Los mismos que hace unos meses preconizaban, cuando el lío entre Gas Natural y Endesa, que era preferible que se llevara el gato al agua una empresa alemana con tal de que no salieran ganando “los catalanes” –lo llegaron a plantear así–, dicen ahora que hay que impedir la irrupción en el accionariado de Repsol YPF de Lukoil, la petrolera rusa, porque “se trata de un sector estratégico que es necesario que siga en manos españolas”. De lo que deberemos deducir que para el PP y sus voceros el petróleo es estratégico, pero el gas no.
Vale la pena bucear en las razones, conscientes o subconscientes, por las cuales la clase dominante española deja que las empresas públicas o privadas de determinados países (los EE.UU., muy particularmente, pero también los de la mayoría del llamado Primer Mundo, desde Japón hasta la Europa occidental) se metan aquí hasta la cocina sin que nadie les ponga la menor objeción, apelando a que vivimos en un mundo “globalizado”, pero en cambio saltan todas las alarmas si quien pretende meter la nariz es una multinacional asentada en Rusia. ¿Las multinacionales estadounidenses, las japonesas o las alemanas se han distinguido alguna vez por su defensa de los intereses estratégicos del Estado español?
Rodríguez Zapatero ha terciado en la polémica y ha reclamado más flexibilidad apelando a que Lukoil tiene una importante participación accionarial de la estadounidense ConocoPhillips. Como si la presencia de una petrolera made in USA fuera garantía de algo.
¡Sectores estratégicos! ¿No lo es el de la Defensa? Pues España permite que su territorio sea utilizado a su antojo por el Ejército de los EE.UU. a modo de plataforma multiusos. Y todos tan campantes.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de noviembre de 2008). También publicó apunte ese día: Fuegos artificiales.