Otras maneras, otras líneas y otras clases. Los dos fines de semana anteriores se movió el asunto de las #otraspolíticas con sendos actos públicos. Cierro el tríptico pues, refiriéndome a lo que considero que es clave en este proyecto.
Y creo que lo es el tema de las clases. Sociales, por supuesto. El discurso de Díaz, Colau, Oltra, y demás, que hay por suerte muchas más, está bien asentado, tiene ya buenos cimientos en las experiencias de los últimos años, y puede levantar un sólido edificio político. Es difícil, como dice el chiste, pero es posible, como se comprueba en las palabras de estas mujeres políticas en activo. Pero más allá del discurso, que puede tenerse como recitable pero luego no aplicarlo, lo que me importa es el hecho de la clase. Lo que me genera confianza es el compartir clase y conciencia de la misma, y ahí no me refiero solamente al nivel de renta sino a la relevancia que tiene que nunca, anteriormente, personas de clase trabajadora llegaran a ponerse al frente de proyectos con visos de ser ampliamente apoyados en diversas elecciones políticas.
Por lo que leo sobre los orígenes de Yolanda Díaz y Mónica Oltra y por la contundencia y orgullo con que defienden venir de donde vienen, toda la reacción de verborrea del "ahora que cobran tanto" me lleva directamente al "ladran, luego cabalgamos". En el caso de Ada Colau y sus más próximas colaboradoras, con el hecho de haberlas conocido en asambleas y comisiones casi semanalmente, de mediados de 2006 a mediados de 2009, no necesito leer nada más. Digamos que sé.
El pivote de todo esto también es clave. A mí personalmente me basta con tener confianza en la clase que encarnan, más que representan, pues de hecho representan a quienes tenemos estudios universitarios más que a quienes no, irónicamente. El problema es cómo de sencillo es tirar por tierra toda esa prédica con el ejemplo, con campañas orquestadas de falsedades y demás. El problema es lo frágiles que son hoy en día las verdades como puños. El problema estriba en cómo convencer a las personas de bajas rentas pero aun menor instrucción política de que no prefieran, urnas mediante, ir al trapo de quienes no tienen clase sino trapo y poco más. No sé si me explico. Es difícil y es clave. Comunicar bien, con nuevas miradas, con nuevas estrategias, con nuevas formas de hacer campaña y de combatir las encuestas, todo ello será, mucho más allá del baile de candidaturas y siglas, lo realmente decisivo.
Esperemos que cuaje bien el proyecto y que ninguna de ellas caiga ni en el endiosamiento ni en la sordera en que cayeron Iglesias y Errejón en los primeros embates. Porque pronto vienen los segundos embates, mucho más peligrosos por cargar mucho más reaccionariado, y será el momento cuando o se consigue arraigar o se nos derrota, y esta vez no hay prórroga para la lucha, tal como está el patio.
Y en fin, se me ocurre ilustrar estas divagaciones con una viñeta de Autopista [Autopista (Cuando un bosque se quema algo suyo se quema... señor Conde), Ediciones de Bolsillo, número 14, editorial Estela Popular, Barcelona, 1970], que fue el libro que siendo menor de edad provocó las primeras carreras de mis neuronas. Sociales también, por supuesto.
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