El martes la periodista Ane Irazabal charló con el también periodista Ander Izagirre sobre el oficio de las reporteras (aviso: voy a usar femeninos y masculinos según me dé).
Ane está acostumbrada a andar por los rincones oscuros del planeta y, además, vive en Roma; es decir, está siguiendo de cerca el auge del fascismo en Italia.
La sede del Centro Cultural Ernest Lluch (Estadio de Anoeta) está en obras y la charla tuvo lugar en la iglesia IESU de Riberas. No era sólo por influjo del lugar, pero aquello parecía un entierro.
La Revista 5W publicó en septiembre una conversación de Xavier Aldecoa y Alfonso Armada sobre África. Ya con la charla un tanto avanzada, en el libro se recogen algunas experiencias de países que están dándole la vuelta al calcetín (Mozambique, entre ellos, si mal no recuerdo). Para tratar de salir de aquel ambiente funerario, pregunté si había margen para la esperanza. Ane se quedó pensativa y soltó luego la experiencia de un pueblo italiano en el que conviven un buen número de refugiadas y refugiados.
Buscando en la red, me he encontrado con el cura eritreo Mussie Zerai (Don Barcone; esto es, el señor Patera). Fue uno de los fundadores en el 2006 de la asociación Habeshia y, a comienzos de este 2018, recogió un premio en Madrid (también se lo dieron a Helena Maleno de Caminando fronteras).
Hablamos muy por encima de la situación de Irun, aprovechando que estaba en la sala el fotoperiodista Gari Garaialde. Cómo algunas personas (sobre todo, mujeres) y asociaciones se han organizado en torno a Irungo Harrera Sarea / Red de Apoyo de Irun para dar cobertura a los africanos que pasan por esta ciudad camino del norte de Europa.
Y me acordé de cómo discutí (en buen tono) con un par de personas sobre esta cuestión y cómo comienzo a percibir un clima en mi entorno que puede convertirse en peligroso. Y más con las elecciones que se avecinan este 2019.
Con todo ello en la cabeza, pasó ante mis ojos una entrevista al cura de Vallecas Javier Baeza: «Me preocupa que el racismo cale en la gente más sencilla».
Esperanza no es un nombre de estación.
Chirbes. Cuando una lectora le dijo en cierta ocasión (bueno, era algo no tan esporádico) que sus libros no dejaban margen para la esperanza, le respondió más o menos: «Soy un novelista realista que cuenta lo que ve y forma parte de mí. No soy ni un cura para prometer la otra vida; ni un político para prometer cosas en esta; ni un psiquiatra para consolarle. Cuento lo que hay».
Y algo parecido tienen que hacer las periodistas y los reporteros. Contar lo que hay.
Tras el acto del martes, Ane citó el proyecto de documental Ghiaccio. Es un documental que está en fase de financiación y que pretende contar la historia de un grupo de solicitantes de asilo africanos que están ahora mismo en Italia. Han formado el denominado Africa First Curling Team. Si queréis, en el enlace superior tenéis más información de cómo participar en su financiación. Aquí debajo dejo un vídeo-resumen.
Y claro, no puedo acabar sin citar a Javier Ortiz y su tantas veces citado libro de referencia del poeta Ángel González: Sin esperanza, con convencimiento. Porque no todo lo malo nos sucede a nosotras y a nosotros. Ni siquiera a nuestra generación.
Actualización del 2 de diciembre: El pueblo que Ane citó es Riace, situado en Calabria. Con 400 personas refugiadas, este pueblo ha vuelto a revivir. Sin embargo, el alcalde Domenico Lucano fue detenido y, aunque liberado, no puede residir allí. El vídeo de Irazabal es de este mismo verano y la detención se produjo en octubre.
Itxaropena pena pena, apunte hau euskaraz.
Comentar