Ya se amontonan los que lo tienen clarísimo: si se ha producido el fraude de Fórum Filatélico y Afinsa, la responsabilidad recae sobre el Gobierno, por no haberlo detectado desde su inicio. Estamos en las de siempre: Piove, Porco Governo! Si algo va mal, la culpa sólo puede ser del Gobierno. ¿De quién, si no? A los denunciantes antigubernamentales les da igual que se les diga que ambas empresas venían siendo investigadas desde hace tiempo y que ha habido que esperar a que los datos incriminatorios justificaran la puesta en marcha del procedimiento judicial. «¡Tenían que haber avisado mucho antes a los pobres inversores!», responden.
Dejaré sentado, antes de nada, que no presupongo que se trate de un fraude. Delego esa tarea en los tribunales, que para eso están. Pero, si de avisar se habla, para mí que los hechos mismos ya avisaban bastante por sí solos. Por si la propia fijación de ambas empresas en los llamados bienes tangibles no resultara mosqueante, estaba la evidencia de que anduvieran vendiendo en la plaza pública, como quien dice, duros a cuatro pesetas. No hace falta ser Hércules Poirot para sospechar que, si alguien te ofrece por tu dinero una rentabilidad muy superior a la que aseguran todas las entidades financieras convencionales y ortodoxas, ahí hay algo raro. Y si lees la letra pequeña de la oferta y descubres que quienes te la hacen no están cubiertos por ningún fondo de garantía, pues todavía más.
No quisiera ofender a nadie que no se lo merezca -y aquí hay mucha gente que no se lo merece, seguro-, pero he de decir que algunas reclamaciones tienen lo suyo. Quien opta por correr riesgos ha de asumir la posibilidad de perder. Si un ciudadano monta una empresa, no tiene éxito y quiebra, se come el marrón él solo. Es una pena, pero las cosas funcionan así. Confiar los ahorros de toda una vida a un chiringuito especulativo de concepción piramidal, como tantos otros que ya se han hundido en el pasado, es una imprudencia. Son inventos que pueden -y suelen- funcionar por un tiempo, pero en cuanto algo o alguien interrumpe el crecimiento de la pirámide, se colapsan. ¿Se pensaban que la gente que invierte sus pocos dineros en bonos del Estado, o en fondos de pensiones, o en productos financieros similares, lo hace porque disfruta obteniendo menos rentabilidad?
Ignoro si no habrá algún tipo de responsabilidad in vigilando de las autoridades. Ya se verá. Lo que digo es que la experiencia debería enseñarnos a todos a desconfiar. A no fiar ni de los especuladores que le dicen al hipotético inversor que quieren hacerle partícipe de su habilidad para rentabilizar bienes tangibles -que nunca tocará, por cierto-, ni tampoco del celo de unas autoridades que van a lo suyo y que, en caso de desastre, se preocuparán sobre todo de lavarse las manos.
Es triste, pero es así.
Javier Ortiz. El Mundo (15 de mayo de 2006). Hay también un apunte con el mismo título: Piove, Porco Governo!
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