2005/02/01 07:00:00 GMT+1
Finalmente habrá representación del Parlamento vasco en las Cortes madrileñas para defender el proyecto de nuevo Estatuto.
Será el propio lehendakari, Juan José Ibarretxe, quien asuma la tarea. Para mí que habría sido preferible que se alternaran tres miembros de la mayoría parlamentaria vasca, para mejor subrayar que no se trata de una propuesta personal, sino de una decisión de la Cámara de Vitoria. Pero no será así. Tanto da.
«¡Qué menos!», dicen los más conspicuos comentaristas políticos con sede en Madrid. «¡Sólo faltaría que, después del cristo que han montado, encima no acudieran al Congreso a dar la cara!»
Admito que, cuando oigo esos comentarios, me da por pensar que lo mismo habrían hecho mejor no yendo. Como norma general, lo que molesta al enemigo suele ser bueno.
Defendí desde el principio -sin mucho entusiasmo, todo sea dicho- la conveniencia de acudir a las Cortes de Madrid para explicar lo votado por la Cámara vasca. Me pareció que representa una ocasión interesante para llegar a un buen número de ciudadanos de España -la cosa va a ser retransmitida a todo trapo por radio y televisión- y hacerles conscientes de que el llamado plan Ibarretxe podrá estar mejor o peor, pero no es una aberración criminal que pretenda la ruina de las buena gente de al sur del Ebro.
Ahora bien: consideré también -y sigo haciéndolo- que la decisión final de subir o no a esa tribuna era meramente táctica, variable de acuerdo con las circunstancias.
Tan legítimo hubiera sido decidir que sí como optar porque no.
«¡Sería intolerable que despreciaran de ese modo al Parlamento central, que representa al conjunto de los ciudadanos españoles!», claman.
Ah, ¿sí? ¿Y por qué intolerable?
Esta gente no para de decidir qué es tolerable y qué es intolerable. ¿Se darán cuenta de que esa manía los define sin remisión como intolerantes?
A mí, en concreto, el Congreso de los Diputados -y no digamos ya el Senado- me produce un respeto tirando a escaso.
«¡Es la sede de la soberanía popular!», berrean.
-Sí, y las oficinas centrales de la empresa del señor D'Hont- me da por responderles.
Oigo que el líder de Ezker Batua, Javier Madrazo -que bastante cruz tiene con soportar a sus socios de coalición, que son una banda de impresentables-, era partidario, aunque también sin demasiado entusiasmo, de no subir a esa tribuna, para mejor subrayar su rechazo a la decisión centralista de limpiarse el pompis con la propuesta vasca.
Era otra posibilidad. Con su punto simpático, aunque ya me imagino que bastantes de ustedes no se lo verán. ¿Aprovechar la oportunidad propagandística que proporciona el reglamento del Congreso para sermonear a esa tropa o darles en los morros mandándolos al guano? Como diría el pobre Hamlet, ésa es la cuestión. Lo grave es que, como él, tenemos que pensarlo con una calavera en la mano.
Javier Ortiz. El Mundo (1 de febrero de 2005). Es muy similar al apunte titulado Ir a Madrid, publicado la víspera por Javier en su web. Subido a "Desde Jamaica" el 30 de abril de 2018.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/02/01 07:00:00 GMT+1
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2005/02/01 06:00:00 GMT+1
El Congreso de los Diputados rechazará esta tarde por amplia mayoría el proyecto de nuevo Estatuto para la Comunidad Autónoma Vasca que respaldó el Parlamento de Vitoria por mayoría absoluta.
Los promotores de la iniciativa pueden abordar de diversos modos el conflicto que se crea a partir de esa decisión.
Tienen la posibilidad, obviamente, de negar que el Congreso de Madrid esté legitimado para imponer a Euskadi una decisión rechazada por la representación de la mayoría del electorado vasco. En coherencia con ello, pueden pedir a la ciudadanía vasca que demuestre en las urnas de qué lado se inclina. Cabe igualmente que el lehendakari, por el aquel de darle al hierro cuando está al rojo y para que no se prolongue una situación de interinidad poco deseable, adelante las elecciones autonómicas previstas para mayo.
Probablemente será eso -o algo por el estilo- lo que sucederá en el inmediato porvenir.
Pero no es el corto plazo lo que me preocupa. Pienso a medio término.
Pongamos que se celebran las elecciones autonómicas y que el tripartito obtiene la mayoría absoluta, quizá con el añadido de Aralar. (Me pongo en esa eventualidad porque, de no ser así, si el tripartito quedara en minoría, habría de replantearse toda su estrategia de punta a cabo.)
En tal caso, digo, ¿le convendría insistir erre que erre en el proyecto denominado plan Ibarretxe o haría mejor en explorar otras posibilidades?
Creo que hay algunos puntos clave en los que Ibarretxe tiene toda la razón. Por ejemplo: cuando los socialistas de Patxi López le reprochan no haber buscado acuerdos más amplios, «a la catalana», hace muy bien en recordarles que los convocó una y otra vez para dialogar y que fueron ellos, por boca de su entonces secretario general, Nicolás Redondo Terreros, quienes no quisieron participar en ninguna conversación.
Cuantos aceptaron debatir el proyecto de reforma del Estatuto pudieron hacerlo. Ellos no quisieron. Nadie los marginó: se automarginaron.
Pero ¿de qué se trata: de tener razón o de avanzar? El PSE-PSOE se equivocó, y mucho, pero tampoco es cosa de exigirle que se dé golpes de pecho en público pidiendo perdón. Si ahora se aviene a hablar sobre un posible nuevo Estatuto de Autonomía, ¿por que no explorar hasta dónde está dispuesto a llegar? ¿Por qué no meter esa cuña entre el PSOE y el PP, contribuyendo a quebrar el bloque que han formado en los últimos años?
Tampoco hay demasiadas razones para hacer del llamado plan Ibarretxe un fetiche intangible. Dos de los tres socios del tripartito (EA y EB) admiten que han asumido ese proyecto, pero que no es el suyo. Y el ideario del PNV tampoco es ése exactamente. El lehendakari lo concibió como terreno propicio para el consenso, pero no ha podido serlo. Puestos a buscar un mínimo común denominador político para la mayoría de la ciudadanía vasca, doy por hecho que cabría encontrar otras formulaciones.
Lo que planteo, detalles al margen, es una gran opción de fondo. Me parece que, pasadas las próximas elecciones autonómicas, va a venir el momento de elegir entre aferrarse al plan Ibarretxe, en plan «o lo tomas o lo dejas», o explorar nuevas vías que puedan propiciar un nuevo escenario político. A mí el PSOE me produce una desconfianza de aquí te espero, pero es lo que hay. Y tiene apoyos en Euskadi. Y va a tener aún más, tras el batacazo que cabe augurar a María San Gil y compañía.
Son ésos los mimbres con los que hay que ir tejiendo la cesta.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de febrero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 25 de noviembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/02/01 06:00:00 GMT+1
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2005/01/31 06:00:00 GMT+1
Finalmente habrá representación del Parlamento vasco en las Cortes madrileñas para defender el proyecto de nuevo Estatuto.
Cuando escribo esto todavía no se sabe si será el propio Ibarretxe quien asuma la tarea, aunque supongo que sí, al menos parcialmente (no me extrañaría que decidan subir varios a la tribuna de la Carrera de San Jerónimo, para mejor subrayar que no se trata de una propuesta personal, sino de una decisión de la mayoría de la Cámara de Vitoria).
«¡Qué menos!», dicen los más conspicuos comentaristas políticos con sede en Madrid. «¡Sólo faltaría, después del cristo que han montado, que encima no acudieran al Congreso a dar la cara!»
Admito que, cuando oigo esos comentarios, me da por pensar que lo mismo habrían hecho mejor no yendo.
Lo que molesta al enemigo suele ser bueno.
Defendí desde el principio -sin mucho entusiasmo, todo sea dicho- la conveniencia de acudir a las Cortes de Madrid para explicar lo votado por la Cámara vasca. Me pareció que representaba una ocasión interesante para llegar a un buen número de ciudadanos de España y hacerles ver que el llamado plan Ibarretxe podrá estar mejor o peor, pero no es una aberración criminal que pretenda la ruina de las buenas gentes.
Ahora bien: consideré también -y sigo haciéndolo- que la decisión final de subir o no a esa tribuna es meramente táctica, variable de acuerdo con las circunstancias. Tan legítimo es hacerlo como no.
«¡Sería intolerable que despreciaran de ese modo al Parlamento!», claman.
Ah, ¿sí? ¿Y por qué? A mí, personalmente, el Congreso de los Diputados -y no digamos ya el Senado- me produce un respeto tirando a escaso.
«¡Es la sede de la soberanía popular!», replican.
-Sí, y las oficinas centrales de la empresa del señor D'Hont -contesto.
Oigo que Madrazo era partidario -aunque también sin demasiado entusiasmo- de no subir a esa tribuna, para mejor subrayar su rechazo a la decisión centralista de limpiarse el pompis con la propuesta vasca. Era otra posibilidad.
¿Aprovechar la oportunidad propagandística o darles en los morros mandándolos al guano? Como diría Hamlet, ésa es la cuestión.
P. D.- Sé de sobra que la carretera de Aritxulegi lleva de Oiartzun a Lesaka, y no a Leiza, como escribí ayer por error. He hecho montones de veces ese recorrido porque me gusta parar arriba, visitar el monumento de Jorge Oteiza al Padre Donosti, ver los cromlechs neolíticos que lo circundan -unas cuantas piedras mal paridas, si bien se mira- y bajar luego tranquilamente a Lesaka, que es un pueblo precioso donde te ponen unas alubias rojas que te cagas.
Me equivoqué: quería poner Lesaka y puse Leitza. ¿Vosotros no os equivocáis nunca, o qué? Jodé, el chorreo que me he llevado. ¡Nueve correos corrigiéndome!
Javier Ortiz. Apuntes del natural (31 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/31 06:00:00 GMT+1
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2005/01/30 06:00:00 GMT+1
Por razones que no hacen al caso, almorcé hace unos días con un militar español de alta graduación y de reconocido prestigio entre los de su gremio.
Charlamos en tono distendido durante más de dos horas, lo que nos dio ocasión a los dos de conocer con cierto detalle los puntos de vista de alguien situado en las mismas antípodas -formales, al menos- de nuestros respectivos lugares mentales de residencia.
Como es lógico, tuvimos algunos momentos de fricción, que hicimos lo posible por sobrellevar con educada cortesía. Uno se produjo cuando él comentó lo mucho que le había impresionado ver en las obras del Valle de los Caídos, en el año de la Tarara, a un grupo de prisioneros de guerra que hacía trabajos forzados. «Ni nos imaginábamos que algo así pudiera suceder, ¿verdad?», dijo, como buscando mi complicidad. Le contesté: «Los míos, en Euskadi, fueron condenados a trabajos forzados por los tuyos. Murieron muchos. Los restos del padre de un buen amigo mío yacen bajo el asfalto de la carretera que lleva de Oiartzun a Lesaka pasando por Aritxulegi. Y como él, cientos. ¿Me preguntas qué nos imaginábamos y qué no? Te lo digo: yo no me imaginaba que entre los vuestros hubiera gente que ignorara lo que estábais haciéndonos».
Pero, lógicas diferencias aparte, lo que más me llamó la atención fue lo que dijo cuando la charla recaló en el próximo referéndum sobre la mal llamada Constitución Europea. «Defiendo firmemente -subrayó- que Europa cuente con una política exterior y de defensa propia, diferenciada. Si este Tratado supusiera un paso adelante por esa vía, lo apoyaría sin dudar. Pero representa un gravísimo paso atrás. No sólo no ayuda a progresar en esa dirección, sino que la cierra. Convierte la Defensa europea en materia susceptible de acuerdos separados entre los estados miembros, pero al margen de la UE. Como si fuera un asunto lateral, que no nos concerniera a todos. Es una vergüenza. Nos condena a ser lacayos de Washington. Así fuera tan sólo por eso, me sentiría en la obligación de rechazarlo. Todo lo otro de lo que tú me hablas, me viene por añadidura. Votaré No por dos razones: en tanto que militar de vocación y en tanto que europeísta convencido.»
Me pareció un punto de vista curioso. Interesante.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (30 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de febrero de 2010.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/30 06:00:00 GMT+1
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2005/01/29 06:00:00 GMT+1
Leo en una página web falangista lo a gusto que la alegre tropa joseantoniana se sintió en la manifa del sábado pasado en Madrid. Cuentan los del yugo y las flechas que acudieron con toda su parafernalia y que estuvieron como en casa. En muy pocos minutos acabaron con todas las pegatas que llevaban, en las que se veía la bandera monárquica con el escudo del aguilucho. Se las quitaban de las manos, como quien dice.
Supongo que exagerarán algo, pero tanta euforia no parece inventada. Encaja bien, además, con lo que hemos oído contar del ambiente que reinó en la concentración de marras.
Y tiene sentido. Todos sabemos que en España hay una derecha que añora las formas puras y duras del franquismo. Esa derecha no cuenta con una representación política específica: está dentro del PP. Durante bastantes años se ha visto obligada a conformarse con tener presencia sólo en los niveles locales de dirección, pero ahora está eufórica, porque cree que ha encontrado en Acebes al jefe que buscaba. Los falangistas de la web a la que me refiero no están en el PP, pero hacen muy buenas migas con ese sector.
Teniendo eso en cuenta, cobran especial surrealismo las palabras que la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, pronunció ayer a propósito del Holocausto. Copio de la reseña publicada hoy en El País:
«Aguirre manifestó: Ayer hemos celebrado el aniversario de la liberación de Auschwitz, precisamente para que no se olvide el Holocausto. El último paso de un totalitarismo en la abyección más absoluta, en lo más incalificable, en lo más degradante de todo, es el Holocausto".
»"Pero mucho antes de eso", prosiguió, "empiezan los pequeños pasos en los regímenes totalitarios. No se permite a los judíos que ocupen determinados puestos, no se les permite votar en unas elecciones, no se les permite vivir en unos barrios... Y hay que denunciar los pasos en la mala dirección desde el primer momento. Evidentemente, puede ser una exageración, pero yo lo que quiero decirles es que la detención de unos ciudadanos honrados, normales, gente de orden, por el hecho de acudir a una manifestación y ser militantes del PP, es un paso en la malísima dirección. Y luego, el descalificarme a mí etiquetándome de derecha más radical y todas esas cosas es otro paso en la mala dirección".»
Olé sus narices.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (29 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/29 06:00:00 GMT+1
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2005/01/28 06:00:00 GMT+1
Afirma Mariano Rajoy que, si el lehendakari Ibarretxe no acude al Congreso de los Diputados el próximo martes a defender el proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía refrendado por el Parlamento vasco, demostrará «su absoluta falta de valentía política» y su «carencia de argumentos».
No descarto que, a fuerza de no haber querido nunca hablar con él, el presidente del PP no tenga ni idea de cómo es Ibarretxe. De todos modos, hubiera podido informarse. En tal caso, se habría enterado de que el lehendakari ha dado siempre la cara cuando ha considerado que era su obligación darla, razón por la cual no ha dudado en acudir a manifestaciones, funerales y actos públicos celebrados lejos de Euskadi en los que corría el riesgo de pasar muy malos tragos. Y los ha pasado. (Digamos, por comparar: es poco probable que Ibarretxe se hubiera refugiado en su pueblo para escapar de una manifestación en la que el vitoreado pudiera ser otro dirigente de su propio partido, y no él).
Estamos, una vez más, ante el ladrón que grita «¡Al ladrón!». Cualquier observador capaz de mirar la realidad con cierta imparcialidad está obligado a constatar que los planteamientos soberanistas vascos y catalanes están sometidos a un bloqueo informativo casi total fuera de sus dos comunidades de origen. En España todo el mundo se dice ya hasta el gorro de oír hablar del plan Ibarretxe -y probablemente con mucha razón-, pero ¿cuántas veces ha tenido ocasión de escuchar argumentos a favor de ese plan, o no hostiles, por lo menos?
La observación es ampliable. Hacen legión los que protestan porque los periódicos, las radios y las televisiones no paran de dar vueltas y más vueltas al llamado «problema vasco». Pero ¿no será más bien que están hartos de oír siempre a los mismos argumentando siempre lo mismo, y nunca a otros aportando razones divergentes?
En las tertulias radiofónicas matritenses, tan influyentes en el modelado de la opinión pública española, hay algo así como ocho o diez opinadores de origen vasco, pero no hay ni uno solo que muestre comprensión hacia las posiciones soberanistas y pueda explicárselas a una audiencia que, con muy contadas excepciones, las desconoce. Esto no vale sólo para los medios de comunicación privados: también para los públicos, que en ese punto obran exactamente igual.
Quienes consideran que están en lo cierto y creen que pueden demostrarlo no sólo no temen confrontar sus puntos de vista con los opuestos, sino que se prestan gustosos a ello. Entienden que de ese modo resaltará más la fuerza de sus argumentos. Son quienes desconfían del valor de sus razones los que hacen todo lo posible por silenciar al contrario, deformando lo que dice y lo que pretende.
En concreto: ¿quién está demostrando ahora mismo que huye de la polémica franca y abierta?
Yo no llamo a nadie cobarde. Me limito a señalar hechos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (28 de enero de 2005) y El Mundo (29 de enero de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/28 06:00:00 GMT+1
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2005/01/27 06:00:00 GMT+1
Me llamó hace unos días un viejo amigo periodista al que le han encargado que haga un trabajo sobre Ibarretxe. Le han contado que yo conozco bien al lehendakari y quiere que le ilustre. Me pregunta: «¿Es tan extraño como parece? Es que todo el mundo lo pinta como un extraterrestre...»
Anteayer me hicieron una larga entrevista para una radiotelevisión local de Gran Canaria. Gente con espíritu crítico, ávida de información diferente. En la conversación salió a relucir, cómo no, Ibarretxe. «Cuéntanos algo sobre él. Porque en todas partes nos lo pintan como un extraterrestre... Ya sabes, que si el Dr. Spock de Star Treck...»
Con éstos empiezo por bromear: «Si no recuerdo mal, el Dr. Spock era el que más conocimientos tenía y el que mejor razonaba dentro de la nave...»
Estoy francamente hasta el gorro de la simpleza ésa del Dr. Spock, basada en los rasgos faciales angulosos y la forma de las orejas de Juan José Ibarretxe. En general, me parecen deplorables las ridiculizaciones que toman pie en el aspecto físico de las personas. Aunque se trate de gente odiosa. Quienes me conocen de antiguo saben lo mal que llevaba que a Franco se le ridiculizara llamándole «enano». Me parecía bien -de perlas, incluso- que se le calificara de asesino, porque lo fue por propia elección. Pero la altura corporal no formaba parte de sus opciones vitales. (Eso sin contar con que es una bobada considerar la baja estatura como una tara.)
Pero cuando llaman «extraterrestre» a Ibarretxe sólo toman el físico como pretexto. Lo que tratan de decir es que es un hombre raro, insólito, distante, como de otro mundo.
Lo curioso es que quienes más insisten en esa idea -y los que más han hecho por difundirla fuera de Euskadi, donde a Ibarretxe se le conoce poco y mal- son los periodistas de rango superior dentro de la prensa matritense. Y, como los conozco bien, sus referencias a lo «extraterrestre» me parecen de coña.
Son tipos que no han convivido con ciudadanos normales desde ni se sabe cuándo. Se levantan por la mañana, desayunan leyendo la prensa y oyendo la radio, se meten en su coche -con chófer, por supuesto: no se van a poner ellos a buscar sitio para aparcar-, acuden a la emisora o la televisión correspondiente para soltar su homilía diaria, van luego a algún «desayuno de trabajo» -a cotillear con algún político, banquero o empresario de campanillas-, recalan después en su despacho durante unas horas, en el transcurso de las cuales sólo ven y sólo hablan con otros del estilo, marchan a las 14:30 a comer en algún restaurante finísimo acompañados de gente finísima con la que siguen conspirando... Y así el resto del día. Y el resto de los días. Forman parte de una elite social que sólo se relaciona -excluyendo al personal subalterno y al servicio, claro está- con los de su ralea. No tienen la menor idea de cómo funciona la vida a ras de suelo. De las preocupaciones de la gente de a pie no conocen más que lo que leen en encuestas y sondeos.
¡Y se atreven a calificar de «extraterrestres» a otros!
Ignoro si Juan José Ibarretxe mantendrá el mismo tipo de vida que llevaba hace tres o cuatro años, cuando lo traté. Imagino que sí, porque sus querencias extraoficiales eran cualquier cosa menos pasajeras. Entre sus más arraigadas costumbres estaba -salvo que se encontrara de viaje oficial o cosa semejante- salir durante el fin de semana a darse una buena panzada de bicicleta con un puñado de amigos y reunir luego en el txoko (*) de su casa de Llodio a un buen grupo de familiares y compadres de toda la vida para hacer una chuletada o cocinar algún buen plato, comer, bromear y charlar de todo un poco. Con algunos de esos viejos compañeros de Ibarretxe, muchos de los cuales lo conocen «de siempre», tuve ocasión de charlar largo y tendido en su propio pueblo y en su propia salsa. Puedo asegurarlo: es gente como cualquiera. Terrestre a más no poder. Como lo es la propia mujer de Ibarretxe, que no abandonó su trabajo de oficinista en una fábrica de Llodio por muy lehendakari que hicieran a su marido y por mucho que se vieran obligados a trasladarse a Ajuria Enea.
¿Extraterrestre, Ibarretxe? Quizá su estilo personal -y su desaliño, su llamativa falta de coquetería- choquen en otras partes. En Euskadi, desde luego, no. Allí los que parecen extraterrestres son los socios del Olimpo político-periodístico capitalino, miembros de un club exclusivo definitivamente alejado de la plebe.
Recuerdo una ocasión, hace ya muchos años, en que me tocó conversar con una tipa que regentaba un club -éste en sentido literal- reservado a la crème de la crème de la Villa y Corte. Le pregunté el precio de la cuota de admisión. «Un millón», me dijo, haciendo un mohín despectivo. «Pero no lo hemos fijado por la cantidad en sí», añadió, «sino sobre todo para ahuyentar a cierta gente».
A la gente terrestre, obviamente.
________________
(*) Se llama txoko (rincón) a un espacio al aire libre, pero cubierto, que suelen tener anejo en Euskadi los caseríos y bastantes villas. Acostumbra haber en ellos una parrilla para asar, a veces también un horno de chimenea, una mesa grande y bancos largos para sentarse.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/27 06:00:00 GMT+1
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2005/01/26 06:00:00 GMT+1
El juez Garzón ha decidido procesar a 36 personas, en su día integrantes de las ilegalizadas HB, EH y Batasuna, acusándolas de pertenecer a ETA.
Por lo que leo en los periódicos sobre el auto de procesamiento, el magistrado hace un recorrido curioso para fundamentar la imputación. Dice que ha investigado la estructura de las herriko tabernak, lo que le ha permitido comprobar que esos establecimientos -un centenar, en total- se coordinaban a través de una Comisión Nacional en la que figuraban tres personas designadas por la organización abertzale.
Este apartado de «hechos probados» tiene lo suyo de sorprendente, no por la conclusión, sino por el tiempo que ha tardado Garzón -casi cinco años- en llegar a ella: cuando la inició ya era pública y notoria la vinculación existente entre las herriko tabernak y Batasuna, básicamente porque ni las unas ni la otra la ocultaban.
Es como si Garzón hubiera tardado cinco años en deducir que los batzokis tienen relación con el PNV.
Llegado a tan brillante conclusión, Garzón prosigue su sucedáneo de razonamiento: dado que una parte del dinero que ganaban las tabernas llegaba a Batasuna y dado que Batasuna es parte del «conglomerado de ETA» (véase la sentencia correspondiente del Tribunal Supremo), se infiere que las herriko tabernak servían para la financiación de la organización terrorista. O, por resumir: puesto que Batasuna es parte de ETA, dar dinero a Batasuna es dar dinero a ETA. (¡Alehop! ¡Nada por delante, nada por detrás!)
Se me admitirá, no obstante, que el célebre magistrado de la Audiencia Nacional no tenía necesidad de hacer un recorrido tan largo para llegar a un puerto tan cercano. Qué más da qué actividad de la izquierda abertzale investigara: a todas podría aplicar la misma lógica. ¿Que Fulanito de Tal repartió una octavilla convocando a una cena en una herriko taberna? Un caso evidente de propaganda ilegal, si es que no de apología del terrorismo, porque contribuyó a que una herriko taberna ganara dinero, dinero que en parte fue a parar a la Comisión Nacional de Herriko Tabernak... etcétera, etcétera. ¿Que fue a tocar jazz? Igual.
A la vista de esa construcción mental, no veo que tenga nada de particular que Garzón se haya decidido a procesar a esas 36 personas. Lo que me extraña es que haya procesado sólo a esas 36 personas. Porque, según su singular razonamiento, debería acusar de pertenencia a banda armada a todos cuantos pertenecieron a HB, EH y Batasuna en un momento u otro. Si esas organizaciones son ETA, formar parte de ellas es formar parte de ETA; eso no tiene vuelta de hoja.
Mucho me temo que el juez pueda ser acusado de haber cometido el delito tipificado en el artículo 408 del vigente Código Penal, que dice: «La autoridad o funcionario que, fallando a la obligación de su cargo, dejare intencionadamente de promover la persecución de los delitos de que tenga noticia o de sus responsables, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de seis meses a dos años».
Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/26 06:00:00 GMT+1
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2005/01/25 06:00:00 GMT+1
«Hay dos tipos de gente: la que divide a la gente en dos tipos y la que no». Creo que el autor de la humorada fue el difunto doctor Laurence J. Peter.
Para mí que en la España de hoy hay dos bandos: el de quienes están empeñados en dividirnos en dos bandos y el de quienes no.
Me encontré el pasado sábado en unos grandes almacenes con Ramón, hermano de mi buen amigo Gervasio Guzmán.
Ramón, que es persona conocida -amén de previsora: estaba comprando un calentador de aire-, se caracteriza por su defensa pública y notoria de un ideario político que está en las antípodas del mío, kilómetro más o menos (o yo me caracterizo por asumir un ideario radicalmente opuesto al suyo, que es otro modo de ver la cosa).
Pese a lo cual, cuando nos vemos nos saludamos con simpatía. Nuestra mutua consideración se basa -creo yo- en que los dos damos por hecho que el otro piensa lo que piensa y hace lo que hace después de haberlo reflexionado en frío, ponderando pros y contras, y sin mayor gana de utilizar sus reflexiones como arma arrojadiza.
En cosa de nada nos encontramos hablando del actual clima de crispación política. Coincidimos de inmediato en la queja, si es que no en el diagnóstico: el escenario político de la Villa y Corte se está llenando de personajes que muestran unas ganas más que llamativas de liarse a bofetadas. Y lo que es peor: cuya popularidad se incrementa cuanto más obvio es su deseo de dar leña al de enfrente hasta que caiga de hinojos y pida perdón por existir.
Mientras nos lamentábamos de estas cosas -él con su caja de calentador de aire a los pies, yo sujetando en la mano, a modo de calavera hamletiana, un aparatito para quitar pelusas de la ropa-, a no mucha distancia de nosotros se estaba desarrollando una manifestación en la que, so pretexto de condenar la violencia, se exhibía un espíritu violento de mucho cuidado.
Cuando me enteré de lo que había ocurrido, me vino al recuerdo la conversación con Ramón.
Lo peor de los demagogos intransigentes no es lo que hacen, sino lo que incitan a hacer. Ellos no bajan a la calle a pegar a nadie, pero consiguen que muchos otros desvíen sus frustraciones por el canal de la agresividad política.
Me da miedo su empeño en dividirnos a todos en dos bandos: de un lado, ellos, con su nueva versión del «Dios, Patria, Rey»; del otro, los demás: la hez, la anti-España, los degenerados, los laicos, los moros, los maricones y todo el resto de la escoria.
Puestos a formar dos bandos, prefiero trazar otra línea divisoria. Sitúo de un lado a quienes hablan sin chillar, a quienes dejan a los demás expresarse, a quienes razonan y no insultan, a quienes hacen como si creyeran en la buena fe del oponente, más allá de lo que se barrunten.
A ésos, de un lado. Y del otro, a quienes se colocan ellos mismos enfrente, sea por gusto o por interés.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de enero de 2005) y El Mundo (26 de enero de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/25 06:00:00 GMT+1
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2005/01/24 06:00:00 GMT+1
Así que fue nombrado para el cargo de ministro de Defensa, José Bono se puso a jugar con fuego. Decidió que podía gozar de una doble bendición: la que le proporciona ser militante del PSOE, circunstancia que muchos -él entre ellos- consideran que lo acredita como hombre de izquierda, sin necesidad de más pruebas, y la que podía ir consolidando como portaestandarte de los más arraigados sentimientos de la derecha tradicional española, con el «Dios, Patria y Rey» por delante. Y a la tarea de rentabilizar esa doble condición se entregó en cuerpo y alma desde su llegada a un cargo que, por su naturaleza misma, debería haberlo mantenido al margen de las contiendas políticas locales.
Las intenciones de José Bono son cristalinas. Está convencido de que las alianzas de José Luis Rodríguez Zapatero con IU y los nacionalistas catalanes van a conducir al actual presidente del Gobierno a un callejón sin salida, momento en el que sólo se presentará una solución posible: la formación de un Gobierno respaldado por el PSOE y el PP. Bono, que sigue sin haber encajado su derrota en la votación que llevó a Zapatero a la Secretaría General del PSOE por los mismísimos pelos, entiende que, para administrar una entente como ésa, él sería con gran diferencia la persona adecuada. Y a eso juega. A seguir en el candelero del PSOE y a coquetear -en el plano político, pero también y sobre todo en el plano ideológico- con la derecha. No se le oculta, por supuesto, que una opción política como la suya, en caso de materializarse, crearía gravísimos problemas a los socialistas de Cataluña y también -aunque en menor medida- a los de Euskadi, pero no se arredra. Debe de decirse, siguiendo el ejemplo de su viejo compañero Carlos Solchaga, que quien quiere hacer una tortilla no tiene más remedio que romper huevos.
Es harto posible, sin embargo, que el ex presidente de Castilla-La Mancha haya calculado mal el funcionamiento de la derecha española. Porque una cosa es que, puestos a elegir, los agitadores mediáticos de la carcundia celtibérica lo traten mejor que a los demás miembros del Gabinete y se sirvan ampliamente de su espíritu solícito, y otra muy distinta que estén dispuestos a ponerse a sus órdenes. Por no hablar de la base social del PP, que mira en su mayoría a Bono con el convencimiento de que no pasa de ser una mona vestida de seda.
Con esa realidad se topó de bruces en la manifestación que se congregó el sábado en Madrid. La sedicente solidaridad con las víctimas del terrorismo, que Mayor Oreja convirtió ya hace años en banderín de enganche de la derecha más cerril, se le vino encima como un alud. Y con ganas de ponerlo calentito. Ignoro si en ese momento a Bono se le pasaría por la cabeza la posibilidad de que él y los suyos hayan estado jugando con fuego haciendo de segundones del PP al servicio de esa causa. Que se les haya ido la mano jugando a aprendices de brujos.
Dudo que tuviera ese momento de lucidez. Le hubiera venido bien.
La masa de fachas no gritaba «¡Bono presidente!», desde luego, pero tampoco «¡Rajoy presidente!». Clamaba «¡Acebes, Acebes!». Porque esos energúmenos serán todo lo burros que se quiera -o que no se quiera- pero saben muy bien oler a los suyos. Notan perfectamente que es Acebes quien puede representarlos como Dios manda. Quien mejor se identifica con su nostalgia de Franco. O de Aznar, por lo menos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (24 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/01/24 06:00:00 GMT+1
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