Hay sucesos que se convierten en noticia por su propio peso. Por ejemplo: si dos aviones se estrellan contra las Torres Gemelas de Nueva York, cada medio informativo puede decidir cómo enfoca la noticia, pero no si es o no es noticia.
Cierto es que lo noticiable reparte sus razones. En el caso mencionado, tuvo que ver con el hecho de que se produjeran muchas muertes a la vez y en un lugar tan característico. El mismo número de víctimas, pero registrado a lo largo de varios meses y en los desiertos de Afganistán -por poner otro ejemplo-, no daría ni para una referencia de pasada en los grandes medios (no dio, de hecho).
Salvando las grandes noticias ineludibles, en todo caso, la selección diaria de lo que va a ser noticia (o no), del rango que se le va a dar (o no) y del modo en que será abordada (o dejada de lado), sigue vericuetos muy especiales, que no dependen sólo de los intereses de los medios informativos, sino también, y muy destacadamente, de lo que en cada momento constituye el orden del día de la sociedad de la que se trata. El orden del día, o la agenda, que dicen los anglófonos haciendo un viaje lingüístico de ida y vuelta: de qué cosas se está hablando y de qué modo se está hablando de ellas.
La capacidad de un partido o de una corriente política para llevar la voz cantante a la hora de establecer el orden del día informativo da cuenta casi automática de sus posibilidades de imponerse a corto o medio plazo. Recordémoslo: ya para 1994, las fuerzas antifelipistas habían logrado el control del orden del día de la política española, y todo el mundo hablaba del temario que ellas establecían, ya se fijara en los grandes casos de corrupción y crímenes de Estado o en tales o cuales epifenómenos: la caseta del perro de Boyer, los viajes gratis total de Solchaga, el armario frigorífico para las pieles de Aida Alvarez o el supuesto gafe de Yáñez. Hasta los felipistas estaban obligados a hablar de esas cosas, así fuera para quejarse de la importancia que se les daba.
Evoco todo esto para llamar la atención sobre una realidad bien actual.
Lo de la entrevista de Carod-Rovira con ETA tenía dos posibles enfoques: uno empujaba a centrarse en los errores cometidos por el propio Carod, denunciando la fragilidad del pacto de Gobierno que asienta la actual Generalitat catalana; el otro llevaba a subrayar la evidencia de que el Gobierno ha puesto los Servicios de Información de la Defensa a trabajar para sus propios fines electorales, espiando a su guisa y filtrando a su conveniencia los resultados del espionaje. El PSOE ha hecho todo lo posible por desplazar el debate hacia lo segundo. El PP ha remachado en el clavo de lo primero. Y ha vencido. Es de eso de lo que se habla principalmente. Lo otro parece casi una ocurrencia de cuatro recalcitrantes.
Esa es la cosa: el PP controla el orden del día de los medios. No hay encuesta más reveladora.
Javier Ortiz. El Mundo (31 de enero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de abril de 2018.
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