2005/06/08 06:00:00 GMT+2
El Gobierno del monarca alauí impedirá que una delegación de parlamentarios catalanes visite el Sahara Occidental para comprobar de primera mano los efectos de la represión marroquí contra el movimiento independentista que encabeza el Frente Polisario. Maragall suspira agradecido: la decisión de Mohamed VI y sus esbirros le evita quedar en evidencia como único partido catalán que no quiso participar en esa delegación.
He leído que en la última proyectada visita de políticos y periodistas españoles al Sahara, que partió de Canarias y fue bloqueada por las autoridades de Rabat en el propio aeropuerto de llegada, la prohibición de entrada en el país norafricano tuvo dos señaladas excepciones: la policía de Mohamed VI abrió sus puertas a los enviados especiales del diario El País y la Cadena Ser.
No me extraña. Es un hecho que ambos medios vienen insistiendo en que el Gobierno de Rodríguez Zapatero ha de «resignarse a la evidencia» de que el régimen marroquí nunca «permitirá» que el pueblo saharaui lleve a cabo su referéndum de autodeterminación. En realidad, no es al Gobierno de Madrid -que ya está en ésas, aunque trate de disimularlo- sino a la opinión pública española a la que los medios de Prisa aconsejan que se «resigne a la evidencia». El régimen marroquí les agradece los servicios prestados.
Ni El País ni la Ser han explicado por qué consideran que las resoluciones de las Naciones Unidas y los acuerdos internacionales deben tenerse por papel mojado en aquellos casos en los que el Estado conminado a acatarlos goza de la protección de los EEUU. No lo han explicado porque se dan cuenta de que más les vale no sacar a relucir sus razones, impregnadas de servilismo y sumisión al diktat de Washington, que tiene al régimen marroquí como muro de contención del islamismo radical en el Magreb.
Ésa es la línea en la que se sitúa también el Gobierno de Zapatero, más interesado en los negocios que puede hacer pasando por alto las barbaridades de la monarquía alauí que en defender unos principios de justicia internacional que no le dan ni un euro de beneficio.
Menos mal que son progresistas, que si llegan a ser reaccionarios...
Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/08 06:00:00 GMT+2
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2005/06/07 06:00:00 GMT+2
Uno de los principales errores que han cometido las supuestas cabezas pensantes de la Unión Europea es el de dar por hecho que sus decisiones, mejores o peores, eran las decisiones, las únicas posibles, porque carecían de alternativa.
A veces han comparado la construcción europea a la marcha de un tren. «Sus conductores pueden decidir qué velocidad sigue, pero no por qué vía circula», decían. La vía -se suponía- era la tendida por ellos. En alguna otra ocasión han recurrido al símil de la bicicleta: sostenían que la UE tiene que avanzar obligatoriamente, aunque no sea en la dirección más adecuada, porque es como una bicicleta, que si se para se cae. Es curioso que no hayan reparado en lo inquietante que resultaba la fusión de ambas comparaciones: venía a insinuar que vamos subidos a un tren que avanza sin posibilidad de detenerse. Algo tan peligroso como absurdo: a nadie le interesa un tren del que sólo cabe bajar tirándose en marcha.
El presidente del Gobierno español se ha aficionado a afirmar que el proceso que sigue la Unión Europea representa «la ilusión» y «la alegría». Pues bien, no. Precisamente ése es uno de sus problemas clave: no ilusiona. O, mejor dicho: ilusiona, sí, a los ciudadanos de los estados del Este de Europa, necesitados de fuertes ayudas a su desarrollo y deseosos de integrarse en un bloque que les confiera estabilidad y los proteja de aventuras. Pero ilusiona muy poco a la ciudadanía de Europa occidental, que no ve que el proceso en curso apunte a un proyecto político y social atractivo y con perfiles propios. Lo que perciben los pueblos de los ex Doce es que están perdiendo soberanía pero no en beneficio de una soberanía popular superior, continental, sino en aras del poder creciente de unas oligarquías comunitarias cada vez más encerradas en sus torres de marfil.
El fracaso del proyecto de Constitución Europea -ya inevitable, según todas las trazas- demuestra que los jefes de la UE no se dieron cuenta de que, o trazaban un proyecto capaz de movilizar a los firmes partidarios de una Europa que sea mucho más que un club regional de neoliberales elitistas, tan bien representados por Giscard d'Estaing, o se les rasgaría el traje por las costuras peor cosidas, es decir, por la ausencia de europeísmo real tanto de los sucesivos gobernantes británicos como de los nacionalistas ultramontanos (o transalpinos) del continente, tipo Aznar y Berlusconi, tan fascinados como Blair por el imperio, por Bush y por el dólar.
No sé si será como un tren, como una bicicleta o como un patinete, pero, se parezca al vehículo que se parezca, lo que no ofrece duda es de que la UE, ahora mismo, va dando tumbos.
Es falso que los planes que se habían marcado carezcan de alternativa. El accidente, por desgracia, representa una posibilidad nada remota.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (7 de junio de 2005) y El Mundo (8 de junio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 12 de junio de 2010.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/07 06:00:00 GMT+2
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2005/06/06 06:00:00 GMT+2
Condoleezza Rice pidió ayer en el acto inaugural de la 35ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) que el organismo continental cree «instrumentos» que permitan «superar las amenazas a la estabilidad» que se ciernen sobre algunos países del área, entre los que citó a Bolivia, Ecuador y Haití. Los representantes de Venezuela y Brasil se opusieron de inmediato a la formación de una fuerza con derecho a intervenir en los asuntos internos de los países miembros.
Supongo que nadie tuvo la ocurrencia de preguntarle a Rice si su propuesta incluía la posibilidad de que la OEA ordenara una intervención en los Estados Unidos de América en el caso de que los socios continentales vieran en peligro la democracia del «gran vecino del norte». Los fotógrafos hubieran hecho su agosto inmortalizando la cara de estupor de la secretaria de Estado estadounidense.
En todo caso, lo que puso de relieve la reacción de Venezuela y Brasil, con la que imagino que simpatizarían más o menos visiblemente otras delegaciones, es la alarma que se va extendiendo en el mundo ante los crecientes recortes de las soberanías nacionales.
Todo el mundo está de acuerdo en que el campo de actuación de un muy amplio conjunto de actividades económicas, sociales, culturales, etcétera, es hoy en día el planeta entero y que esa realidad supranacional ha convertido en inservible el viejo concepto decimonónico de soberanía. Pero la evidencia de que las naciones no pueden oponerse ya sensatamente a la cesión de importantes parcelas de su soberanía no puede servir de coartada para neutralizar cualquier pretensión de soberanía y deificar las decisiones de organismos internacionales formados por oscuros mecanismos de cooptación entre los poderosos, sustraídos al control de las poblaciones.
En ese sentido -aunque probablemente no en muchos otros-, la respuesta de Venezuela y Brasil a Condoleezza Rice se emparenta con el no de Francia y Holanda al Tratado de la Constitución Europea. En Europa también se extiende la fundada sospecha de que las naciones están cediendo cada vez más parcelas de sus soberanías particulares, pero no en aras de la sustanciación de una soberanía de ámbito superior, continental, sino en beneficio de organismos alejados del ojo público -el caso del Banco Central Europeo es llamativo- que deciden sobre los destinos colectivos desde torres de marfil sólo accesibles a sus allegados. Eso no es transferir soberanía; eso es, pura y simplemente, perderla.
Cuanto más lejos se desplaza el centro residencial de la soberanía, más inaccesible e incontrolable se vuelve. Y más progresa la oligarquía como sistema de gobierno.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/06 06:00:00 GMT+2
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2005/06/05 06:00:00 GMT+2
La primera tentación es decir: «Ya fueran 500.000, 840.000 o 240.000 -cifra esta última aportada por la Delegación del Gobierno en Madrid ateniéndose a una técnica de cálculo que podrá ser discutible, pero que nadie parece dispuesto a discutir-, lo cierto es que quienes respondieron ayer en Madrid al llamamiento del tándem PP-AVT y salieron a la calle a manifestarse integran un fragmento de la población ínfimo en comparación con el representado por la amplia mayoría parlamentaria que respaldó el acuerdo repudiado por los convocantes».
Se podría afirmar eso, y además, en principio, sería verdad. Pero sería una de esas verdades que no necesariamente retratan la realidad profunda de las cosas. Podría ser tan verdad como que las papeletas del no recogidas en los referendos francés y holandés fueron menos que los votos recibidos en su día en ambos países por los partidos favorables al sí. Quiero decir: esa verdad sólo valdrá si se demuestra que los votantes de la mayoría parlamentaria se identifican con la resolución referente al diálogo con ETA que respaldó esa mayoría en el Congreso de los Diputados.
No tengo datos fehacientes que corroboren mi sospecha, pero me cuesta creer que la agitación de signo mayororejista realizada durante años y años por la dirección del PSOE con destino a su propia base haya podido ser neutralizada sin más en el corto tiempo que ha pasado desde que Zapatero ha empezado a hablar -y nada más que a hablar- de diálogo. Tiendo a pensar que el fervor patriótico de los Bono, Vázquez, Rodríguez Ibarra y compañía dista de ser una simple reliquia anecdótica en las filas socialistas. Por decirlo con toda claridad: estoy convencido de que, si la de ayer no hubiera sido una manifestación abiertamente dirigida contra el Gobierno, bastantes votantes del PSOE se habrían apuntado a ella gustosamente.
Lo cual no debe tomarse como un signo de desesperanza. Hoy en día, los partidarios de buscar una salida dialogada al conflicto de ETA son del Ebro para abajo muchísimos más que hace un año. La tendencia es francamente positiva. Hasta es posible que, de mantenerse, en el plazo de unos meses sea esa la posición socialmente dominante.
Pero, de momento, los hostiles a ese planteamiento no son ni 240.000, ni 500.000, ni 840.000, ni un millón. Son bastantes más. Lo que pasa es que a muchos de ellos no les van las manifestaciones, aunque les paguen el autobús, los bocadillos y las cervezas. Unos porque ya no tienen edad para esos trotes. Otros porque no quieren mezclarse a sudar con la plebe, así sea su plebe. Los más porque viven lejos de Madrid y prefirieron quedarse en sus casas viendo cómodamente el partido de la Selección y gritando a gusto «¡España, España!» con los colores de la enseña patria convertidos en camiseta.
La manifestación de ayer sirvió para manifestar que siguen siendo muchos. A ver cómo los torea Zapatero.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (5 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/05 06:00:00 GMT+2
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2005/06/04 06:00:00 GMT+2
Algunos se muestran escandalizados al ver el estilo con el que ha iniciado su campaña electoral el PP gallego: tremendista, insultante y faltón. El uno dice que sus enemigos «rebuznan», el otro -o el mismo, que tanto da-, que el nacionalismo es la antesala del terrorismo, el de más allá, que los votos hay que lograrlos como sea, robándolos si se tercia... Lo mismo se buscan consignas en las que la constante son las referencias a joder, en activa, pasiva o reflexiva («jódete», «que se joda», «a joderse», etc.) que descalifican las leyes «asquerosas» que permiten el matrimonio entre homosexuales y autorizan a destrozar las familias en solo seis meses.
«¡Se están pasando veinte pueblos!», comentan.
Qué va. Se están ajustando milimétricamente a un plan de campaña estudiado con toda la atención del mundo. Nada de darse rienda suelta: se atienen con total disciplina a una pauta trazada con la clara conciencia de que en estas elecciones se lo juegan todo. Porque al tinglado de Fraga y su particularísima Xunta sólo le vale repetir la mayoría absoluta. Quedar por debajo de eso, así sea por un solo escaño, significa hacer las maletas -y los maletines- y marcharse para sus casas.
A mí no me sorprende lo más mínimo su despliegue de zafiedad. Serían capaces de acentuarlo, si lo creyeran necesario. Lo que me parece más digno de mención es que los planificadores de la campaña electoral del PP hayan llegado a la conclusión de que la mejor vía para atraer el voto masivo de los gallegos pasa por la realización de esa pintura de brocha gorda en la que el rival político aparece retratado como un canalla separatista-terrorista que hundirá a Galicia en el océano en cuanto se le deje la más mínima oportunidad.
Si creen que con eso van a movilizar a tope a sus votantes dudosos -los que les quedan por atraer una vez descontados aquellos que les votan por conveniencia o por derechismo recalcitrante-, ha de ser porque están convencidos de que Galicia cuenta con una importante cantidad de censados que posee un nivel de información y de preparación llamativamente bajos, lo que les hace sensibles a ese género de mensajes bastorros y catastrofistas.
¿Con razón? ¿Sin ella? Por supuesto que con alguna razón, pero ¿cuánta? ¿Tendrá esa campaña un efecto de rechazo en la tan mentada -y tan poco vista- «derecha civilizada»?
Saben lo que hacen, sí, pero ¿aciertan?
La solución, en 15 días.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (4 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/04 06:00:00 GMT+2
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2005/06/03 06:00:00 GMT+2
Algunos dignatarios europeos sostienen que debería seguir su curso el proceso de ratificación (o rechazo) del Tratado Constitucional de la UE. Afirman que es un deber que todos tenemos para con los pueblos que todavía no se han pronunciado.
Admitiría gustoso el argumento si las cosas se plantearan realmente así. Pero no. Porque la UE ha dejado a los estados miembros libertad para elegir su propio modo de definirse ante el Tratado, y unos lo han hecho o planean hacerlo mediante votación parlamentaria, y otros a través de referéndum, métodos que, según ha quedado sobradamente probado, no son en absoluto homologables. De haber optado por la vía parlamentaria, tanto Francia como Holanda habrían dicho sí. Y España, en lugar de obtener un respaldo exiguo en un referéndum deslucido por la bajísima participación, habría exhibido un aplauso abrumador. Lo cual indica que, aunque acabe pronunciándose el total de los estados pertenecientes a la UE, eso no nos ilustrará sobre lo que opina realmente la población europea.
Entiendo el afán con el que algunos políticos europeos se empeñan en desentrañar las razones ocultas del no, para denunciar la colusión que se ha producido entre resquemores reaccionarios, de signo chovinista, elitista y xenófobo, y posiciones críticas, hostiles a la globalización neoliberal o, como se dice ahora, altermundistas. Pero esa coincidencia es secundaria. No sólo porque el sí también tenga su propia fea cara oculta, sino, sobre todo, porque lo esencial del conflicto que ha estallado en la UE no se encuentra ahí. Lo que los rechazos de Francia y Holanda han puesto en primer plano es el disgusto generalizado de la ciudadanía europea ante el liderazgo que ejercen los Juan Palomo en todos los organismos ejecutivos comunitarios. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen. Más o menos para el pueblo, pero, en todo caso, sin el pueblo.
Tenían motivos para temérselo. La muy escasa participación popular en las elecciones parlamentarias europeas lo venía anunciando convocatoria tras convocatoria. Ahora ya tienen la prueba rotunda: hacen legión los europeos que se sienten ajenos a sus tejemanejes y que no se fían ni de ellos ni de lo que pueda resultar de sus experimentos de laboratorio.
En medio de ese barullo, un motivo para el jolgorio: nuestro ministro de Exteriores, Moratinos, atribuye los noes francés y holandés al desinterés, la desinformación y la falta de visión de futuro de los ciudadanos de ambos países. Sí, va a ser eso. De ahí la elevada participación que se ha registrado en las votaciones respectivas. No como aquí, donde todo el mundo demostró un interés enorme, un nivel de información de primera y una penetrante perspectiva histórica. Por eso sólo acudieron a votar cuatro de cada diez electores potenciales. Por eso sólo respaldó la Constitución Europea el 35% del censo.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (3 de junio de 2005) y El Mundo (4 de junio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/03 06:00:00 GMT+2
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2005/06/02 06:00:00 GMT+2
...No viene mal.
Algunos comentaristas políticos que se las dan de sesudos se hacen cruces ante la pretensión del PNV de prestar dos diputados a Ezker Batua para que pueda formar grupo parlamentario propio. «¡Qué idea más insólita!», dicen en tono socarrón. Los representantes del PP y el PSE en el Parlamento Vasco están en las mismas: dicen que no pueden permitir que se haga tal cosa, porque constituiría un fraude de ley.
La idea del PNV no tiene nada de insólita. El préstamo de votos destinado a permitir que partidos que no cuentan con el número de electos suficientes puedan constituir su propio grupo parlamentario es una práctica que cuenta con varios precedentes en el Estado español. En sus principales foros de representación, incluso. Por dos veces, en sendas legislaturas, Coalición Canaria formó grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados gracias al préstamo de votos que le hicieron, en una cosa ocasión el PSOE, en otra el PP. En la VI Legislatura (2000-2004), CC logró constituir grupo parlamentario gracias a los votos prestados por el PP, y el PNV hizo lo propio en el Senado gracias al favor de los socialistas.
Con tales precedentes, es por lo menos curioso que las delegaciones vascas del PP y el PSOE se nieguen al préstamo de votos del PNV a EB como si se tratara de una idea descabellada. Si en ocasiones anteriores creyeron que podía hacerse, y lo hicieron ellos mismos y sus jefes centrales, no pueden invocar ahora cuestiones de principio.
Es cierto que el artículo 23.2 del Reglamento del Congreso de los Diputados sostiene que «en ningún caso pueden constituir Grupo Parlamentario separado Diputados que pertenezcan a un mismo partido. Tampoco podrán formar Grupo Parlamentario separado los Diputados que, al tiempo de las elecciones, pertenecieran a formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado», pero los dictámenes emitidos al respecto por la Secretaría General del Congreso vienen a indicar que la redacción del texto se refiere más a la imposibilidad de que los diputados elegidos bajo las mismas siglas constituyan varios grupos parlamentarios que a impedir el préstamo de diputados para la formación de un grupo parlamentario ajeno, amparada por el art. 24.3, práctica que la propia Secretaría General, cuando fue consultada al respecto, no se atrevió a calificar de fraude de Ley, al entender que hay «datos que podrían fundar una respuesta en uno y otro sentido».
En realidad, quien lo tiene más crudo es EA, cuya pretensión de formar grupo parlamentario propio choca con la normativa unánime de los parlamentos del Estado, incluido el Reglamento del Parlamento vasco que, concordante en esto con el art. 23.2 del Reglamento del Congreso de los Diputados, sostiene: «No podrán constituirse ni fraccionarse en grupos parlamentarios diversos quienes en las elecciones hubiesen comparecido bajo una misma formación, grupo, coalición o partido político». Aquí no hay ambigüedad ninguna. (*)
Esto en lo relativo a los aspectos técnicos.
Ahora bien, si a alguien interesa mi opinión política, diré que la constitución de grupos parlamentarios con votos prestados me parece un recurso marrullero y tramposo. Lo que sí podría hacer el Parlamento vasco es cambiar su Reglamento, para reducir a tres el número de parlamentarios necesarios para formar grupo. Se atendría con ello a la misma proporción, en relación al total de parlamentarios, que tiene establecido el Congreso de Madrid. Tampoco me parece correcto el «desdoblamiento» en dos grupos de quienes se presentaron en coalición ante el electorado: fueron elegidos conjuntamente y conjuntamente deben actuar en la Cámara.
(*) Una vez puesto este apunte en circulación, me han recordado que la coalición PNV-EA se presenta en Gipuzkoa con un nombre parcialmente diferente, artimaña que sirve para justificar la demanda posterior de un grupo parlamentario separado. Dado que la única explicación que tiene ese cambio de nombre es precisamente la de utilizarlo como argumento para desdoblar la coalición en dos grupos parlamentarios, parece obvio que estamos ante una mera triquiñuela legal, es decir, ante un recurso destinado a burlar las disposiciones reglamentarias y la intención con la que fueron adoptadas. Nadie que votó a la coalición llamada en Gipuzkoa "PNV-EA Eusko Abertzaleak" creyó que votaba otra cosa que la coalición PNV-EA. Y con razón.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/02 06:00:00 GMT+2
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2005/06/01 07:00:00 GMT+2
Perdónenme si prescindo de adornos y me ciño en plan telegrama al examen de algunas de las conclusiones a las que han llegado los partidarios de la Constitución Europea tras el no de Francia.
Primera: «Hay que seguir adelante en el proceso de ratificación de la Constitución Europea porque, si bien Francia ha mostrado su oposición, son muchos más los europeos que le han dado su apoyo».
Un argumento falaz. Salvo en el caso español, los otros estados que han aprobado el proyecto lo han hecho a través de sus teóricos representantes políticos, sin permitir que sus poblaciones respectivas se pronuncien. Cuestión clave, porque éste es uno de esos asuntos en los que -como sucedió en España el 14-D de 1988- los políticos profesionales, tan dados a la defensa de sus intereses gremiales, se divorcian del sentir mayoritario de la población. El propio referéndum español confirmó ese desapego: la aplastante mayoría del Parlamento defendió el sí, pero sólo logró el respaldo del 35,8% del electorado. De haberse ceñido a la vía parlamentaria de ratificación, también Francia habría respaldado la Constitución Europea.
Otro argumento: «El voto francés ha sido resultado de una problemática interna. Los franceses querían castigar a Chirac y Raffarin».
¡Qué manía de interpretar los votos que no gustan! Investigar en cabeza ajena es un recurso tan tramposo como inútil, condenado a desembocar en hipótesis imposibles de verificar. Pero es que en este caso, además, todo es parte de lo mismo: la impopularidad que Chirac y Raffarin se han ganado a pulso se debe, en lo esencial, a la puesta en práctica de los criterios económicos y sociales que consagra la Constitución Europea.
Otro más: «Los franceses tienen una posición egoísta. Tratan de preservar privilegios que son imposibles en la nueva Europa».
Contestación: no son privilegios; son conquistas sociales que han tardado más de dos siglos en obtener y en afianzar. Es el llamado «Estado del Bienestar». Los valedores de la nueva Europa dan por hecho que sólo es posible afrontar la feroz competencia económica internacional sacrificando esas conquistas. Otros pensamos que no, y lo razonamos. Dejen de descalificarnos con simplezas y respondan a las razones.
Ultima objeción: «¿Y cómo se administra el no? ¿Ahora qué?».
Respuesta: ¿qué es eso, un reproche o una autocrítica? Si no tenían prevista la posibilidad de que les respondieran que no, ¿qué clase de consulta plantearon? Sólo una banda de irresponsables puede afrontar una disyuntiva tan importante sin prever qué hará en caso de derrota. Utilizaron su propia imprevisión como chantaje («O lo nuestro o el caos») y ahora, cuando les han dicho que no a lo suyo, se encuentran con un lío de mil pares que no saben cómo gestionar.
Lo que demuestra que, aparte de todo lo demás, son también de una preocupante mediocridad.
Javier Ortiz. El Mundo (1 de junio de 2005). Basado en dos apuntes publicados unos días antes: Patrañas sobre el voto francés (1) y Patrañas sobre el voto francés (2). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/01 07:00:00 GMT+2
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2005/06/01 06:00:00 GMT+2
El Gobierno español decidió ayer conceder el estatuto de refugiada a una mujer árabe de 38 años maltratada por su marido y desamparada por las autoridades de su país. Los organismos oficiales relacionados con la política de asilo se han apresurado a calificar la decisión de «histórica», «valiente» y «ejemplar». Es típicamente zapaterista: llamativa y barata. Responde al lema esencial de este Gobierno: «Haz todo lo que refuerce tu imagen progresista siempre que te cueste o poco o nada».
Hay general acuerdo entre la gente que defiende en España los intereses de las personas demandantes de asilo político en que la política de concesión del estatuto de refugiado es extremadamente restrictiva. A veces se exigen requisitos imposibles de cumplir, como es la presentación de documentos que prueben que el solicitante sufría persecución en su país de origen. No siempre la persecución deja rastro documental y, como es fácil de entender, las autoridades de los estados dictatoriales no son muy partidarias de extender certificados de represión. En otras ocasiones, la Administración española se niega a admitir que los estados de los que proceden los demandantes sean realmente dictatoriales, porque eso pondría en solfa sus propias relaciones con ellos, ajenas a cualquier reserva (no pocos de ellos compran armas a España). Con todo lo cual, la proporción de solicitudes que desembocan en la concesión del estatuto de refugiado político es decepcionantemente escasa.
El Gobierno de Zapatero, que ha convertido en prenda de escaparate la concesión de asilo a esta mujer -una decisión de la que, por supuesto, me alegro- quiere dar a entender a la opinión pública que, gracias a él, España se ha convertido en ejemplar tierra de asilo. Pero la verdad es que, como sabemos desde Esopo, la aparición en el cielo de una sola golondrina no certifica que ya haya llegado la primavera.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (1 de junio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de junio de 2010.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/06/01 06:00:00 GMT+2
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2005/05/31 06:00:00 GMT+2
Lo prometí, y lo prometido es deuda, pero he de admitir que esperaba una mayor combatividad -un mayor empecinamiento- de los partidarios del sí. Estamos en el día 2 del no francés y ya parecen haber tirado la toalla. En concreto, la patochada que critiqué ayer -la pretensión de que el rechazo francés tampoco es tan importante, porque hay ya nueve estados que han ratificado la Constitución Europea, aunque ocho lo hayan hecho por vía parlamentaria, sin consulta popular- está perdiéndose en el olvido: casi todos asumen ya que el no francés representa un golpe de muerte para el proyecto oficial de construcción europea. Si mañana Holanda vota también no, como anuncian los sondeos, Blair tendrá excusa para olvidarse de un referéndum que le viene peor que mal. El fracaso se habrá consumado. Otra idea que parece definitivamente abandonada, y menos mal: la de volver a convocar el mismo referéndum en Francia dentro de algunos meses. Ellos mismos se han respondido: sería un insulto para el electorado francés, al que se le vendría a decir que no ha sabido votar, que no ha pasado el examen y que tiene que volver a presentarse en septiembre con la lección mejor aprendida. (*)
Pero otros argumentos defensivos sí siguen en pie.
Dicen, por ejemplo: «El voto francés ha sido resultado de una problemática interna. Los franceses han dado una patada a Chirac y Raffarin en el culo de los europeos».
Primera respuesta, que es la misma que doy siempre a quienes creen saber lo que realmente piensan los votantes, al margen de lo que de hecho votan: los votos no se interpretan; se cuentan. Los procesos de intenciones son tan tramposos como inútiles: desembocan en hipótesis imposibles de verificar.
En segundo lugar, hoy en día es imposible considerar de manera separada las políticas interiores y las continentales. La impopularidad que Chirac y Raffarin se han ganado a pulso se debe, en lo esencial, a la puesta en práctica de criterios económicos y sociales que apuntan en la misma dirección que la Constitución Europea trata de santificar.
Añaden: «Los franceses han adoptado una posición egoísta. Tratan de preservar privilegios que son imposibles en la nueva Europa».
Contestación: no son privilegios; son conquistas sociales que han tardado más de dos siglos en obtener y en afianzar. Es eso que todos hemos llamado «Estado de Bienestar» y que hemos tenido durante años como una de las más valiosas señas de identidad de la Europa democrática. Los valedores de la nueva Europa dan por hecho que sólo es posible afrontar la feroz competencia económica internacional sacrificando esas conquistas. Otros pensamos que se precisa una política combativa, que se oponga a las condiciones de explotación y desasistencia social en que se basa el dumping que ejercen muchos países, desde los asiáticos a los propios EEUU. La competitividad debe basarse en reglas de juego limpias, que busquen, por encima de cualquier otro criterio, el bienestar de los pueblos. Quien esté dispuesto a sacrificar éste en aras de la otra debe contar con que el enfado de los afectados puede ser grande.
Insisten: «Lo que los franceses no quieren es mezclarse con los países pobres del Este de Europa».
Respuesta: los estados del Este de Europa son pobres, pero también son más cosas. Sus elites, electas en las urnas, han demostrado en repetidas ocasiones -en la última Guerra del Golfo, sin ir más lejos- que están más cerca de Washington que de París o de Berlín. Son sociedades sin apenas tradición democrática, en las que las libertades individuales y colectivas tienen todavía un arraigo muy escaso. Quienquiera que desee ver a la UE convertida en un polo de referencia mundial distinto del estadounidense debe tener en cuenta los problemas que va a acarrear el voto de los estados recién integrados, cuyos dirigentes son fervientes partidarios del más crudo neoliberalismo. No digamos ya si se deciden a adoptar criterios permisivos de cara a la entrada de Turquía.
La UE tiene que adoptar un ritmo de ampliación que permita asimilar a los nuevos miembros elevándolos progresivamente al nivel de lo existente, no rebajando más y más su propio listón. No creo que haya muchos partidarios del no a la Constitución que se nieguen a pagar un precio para que la UE ayude al desarrollo intensivo de los nuevos miembros o de quienes aspiran a serlo. Pero se trata de asegurar que ese desarrollo se emprende desde la perspectiva social que rige en la Europa Occidental desde el nacimiento del llamado «Estado del Bienestar». Y eso es lo que no asegura, ni mucho menos, la Constitución Europea.
Última objeción: «¿Y cómo se administra el no? ¿Ahora qué?».
Eso, la verdad, no sé si es un reproche o una autocrítica. Si no tenían prevista la posibilidad de que les respondieran que no, ¿qué clase de consulta era ésa? Sólo una banda de irresponsables puede afrontar una disyuntiva tan importante sin prever qué hará en caso de derrota. Utilizaron su propia imprevisión como chantaje («O lo nuestro o el caos») y ahora, cuando les han dicho que no a lo suyo, se encuentran con un lío de mil pares que no saben cómo gestionar.
Está claro que, aparte de todo lo demás, son también de una mediocridad pasmosa.
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(*) Convendrá recordar, de todos modos, que eso es lo que se le hizo al pueblo danés cuando rechazó en junio de 1992 el Tratado de Maastricht. Lo llevaron nuevamente a las urnas en mayo de 1993 y entonces votó sí. Se bromeó diciendo que aprobó el Tratado porque, de haber votado de nuevo que no, lo habrían condenado a pasar por las urnas todos los años, hasta que se arrepintiera. Pero lo cierto es que se rectificó el texto del Tratado para facilitar el voto favorable de Dinamarca.
Javiero Ortiz. Apuntes del natural (31 de mayo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de octubre de 2017.
Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/05/31 06:00:00 GMT+2
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