Muchos interesados de las dos partes -la del PSOE, la del PP- se están empeñando desde el pasado jueves en subrayar cuán diferente ha sido el comportamiento del Gobierno y de la oposición de Gran Bretaña del que tuvieron en España tras el 11-M el PP gobernante y el PSOE opositor. «La oposición británica no se ha lanzado a hablar de imprevisión», dicen los de Rajoy. «Blair no se ha dedicado a mentir sistemáticamente para eludir sus responsabilidades», responden los de Zapatero.
Examinadas las cosas sin pasión por ninguna de las dos partes -pasión favorable, quiero decir-, no veo yo que haya grandes diferencias en el comportamiento de los unos y los otros, más allá de las impuestas por las diferentes circunstancias de lugar y tiempo. Blair ha mentido todo lo que le ha hecho falta, igual que hizo Aznar, sólo que a Blair le ha hecho falta mentir menos, porque no estaba a pocas horas de unas elecciones parlamentarias. Se ha limitado a asegurar, con perfecto desparpajo, que la matanza del día de San Fermín no tiene nada que ver con la participación británica en la Guerra de Irak. Sabe que eso es tan mentira como lo de la posible implicación de ETA en los atentados del 11-M en Madrid, pero lo sostiene con el mismo descaro que exhibieron Aznar y los suyos para tratar de colar esa mercancía antes de que las urnas se les vinieran encima. (Por supuesto que Blair no ha pretendido que los atentados de Londres pudieran ser cosa del IRA. Mi tesis es que carece de escrúpulos, no de neuronas.)
El premier británico se ha opuesto a que se forme una comisión parlamentaria de investigación sobre lo sucedido en Londres el 7 de julio. «En este momento las prioridades son otras», afirma. Nueva muestra de su falsedad. Las prioridades serán otras para el Gobierno, para la policía, para los servicios secretos, para los bomberos, para los centros sanitarios y asistenciales...En fin, para mucha gente, pero no para los parlamentarios británicos, que no tienen nada más urgente que hacer que analizar qué se hizo mal, qué se hubiera podido hacer mejor y, sobre todo, en qué medida las reformas legislativas que está preparando Blair van a dificultar la comisión de nuevos atentados terroristas o van a recortar las libertades civiles de la ciudadanía británica, empeño en el que no ceja el pseudolaborista desde que llegó al poder.
¿Blair, Aznar? Todos mienten en cuanto necesitan protegerse.
Quienes han sido más sinceros, tal vez de modo involuntario, han sido los gobernantes italianos. Varios han coincidido en sus palabras: «La siguiente nos toca a nosotros».
Tiene su lógica, pero lo dicen mal. No les tocará a ellos. En la siguiente -ojalá no la haya-, morirán viandantes, pasajeros de tren, de Metro o de autobús. Como siempre.
Ellos no. Porque ellos están muy protegidos.
Todos ellos.
Javier Ortiz. El Mundo (13 de julio de 2005). Basado en el apunte titulado Aznar y Blair. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2017.
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