de manera más genérica en la de la multitud, reenvía de manera mucho menos afirmada a una fase histórica dada del capitalismo. Tenemos ahí la transformación radical del valor que disuelve la distinción entre producción, reproducción y circulación, entre trabajo productivo e improductivo, y la composición de clase se vuelve enteramente política.
En la era de la subsunción real del trabajo en el capital, la multitud se vuelve cada vez más la cara del antagonismo interno del capital. Y ahí reencuentra curiosamente todas las determinaciones del proletariado y de la plebe, quizás con una intederminación, una imposible conmensurabilidad con las categorías académicas y prácticas de “la política”. En este sentido, tanto la plebe como la multitud hacen referencia a lo sublime, frente a la clase obrera y al Pueblo, ¡que suscitan en el observador político el juicio de lo bello y lo perfecto de acuerdo con el concepto!.
Si leemos la descripción de Corten, Huart, Penafiel, Décary-Secours y Faustino Da Costa, quienes hayan vivido y estudiado el movimiento del 15M, el de los indignados españoles, tienen la impresión de reencontrarse en tierra conocida. Lo que formularía de la manera siguiente: ¿no estaríamos, desde el punto de vista de los procesos de subjetivación, con el precariado, el netariado, el proletariado y las figuras perfectamente dobles de las clases creativas en plena acumulación primitiva de la clase antagonista del capitalismo cognitivo, del mismo modo que la esclavitud, el lumpenproletariado, los Pobres constituyen la acumulación primitiva de la clase obrera? Uno siempre se divide en dos, y no a la inversa. Las cristalizaciones instantáneas de la plebe como la de los “movimientos” en la tercera edad del capitalismo presentan leyes extrañas. Para comprender su alquimia, falta todavía en el operaísmo, como en la teoría de la interpelación plebeya, la pieza indispensable al puzzle que representan lo postcolonial y los Subaltern Studies (en los cuales el feminismo es una articulación consustancial), que permitan comprender la articulación histórica en el corazón del reactor de la transformación del centro por el afuera. Un movimiento social-revolucionario será verdaderamente la síntesis de estos tres nuevos pilares. Dejemos la trilogía de la economía política inglesa, de la filosofía alemana y la práctica francesa.
De la renta extractiva a la renta financiera
Retomemos: el problema para la plebe, como para la multitud –la transposición del problema del Príncipe moderno- es la duración subjetiva, la conquista de un principado, su conservación, su aumento sin dejarse absorber en la gran totalidad del nuevo capitalismo cognitivo. Si no, tenemos la sucesión de estos momentos de eternidad intemporal, de epifanías de la plebe, como de la multitud. Las dos transforman el centro del sistema, pero este se alimenta de ellas como una psicosis se alimenta de la verdad del análisis y de todo discurso de abandono radical.
Es cierto que la descripción de la multitud en términos de composición subjetiva es algo que queda en gran medida por hacer, y América Latina ofrece un extraordinario terreno de confrontación de amerindios, mestizos, descendientes de esclavos o quilombolados (habitantes de los quilombos) con una de las últimas clases obreras que se constituyó bajo los militares desarrollistas y bismarckianos, que produjo el PT brasileño, con los Sin Tierra y las nuevas clases creativas urbanas, el precariado metropolitano. La constitución de las clases obreras en el siglo XIX fue asimismo un reencuentro altamente improbable.
Arriesguemos una hipótesis sobre este doble surgimiento de la plebe y de la multitud a lo largo de estas últimas décadas. André Corten y Marie-Blanche Tahon, en su libro sobre Argelia y México, habían mostrado que el bloqueo bastante sorprendente del sistema político de estos países, en particular el dominio del ejército (que reencontramos en Egipto) no puede explicarse sin recurrir a la categoría de la renta, renta petrolera y luego gasífera. Son los márgenes que ofrece su redistribución lo que alimenta la población y transforma sus clases sociales en plebe (en el sentido de la Roma antigua o de la China bajo Mao), al mantenerla indefinidamente fuera y contra, pero sin ninguna perspectiva positiva sobre la transformación a la que la óptica marxista tendría derecho a esperar.
En el caso de Argelia, el libro de Corten y Tahon había sido escrito antes de las elecciones legislativas de junio de 1991, que en la primera vuelta dieron el 88% de los sufragios al Frente Islámico de Salvación (FIS) y que no conocieron jamás un segundo turno ya que el ejército puso un término a las mismas de manera brutal. Los islamistas habían apostado a favor de la relación entre las dificultades del régimen militar para sobrevivir y el agotamiento de la renta petrolera y gasífera de los yacimientos del Sáhara. Es justo lo que estuvo a punto de suceder. Pero el descubrimiento y la explotación posterior de los yacimientos del Tibesti en la frontera con Libia devolvió al Estado alimentador los medios de reenviar el movimiento islamista a la plebe (al igual que la agitación beréber en Kabilia). Durante la guerra civil que siguió, el FIS no llegó jamás a bloquear la explotación de los nuevos yacimientos petroleros y el grifo de la renta consiguió marginalizar y reducir metódicamente el peso del FIS.
¿Cómo el ejército egipcio llegó a empujar a los Hermanos Musulmanes al rango de plebe, cuando el Estado egipcio no dispone de renta petrolera, a diferencia de Arabia Saudí, que ahogó la primavera árabe en ese país como en Baréin? Probablemente hay que considerar que el ejército representa allí un modo de producción deforme, como el capitalismo agrario. Si nos volvemos hacia la multitud y a su muy débil producción política, en el sentido de su débil poder de transformación institucional – a pesar de las apariciones tan impresionantes como el 15M en España -, nos reencontramos con la cuestión de la renta, pero esta vez bajo la forma de la renta financiera.
En América Latina la renta está fuertemente correlacionada con la cuestión de los antiguos comunes y a su enfrentamiento con los proyectos industriales energéticos y agroindustriales de las multinacionales y de los Estados, teniendo como terrenos de enfrentamiento las tierras, los recursos de la biodiversidad. Las multitudes metropolitanas se manifiestan por su parte en torno a los nuevos bienes comunes digitales, los servicios públicos, los transportes, la salud, el acceso al saber. Del código forestal brasileño a la estrategia de desarrollo de las patentes a todo precio, o de la transformación de los recursos medioambientales a los arbitrajes entre los juegos (la copa de fútbol) y las políticas de reducción de la pobreza y de una radical democratización de los equipamientos de los saberes. Las plebes parecen muy lejanas, en su composición social, del corazón financiero del capitalismo cognitivo, pero en Australia, Canadá, Brasil, en los Estados andinos que dan a la cuenca amazónica, tienen un poder de bloqueo considerable. Las multitudes que surgieron en el corazón de la nueva acumulación primitiva del capitalismo cognitivo parecen portadoras de una transformación social considerable, pero no han llegado a traducirla en fuerza política. La creciente fractura del PT en Brasil con el sujeto antagonista de la metropolización digital es testimonio de ello. La presidenta Dilma Roussef no solo tiene problemas con los indígenas de Belo Monte y con todas las tribus que se manifiestan contra el código forestal y la delimitación de sus tierras frente a los grandes propietarios, como con los Sin Tierra que no son indígenas: debe hacer frente también a los colectivos de los sin techo, a las huelgas de los enseñantes.
¿Qué relación con la renta financiera? En el primer caso, el endeudamiento de los Estados (Colombia, Ecuador) o su necesidad de financiar la protección social (por Petrobrás en Brasil) les conduce a arbitrajes cada vez más exclusivos de la plebe, hasta que esta última, un instante engañado por las “declaraciones constituyentes inclusivas”, vuelve a hacer secesión para reaparecer cuando se alcanza “lo inaceptable”. A menos que se trate simplemente, por parte de los Estados, de una compra diferida según un procedimiento de renta vitalicia que espera la extinción completa de las “minorías indígenas”. La cuestión generalmente se resuelve por la retrocesión de una parte de la renta petrolera a ciertos sectores de la plebe que se vuelven “clientes”. La plebe se hace romana.
En el segundo caso, es otra forma de renta que aparece: la multitud –agregación en la calle de los diferentes componentes de las clases proletarias, obreras, empleadas y creativas- juzga “inaceptables” las prioridades adoptadas en el interior de un Estado, en la era de la sociedad del conocimiento: en general la búsqueda de la industrialización a marchas forzadas, las grandes infraestructuras, un modelo orientado hacia la exportación de la agroindustria y una baja inversión en el “buen conocer” y en el “buen vivir” de la población. La “incapacitación” (en lugar de la capacitación) de la multitud se opera mediante la transformación de este debate en juego para la plebe (una mezcla sutil de viejas clases aristocráticas, de clases populares, de redes de medios de comunicación) de la que la Copa ofrece un ejemplo sobrecogedor. Como si el modelo último grito del gobierno y del control de la multitud consistiera a presentarle el espejo de la plebe, combinado con el de los expertos económicos en política de desarrollo.
El gasto público o privado, cuando se utiliza tanto para transformar la plebe en instrumento de control de las multitudes como para transformar la multitud y las clases trabajadoras del capital industrial en auxiliares en la reducción de las “reservas ecológicas indígenas” –cualquiera que sea su origen (impuesto sobre los beneficios, las familias, las empresas)-, se convierte en la renta, que no es una cantidad de dinero que se cualifique en función de su procedencia (su posición en el proceso de producción) sino un funtor que neutraliza los efectos políticos que deberían producir tanto la plebe como la multitud. La renta afecta a la relación de clase. No es un medio de producción material, sino un conversor que subordina las relaciones de las nuevas clases a las relaciones de producción del viejo capitalismo industrial, una vez desembarazadas de su parte viva, la clase obrera. Paradójicamente, pero solo en apariencia si hemos seguido el análisis llevado a cabo aquí, el mecanismo más eficaz para neutralizar esta neutralización sería un ingreso universal [o renta básica universal, N. del T.]. El ingreso universal bajo todas sus formas. La calidad de vida, el buen vivir como se dice en la América latina hispana, es la forma fundamental de la población que prefiere no ser gobernada como una plebe en una democracia. En este sentido, no hay contraste mayor, que ilustre mejor esta inversión radical del a favor al en contra que la copa mundial de fútbol en Brasil. En el país donde este deporte llegó a convertirse en el Coliseo del Imperio, la población había sido invitada a llevar sus disfraces de carnaval al estadio. Pero cuestiones triviales, horriblemente materiales, como la aducción del agua potable, del saneamiento, de la vivienda, de la educación, de los transportes, de la pobreza, de la desigualdad abismal y de las más viciosas como el código forestal en Amazonía, la delimitación autoproclamada definitiva de las tierras indígenas (una manera de ratificar de hecho la ocupación de sus tierras por los granjeros de la soja y de los ganaderos del mayor rebaño del mundo) vinieron a recordar que el devenir plebe de la multitud solo es un momento. Quarta feira sempre desce o pano, como dice la canción de Chico Buarque: ¡el miércoles, siempre nos quitamos los disfraces de carnaval!.
Entendemos que la alianza de los antiguos y de los nuevos comunes, de la plebe y de las multitudes, es la nueva cuestión de la tradicional composición de clase. La descripción del circuito de la renta así entendida debe por tanto extenderse no solo a la fase inicial sino también a la fase final. La plebe en movimiento que detiene por un instante el carnaval, esta fiesta destinada a invertir por un tiempo el curso desigual de las cosas para que luego la gente vuelva a casa, las multitudes que se inmiscuyen fugitivamente en los intersticios del poder, ¿no sería esto hacer multitud, pueblo, clase, según las capillas de unos u otros? Lo importante es que no hay motor más potente de transformación. Ni fuente más legítima de la política, la única que salva la política sin fe del compromiso perpetuo.
Escrito por: Samuel.2015/08/05 11:37:55.593669 GMT+2
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2015/06/15 22:17:56.139062 GMT+2
Tras la alegría del sábado, dos días nefastos para el cambio democrático.
No nos engañemos. Hoy hemos asistido a un auto de fe.
Se ha dejado que la corrupta clase político-mediática de nuestro país (la famosa casta, ¿recuerdan?) vuelva a marcar nuestra agenda. Que la caverna neocon determine qué es ofensivo y qué no lo es. Quién debe ocupar un cargo público o no. Que definan nuestro sentido común. Hoy se les ha tendido una alfombra roja en el tablero político, con la colaboración del seudoprogresismo más hipócrita.
E irán a por más, no lo duden, porque son insaciables. Porque el 1 de julio entran en vigor las "leyes mordaza", y a partir de esa fecha en vez de Pedro J. será la Audiencia Nacional (con ayuda de Pedro J., PRISA, etc.) la que podrá interpretar cualquier broma como enaltecimiento del terrorismo o desprecio a las víctimas.
Pareciera como si no nos hubiéramos creído realmente que habíamos obtenido una importante victoria. O tal vez no hemos sabido entender qué significa ganar.
Hoy no tocaba alabar la responsabilidad del linchado. Hoy tocaba decirles, alto y fuerte, que no les tenemos miedo.
Estoy apesadumbrado.
Escrito por: Samuel.2015/06/15 22:17:56.139062 GMT+2
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2015/05/11 22:45:3.822314 GMT+2
Los dos últimos naufragios masivos en el mar Mediterráneo, en los que murieron ahogadas unas mil doscientas personas que intentaban llegar desde Libia a las costas europeas, representan una espantosa fracción del enorme sufrimiento humano que están provocando las vigentes políticas migratorias europeas. Dejémoslo claro de entrada: todos esos seres humanos murieron porque nuestros gobiernos no les dejaron otra opción para poder llegar a Europa que viajar hacinados en buques precarios y en condiciones infrahumanas. Cuando no lo hacen encerradas en contenedores o incluso en equipajes de mano. Simplemente por tener una nacionalidad asociada a un color y a un determinado estatus en este mundo post o neocolonial. Si los emigrantes españoles no necesitan saltar muros ni entrar de manera clandestina a sus países de destino es gracias a su pasaporte. El mismo documento que cierra puertas a otros, y especialmente a quienes más lo necesitan. No hay “drama de la inmigración”, pues la migración es un hecho tan humano como lo pueda ser el pensamiento. El verdadero drama es el de la organización institucional de la desigualdad y de la discriminación.
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Escrito por: Samuel.2015/05/11 22:45:3.822314 GMT+2
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