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2009/05/08 06:01:00 GMT+2

Javier Ortiz, un referente de la izquierda insumisa y del panfleto bien escrito

La muerte de Javier Ortiz este 28 de abril ha sido sin duda un duro golpe no sólo para sus amigas y amigos más cercanos, sino también para gentes de distintas generaciones que llegamos a conocerle. En el caso de buena parte de quienes escribimos en esta revista /1 , porque compartimos en nuestra juventud con él desde diferentes organizaciones las mismas esperanzas e ilusiones; luego, porque le seguimos la pista en esa labor que él recuerda en su propio obituario: su dedicación “con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año”.

Porque ése creo que fue el principal rasgo que le caracterizó: su vocación panfletaria, en el mejor sentido del término, al servicio de la denuncia de todo tipo de injusticias siempre, eso sí, con ironía, buen humor y mejor escritura. Quienes militábamos en la LCR le conocimos, primero, una vez alcanzada la legalidad, como director del periódico del MC (Movimiento Comunista), Servir al Pueblo, desde donde sabemos que intentó siempre darle un estilo abierto. Ese esfuerzo se vio confirmado con su papel como editorialista, con el seudónimo de Ramón Collar, en el “quincenario de información y crítica” Saida, una experiencia esperanzadora de periódico de la casi totalidad de la izquierda revolucionaria, incluyendo a la libertaria, surgida en septiembre de 1977, y que tropezó repetidamente con la censura del gobierno de la UCD y de los tribunales. El caso más sonado fue la publicación de un dossier titulado “¡Viva la República!” en el número 11 de esa revista, en diciembre de 1977, que costó el procesamiento y posterior encarcelamiento durante un mes por “injurias al Jefe del Estado” del director “oficial” (Miguel Bayón) y de 4 dirigentes de organizaciones de la izquierda radical -entre ellos Miguel Romero, por la LCR- que se declararon coautores de los dos artículos motivo de la acusación, uno de ellos escrito por Javier. Por cierto que la (re)lectura de los editoriales y de los artículos que aparecieron en sus sucesivos números durante los pocos –pero intensos- años de vida de esta revista podría ser muy útil para desmitificar esa visión idílica de la “transición” que se nos sigue vendiendo.

Como el propio Javier cuenta, su trayectoria ya definitivamente periodística le llevó después a recorrer distintos medios, destacando entre ellos su participación en la nueva aventura que supuso el diario Liberación, en donde fue uno de sus principales animadores como redactor-jefe de una de sus secciones, durante la primera mitad del decenio de los 80. Tras esa nueva experiencia frustrada hubo que esperar a la irrupción del diario El Mundo a comienzos del decenio siguiente para seguir sus artículos y su papel como redactor-jefe. Fue entonces cuando, invitado a participar como coeditor en la colección de fascículos “Historia del comunismo” que acompañó durante 38 semanas a ese periódico, concidí regularmente durante unos pocos meses con Javier y pude tratarle más de cerca. Una de las cosas que contó fue que se había dedicado durante varios años a escribir una obra crítica sobre Stalin que finalmente no había conseguido publicar; en el capítulo 10 de esa colección escribió un artículo titulado “’Koba’: Años grises”, que constituye una modesta pero rigurosa muestra de ese esfuerzo inédito.

Sin embargo, la relación de Javier Ortiz con el director de El Mundo, pese a las ilusiones iniciales, no fue nunca fácil, sobre todo a medida que la trayectoria seguida por Pedro J. Ramírez le llevó cada vez más a la derecha y a la práctica constante del “amarillismo” periodístico. Por eso, cuando nos encontrábamos con Javier en algún acto político o mesa redonda (especialmente en relación con el “conflicto vasco”, materia sobre la que fue hasta el final de su vida uno de los pocos que se prestaban a dar la cara e ir contracorriente en Madrid), él podía contarnos su incomodidad creciente pero, a la vez, se consolaba con sus desahogos en su columna propia y en sus actividades y sucesivos libros que iría publicando. Pero el estallido del conflicto era inevitable y así ocurrió a partir del año 2000 hasta su ruptura definitiva en 2004. Afortunadamente para él, su página web le permitió luego mantener una relación cotidiana con sus lectores y, después, la aparición del diario Público le volvió a ofrecer la oportunidad de hacerlo también en papel hasta su último día de vida.

Ahora, tras su muerte, le echaremos en falta por su ejemplo, su buen humor, su cordialidad y su escritura pero también porque era alguien de la misma estirpe de un Vázquez Montalbán, al que se refería en uno de sus últimos artículos: un disidente permanente, en el que se reconocía la gente insumisa –vieja y joven- que sigue luchando por cambiar el mundo de base, en medio de un mundo de “opinión publicada” cada vez más uniforme.

Jaime Pastor, Javier Ortiz, un referente de la izquierda insumisa y del panfleto bien escrito.

Este texto se publicará en VIENTO SUR nº 103, a finales de mayo 2009

Escrito por: Jaime Pastor.2009/05/08 06:01:00 GMT+2
Etiquetas: jaime_pastor recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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