Hay un modo de polemizar verdaderamente antipático que no es un invento español, pero que cuenta con muchos adeptos en España. Consiste en atribuir al oponente afirmaciones que no ha hecho y pretensiones que no ha formulado para facilitar su ridiculización y refutarlo con más comodidad. Se fabrica un espantajo y se le zurra a placer para regocijo de los que ya estaban previamente convencidos.
María Teresa Fernández de la Vega ha declarado ya varias veces que el Gobierno que vicepreside no permitirá que se realice en Euskadi ningún referéndum ilegal. Su declaración da por sobreentendido que el lehendakari vasco está pretendiendo celebrar en Euskadi un referéndum ilegal. Pero lo que el Gobierno de Vitoria está promoviendo, como ya se ha explicado varias veces aquí mismo, no es un referéndum, sino una consulta sin valor vinculante. Consulta que, además, trata de que sea todo lo legal que quepa, hasta el punto de que se está tramitando en el Parlamento autónomo una ley ad hoc que la regule. Si ese proyecto de ley recibe apoyo mayoritario en la Cámara vasca y se promulga, no habrá ningún intento de perpetrar nada ilegal. Otra cosa es que algún órgano de poder del Estado más relevante que el Parlamento vasco –desde luego no el Gobierno de Madrid, que carece de atribuciones para ello– decida anular o dejar en suspenso esa ley autonómica.
Muy en la línea de la vicepresidenta, Rajoy y sus no muy disciplinados acólitos insisten en denunciar “el referéndum independentista” de Ibarretxe, que pretende, según ellos, “la separación del País Vasco de España”. Pero en lo planteado por el lehendakari (¡léanlo, por favor!) no hay nada que hable de crear un Estado vasco independiente. Reclama tan sólo que se reconozca al pueblo vasco su derecho a decidir. ¿Por qué dan por supuesto que los vascos ejerceríamos ese derecho para independizarnos? ¿Tan poco apetecible creen que es España?
Uno puede defender el derecho al divorcio por razones de principio, aunque no tenga el menor deseo de divorciarse. Lo que es impresentable es asegurarte de que tu mujer no te abandona porque has bloqueado la puerta de la casa con diez cerraduras.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (10 de junio de 2008). También publicó apunte ese día: Pues porque no.