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2005/07/26 06:00:00 GMT+2

Muertos de tercera

El mundillo del periodismo atesora un auténtico almacén de patas de banco, pifias y estupideces afirmadas en público que bien pueden calificarse de míticas. Algunas son de hecho tan míticas que encajan de perlas con la segunda acepción que los diccionarios suelen dar al término: ficticias. Tengo archivada una larga colección de afirmaciones ridículas atribuidas a tal o cual político de postín o a tal o cual medio informativo que, a nada que uno las investiga, descubre que o no las soltó quien se pretende, o no las soltó nadie, porque son pura invención. De George W. Bush a Esperanza Aguirre, pasando por Carmen Sevilla, los ejemplos menudean.

Un caso casi histórico: se cuenta que hace muchísimos años, en la época en la que los vagones de los trenes se dividían en tres categorías (primera, para los ricos; segunda, para las clases medias; tercera, para los pobres), se produjo en España un grave accidente de ferrocarril y un periódico publicó: «Afortunadamente, todos los muertos eran de tercera».

Ni sé las veces que habré oído relatar esa anécdota. Pero jamás me he encontrado con nadie que diga: «Es verdad: eso lo publicó el periódico Tal en tal fecha». De haberlo oído, me habría pasado por la Hemeroteca Nacional para comprobarlo. Porque no me creo que haya nadie tan tonto como para escribir algo así.

Y es que una cosa es sentirlo, y otra, reconocerlo.

Porque no nos engañemos: es de ese modo como se ve la realidad en todos los periódicos, en todas las televisiones y en todas las radios del mundo occidental. Nadie lo dice, y hasta es posible que haya algunos que ni siquiera sepan que lo piensan. Pero lo piensan.

Ejemplo. De acuerdo con los cálculos más estrictos y rigurosos, la actual Guerra de Irak ha causado del orden de 25.000 víctimas mortales. Son estadísticas referentes a la población civil: no contabilizan los soldados muertos (aunque eso tampoco sea decisivo, porque en las guerras de ahora apenas mueren militares).

Pues bien: si se considera la valoración informativa, cuantitativa y cualitativa, que los medios de comunicación occidentales han concedido a esas 25.000 víctimas, y si se compara con la que han otorgado a las víctimas de los recientes atentados de Londres, por un lado, y a las de los aún más recientes de Egipto, por otro, se comprobará de inmediato que la cosa no tiene vuelta de hoja: ¡por supuesto que hay muertos de primera, de segunda y de tercera! Diga lo que diga la Declaración Universal de Derechos Humanos sobre la igualdad de todas las personas.

Sé que no descubro ningún secreto denunciando que las cosas son así. Pero es eso precisamente lo que me resulta más escandaloso: que seamos tantos los que sabemos que hay muertos valorados como de tercera, y lo demos por bueno, y demostremos que nos importa un bledo, y no se nos caiga la cara de vergüenza.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de julio de 2005) y El Mundo (27 de julio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/26 06:00:00 GMT+2
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2005/07/25 06:00:00 GMT+2

Cinco años

Hoy hace un lustro que empecé a dar la vara diaria a través de Internet. Lo hice con un comentario ponzoñoso en el que aludía a Fraga y al patrón de España, con especial mención a las ofrendas que nuestro singularísimo Estado hace todos los años al santo matamoros.

Desde aquel 25 de julio de 2000, he estado en este rincón de la Red todos los días, con terca puntualidad, salvando dos o tres ocasiones en las que falló el servidor que me malsirvió al principio (era gratuito: podía permitírselo) y la nefanda fecha en la que mi madre tuvo la mala idea de morirse (nunca se lo perdonaré).

Eso suma más de 1.800 columnas, si las cuentas no me fallan.

La tenacidad no es necesariamente un mérito. Puede ser una manifestación de mera cabezonería.

Recuerdo que, a las pocas semanas de empezar con esto, constaté que tenía casi 300 lectores diarios, lo que me pareció de perlas. A día de hoy, según el contador que me controla las visitas, sois 2.500. Todos los días. Me resulta exotiquísimo. (Ya sé que hay páginas web que son visitadas a diario por decenas de miles de personas. Pero no son obra de una sola persona. O, en cualquier caso, esa persona no soy yo.)

Bueno, y por resumir: que estoy contento.

Nada del otro lunes: simplemente contento.

Me ha apetecido compartir con vosotros -y con vosotras- ese pedacito de alegría. Disculpádmelo

 

Sin penitencia

Acabo de oír en la radio al jefe de la Policía Metropolitana de Londres. Dice (en inglés): «A la familia del fallecido [se refiere a De Menezes, el joven brasileño al que asesinaron sus hombres], sólo puedo decirles que lo lamento profundamente».

Y nuestros medios de comunicación callan. Lo dan por bueno.

Se ve que ahora, para reparar un asesinato de Estado, basta con que medie la contricción del «autor intelectual» del crimen.

Los pecados de la gente importante no requieren penitencia.

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Nota.- Hasta finales de agosto, El Mundo publicará columnas mías también los lunes, además de los miércoles y sábados, como puede comprobarse hoy mismo. Algo semejante hará Radio Euskadi, en cuyas ondas apareceré durante el mes de agosto más a menudo. Es mi modo particular de estar de vacaciones.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/25 06:00:00 GMT+2
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2005/07/24 06:00:00 GMT+2

La ropa sospechosa

Scotland Yard ha declarado que la muerte del ciudadano brasileño Jean Charles de Menezes, abatido a tiros en el metro de Londres el pasado viernes, «fue un error».

Expresado así, tal se diría que el error lo cometió la muerte. O el propio De Menezes, alternativamente.

Sostenía Mao Zedong, recurriendo a una inteligente boutade que él mismo desconsideró demasiadas veces, que lo peor que tiene cortar la cabeza a una persona es que luego, en caso de descubrir que no lo merecía, ya no hay manera de volver a colocarla en su sitio.

Pasa lo mismo con la decisión de disparar a matar.

Pero eso, por desgracia, es lo de menos en este caso. Aunque los jefes de Scotland Yard dijeran por la brava que el error no fue cosa de la muerte, sino de sus agentes, seguirían sin reflejar la realidad de los hechos. Porque la decisión de disparar cinco tiros a quemarropa a una persona que está caída en el suelo y que no empuña ningún arma sólo se entiende en gente que ha recibido la orden, gráficamente denunciada por la prensa británica, de «disparar primero y preguntar después».

No se trata de una aplicación errónea de las normas, sino de unas normas erróneas. Y no se trata de la trágica barbarie de unos policías nerviosos, sino del resultado lógico de una orientación política de conjunto, toda ella gravemente nociva. De una orientación que incluye, además de la licencia para matar, el permiso para mentir, como demostró el jefe de la Policía Metropolitana, Ian Blair, que se apresuró a declarar que «el tiroteo» (¡extraño modo de describir una ejecución sumaria!) tenía relación con «la operación antiterrorista en marcha».

Estamos ante una orientación que persigue dos objetivos igual de cínicos.

De un lado, trata de transmitir a los sectores más influyentes de la opinión pública británica que sus gobernantes «han tomado las riendas de la situación» y van a actuar «con toda energía» para poner coto al terrorismo, aunque esos gobernantes sepan de sobra que es imposible acabar con el terrorismo mientras haya suficientes terroristas decididos a atentar sin consideración hacia sus propias vidas.

De otro lado, utilizan aviesamente la situación crítica para sumar prerrogativas a las fuerzas coercitivas del Estado, es decir, para recortar las libertades públicas y privadas.

El resultado es patético. En este momento, en Gran Bretaña, la seguridad ciudadana no ha mejorado ni un ápice pero, a cambio, tener «rasgos asiáticos» (¿brasileños, por ejemplo?) se ha vuelto peligroso, lo mismo que llevar determinada vestimenta (según el comunicado policial, a los agentes de Scotland Yard les resultó «sospechosa» la ropa que vestía De Menezes.)

A ese punto hemos llegado: siguen estallando las bombas, en Londres o en Egipto, pero a cambio debes andarte con mucho ojo al elegir la ropa que te pones.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (24 de julio de 2005) y El Mundo (25 de julio de 2005). Hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/24 06:00:00 GMT+2
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2005/07/23 07:00:00 GMT+2

Algo es algo

Hace muchos, muchos años, recién llegado Felipe González a La Moncloa, una amiga me presentó a su novio, recién elegido para un alto cargo del Gobierno socialista. Exmilitante de la izquierda radical, mi amiga trató de tomarnos el pelo a los dos. Me dijo: «Aquí donde lo tienes, es un reformista».

Le respondí con mucha seriedad: «Pues me alegro. A ver si reforma algo».

A lo que él, con una sonrisa, contestó: «Lo intentaré».

No mentía. Lo intentó. Y acabó expulsado del PSOE por oponerse a la primera Guerra del Golfo (y por decirlo en voz muy alta). Lo laminó Jorge Semprún, que ya había salido del PCE muy entrenado en materia de purgas, por activa y por pasiva.

Quince años después de aquel episodio, yo sigo en las mismas. No espero de los políticos que hagan revoluciones. Con tal de que emprendan reformas que mejoren las condiciones de vida del pueblo, los doy por aceptables.

Pero qué va.

La experiencia me ha demostrado que las diferencias entre los dos principales partidos del Parlamento español -PP y PSOE, PSOE y PP, que tanto me da el orden- son más de estética que de ética. Así que pasan un cierto tiempo en el ejercicio del poder, el uno y el otro acaban por asemejarse como una boñiga a otra boñiga. Cada cual con sus particulares olores, pero siempre haciendo el juego, el uno y el otro, a los fuertes, para desgracia de los (¡y las!) débiles.

¿Pretendo decir con esto que me da igual quien gobierne, puesto que ha de ser el uno o el otro? Pues no.

He conversado muchas veces en los últimos años con amigos de Galicia quejosos de lo mismo: «¡Es que no hay modo humano de librarse del infierno de Fraga sin pasar por el purgatorio de Pérez Touriño!». En Valencia he oído hablar en términos muy similares. Recuerdo que no poca gente de izquierda pasaba por las mismas angustias, sólo que al revés, a comienzos de los noventa, con referencia a los gobiernos de Felipe González: «¿Cómo sacar de La Moncloa a estos de los GAL y de Filesa sin contribuir a que sea la gente de Aznar la que los sustituya?».

Quizá la culpa la tenga la edad, pero lo cierto es que con el tiempo han ido abandonándome ese tipo de angustias existenciales. Sigo sin creerme en la obligación de elegir entre dos males -nunca votaré ni al PP ni al PSOE, aunque me aspen-, pero me parece buena cosa que ninguno de los dos se eternice en ningún poder.

Lo malo que tiene un Gobierno que se perpetúa es que poco a poco deja de ser un Gobierno para transformarse en un régimen. Crea un entramado demasiado denso de intereses, de pautas, de hábitos consolidados.

Cuando eso sucede, el cambio de gobernantes se convierte en una cuestión de mera higiene.

Se lo decía el otro día a un amigo gallego: «Puede que abras la ventana y no entre aire fresco, pero por lo menos entrará otro aire». En fin, que algo es algo.

Javier Ortiz. El Mundo (23 de julio de 2005). Basado en el apunte del mismo nombre Algo es algo, publicado la víspera. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/23 07:00:00 GMT+2
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2005/07/23 06:00:00 GMT+2

La caja de los truenos

Más bombas en Londres el pasado miércoles, aunque de escasa potencia. Más bombas ayer en El Cairo, éstas potentes de verdad. Los últimos despachos de agencia que he consultado, pasadas las 6 de la mañana, hablaban de medio centenar de muertos y unos 150 heridos, muchos de ellos en estado crítico.

Me pregunto si se atreverá Bush a repetir que gracias a la intervención angloamericana en Irak el mundo se ha vuelto más seguro. Supongo que sí: no tiene problemas de cinismo.

He estado haciendo el recuento de los atentados cometidos desde el comienzo de la Cruzada que lanzó el Gobierno de Washington tras el 11-M. Me refiero tan sólo a los atentados extraestatales (dicho sea para no olvidar que ha habido muchos otros que han sido obra de estados con representación en la ONU).

La cantidad de esos actos y el número de víctimas que han causado resultan espeluznantes. Sin comparación con el periodo anterior.

Blair, como Aznar antes que él, insiste en que bastantes de las últimas acciones terroristas no tienen relación ninguna con la invasión de Irak. Cabe sostener esa tesis con referencia a los atentados que han tenido lugar durante los últimos años en la ex URSS. O también, por ejemplo, con respecto a la masacre que se produjo en la iglesia de Bojayá (Colombia), en mayo de 2002. Pero en otros casos, aunque las bombas no trataran de castigar a alguno de los gobiernos más directamente implicados en las invasiones de Afganistán e Irak, es obvio que apuntaban contra poderes sumisos al diktat de Washington, fieles colaboradores de la Cruzada estadounidense, y que enfilaban precisamente contra esa sumisión.

Es el actual escenario mundial, dominado hasta los más irritantes extremos por la única gran potencia que queda, el que se debe considerar para entender -que no justificar- el auge terrible que está experimentando el terrorismo extraestatal.

Lejos de tener sustento la pretensión de que el mundo de hoy es más seguro gracias al derrocamiento del régimen de Sadam Husein, lo que se va imponiendo cada vez más como una evidencia es todo lo contrario: que, antes de la infortunada hazaña bélica de Washington, esa gran zona del mundo, clave para el conjunto del planeta, vivía en un cierto equilibrio -o en un desequilibrio menor, si se prefiere- gracias a que el régimen de Sadam Husein, detestable por tantos conceptos, ejercía una función de contrapeso.

Parece mentira que desde los tiempos de la Grecia clásica se venga hablando de lo peligroso que es abrir la caja de los truenos y que siga habiendo gente poderosísima que se empeñe en hacerlo con la esperanza de encontrar en su interior no se sabe cuántos fabulosos tesoros. No aprenden nunca.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

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Nota.- Aunque la columna que me publica hoy El Mundo se llame igual que mi Apunte de ayer Algo es algo») y aunque la tesis de fondo no difiera, la redacción sigue derroteros muy distintos. Dicho sea por si alguien, viendo el título, cree que ya ha leído el artículo.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/23 06:00:00 GMT+2
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2005/07/22 06:00:00 GMT+2

Algo es algo

Me contaron hace muchos años que había en Vallecas una pandilla de salteadores que se cebaban con las chicas. Las atracaban de noche y, en caso de que no llevaran dinero, las castigaban. La particularidad de aquella pandilla es que preguntaban a sus víctimas qué castigo preferían: «¿Pinchazo o pellizco?». «Pinchazo» quería decir navajazo en el estómago. «Pellizco», aplastamiento de un pezón con alicates.

Me horrorizó, cómo no, pero no me extrañó demasiado. Es una norma fija de los torturadores intentar que el torturado se implique de algún modo en la causa de su propio sufrimiento. Se trata de que al dolor físico se añada la pérdida de la autoestima. De ese modo se logra con mayor facilidad y prontitud su hundimiento. «Ponte en tal postura», «Sujeta esto con las manos», «Haz esto», «Haz lo otro».

Todos los manuales de resistencia a la tortura enseñan que nunca hay que colaborar con los torturadores. Nunca. «¿Que me ponga en tal postura? ¡Ponme tú!». «¿Pinchazo o pellizco? ¡Vete por ahí!». Respondiendo así no se evita el daño, pero se mantiene la dignidad. Se sobrelleva mejor la desgracia.

Me han venido a la cabeza estos casos, ciertamente extremos, según me he puesto a cavilar sobre el problema que se le plantea a mucha gente cuando le piden que elija entre dos posibilidades y ambas le parecen negativas.

Entre el PP y el PSOE, por ejemplo.

He conversado muchas veces en los últimos años con amigos de Galicia quejosos de lo mismo: «¡Es que no hay modo humano de librarse del inaguantable infierno de Fraga sin pasar por el purgatorio de Pérez Touriño!».

En Valencia he oído hablar en términos muy similares, con Zaplana o con Camps, variantes de idéntica nada.

Recuerdo que no poca gente de izquierda pasaba por las mismas angustias, sólo que al revés, a comienzos de los noventa, con referencia a los gobiernos de Felipe González: «¿Cómo sacar de la Moncloa a estos de los GAL y de Filesa sin contribuir a que sea la gente de Aznar la que los sustituya?».

Algunos continúan dando vueltas a esa noria en Extremadura, no viendo el modo de quitarse de encima a Rodríguez Ibarra sin dejar paso a los del PP.

Quizá tenga la culpa mi edad, pero lo cierto es que con el tiempo han ido abandonándome ese tipo de angustias existenciales. Sigo sin elegir entre dos males -nunca votaré ni al PP ni al PSOE, aunque me aspen-, pero me parece buena cosa que ninguno de los dos se eternice en ningún poder.

Lo malo que tiene un gobierno que se perpetúa es que poco a poco deja de ser un gobierno para transformarse en un régimen. Monta un entramado de intereses consolidados, de relaciones hechas, de hábitos, de pautas fijas. Deja de ser circunstancial.

En esas condiciones, el cambio de gobernantes se convierte en un asunto de mera higiene.

No ignoro que, además, lo que va a instaurarse en Galicia no es un gobierno del PSOE, sino un gobierno de coalición PSdeG-BNG. No es que yo espere que la suma de ambos vaya a dar como resultado nada del otro jueves, pero habrá que darles un margen para que refuten o confirmen esos prejuicios.

Se lo decía el otro día a un amigo gallego: «Puede que abras la ventana y no entre aire fresco, pero por lo menos entrará otro aire».

En fin, algo es algo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (22 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/22 06:00:00 GMT+2
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2005/07/21 06:00:00 GMT+2

Tensar la cuerda

Me habían informado de que iba a suceder, pero he preferido esperar a que la noticia fuera oficial antes de comentarla: el grupo parlamentario de EHAK, Ezker Abertzaleak, ha nombrado asesor a Joseba Álvarez, ex dirigente de Batasuna (o dirigente de la ex Batasuna, como se quiera).

Tiene perfecto derecho a hacerlo, porque los grupos parlamentarios pueden contratar como asesor a cualquier ciudadano. Es decir: se trata de una decisión que no plantea ningún problema reglamentario. El problema que plantea es político, puesto que la designación como asesor de EHAK de un muy caracterizado representante de la ilegalizada Batasuna va a proporcionar otro argumento de peso a quienes están promoviendo en la Audiencia Nacional la ilegalización de EHAK como continuadora de Batasuna.

EHAK y Batasuna ya sabían que los nombramientos de este sesgo están siendo utilizados por el juez Grande-Marlaska para engrosar el sumario de la ilegalización del nuevo partido parlamentario vasco, así que no cabe atribuirles ninguna ingenuidad. Han actuado a sabiendas de las repercusiones que iba a tener lo que hacían.

Me pregunto por qué lo hacen.

Es obvio que en el seno del aparato del Estado -y, más concretamente, entre una parte importante del poder judicial, identificado con lo que podríamos llamar «la línea Mayor Oreja-Garzón», y la parte del poder ejecutivo que se alinea con las posiciones de Rodríguez Zapatero- hay una tensión muy fuerte. El presidente del Gobierno quiere neutralizar la Ley de Partidos -neutralizarla, sin más, no derogarla- para que no dificulte sus propósitos, y sus adversarios quieren que la ley de marras siga en primer plano, precisamente para boicotear los propósitos de Zapatero.

Lo que resulta chocante, al menos a primera vista, es que Ezker Abertzaleak se dedique a aportar munición al bando más hostil al diálogo y la distensión.

Pero vayamos a lo concreto. Supongamos que los promotores de la ilegalización de EHAK tienen éxito y que el fantasmagórico Partido Comunista de las Tierras Vascas engrosa la lista de las organizaciones declaradas fuera de la ley. ¿Qué repercusiones prácticas tendría eso? En lo que se refiere a los intereses de Batasuna, cero, poco más o menos. Lo único que le interesa a Batasuna de EHAK es el grupo parlamentario, que seguiría existiendo tal cual. Y si el Tribunal Supremo quisiera reiterar la torpeza de procesar a la Mesa del Parlamento Vasco por no disolver ese grupo, mejor para Batasuna, que habría conseguido introducir otro factor de conflicto más entre Madrid y Vitoria.

Deduzco que los de Otegi está tensando la cuerda a propósito, para situar a Zapatero ante sus contradicciones, que son de peso.

Claro que lo de tensar la cuerda ha sido siempre y sigue siendo problemático. No conviene menospreciar el peligro de que se rompa. De hecho, esta cuerda, en concreto, tiene ya demasiados remiendos.

Yo me andaría con tiento.

Pero yo no soy asesor de EHAK. Es Joseba Álvarez quien ha sido designado para el cargo.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (21 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/21 06:00:00 GMT+2
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2005/07/20 06:00:00 GMT+2

Opiniones vacantes

Durante mi periodo de vacaciones, que lo es sólo a tiempo parcial (inconvenientes que tiene trabajar como autónomo), no respondo a casi ningún correo electrónico. Pido disculpas por ello a quienes me escriben, pero es que, si además de todas las otras tareas que sigo cumpliendo también me ocupara de la correspondencia, mi periodo de vacaciones seguiría siendo un periodo pero, desde luego, no de vacaciones.

Ocurre sin embargo que algunos mensajes, aunque no los conteste, me dejan un runrún que sigue ocupándome las meninges, a veces de manera recurrente.

El otro día, un viejo amigo al que nunca he visto (cosas de Internet) me pidió que opinara sobre un suceso ocurrido en Galicia, que no sé si es extraño o ha sido muy mal contado por los pocos periódicos que lo han contado (o yo he visto). Un joven resultó herido por la explosión de una carta-bomba. Como quiera que el mozo es, según se dice, de ideas independentistas, algunas crónicas dejaron planear sobre el hecho la sospecha de que el joven no hubiera sido víctima de un atentado, sino que lo estuviera preparando él y le hubiera salido mal. Las insinuaciones me parecieron innobles y contrarias a la deontología periodística (en el supuesto de que tal cosa exista), porque si el periodista tiene algún dato que contar, lo cuenta, y si no se calla. Máxime tratándose de asuntos de semejante gravedad. Pero tampoco podía yo aportar nada más que esa crítica al tratamiento informativo del suceso, de modo que me callé. En condiciones normales, habría tratado de indagar más, y hasta es posible que hubiera hecho alguna llamada telefónica para recabar información de algún amigo gallego experto en los entresijos de la actualidad de su tierra, pero no lo hice, por la cosa de las vacaciones, y al final me he quedado a disgusto conmigo mismo.

Otro lector me ha mandado una razonada misiva reprochándome mi insistencia en la crítica a las autoridades españolas por incrementar los ingresos del erario con el dinero del tabaco. Resumiendo sus argumentos (aunque espero que no caricaturizándolos), alega que el Estado encarna el afán colectivo y que alimentado sus arcas se contribuye al pago de muchas necesidades sociales.

Respondo a este lector desde este Apunte, más que nada para no quedarme también con ese runrún y darle a mi contestación, ya de paso, una utilidad más amplia.

Mi respuesta, esquemáticamente expuesta, incluye estos elementos:

1º) El Estado no es representación de la colectividad, sino (puestos a señalar su esencia) el instrumento más eficaz para perpetuar el orden social vigente. El viejo Carlos Marx lo definió como «el capitalista colectivo». No le faltaba razón.

2º) Claro que el Estado es más cosas. También atenúa las tensiones sociales cumpliendo importantes funciones: infraestructurales, sanitarias, educativas, asistenciales, etcétera. Lo cual es positivo.

3º) Esas funciones las cumple con el dinero que obtiene de los ciudadanos a través de los impuestos (el Estado no paga nada de su bolsillo porque no produce; no tiene beneficios propios).

4º) Con los impuestos realiza las funciones positivas arriba mencionadas, pero también otras que son inevitablemente o potencialmente negativas. (Por poner dos ejemplos concretos que me irritan, por muy diferentes que sean: la intervención española en Irak la pagamos los contribuyentes, y los actuales cursos de verano de las Universidades, que son un prodigio de compadreo y gorroneo, también.)

5º) A diferencia de otros que también subrayan los puntos anteriores (todos o algunos), soy partidario de pagar los impuestos que me corresponden en función de mis ingresos, dado que es imposible no contribuir a los gastos negativos del Estado sin menoscabar también sus gastos positivos, que considero imprescindibles.

6º) Propugno los impuestos directos, establecidos en función de la renta de cada cual. A cambio, miro con prevención los impuestos indirectos, que pagan todos los consumidores por igual, al margen de la diferencia de sus disponibilidades. Es típico de los gobernantes más procapitalistas acentuar los impuestos indirectos y rebajar los directos.

7º) Entiendo que determinadas mercancías teóricamente superfluas deban estar gravadas con impuestos especiales, pero no participo de la doble moral que lleva a combatir de cara a la galería y, a la vez, hacer la vista gorda o fomentar en la práctica la fabricación y el consumo de drogas tales como el alcohol y el tabaco.

(Y paro. ¡Menos mal que era una exposición esquemática!)

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de julio de 2009.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/20 06:00:00 GMT+2
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2005/07/19 06:00:00 GMT+2

El humo ciega sus ojos

El anuncio oficial del anuncio oficial (sic) contra el consumo de tabaco que va a decir: «¿Fumar? Pues va a ser que no», con ese vaaserquenó que sale ya hasta en la sopa, ha conseguido reducir a escombros lo que me quedaba de paciencia.

La cosa tiene delito: las famosas «autoridades sanitarias» que aparecen en todas las labores de tabaco con mensajes amenazantes escritos en un malísimo castellano, han llegado a un acuerdo con las empresas de telefonía móvil para que envíen a sus usuarios mensajes dándoles la vara con anuncios topiqueros en contra del fumeque.

Yo no fumo. Hace ya tiempo que dejé de hacerlo, y la prueba de que no lo echo en falta es que he perdido la cuenta de cuánto hace de ello. No sólo no soy fumador activo, sino que soy un pésimo fumador pasivo. El domingo llegué a abandonar mi asiento en un concierto que se celebraba al mal llamado aire libre porque no paraba de venirme a las narices el humo de los cigarrillos que consumía una pareja sentada justo delante de mí.

Luego fuimos a tomar una copa en un local muy simpático pero, como quiera que la abrumadora mayoría de los componentes de nuestro grupo fumaba sin parar, el lunes me levanté con una carraspera de mil pares. Siempre hay alguien que dice: «Es que los exfumadores os ponéis de un fundamentalista...». Como si la irritación de mis vías respiratorias fuera una opción ideológica.

Pero soy consciente de que durante mis muchos años de fumador tuve que hacer la cusqui muchas veces a muchos otros, de modo que tampoco tengo derecho a ejercer ahora de intransigente absoluto. Me quejo amargamente cuando me atufan, pero tampoco lo convierto en un casus belli.

De todos modos, me he prometido a mí mismo corregirme. Desde ahora voy a ser más tolerante. Me propongo hacerlo como muestra de mi rechazo a esa campaña ilícita (no puede ser legal el envío masivo de mensajes de correo no solicitados) y, sobre todo, hipócrita. ¿Por qué no obligan a colocar en la parte trasera de los coches letreros que digan, por ejemplo, «La emisión de CO2 perjudica gravemente la salud», o bien: «El uso abusivo de vehículos de motor contribuye poderosamente al cambio climático», o bien: «La falta de concienciación de las autoridades españolas hace que nuestro país no cumpla con las disposiciones del acuerdo de Kyoto»?

Los políticos de la sanidad se quejan de que el tabaco en España es demasiado barato, lo que lo hace «muy accesible a los jóvenes». Sólo les falta añadir: «...y a los pobres». Déjense de mandangas. No lo encarezcan; no sermoneen. Si lo tienen tan claro, prohíbanlo. ¡Total, una prohibición más o menos!

Y prívense de paso de la tajada que se llevan gracias a los impuestos que gravan las ventas de ese producto. Y asuman también el coste político que tendrá enviar al paro a quienes lo cultivan y a todos los muchos que lo convierten en mercancía.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de julio de 2005) y El Mundo (20 de julio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. El apunte se titulaba No fume usted; contamine con todo lo demás. Subido a "Desde Jamaica" el 7 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/19 06:00:00 GMT+2
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2005/07/18 06:00:00 GMT+2

Unas cuantas taifas

Ahora cuentan que es el presidente de la Junta andaluza, Manuel Chaves, el que afirma que jamás de los jamases aceptará que el Estatuto de autonomía de Cataluña defina a su comunidad como «nación».

Tengo contado en diversas ocasiones eso de que el PSOE tiene dos ramas constitutivas, una de vocación federal, francamente minoritaria, otra jacobino-celtibérica, abrumadoramente abrumadora. Es esta última la que se está dedicando a abrumar en este tramo del estío, tan propicio a las universidades de verano, ellas mismas tan propicias a los mítines de pago.

Hay una especie de principio de Arquímedes de la política española que establece que la capacidad de los políticos centralistas para mostrarse comprensivos con la realidad plurinacional de España es directamente proporcional a lo necesario que les sea el apoyo de los partidos nacionalistas para gobernar.

Se diría que en este caso no está funcionando ese principio, puesto que son varios los dirigentes socialistas -y Chaves lo es por partida triple, puesto que ostenta también el muy solemne cargo de presidente del partido- los que se están rebelando contra la política seguida por el secretario general y presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero.

Pero no es así. Sí está funcionando. Lo que sucede es que los socialistas que se rebelan contra las concesiones de Zapatero no necesitan de ningún apoyo nacionalista para gobernar.

No lo necesitan en Andalucía. No lo necesitan en Extremadura. No lo necesitan en Castilla-La Mancha.

No lo necesitan en su chiringuito parlamentario, o en la fundación de la que viven, o en su concreto negociete pandillar. Antes al contrario: en los ambientes en los que ellos se desenvuelven, ese apoyo les estorba.

Cada jefe del PSOE está tomando postura en el debate sobre la posible reorganización territorial del Estado en función de su singular interés, de su bandería específica, de su secta.

Presumen de que constituyen una gran nación y no pasan de ser un puñado de caudillos de unas cuantas taifas.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (18 de julio de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de julio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2005/07/18 06:00:00 GMT+2
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