A la hora de plantearse el problema de la forma de Gobierno, parece claro que hay muchas y buenas razones de principio para optar por las republicanas, desechando las monárquicas. La República, al colocar la jefatura del Estado también bajo el sufragio popular, muestra una coherencia democrática de la que carece el sistema monárquico.
Desde un punto de vista formal, cabría objetar a las Monarquías occidentales su inutilidad, su parasitismo. Esta objeción vendría precisamente justificada por las declaraciones de tantos liberal-monárquicos que se escudan en la pretendida inhibición en la vida política concreta de los monarcas, al parecer situados por encima de las banderías políticas. En la práctica, sin embargo, la cosa es más grave. Porque, al margen de que las Monarquías puedan ser un caro adorno, son también y sobre todo, un factor de continuismo y de estabilidad para los manejos políticos de la burguesía. Pero nuestra intención no es disertar con vaguedades acerca de las Monarquías y las Repúblicas en general. Nuestra obligación es incidir en el tema desde el ángulo concreto del aquí y ahora. No de las Monarquías, sino de esta Monarquía. A ello va dedicado nuestro dossier quincenal. El lector volverá a comprobar en él que la izquierda no tiene un punto de vista homogéneo al respecto, y podrá interrogarse sobre las razones aducidas por unos y otros.
Hay cosas que, sin embargo, forman parte del dominio de lo objetivo. Es un hecho objetivo que, históricamente, en el Estado español, las formas republicanas de Gobierno se han identificado con el progreso, y las monárquicas con la reacción. Es un hecho igualmente objetivo que la Monarquía fue rechazada en su día por la vía del sufragio universal y que, a lo largo del casi medio siglo posterior, no fue echada de menos, ni poco ni mucho, por los pueblos del Estado español. Es un hecho objetivo también, y cuánto, que esta Monarquía fue engendrada en las entrañas mismas del fascismo, creció en ellas, juroles fidelidad, acató sus desmanes...
Demasiadas cosas en un plato de la balanza. ¿Y en el otro? «Una función de equilibrio», «una labor de puente», «un elemento estabilizador»... Por nuestra parte, damos en creer que, si aquí ha habido equilibrio, puente y estabilización – en la medida en que ha habido–, no se debe a las discutibles virtudes de un personaje, sino a los intereses concretos de la clase dominante y a la relación de fuerzas sociales en presencia. Convengamos igualmente en que las virtudes aducidas son demasiado coyunturales y momentáneas, aún en el supuesto de que fueran reales, como para que hubieran de obligamos a cargar de por vida con toda una cohorte de reyes, reinas, príncipes, princesas, cortesanos y cortesanas en general.
Sobre todo si se tiene en cuenta que aquí –a diferencia de esas fábulas en que las ranas se transforman en reyes– corremos francamente el peligro de que el rey nos salga rana.
Ramón Collar (uno de los alias de Javier Ortiz). Saida (Diciembre de 1977). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de mayo de 2009. Texto remitido por Marcos desde Cantabria. Muchas gracias.
Del recuerdo escrito por Jaime Pastor: "Ese esfuerzo se vio confirmado con su papel como editorialista, con el seudónimo de Ramón Collar, en el “quincenario de información y crítica” Saida, una experiencia esperanzadora de periódico de la casi totalidad de la izquierda revolucionaria, incluyendo a la libertaria, surgida en septiembre de 1977, y que tropezó repetidamente con la censura del gobierno de la UCD y de los tribunales. El caso más sonado fue la publicación de un dossier titulado “¡Viva la República!” en el número 11 de esa revista, en diciembre de 1977, que costó el procesamiento y posterior encarcelamiento durante un mes por “injurias al Jefe del Estado” del director “oficial” (Miguel Bayón) y de 4 dirigentes de organizaciones de la izquierda radical -entre ellos Miguel Romero, por la LCR- que se declararon coautores de los dos artículos motivo de la acusación, uno de ellos escrito por Javier. Por cierto que la (re)lectura de los editoriales y de los artículos que aparecieron en sus sucesivos números durante los pocos –pero intensos- años de vida de esta revista podría ser muy útil para desmitificar esa visión idílica de la “transición” que se nos sigue vendiendo".
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Escrito por: Vicent.2009/05/11 14:50:35.125000 GMT+2
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