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2004/06/08 06:00:00 GMT+2

Un pijo

Siento una pasión tan intensa por la actual campaña electoral que la noticia de prensa que me ha interesado más esta mañana ha sido la referente al paso de Venus por delante del Sol. Por cierto que, si queréis seguir el fenómeno a través de Internet, podéis utilizar los servicios de la Universidad de Barcelona (*). Yo, como estoy todavía en Aigües (**), en medio del monte y con escasa contaminación atmosférica, trataré de verlo en directo (aunque con las debidas precauciones, por supuesto.)

Así que elecciones europeas.

Me manda un mensaje electrónico mi buen amigo Gervasio Guzmán preguntándome qué voy a votar el próximo 13.

Me doy cuenta de que ni siquiera había pensado en ello.

Por lo general no voto, más que nada para no ser parte de las farsas que se montan, pero tampoco me lo tomo como una posición de principio: a veces siento que lo que se plantea es de hecho un referéndum (OTAN sí, OTAN no; González sí, González no; Aznar sí, Aznar no), y entonces, aunque sin tomarme demasiado en serio ni ponerme particularmente trascendente, me acerco por el colegio electoral, por el aquel de dejarme a mí mismo constancia del «no».

En esta ocasión, aunque la gama de candidaturas es considerable, no veo que se plantee ningún referéndum.

La composición del próximo Parlamento Europeo me deja frío. He dado un somero repaso a su actividad en la pasada legislatura y me han entrado unas ganas incontenibles de bostezar.

Tampoco me inquietan las repercusiones que la votación pueda tener sobre la política local.

No le veo ventajas a que ZP revalide su victoria. Ni a lo contrario.

¿IU? Llamazares no se merece un repunte: lo mismo se lo toma como respaldo a lo que está haciendo. (Más le valdría ir reflexionando sobre las razones por las que Anguita no quiere ni aparecer a su lado).

En cuanto a las candidaturas nacionalistas en coalición, tanto me dan: saquen lo que saquen, no me incomodará, pero tampoco contribuiré a su causa: ni soy nacionalista ni tengo ganas de prestar mi apoyo a partidos tan de orden.

«¿Has calculado bien a quién votas si no votas?», me escribe Gervasio, poniéndose filosófico.

«Si no voto, no voto. Por definición», le respondo.

Y le añado: «Si lo que pretendes decirme es que mi abstención puede tener repercusiones que no deseo, te remito al "efecto mariposa". Lo mismo saliendo a pasear por el jardín dentro de media hora provoco la Revolución Socialista Mundial. Tú fíjate. Y yo sin saberlo.»

Todos los candidatos nos dicen, muy solemnes: «Tu voto es importante».

No les creo. Sé de sobra que mi voto importa un pijo.

(*) Esta es la imagen de Venus entre el Sol y la Tierra. Lo más hermoso es la materialización visual que nos proporciona de la enorme distancia a la que nos encontramos del Sol. Si Venus, que es enorme, aparece como ese minúsculo puntito...

(**) Un inciso. Siempre que alguien me pregunta si disfruto de paz en mi latifundio de Aigües, suelo responder: «El único ruido que oigo es el trinar de los pájaros». Y así es. Pero, dicho eso: ¿alguien sabe qué carajo puedo hacer para evitar que los árboles que rodean la casa se me llenen de pajarracos dispuestos a aullar de manera atronadora durante horas y más horas? He probado a ponerles la COPE. Pero ni por ésas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/08 06:00:00 GMT+2
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2004/06/07 06:00:00 GMT+2

Reflexiones domingueras

Primera.- Chirac, Schröder... Celebración del 60º aniversario del desembarco de Normandía. Discursos hipócritas, falsamente vibrantes. Gentuza.

Pero no toda la gentuza es igual. La gentucidad admite categorías. Hace 60 años, en Alemania estaba Hitler. En Francia, Petain. Éstos de ahora son asquerosos, pero son asquerosos de otro tipo. Yo no soy como el rey francés: hago distingos entre la canalla. Estos canallas son muy preferibles.

Lo del otro lado del Atlántico es diferente. Probablemente no tenga mucho sentido comparar a Franklin D. Roosevelt con George W. Bush pero, si pese a todo la comparación se hace, desde luego que Bush Jr. no sale ganando.

Segunda.- Muchos documentales sobre el desembarco en televisión. En las televisiones. Por lo general, bastante bien hechos. Pero todos -casi- parten de una idea que dan por sobreentendida: los EEUU se portaron muy bien. Sólo el canal cultural franco-alemán Arte permite que se cuele una línea de interpretación diferente, defendida por un ex general del Ejército Rojo. Afirma que el gobierno de Washington sólo se decidió a intervenir en Europa cuando era evidente que la URSS iba a dar buena cuenta del III Reich en el frente oriental y se corría el riesgo de que fueran las tropas soviéticas y las resistencias locales, casi todas encabezadas por los comunistas, las que se hicieran con el control del viejo continente.

Un ex militar nazi aprovecha para ironizar sobre la preparación y el heroísmo de los soldados norteamericanos: «Tenían diez veces más material que los soldados del Ejército Rojo».

Tercera.- Ante las tumbas de los caídos, se oye el lamento de las gaitas. Tocan Amazing Grace. Es también una canción religiosa, como La muerte no es el final. Pero ¡qué diferencia! El Amazing Grace, que oí por primera vez en boca de Judy Collins allá por los años setenta, es a la vez épico e íntimo, hondamente solemne, emocionante. El himnito militar español -obra de un tal Gabarain, cuyo origen imagino- no tiene interés ni en música ni en letra. Sólo puede emocionar a gente dispuesta a emocionarse cantando «La raspa la inventó / un chico de El Escorial...»

Cuarta.- Muerto Reagan. Las crónicas le atribuyen la victoria en la Guerra Fría. Ya son ganas.

Nadie venció a la URSS. La URSS se derrotó sola.

Penúltima.- Oigo que el PNV critica a EA por haberse aliado para las elecciones europeas con Esquerra Republicana, partido que ha dado el gobierno de Cataluña al PSC-PSOE. Una crítica un tanto singular. Por dos razones. Una: el PNV llevó varias veces al PSE-PSOE al Gobierno de Euskadi. No le dio la Lehendakaritza, pero si la Vice, y parcelas fundamentales del poder autónomo. En un momento en el que el PSOE -no lo olvidemos- era el de los GAL. Y 2ª) El PNV va en la misma candidatura que el BNG, que ha pactado con el PSG-PSOE todo lo que ha podido y que si no le ha dado la Presidencia de Galicia es sólo porque no ha tenido la oportunidad, porque lo habría hecho muy a gusto.

EA, a su vez, reprocha al PNV que va con CiU, que hizo un papelón de bochorno cuando se debatió la Ley de Partidos.

Me pregunto por qué no admiten, ambos, que en las elecciones europeas o vas con alguien o es como si no fueras.

No siempre es obligatorio criticar.

Última.- Nueva aclaración: la final de la Copa de Europa de Naciones de 1964 no se celebró en Zaragoza, como escribí ayer, sino en Chamartín, allí donde en el siglo XIX un buen francés montó un merendero llamado Chez Martin (y de ahí el nombre). O sea, en el campo que ahora llaman «Santiago Bernabéu». Lo de Zaragoza supongo que me vino a la cabeza porque Marcelino, el autor del gol de la victoria, jugaba en el Real Zaragoza.

And that's all folks!

Javier Ortiz. Apuntes del natural (7 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/07 06:00:00 GMT+2
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2004/06/06 06:00:00 GMT+2

El gol de Marcelino

Escribí en el apunte de ayer: «La Selección Española de Fútbol no ha logrado nunca vencer en ningún campeonato internacional, excepción hecha de la victoria en los Juegos Olímpicos de Barcelona». Varios lectores se apresuraron a corregirme: la Selección Española de Fútbol se impuso en el Campeonato de Europa de Selecciones Nacionales celebrado en 1964 (en España, precisamente).

Curiosa autocensura, la de mi memoria. Porque el hecho es que no sólo conocía el dato, sino que vi en su día el partido (por televisión, claro). Si no recuerdo mal, la final se celebró en Zaragoza y el gol de la victoria frente a la selección de la URSS lo marcó Marcelino de cabeza.

La explosión de nacionalismo franquista fue espantosa. ¡«España» se impone, y nada menos que frente a «Rusia»! Se lo tomaron como si fuera la revancha de la derrota de la División Azul.

Yo tenía a la sazón 16 años, estaba ya metido en andanzas antifranquistas y, aunque no fuera ni mucho menos devoto de la URSS -simpatizaba con las posiciones internacionales de Mao Zedong y el Che Guevara, más radicales que las de Nikita Jruschov (*)-, aquella victoria de la España de Franco me sentó como una patada en la entrepierna. Maldije a «la Europa democrática» por haber aceptado que se celebrara el Campeonato en España, y a la URSS, por haber venido pese a que aún no tenía relaciones diplomáticas con el Estado franquista. Entre todos, dieron a la dictadura la posibilidad de sacar pecho.

Tiendo a suponer que un triunfo de la Selección Española en el inminente Campeonato europeo de Portugal provocaría una reacción popular menos repulsiva -y, sobre todo, menos fascista-, pero me consta que todas las celebraciones nacionalistas -y ésa lo sería, y cómo- son básicamente desagradables. Para quienes se malicien que digo eso pensando únicamente en los demás, les invito a que consulten lo que escribí el año pasado a pocas horas del partido en el que el equipo de mi ciudad, la Real Sociedad, podía quedar a un paso de ganar la Liga: preferí que perdiera (**). Porque Donostia se habría puesto insufrible. Y no por un día, ni por dos, sino durante meses y más meses.

Aparte de eso, me barrunto que una victoria de la Selección Española de Fútbol en Lisboa tendría consecuencias francamente negativas para la coyuntura política local. Afortunadamente -y a la vista de la excelencia del juego de los encargados de la faena-, no creo que ese peligro teórico vaya a materializarse.

 

(*) Que por entonces aquí se escribía Kruchev. Los periodistas españoles de la época veían que los franceses y los ingleses escribían el apellido del premier soviético con KH y, como no sabían que ése es el modo en que se transcribe la J en los idiomas que carecen de ese sonido, lo ponían con K, quitándole la H (pensarían que para qué incluirla, si en castellano no se pronuncia).

Ni el ruso ni lo ruso han sido nunca el fuerte de la prensa española. Hace años repasé por pura curiosidad los periódicos de Madrid de 1917, para ver cómo contaron la Revolución de Octubre. Por supuesto que no se aclararon de nada (de nada de nada, literalmente), pero las pifias más graciosas eran las lingüísticas. Había que leer, por ejemplo, sus descripciones sobre los actos de «los mayoritarios» y «los minoritarios». Hablaban, claro, de los bolcheviques y los mencheviques, pero no tenían ni idea del verdadero origen de esas denominaciones (que procedían del Congreso de Londres del Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia, celebrado en 1902) y cada cual las atribuía alegremente a lo que le daba la gana.

(**) http://www.javierortiz.net/jortiz1/diario2003/24.2003.html

Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/06 06:00:00 GMT+2
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2004/06/05 07:00:00 GMT+2

El maldito tabaco

Se supone que estoy en una posición privilegiada para entrar en la polémica sobre el consumo público del tabaco, porque he experimentado en mí mismo las razones de ambos bandos.

Empecé a fumar siendo adolescente y seguí haciéndolo con indiscutible contumacia hasta hace un par de años. Como saben quienes me conocen de antiguo, de mi afán fumador podía decirse lo mismo que del arrojo de Augusto César Sandino: cabía igualarlo, pero no superarlo.

En aquel tiempo, cada vez que alguien planteaba la posibilidad de prohibir que se fumara en algún sitio, yo anunciaba que allá él; que si no me dejaban fumar, no iba, y todos tan contentos.

Hace dos años decidí dejarlo. No por prescripción médica, sino porque me harté de echar el bofe en cuanto subía cuatro tramos de escalera.

Curiosamente, no me costó ningún esfuerzo. Sé que la nicotina es de las drogas más adictivas que hay, pero mi experiencia no lo corrobora. Al contrario. Me convertí en no fumador de un día para otro sin mayor problema y no he vuelto a tener ni la más mínima gana de fumar.

Ahora bien: si hiciera un balance de lo que he ganado y lo que he perdido con ello, lo mismo volvía al vicio.

En el haber de mi renuncia anoto lo de la prevención del cáncer y todo eso. Claro. Pero es un beneficio intangible. A cambio, los inconvenientes que me ha acarreado son palpables.

Para empezar, he engordado. O, para ser más preciso: no paro de engordar. Maldita la gracia. Ahora sigo echando el bofe cuando subo escaleras, pero por culpa de los kilos.

Y eso no es lo peor. Más fastidioso es que he recuperado un conjunto de sensibilidades cuya función principal es amargarme la vida. «¿No notas ahora mucho mejor los olores?», me preguntan algunos, como felicitándome. ¡Claro que los noto! Y el 90% son repugnantes.

Mis vías respiratorias han recuperado la frescura de la infancia. Lo cual quiere decir que los humos me hacen polvo. Los humos y el resto. Estoy muy mal protegido frente a las infinitas porquerías del aire.

Pero lo peor de todo es que me he convertido en un antipático total. Mi vida es una interminable sucesión de enfados. No soporto el humo del tabaco. Si paso un cierto tiempo en un lugar en el que se fuma, se me queda una carraspera insoportable, y al día siguiente me levanto con dolor de cabeza. Y, como sé que es eso lo que me va a ocurrir, estoy todo el rato poniendo una cara horrible a quienes fuman.

De la misma manera que antes amenazaba con irme de donde se prohibiera fumar, ahora amenazo con no ir a los sitios en donde se permite fumar. La diferencia es que lo de antes lo decía medio en broma y lo de ahora lo mascullo muy en serio.

No me incomoda cabrearme. Estoy muy acostumbrado: me dedico al análisis político. Lo que me pone peor cuerpo es pasar el día cabreándome con gente que es exactamente como yo hace un par de años.

Javier Ortiz. El Mundo (5 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/05 07:00:00 GMT+2
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2004/06/05 06:00:00 GMT+2

Selecciones nacionales

No conduce a nada empeñarse en tratar de manera racional lo que es esencialmente irracional.

Hace unos días pretendí en una tertulia radiofónica rebajar la importancia de la polémica sobre las selecciones deportivas argumentando que no representan a los países, sino a las federaciones que encuadran a los deportistas. Que, por ejemplo, la llamada «Selección Española» no va a ir ahora a Portugal en nombre de «España», sino de la Federación Española de Fútbol, que es una entidad de tipo privado.

Logré la unanimidad: nadie me hizo ni caso.

Lo cual quiere decir que no tenía razón. Porque poco importa lo que las selecciones sean o dejen de ser en rigor -en rigor jurídico-, si el personal las ve como abanderadas de los países.

Según he podido comprobar, las actitudes hacia la Selección Española de Fútbol que cabe encontrar por estos pagos se agrupan en tres géneros básicos. El primero lo forman aquellos que desean -con más o menos fervor, con más o menos flema- que los chicos de Iñaki Sáez venzan en los partidos que jueguen. El segundo género lo integran aquellas personas a las que el asunto les trae sin cuidado, porque el fútbol no les interesa. Y el tercero, el de quienes desean -también con más o menos pasión- que la Selección pierda.

Este último grupo admite subdivisiones. Hay quienes desean que salga derrotada porque, siendo nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o de donde sea, consideran «la España común» como una imposición, con lo cual disfrutan de sus derrotas (por delegación, como quien dice). Y los hay que, temerosos de todos los fervores nacionales, prefieren que pierda para no verse en el trance de soportar la explosión de nacionalismo español que se produciría en el caso de que venciera (*).

Los futboleros nacionalistas periféricos reclaman el derecho a tener sus propias selecciones de fútbol. Pero Madrid no les deja. Tampoco el Madrid de Zapatero y sus Rubalcabas. Y no les deja porque, se vista la mona con la seda que le venga en gana, sigue siendo mona: esa gente no está dispuesta a renunciar a una España Una, así la tenga que lograr a capones.

Algunos tratan de disfrazarlo. Los unos dicen que prefieren que «España» mantenga una única selección nacional «no por nada, sino para contar con un equipo más competitivo». ¡Y pretenden que ése no es un punto de vista nacionalista español! Para dejarlos en evidencia basta con preguntarles frente a quién desean ser más competitivos, y por qué no defienden, conforme a ese mismo criterio, que exista una Selección Latina, que agrupe a Italia, Francia, Portugal y España -y a Rumania, si se tercia- para acudir con todavía más fuerza a las competiciones continentales, y por qué no exigen que a los Campeonatos del Mundo se presente una Selección Europea, que para eso tenemos una Unión.

También tienen su punto los que dicen que ellos no tendrían «mayor inconveniente» en que hubiera selecciones nacionales de Cataluña, Euskadi y Galicia, pero que eso, al menos en el caso del fútbol, «no es posible», porque no podrían competir en los mismos campeonatos en los que ya compite España. Y lo ilustran con su ejemplo favorito: a los campeonatos internacionales de fútbol acuden Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda del Norte porque no acude ninguna selección que represente a la totalidad del Reino Unido. Es una excusa tonta, porque a las competiciones internacionales de fútbol también acude la Selección de las Islas Feroe, cuyos habitantes decidieron en 1948 constituirse en «comunidad autónoma dentro del Reino de Dinamarca», y en ésas siguen, y su presencia no quita para que en los mismos campeonatos participe también Dinamarca como tal. Para resolver ese problema, bastaría con hacer como están haciendo en estos momentos los futbolistas de Navarra: el que quiere (y es seleccionado) participa en la Selección de Euskadi, y el que prefiere optar por la Selección de Navarra, para Navarra se queda. Podría haber una Selección de España que integrara a los futbolistas que prefirieran competir en ese ámbito, y selecciones autónomas formadas con los jugadores que optaran por defender los colores de su comunidad y sólo ésos. Lo cual, dicho sea de paso, plantearía una situación que valdría la pena: a ver cómo se las arreglaría para salvar la cara más de un pesetero (perdón, eurotero).

O sea, que en el fondo nadie está hablando de fútbol, sino de lo de siempre. Salvo el PSOE, que prefiere hacer como que no habla de nada.

 

(*) Esto último es más bien una deducción, porque la Selección Española de Fútbol no ha logrado nunca vencer en ningún campeonato internacional, excepción hecha de la victoria en los Juegos Olímpicos de Barcelona, que prácticamente no cuenta, porque es un trofeo muy menor, que apenas goza de prestigio en la afición intercontinental. Con lo que no sabemos la que podría montarse en el supuesto de que obtuviera un Campeonato de Europa, y no digamos Mundial. Cabe imaginarlo, eso sí.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/05 06:00:00 GMT+2
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2004/06/04 06:00:00 GMT+2

Al filo de lo insufrible

Los del programa de TVE Al filo de lo imposible se preparan para hacer una nueva proeza de ésas que hacen ellos, que son todas tremendamente arriesgadas y muy meritorias, por más que algunos no siempre logremos verles el chiste e incluso nos parezcan a veces francamente temerarias. No gratuitamente temerarias, desde luego -hay mucho dinero de por medio- pero temerarias, al fin y a la postre.

Esta vez, según oí ayer en la radio, van a escalar varias cimas del Himalaya, alguna por su cara más abrupta. Pero lo que me llamó más la atención -lo que motiva este comentario- no es eso, sino que dijeran que, cuando alcancen la cumbre de una montaña tremenda (el K-2, me pareció entender: la segunda en altura y la primera en peligro del mundo), van a clavar allí una bandera con el nombre de «todos los héroes caídos en los atentados del 11-M en Madrid».

Fue eso lo que me cabreó.

Porque la verdad es que estoy ya más que harto.

Ha logrado hartarme, para empezar, la contumacia con la que los unos y los otros se refieren a los fallecidos en los atentados del 11-M calificándolos de «héroes». Tú te levantas una mañana, te tomas tu café, sales de casa para ir a tu trabajo o a tu centro de estudios, coges el tren de cercanías... y zas, estalla una bomba y pierdes la vida. ¿Eres una víctima? Como la copa de un pino. ¿Lo que te han hecho es una barbaridad, un crimen intolerable? De todas todas. ¿Eres un héroe? Pues no. Un héroe (y que conste que no tengo una opinión invariablemente positiva sobre todos los héroes, ni mucho menos) es alguien que arriesga su seguridad o incluso su vida en defensa de alguien o de algo, material o inmaterial. Los viajeros de los trenes de cercanías de Madrid no arriesgaron el 11-M nada por su propia voluntad. Nadie les dio esa opción.

¿Qué sentido tiene presentar como héroes a quienes no lo son? Me parece evidente que están intentando fabricar con las víctimas del 11-M algún tipo de épica, en plan «caídos por la Patria».

Que no cuenten conmigo para esa inicua utilización política del drama, ofensiva tanto para la inteligencia de los vivos como para la memoria de los muertos.

España padece una inflación de tributos a los muertos el 11-M. Están en todo. A todas horas. No hay inauguración, acto oficial o pregón de fiestas que no se inicie con una referencia al 11-M. Casi tres meses después de los hechos, se siguen guardando minutos de silencio en todas partes y con cualquier motivo. ¿Que empieza un concierto más o menos musical en las fiestas de San Isidro? «¡No estamos todos, faltan 200!», corea un gentío que ni recuerda la cifra exacta de las víctimas ni se plantea lo absurdo que es suponer que hubieran asistido a ese bailongo en el caso de que estuvieran en vida. ¿Que se corona la cima de una alta montaña? Bandera con el nombre de las víctimas.

Veo otro recorte: «Carrera de policías y bomberos en homenaje a las víctimas del 11-M». Es todo así.

No creo en la sinceridad de tanta contrición. Sobre todo cuando muchas veces la protagonizan personas que han dado muestra sobrada de su gélida insensibilidad al padecimiento de otros semejantes, en Madrid y en todas partes.

Me juego lo que sea a que habrá sentidos homenajes y solemnes minutos de silencio mientras las cámaras de la televisión continúen dando amplia cuenta de ellos. Ni un día más.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/04 06:00:00 GMT+2
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2004/06/03 06:00:00 GMT+2

Más de lo mismo

Oí anoche a Jiménez de Parga durante unos minutos en un canal de televisión de esos raros que hay ahora. Digo «durante sólo unos minutos» no porque la entrevista fuera breve, sino porque no conseguí durar más ante la pantalla. El tipo así, como lo había calificado en el Apunte de la mañana, estaba explicando que no fue su intención ofender a nadie cuando señaló que hace diez siglos, «allá por el año 1000», en Andalucía ya había «fuentes de colores y de olores», cuando «otros» aún no habían aprendido «ni a lavarse». Nuestro culto presidente del Tribunal Constitucional aclaró que, cuando dijo eso, no estaba pensando en Cataluña, en particular, sino «en el resto de España, en general».

¿En el resto de qué? ¿En el año 1000? En el año 1000 no existía España. «España» no es un concepto geográfico, sino histórico. Hablar de España con referencia a aquellos tiempos es un perfecto anacronismo.

No constituyendo Andalucía parte de «España», ¿cómo saber en qué podía consistir «el resto de España»?

Por lo demás, está documentado que los pobladores de la península ibérica conocían desde tiempo inmemorial algunas técnicas de aseo personal, técnicas que alcanzaron un desarrollo relativamente satisfactorio con la colonización romana. A lo que parece, de todos modos, allá por el año 1000, había en la península ibérica, incluida su parte meridional, gente algo más limpia y gente algo más guarrindonga (sin que quepa considerar tal cosa como un precedente del carácter nacional español, porque lo mismo pasaba allende el Pirineo).

Me preguntaron ayer por Jiménez de Parga en la tertulia de Pásalo (un programa vespertino de la televisión vasca en el que vengo colaborando). Recordé los tiempos en que todo el mundo se horrorizó mucho al enterarse de que Idi Amin Dada, el sanguinario dictador ugandés, se zampaba con gran delectación a los hijos de sus oponentes. El personal se preguntaba cómo podía haber en este mundo una persona tan terrible. Y conté que, cuando se hablaba de aquello, yo solía responder que el problema fundamental no es saber cómo puede haber alguien así o asao, porque somos tantos sobre la tierra que haber, hay de todo, sino cómo pudo ser, por qué razones, respondiendo a qué tendencias y a qué intereses sociales, que un tipo tan cruel como Idi Amin Dada -ex coronel de las tropas coloniales británicas, por cierto- pudiera encaramarse a la jefatura de un Estado. Del mismo modo -«salvando las distancias», precisé-, lo esencial no es saber cómo puede haber alguien que diga las impertinencias que dice Jiménez de Parga, porque personajes así los hay a patadas a lo largo y ancho de la piel de toro, sino establecer por qué alguien tan decididamente burreras fue seleccionado por los gobernantes de Madrid para ejercer de presidente del Tribunal Constitucional español. Y la respuesta cae por su propio peso: querían un tipo como él, alguien que actuara sin remilgos ni consideraciones, alguien capaz de asumir con total desenvoltura los disparates que hiciera falta, siempre que ello conviniera a la sacrosanta causa de «la unidad de España».

Lo cual quiere decir que la explicación del fenómeno aberrante que representa Jiménez de Parga no hay que buscarla en Jiménez de Parga, sino en Aznar.

¿En Aznar solo? Bueno, tampoco exactamente. Porque a Jiménez de Parga deberían haberlo relevado del cargo hace ya algunas semanas, y lo han mantenido lo necesario como para que se hiciera cargo también de la papeleta de Herritarren Zerrenda. Y esa fea maniobra no cabe achacarla a Aznar, sino a su sucesor. ZP, que le llaman.

 

Nota de régimen interno.- Recibo algunos mensajes electrónicos felicitándome por el constante aumento del número de visitas diarias que recibe esta web. Alguno se asombra de que la media haya pasado de 1.866 visitas diarias el mes pasado a 2.111 en estos tres primeros días de junio. Es cierto que el incremento está siendo constante, pero la cifra del mes de mayo es engañosa, porque hubo un día que el contador estuvo prácticamente bloqueado, lo cual influyó, como es lógico, en el cómputo mensual. En cuanto al incremento de las visitas -que es de todos modos real, e importante- tengo que decir que sólo en parte es mérito mío. Hay que agradecérselo en muy buena medida a los amigos de otras webs y de algunas listas de correo que, cuando «rebotan» algunos de estos Apuntes, citan la procedencia, lo que representa una publicidad impagable (e impagada, claro). En este sentido, debo una gratitud muy especial a los amigos de Rebelión ( http://www.rebelion.org ) y a los de Nodo50 ( http://www.nodo50.org ), cuya desinteresada ayuda me está siendo decisiva.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/03 06:00:00 GMT+2
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2004/06/02 07:00:00 GMT+2

Allí igual que aquí

Según las más recientes encuestas, son mayoría los estadounidenses que se declaran cansados de recibir información sobre las torturas cometidas en Irak por los soldados de su país. Están convencidos, además, de que los medios de comunicación han exagerado la importancia de lo ocurrido.

Me parece normal. Digo normal; no bien.

Asisto con creciente irritación al espectáculo que vienen ofreciendo el establishment y los grandes medios de comunicación españoles, consternados por el conocimiento de lo sucedido en la prisión de Abu Ghraib. Participan del supuesto escándalo incluso algunos amigos confesos del Estado de Israel (el único del mundo que tiene regulado el uso de la tortura: «presión física moderada», la llaman). Se diría que todos ellos consideran que la tortura es un fenómeno insólito que han inventado los zafios lacayos de Donald H. Rumsfeld. Como si no supieran que se trata de una lacra muy extendida por todo el mundo, a la que España dista de ser ajena.

No voy a hacer afirmaciones que no podría respaldar con pruebas. Estoy dispuesto incluso a admitir la posibilidad de que la joven navarra Ainara Gorostiaga se declarara autora del asesinato del concejal de UPN José Javier Múgica -crimen en el que ha acabado demostrándose que no tuvo la menor participación- sin que nadie la forzara a ello. Pero hay hechos que sí están demostrados y que dan materia más que bastante para la reflexión.

Está demostrado, por ejemplo, y así lo recoge el último informe de Amnistía Internacional, que el Gobierno de Aznar se negó a poner en práctica las instrucciones que recibió del Comité Europeo para la Prevención de la Tortura, a pesar de que se había comprometido a hacerlo. No menos demostrado está que los gobernantes del PP hicieron el mismo caso -o sea, ninguno- de las recomendaciones que les transmitió el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas tras haber analizado un buen puñado de denuncias. Los unos y los otros han constatado con preocupación el interés escaso -cuando no nulo- puesto por las autoridades españolas en la investigación de los casos denunciados. Y, en fin, todos han manifestado su estupefacción ante el hecho de que el Gobierno de Aznar se negara sistemáticamente a admitir que en España se produjeran torturas incluso cuando ya se habían dictado 58 condenas por ese delito y el propio Ejecutivo había recurrido en 14 casos al indulto para evitar que los funcionarios condenados fueran a la cárcel.

Son hechos que dan para pensar, ¿no?

Sí, pero con una condición: hace falta atreverse. Y no tener miedo a las conclusiones.

Según las crónicas, buena parte de la población estadounidense se ha cerrado en banda. No está dispuesta a seguir plantando cara a esas cosas tan incómodas, tan amargas. A afrontar unas realidades tan crudas.

Bueno, pues que nadie se extrañe. Aquí llevamos mucho tiempo en las mismas.

Javier Ortiz. El Mundo (2 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de abril de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/02 07:00:00 GMT+2
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2004/06/02 06:00:00 GMT+2

Un tipo así

Se va como llegó: diciendo sandeces. Aún no había asumido el cargo de presidente del Tribunal Constitucional y ya la lió buena con sus declaraciones sobre el «lehendakari de Oklahoma» y las fuentes que tenían en Andalucía cuando «los demás» -sea eso lo que sea- no sabían «ni lavarse». Y, después de una trayectoria marcada por deliberaciones del TC que él inauguraba anunciando «Señores, no olviden que vamos a debatir sobre una cuestión de Estado» (las referidas a Euskadi, en particular), se va enseñando una vez más la patita antinacionalista (es decir, nacionalista española).

Su inquina contra los nacionalismos periféricos y, ya de paso, su carácter profundamente carca. Se mostró ayer enfadadísimo con los ataques contra la Iglesia católica que él cree percibir por todas partes, en general, y por la parte del cine de Almodóvar, en particular.

Que un particular llamado Manuel Jiménez de Parga tenga tales o cuales odios y devociones y quiera darlos a conocer es cosa de muy limitado interés, de la que yo, al menos, no me ocuparía. Pero que el presidente del Tribunal Constitucional del Estado español aproveche el acto de presentación pública de la Memoria anual del organismo para ponerse a despotricar ad hominem contra un cineasta y se ponga a contar lo feliz que fue él con los Padres Maristas, y que ose incluso emprenderla contra la mayoría del propio Tribunal que aún preside, es un hecho insólito, disparatado, inaceptable en algo que quiere revestirse de los signos externos de un Estado de Derecho.

Pero la culpa no es suya. Quienes le eligieron necesitaban a un tipo así, sin ningún miramiento, sin respeto alguno por las formas. Y se buscaron a éste. A esto. Se va como vino. Y para lo que vino.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/02 06:00:00 GMT+2
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2004/06/01 06:00:00 GMT+2

La carta

Acabo de leer la información que trata de sustentar la tesis de un posible trabajo conjunto entre ETA y grupos terroristas islámicos.

No la veo consistente.

Los terroristas de adscripción fundamentalista islámica se han caracterizado siempre por su rechazo a hermanarse no sólo con «infieles», sino incluso con quienes, siendo de fe musulmana, sitúan su acción política en el plano de lo civil. Esa fue una razón clave por la que Al Qaeda nunca aceptó coordinarse con el régimen baazista de Sadam Husein. Para los integristas islámicos, Sadam era (es) un blasfemo. ¡No digamos ya ETA!

La información se apoya en una carta que habría enviado a Urrusolo, encarcelado por entonces en Soto del Real, «un islamista conocido como Ismail preso en la cárcel de Fresnes». Es todo lo que se nos cuenta (aparte del texto de la misiva, del que, por lo menos en la versión electrónica del artículo, no hay facsímil).

Dos aspectos básicos de la información me plantean serias dudas.

En primer lugar, en lo publicado no se identifica al tal «Ismail», ni se cuenta en qué organización milita, ni sedice por qué está preso en Francia. Con lo cual, no se ve en qué se sustenta la afirmación de que se trata de un «líder islamista».

En segundo término, no se relata por qué vía envió el tal Ismail su carta desde la cárcel de Fresnes hasta la de Soto del Real. Es un extremo importante, porque en el contenido de la carta hay algo que resulta realmente extravagante: lo que dice es demasiado comprometido como para confiarlo al correo ordinario, pero demasiado trivial y vaporoso como para justificar la utilización de un correo clandestino.

Todo eso sin contar con otras consideraciones marginales, como por ejemplo que Urrusolo no habría sido en ningún caso el contacto adecuado para propiciar una hipotética colaboración de ETA con comandos islamistas, así fuera sólo por el mero hecho de estar preso. (Si ETA deja siempre en dique seco a los dirigentes encarcelados, no digamos a Urrusolo, de cuya heterodoxia han tenido pruebas más que sonadas).

No presupongo que la carta del llamado «Ismail» sea falsa. Me limito a decir que, por lo que de momento sabemos de ella, no sirve ni como indicio.

Menos aún, obviamente, la charla entre De la Juana Chaos y una amiga suya que se cita en la misma información. Que De la Juana soñara con montarle al Gobierno de Madrid una «pinza», uniendo a los atentados de ETA una ofensiva islamista sobre Ceuta y Melilla, me parece muy posible. Pero que De la Juana haya soñado con eso no quiere decir que alguna vez ese sueño haya tenido la más mínima posibilidad de concreción, y menos aún que nadie haya dado ningún paso para concretarlo.

Va a haber una comisión parlamentaria dedicada a investigar la actuación del Gobierno de Aznar en relación al 11-M. Es lógico que el PP se dedique a filtrar retazos de información más o menos confusos, para tratar de enmarañar lo sucedido y justificar su actuación de aquellos días. Pero no creo que la publicación de esta carta le vaya a valer de gran cosa. Tendrá Acebes que esmerarse un poco más si quiere librarse del estigma de la mentira.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de junio de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2004/06/01 06:00:00 GMT+2
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