Se ha vuelto a manejar en estos días, con motivo de la reunión de la Cumbre de los Pueblos (la contra-cumbre que tuvo lugar en Lima), la célebre consigna alternativa: “Otro mundo es posible”.
¿Sí? ¿Lo es?
No tendría nada que objetar si se dijera que cabe imaginar, como ejercicio teórico, otro modo de organizar el mundo: las relaciones entre los países, los intercambios económicos, las diferencias de clase... Cabe pensar otro modelo, justo e igualitario. Pero, ¿con qué fundamento puede afirmarse que es posible?
Para empezar, no hay nada que asegure que ese modelo imaginario, en el hipotético caso de que cupiera verificarlo, fuera a dar como resultado un mundo calificable de justo e igualitario. La experiencia humana ilustra más bien sobre lo opuesto: todos los intentos que ha habido a lo largo de la Historia de crear sociedades estupendas, integradas por seres libres e iguales, se han ido al carajo un poco antes o algo después, dando paso a formas de explotación y opresión distintas de las anteriores, pero también muy injustas y muy desiguales. A veces más soportables, eso es cierto, pero rotundamente fallidas en cuanto al enunciado inicial.
En segundo lugar, es tal la desproporción de fuerzas de todo tipo que hay hoy en día entre quienes quisieran “otro mundo” y quienes se están forrando con éste que mucho me temo que haya que poner bastante en duda ese “es posible”. Las fuerzas opuestas al tinglado que nos domina a escala internacional son numerosas, pero dispersas, desorganizadas y poco coherentes, en tanto que las de quienes lo sustentan están bien organizadas y tienen muchas armas. De todo tipo.
¿Será inútil resistirse, entonces? ¡Claro que no! Lo que discuto es que haya que animar a la gente a oponerse diciéndole que es posible vencer. Creo que es mucho mejor dejarse de quimeras e incitar al combate apoyándose en lo que no ofrece duda: lo existente es inaceptable, cuando no da asco.
Me dicen: “Bah, Es un mero reclamo publicitario”. Como si los anuncios no apelaran a la ideología de los consumidores.
Sé que hay que estar en contra de este mundo. Lo del otro mundo lo dejo para los creyentes.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de mayo de 2008). También publicó apunte ese día: Barberá dimisión.