Madrid
Una comida. Estamos charlando con una persona que acabamos de conocer. Mejor dicho: ya nos conocemos, pero es la primera vez que nos ponemos cara.
En un momento dado, él habla maravillas de San Sebastián, sobre todo desde el punto de vista culinario. En cambio, apunta que el centro de Madrid está echado a perder. Que la mayoría de las cosas se hacen pensando únicamente en el turismo.
Esto es: lo mismo que yo, nosotros, decimos de la Parte Vieja donostiarra es lo que dice él de su ciudad.
Tú pasas un fin de semana en Madrid y te encanta. Claro.
Cataluña
Hay mucha gente en el País Vasco mirando a Cataluña. A cuenta del independentismo, se alaba el camino tomado por algunos políticos y muchos ciudadanos catalanes. En cambio, se dice que los políticos vascos (con el PNV y Urkullu a la cabeza) están mandado a paseo la vía hacia la independencia.
Abro paréntesis. Recomiendo la lectura de esta columna escrita por Javier Ortiz en los tiempos de Lizarra-Garazi: El PNV no es independentista. Cierro paréntesis.
Hablas, sin embargo, con otras amigas y amigos catalanes y te ensalzan la vía vasca.
Dos, cuatro o catorce
Por tanto, ¿cuál es el mejor camino? ¿Qué es lo que está sucediendo de veras? Ni idea, pero conviene pillar y observar las cosas desde la distancia adecuada.
Hay un proverbio vasco que apunta en esa dirección: Urrutiko intxaurrak hamalau, gerturatu eta lau (las nueces lejanas parecen 14, pero si te aproximas no son más de 4).
Y es que de lejos parecen catorce, de cerca, cuatro o, incluso, dos....
¡Dentro vídeo!
Urrutiko intxaurrak, apunte hau euskaraz.
Comentarios
En relación con el problema nacional, España nunca ha tenido un modelo de Estado satisfactorio para la diversidad regional que la conforma. De un Estado centralizado dirigido y gobernado por monarquías se intentó pasar a una República con características federales y luego este modelo se eliminó y se construyó durante unos cuarenta años otro Estado centralizado totalitario en el siglo XX; y de aquí se construyó la democracia monárquica de autonomías que es en la que nos encontramos actualmente.
Esta variedad refleja la inconsistencia ideológica de las españolas y de los españoles y cierta pobreza cultural democrática de los mismos. Y en este camino me vuelve a asaltar cierta inseguridad en adelante, hacia el futuro (aunque por supuesto que no creo en agoreros, profetas y brujas del tarot), porque en qué, en quiénes puede uno confiar para que transformen el SISTEMA de raíz, para que estirpen lo que un amigo muy bien me decía en un correo: el servilismo, la jerarquía, el egoísmo…; así es la sociedad en la que vivimos en la actualidad, así es cómo nuevamente la sociedad, al menos una mayoría, ha enviado al carajo cualquier movimiento cualquier pensamiento de cambio, de mejora de la vida diaria de los ciudadanos y de las ciudadanas, de un cambio hacia una Rapública Federal, hacia una sociedad justa, democrática, solidaria, igualitaria (por eso pienso que la indignación manifestada por una parte de la sociedad española hace unos años es bastante débil y bastante falsa e hipócrita, es una indignación egoísta). El capital, las élites sociales han ganado la guerra, han vencido, y organizan el modo de Estado, y ante esta realidad (algo que no reconoce como real la puñetera izquierda española y la europea de las narices) aprecio que el capitalismo ha generado una felicidad, una determinada felicidad puramente materialista; el hambre ha sido a lo largo de la Historia el motor de los cambios, de las revoluciones; pero eso se apagó después de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó la Treintena Gloriosa para continuar la Treintena Opulenta (en la que nos encontramos), como muy bien decía el gran filósofo Zygmunt Bauman en su obra “Estado de crisis”.
Vamos a ver: si tengo mis necesidades básicas cubiertas, si puedo comprar todos los días una barra de pan por 70 céntimos €, si tengo una casa, una cama con sábanas, paños y colcha, si tengo acceso gratuito a mi Centro de Salud, si puedo comprarme ropa, si tengo acceso a Internet, si puedo viajar a la playa, si mis necesidades básicas están cubiertas, pues soy feliz, y para engrandecer mi felicidad y hacerla duradera en el tiempo pues me endeudo y compro material (coches, ropa, alcohol, coca, un apartamento…), y me despreocupo por completo de luchar por un Estado que nos acoja a todos y a todas bien, y como esto es lo que tengo y temo perderlo pues apoyaré a la clase política conservadora, que es la que dice defender mi trabajo poniendo a los y las inmigrantes como culpables de mi desgracia aunque mi clase sea trabajadora. Esa es la felicidad que ha generado en la sociedad la socialdemocracia, el capitalismo, y es la felicidad a la que se promueve la sociedad en la actualidad, y esa felicidad es la que se vino abajo con la explosión de la crisis, y de ahí la indignación, fracasó el sueño capitalista opulento y nos indignamos, porque lo que queremos es más y más, más abundancia, más renta, más capital, y si una persona es feliz así, ¿cómo se va a preocupar por cambiar esa vida, por cambiar el SISTEMA, por construir una sociedad diferente, justa, igualitaria en un nuevo Estado?
Personas como Javier Ortiz o Rafael Chirbes lucharon en su medida contra el SISTEMA, pero nunca tuvieron un respaldo y seguimiento grande por parte de muchos ciudadanos, pues muchos farsantes, la mayoría, se pasaron a la vida capitalista, aspiraron a igualar sus vidas con la de la élite, asumieron la falsa y sumisa felicidad que he descrito antes. Nunca, a lo largo de la Historia de nuestro país, los avances, los defensores de cambiar la sociedad eliminando las jerarquías tradicionales, nunca, digo, han logrado un cambio estructural importante, precisamente porque las fuerzas del orden y de la conservación de los privilegios lo han impedido. El único período pequeño en el que se intentó transformar a la sociedad y acabar con la explotación y la puta jerarquía fue la II REPÚBLICA, y ya vemos que fracasó por la fuerza de los malditos reaccionarios, quienes dominaron durante mucho tiempo imponiendo sus valores, hasta prácticamente la actualidad. Como decía javier Ortiz en su artículo “Tal fuimos, tal somos”.
Antes de conectarme a Internet he estado en el entierro de una vecina, y la idea que inunda mi mente es: maldita vida, me cago en la vida, qué mierda de vida…; sin embargo, me he parado a pensar: pero esta es la vida que tengo (yo volví a nacer va a hacer ahora 10 años, poco antes de morir Javier Ortiz), y me he acordado de lo que respondía José Mujica en una entrevista: “La vida es un privilegio, no divino, pero un privilegio, por lo que hay que luchar por ella”. Por eso, aunque los tiempos que corren son nuevos (comenzaron a fraguarse a finales de los años 70 del siglo XX), estamos ante un proceso histórico nuevo, y en este sentido, como decía Gregorio Morán, quizás haya que esperar a tiempos mejores, algo que no sé si ocurrirá, pero creo que la esperanza no se ha de perder, precisamente en honor a la memoria de todos aquellos que lucharon por una sociedad verdaderamente libre.
¿Que cuál es el mejor camino, iturri?, pues conociendo a este país es difícil responder a esa pregunta.
Un abrazo
Escrito por: Luis.2019/03/21 18:08:48.354555 GMT+1
Por un nuevo y alternativo Estado
Egun on, Luis.
Pues no tengo ni idea de cuál es el mejor el camino, pero me quedo con tu mensaje esperanzado, porque ahora mismo no nos podemos permitir más derrotismo.
Un fuerte abrazo.
Escrito por: iturri.2019/03/23 11:59:34.269896 GMT+1