Aznar clama: «¡Nosotros no negociamos con terroristas! ¡Nosotros no estamos dispuestos a pagar un precio por la paz!». Y sus socios internacionales aplauden displicentemente.
Pero no se toman en serio el dogma, claro está. Luego ellos negocian o no, según les venga. Y les convenga. Empezando por el amigo Tony, siguiendo por el amigo George W. y acabando por el amigo Putin.
Fijémonos en lo que han hecho las autoridades norteamericanas con el asesino del tarot (que para mí que no lo han pillado todavía: tener un rifle del mismo modelo no es tener el mismo rifle). En todo caso, ¿qué mensajes le han venido enviando? ¿Le han dicho que haga lo que se le ponga porque no tienen nada que discutir con él? No. Ordenaron a su Policía que estableciera una línea telefónica especial para el tipejo y le enviaron toda suerte de mensajes melifluos pidiéndole que fuera buen chico y rebajara sus exigencias.
Tres cuartos de lo mismo está haciendo Putin. ¿Qué recado dirige a los integrantes del comando checheno que mantienen a montones de rehenes en un teatro moscovita amenazando con organizar una escabechina? ¿Les ha comunicado que él no negocia con terroristas y que allá ellos y lo que hagan con los rehenes, porque no puede entrar a discutir sus exigencias? No. Les manda gente para parlamentar y trata de que flexibilicen su postura.
Porque Putin es muy implacable, pero no tanto. No hasta la locura (espero).
Todo responsable que afronta una situación de emergencia, sea político o no, evalúa las posibilidades que se le presentan y estudia cómo salir del embrollo con el mínimo de pérdidas.
Cuando no hay más remedio que negociar, negocian. Vaya que sí negocian. Y están dispuestos a pagar un precio por salir lo mejor librados que quepa, para que haya la menor cantidad posible de pérdidas humanas y materiales. Vaya que si lo están.
Quieren pagar lo menos posible, obviamente. Y si pueden resolverlo a tiros, lo hacen, por supuesto. Pero son realistas y saben que, por lo general, el refrán es certero: el que algo quiere algo le cuesta.
Quiero decir con todo esto que proponer como principio general e inmutable que con los terroristas no se negocia es una tontería. Se negocia cuando no negociar sería peor. Cuando se trata de evitar un mal más grave.
Sólo puede proclamar que jamás negocia quien considera que no hay bien más importante para la Humanidad... que él mismo. O quien está encantado con la crueldad del oponente porque eso le ofrece una coartada para revestir de heroico su propio inmovilismo.
Javier Ortiz. El Mundo (26 de octubre de 2002). Basado en el apunte Negocian. Subido a "Desde Jamaica" el 1 de abril de 2018.
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