Hay sondeos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) cuya lectura me deja en un estado de ánimo que deambula entre la perplejidad y la melancolía.
Del último de los que se han dado a conocer, me han llamado particularmente la atención las valoraciones sobre los políticos (y las políticas) que registra: que si Carme Chacón esto, que si Teresa Fernández de la Vega lo otro, que si Solbes lo de más allá. (Éste aprueba, la otra suspende, y todo en ese plan.)
Cuando leo los resultados de ese tipo de informes, me pregunto algo elemental: ¿con qué base de conocimientos técnicos evalúa la inmensa mayoría la gestión concreta de unas y otros en tanto que responsables de la cosa pública? Me pregunto eso y me doy una respuesta tirando a obvia: la gente opina sin apenas información y con muy magros fundamentos teóricos. Lo que el personal acaba juzgando es si Fulano parece solvente, si Zutana tiene aire de sensata, si Perengana resulta simpática… Aspectos no necesariamente estúpidos, pero sí superficiales.
En el fondo no es el problema de los estudios del CIS, sino el del sistema democrático, en su conjunto: buena parte del electorado se pronuncia empujado por una mezcla de querencias propias y apariencias ajenas.
Alguna vez he sugerido la posibilidad de que el CIS realice un macrosondeo en el que pregunte a los españoles, en masa, si consideran que E es igual a mc2 , como sostiene la célebre pero no muy sencilla teoría de Albert Einstein. Supongo que una parte de los encuestados respondería sensatamente que no tiene ni idea, pero me juego lo que sea a que habría un montón que contestaría con un sí o con un no.
La experiencia me ha probado que a muchísimas personas les cuesta una barbaridad reconocer su ignorancia sobre determinados asuntos, pero a otras tantas les choca todavía más que alguien se abstenga de opinar sobre algo. Te preguntan, alegas que no sabes lo suficiente como para pronunciarte y te miran como si trataras de evadirte del asunto por alguna razón inconfesable.
Lo normal –como participante y escuchante de tertulias lo sé de sobra– es que haya la tira de gente que no sabe, pero sí contesta.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (31 de mayo de 2008). También publicó apunte ese día: Presentaciones de libros.