Cuando la editorial con la que colaboro pidió mi opinión sobre la conveniencia o la inoportunidad de publicar el libro en el que Nicolas Sarkozy resumió su modo de encarar la vida justo antes de presentarse a las elecciones presidenciales francesas, opté por leerlo, como primera providencia. Acto seguido, informé favorablemente. Me pareció el libro de un reaccionario ilustrado y bastante astuto. (Aquí salió publicado con el título de Testimonio.)
Entendí que era conveniente que los lectores españoles tuvieran la ocasión de comprobar que no todos los políticos reaccionarios del mundo entero son necesariamente superficiales, garrulos y zotes. Me lo tomé como una contribución generosa a la elevación del listón de exigencia de la derecha española. Uno es así de altruista.
Pero siempre ha sido muy poco práctico echar margaritas a algunos animalillos que no citaré, porque las buenas maneras lo desaconsejan.
Tras haber oído las sesudas consideraciones de Mariano Rajoy sobre el cambio climático (que por feliz ventura no confundió con el ajuste del aparato de aire acondicionado de su despacho) y después de haber leído una amplia reseña sobre la última obra de José María Aznar, titulada Cartas a un joven español (al que llama Santiago, pero al que no apellida Ycierraespaña para no darnos excesivas pistas), me doy cuenta de la inutilidad de mis esfuerzos.
Esta gente no podrá tutearse con los políticos como Sarkozy (por no citar a Villepin) ni aunque siga un cursillo acelerado de enciclopedismo de andar por casa, con urgentes añadidos de dicción y retórica.
Permitidme que os aporte tres muestras de la profundidad del pensamiento del expresidente Aznar. Una: “España, además de un deber, es una pasión y un sentimiento hondo”. Dos: “El ser español lo impregna todo, así de poderosa es nuestra nación”. Tres: “Como decía Juan Pablo II, la libertad y la verdad están más allá de la verdad técnica”.
Según leí tales apotegmas, me acordé de una reciente maldad de un político de mi tierra. Dijo: “Los hay que se distinguen porque, cuando se ven en un agujero muy profundo, lo único que se les ocurre es seguir cavando”.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (31 de octubre de 2007). También publicó apunte: No hay comparación.
Comentarios
Es triste, pero es así, lo impregna todo.
Escrito por: .2007/10/31 07:56:55.605000 GMT+1
Escrito por: Napartheid.2007/10/31 08:53:4.271000 GMT+1
Es generalmente sabido, que nuestro solar patrio que diria este "ilustre"personaje o cualquiera de los de su cuerda, es un corral de sabios de pacotilla,opiniones desinformadas y otras bellotas por el estilo.
La republica fué nuestra oportiunidad perdida, el exilio de nuestros intelectuales se llevó con ellos, la ocasión de conseguir las metas de educasión para el pueblo.
Y ha cambio nos dejo un patio de "recreo" lleno de rosarios y marchas militares, y así nos va...ni tenemos la tradicion politica de los gabachos ni su cultura.
Escrito por: Apie de Obra.2007/10/31 09:08:30.570000 GMT+1
Escrito por: Martín.2007/10/31 10:13:4.399000 GMT+1
Escrito por: Aureliano Goodday.2007/10/31 11:12:6.618000 GMT+1
Escrito por: Antonio Gil.2007/10/31 11:20:17.340000 GMT+1
Escrito por: Ego.2007/10/31 11:50:9.321000 GMT+1
Escrito por: Antonio Gil.2007/10/31 16:27:43.369000 GMT+1
Escrito por: .2007/10/31 17:48:39.118000 GMT+1
Es cierto que desde casi siempre ha habido una gran diferencia cultural y de altura política entre la derecha española y la francesa, pero a la hora de generalizar creo que hay que ajustar algunas cosillas. En primer lugar, esa diferencia se reduce mucho si pensamos en otras derechas (la británica, por ejemplo, también ha estado siempre a años luz de la gala; la alemana, mejor ni hablar; la italiana se aproxima mucho más a la española que a otras; y las de menos fuste pero más actualidad, como la polaca o la rusa, son simplemente temibles). En segundo lugar, haya las diferencias que haya lo verdaderamente importante es que Sarkozy ha retomado el viejo intento de acabar con lo que él llama "privilegios" sociales y la vieja aspiración de recortar los derechos sindicales, empezando por el de huelga.
Con unos métodos u otros, con la garrulería propia de los adictos a la sacristía y al cuartelillo o con el glamour de la mejor droite divine, todos paran en lo mismo.
Escrito por: CarlosD.2007/10/31 21:42:42.831000 GMT+1
http//abasedebien.wordpress.com
Escrito por: Javier.2007/11/01 00:04:34.375000 GMT+1
http://www.javierlorente.es
"Es muy difícil pensar que se siga persistiendo el error, pero, al parecer, el género humano es especialista en seguir cavando cuando está en un agujero muy profundo".
Escrito por: iturri.2007/11/01 17:14:31.483000 GMT+1