BMG, 1998
No se prodiga últimamente en actuaciones, ni tampoco en grabaciones. No creo que sea por voluntad propia, sino más bien porque no son buenos tiempos para casi nadie y mucho menos para los inadaptados a la mediocridad imperante. Parece que está preparando nuevo disco, pero no es necesario esperar ninguna novedad para comentar el trabajo de Kiko Veneno, este músico genial que ya lleva más de treinta años dándonos alegrías con sus cantecitos.
De sus peripecias para llegar a ese inconfundible estilo como compositor, músico y letrista venenoso y de su extenso trabajo se puede encontrar amplia información en su página web o en otros rincones de la red, y vale la pena leerla para entender que, a pesar del buen rollito y la alegría que transmiten sus canciones, no fue precisamente un camino de rosas el que tuvo que recorrer para conseguir un mínimo reconocimiento. Ni siquiera la fama le salvó de las garras manipuladoras de las multinacionales discográficas, cuyo apretón sofocante le llevó a decidir liberarse de ese calvario en 2001 para seguir peleando por la música sin las mismas ataduras.
Pero ningún obstáculo ha sido insalvable para este rebelde con causa, ingenio y talento que, a pesar de su poquita pero bien aprovechada voz y de su entrada en la música por caminos alejados del virtuosismo, ha logrado consolidar un estilo caracterizado por la unión de múltiples influencias musicales (blues, rock and roll, flamenco, rumba, jazz y pop) y por unas letras tan poco convencionales que sorprenden a cualquiera, tanto por lo que dicen como por cómo lo dicen.
La publicación en 1977 de «Veneno», el único disco del grupo que con el mismo nombre fundaron los hermanos Amador y Kiko Veneno, fue la primera muestra de ese estilo trasgresor y lleno de frescura que les separa años luz de otros grupos que por entonces se movían en lo que algunos llamaban el rock andaluz y les convertiría en referente para muchos músicos. Pero lo cierto es que «Veneno» pasó con más pena que gloria, hasta que años después fue calificado como una joya, incluso por los que lo habían puesto de vuelta y media cuando se publicó, y se llegaron a vender más de 300.000 copias del disco. La CBS sabrá los beneficios que le reportó, pero parece ser que los protagonistas sólo lograron unas tardías palmaditas en la espalda y se supone que la satisfacción de haber hecho un buen trabajo.
De la discografía de este catalán tan fino que cada vez se va más al sur, he optado por comentar «Puro Veneno», un disco que recoge temas de anteriores trabajos, desde «Veneno» (1977) hasta «Está muy bien eso del cariño» (1995). Aunque está hecho en estudio, todos los temas están grabados en directo, y además no se trata de un recopilatorio sin más de las versiones originales, sino de nuevas y excelentes versiones de estos temas, incluyendo también dos canciones que no habían sido grabadas antes por Kiko Veneno: Los managers (que está en el primer LP de Pata Negra) y Volando voy, popularizada por Camarón en «La Leyenda del Tiempo».
«Puro Veneno» es, además de una muestra de la obra musical de Kiko, una manera de compartir su música con algunos de sus amigos, destacando el acierto en la elección de los temas para la participación de cada uno de ellos. Así, en el primer corte, una versión insuperable del Mercedes blanco, los coros de Martirio iluminan el cielo más que los diez duros de papel albal, con ese arte que tiene esta mujer para el cante. Andrés Calamaro interviene en El Lobo López añadiendo melancolía a ese tema de encuentros y desencuentros, mientras que en la versión de Memphys blues, Kiko y Santiago Auserón van turnándose en las estrofas de esa genial adaptación del tema de Bob Dylan que aparecía en «Está muy bien eso del cariño» (1995). Reír y llorar, parece un tema hecho a la medida de la voz de Albert Pla, que añade a la canción un aire de lamento humorístico con su estilo peculiar. La guitarra flamenca de Raimundo Amador suena en Volando voy y en Farmacia de guardia. El calor me mata, Joselito, Mi mechero blanco, Veneno, Echo de menos, Más al sur, Los delincuentes y Los managers, completan los 14 temas de un disco que no tiene desperdicio.
Esencial es también el papel de la banda que acompaña a Kiko habitualmente, esos músicos sin los que sería imposible llegar a fundir los sonidos que siempre soñó, según afirma en el librito del CD. Rafa Montañana (batería), Juan Ramón Caramés (bajo), Charli Cepeda (guitarra eléctrica), Raúl Rodríguez (guitarra flamenca saz y tres), Antonio Rodríguez (guitarras y voces) y Lourdes Carvajal (voces) son parte fundamental de éste y otros muchos trabajos de Kiko Veneno.
Disfrutar de la buena música y divertirse escuchando esas letras mordaces, no es algo habitual, pero Kiko Veneno consigue con sus cantecitos inteligentes transmitir alegría, y no están los tiempos para renunciar a este bien tan preciado como escaso. Esto es más que suficiente para recomendaros que no olvidéis a este interesantísimo artista y que si no lo habéis escuchado lo hagáis ahora, sin ningún temor a la decepción.
Acabo con otra recomendación, la lectura de la entrevista que le hace Jabier Muguruza, un Encuentro con alma que os acercará a una visión más cálida de la personalidad de Kiko Veneno.
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Escrito por: iturri.2011/12/03 23:04:37.464000 GMT+1