¿Tiene el Gobierno de Zapatero algún interés inconfesado en la OPA de Gas Natural sobre Endesa? Carezco de datos que lo prueben de modo concluyente, pero doy por supuesto que sí. Por una razón elemental: los asuntos económicos de gran envergadura siempre excitan el celo de los gobernantes.
En ese sentido, resulta hasta cómico que el portavoz del Ejecutivo, Fernando Moraleda, se empeñe en enfatizar, como hizo anteayer, que «no hay ya ni amigos ni favores en las decisiones del Gobierno». Todo el mundo sabe que no hay gobierno que mire ese género de asuntos sin hacer sus particulares cálculos políticos y sin tener en cuenta qué bando le es más propicio. Del mismo modo que todo el mundo sabe que jamás ningún gobierno reconocerá nada de eso.
En tiempos, los críticos del sistema capitalista se empeñaban en desvelar las relaciones de colusión existentes entre los responsables de la política y los dueños de la economía. Hoy ese esfuerzo es innecesario. Unos y otros forman un todo compacto. El bloque del poder se ramifica, pero es un mero reparto de funciones. Su interior está unido por grandes vasos comunicantes. Los políticos, en cuanto se deciden a descansar, pasan sin ningún problema a convertirse en empresarios, o en financieros. O al revés. Nada hay de extraño tampoco en que los grandes empresarios intervengan en la vida política, sea gracias a su trato de favor a tal o cual partido o sea a través de los medios de comunicación en los que tienen presencia, o que controlan, sin más. En cualquier caso, la relación entre todos ellos es constante: no paran de hablarse, de verse, de consultarse, de darse consejos, de hacerse favores mutuos.
No me cuesta nada creer que el sector PSC del Gobierno de Zapatero tenga un marcado interés en que Gas Natural y la Caixa ganen posiciones. Se trata de empresarios y financieros que, por decirlo así, les pillan de cerca.
Lo que no creo -lo que no puedo ni imaginar- es que nada de lo que está en juego en esa operación tenga que ver con ningún proyecto de catalanismo a ultranza. Menos aún de nacionalismo, y no digamos nada de separatismo. No sólo porque la empresa y la entidad financiera concernidas tienen más que acreditado su nihilismo nacional -o su vocación transnacional, si ustedes prefieren-, sino también porque la propia dirección del PSC ha demostrado sobradamente a lo largo del tiempo que, para ella, a la hora de buscar apoyos económicos y fuentes de financiación, la política tiene partido, pero no bandera. Recordemos Filesa. Aquello no sirvió para financiar ningún proyecto catalanista, precisamente.
En fin, y por resumir: pretender que la OPA de Gas Natural es un instrumento del nacionalismo catalán es engañarse uno mismo y engañar a los demás.
La cosa va de negocios. Compartidos entre cuantos sea, pero negocios.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de enero de 2006). Hay también un apunte con el mismo título: Asuntos de dinero.
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