Tal día como hoy, hace ya ni me acuerdo cuántos años, asistí a una comida de hermandad con un numeroso grupo de amigos portugueses.
A los postres, nos levantamos todos, lusos e hispanos, y cantamos, como mandan los cánones, Grândola, vila morena.
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade
Dentro de ti, ó cidade
O povo é quem mais ordena
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada esquina um amigo
Em cada rosto igualdade
Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
Terra da fraternidade
Grândola, vila morena
Em cada rosto igualdade
O povo é quem mais ordena
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
Jurei ter por companheira
Grândola a tua vontade
Grândola a tua vontade
Jurei ter por companheira
À sombra duma azinheira
Que já não sabia a idade
Lo recuerdo con verdadera emoción.
También estética.
Por aquel tiempo yo era repugnantemente joven y en la garganta me pesaban un millón de cigarrillos y cien mil botellas de whisky menos. Pude hacer una más que satisfactoria -para mí- segunda voz. Me gustó oír el abrazo armónico del cántico. Fue como una caricia colectiva, hermosa y delicada.
Había electricidad en el ambiente.
Me viene a la memoria la escena de los jóvenes hitlerianos de Cabaret, cuando cantan a coro El mañana me pertenece. Nuestra intención política era la contraria, por supuesto. Pero todas las épicas tienen un aire.
Las lágrimas se me vinieron a los ojos.
Tomorrow belongs to me. O povo é quem mais ordena.
Cielo santo.
Hoy, dentro de unas horas, estaré sentado en un estrado del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Si todo sucede conforme a lo programado, a mi lado estarán el lehendakari Juan José Ibarretxe, el filósofo Javier Sádaba e Ymelda Navajo, directora de la editorial El Mundo de los Libros.
Enfrente habrá público. No sé cuánto. Bastantes periodistas, supongo. Algunas cámaras. Fotos.
Tengo escrito lo que diré. Llevo una docena de folios: un cuarto de hora -más o menos- de palabras amables, políticamente correctas.
Se trata de presentar mi último libro.
Lo haremos. Los demás cumplirán también con el papel que el guión les tiene asignado y el trámite se completará conforme a lo previsto. Navajo dirá que soy un autor muy pulcro, que entrega los papeles como se debe. Sádaba dirá que lo de Euskadi está muy mal, pero que yo soy un buen tipo. Y el lehendakari me agradecerá que haya escrito sobre él sin demasiados prejuicios.
Al final habrá preguntas.
Sé que, en algún momento, mi pensamiento se ausentará de allí y se irá volando hacia el pasado.
Me sentiré de pie, joven, con una copa de cava en la mano, rodeado de amigos y amigas portugueses, los ojos brillantes por las lágrimas que quisieran asomar, cantando à sombra duma azinheira que já não sabia a idade.
Dicen que la vejez comienza cuando el pasado va comiéndose el espacio que deberíamos dedicar al presente.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (25 de abril de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de abril de 2017.
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