Insinúa Alberto Ruiz Gallardón que tras las próximas elecciones generales abandonará la actividad política. Sus cercanos aseguran que ésa es, en principio, su intención, pero que prefiere no comprometerse todavía a nada en firme, porque cualquiera sabe qué pasará el 9 de marzo. En efecto, el panorama puede variar mucho –y con él sus propias expectativas personales– según el PP salga mejor o peor librado de las urnas.
Lo único que no me creo es que vaya a apartarse de la política. Podría ser que se decidiera a abandonar el PP, pero no es lo mismo. Podría ser incluso que prefiriera dimitir como alcalde de Madrid, para tomar distancias y preparar su siguiente jugada.
En el caso de que estuviera rumiando esa última idea, me veo en la obligación ciudadana de ponerle al tanto de que existe en este momento un movimiento de auténtico pánico en sectores importantes de la ciudadanía capitalina, que han sido informados de que, si él se va, quien se haría cargo del bastón de mando del municipio sería Ana Botella.
A mí, en principio, esa posibilidad no me disgusta, y hasta le encuentro un morboso atractivo, pero comprendo que mi inclinación por el dadaísmo puede tener mucho que ver en ello.
Hay izquierdistas que sostienen que la designación de Ana Botella como alcaldesa es posible que tuviera incluso efectos políticos positivos, en la medida en que podría labrar la ruina electoral del PP por la vía del esperpento. A esos optimistas les recuerdo que Madrid tuvo durante años como alcalde a Álvarez del Manzano, con Ángel Matanzo como concejal adherido. (¿Podría rivalizar Ana Botella con declaraciones tan perfectas como aquella de Matanzo: “Tengo la conciencia tranquila y reto a quien sea a demostrar lo contrario”?).
Antes de tomar decisiones irreparables, quizá le conviniera a Gallardón pensar en la posibilidad de remodelar su equipo de gobierno municipal. Poner en los puestos clave a responsables que, en el peor de los casos, pudieran bandearse por sí mismos. En particular al frente de la alcaldía.
Se lo digo por su propio bien. Para que no haga cosas que dejen una imagen pésima de él y lastren para siempre su currículo.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (18 de enero de 2008). También publicó apunte ese día: Tanto va el cántaro a la fuente.
Comentarios
Escrito por: txantxangorri.2008/01/18 08:49:29.789000 GMT+1
elcantodelamoneda.blogspot.com
Se ve claro que el "enano" está preparando está preparando su vuelta redentora, para que Espena vaya bien.
Escrito por: laet.2008/01/18 09:34:21.603000 GMT+1
Le rogaría que en otra ocasión tenga usted más tino en la elección de sus insultos hacia esa amenaza para la humanidad llamada Aznar.
De lo contrario las personas que no damos la talla (en estatura) podemos sentirnos muy ofendidas ante tal comparación.
Cordialmente
Escrito por: Marieta.2008/01/18 09:55:40.347000 GMT+1
Escrito por: JIM.2008/01/18 10:55:36.991000 GMT+1
http://nuestroespejo.wordpress.com
Escrito por: aitortxu.2008/01/18 13:41:55.901000 GMT+1
Nada es lo que parece, convenceros. Ni Rajoy controla lo que dice controlar; ni Esperanza Aguirre tiene el poder que cree ella misma tener; ni Gallardón va a decidir nada, por sí mismo, después de las elecciones... ¿Dónde está pues el verdadero poder? Porque Zapatero tampoco lo tiene... y eso de que el poder del pueblo y para el pueblo ¿qué quieres que te diga?
Eso sí, al verdadero poder le vienen bien personajes como los citados, que se lo creen, vaya. ¡Que pena y qué miedo me dan!
Escrito por: aritz.2008/01/18 17:56:54.418000 GMT+1
Por lo que respecta a lo que pueda afectar Ana Botella o algún esperpento semejante en la alcaldía de Madrid, sólo recordar el predicamento que han tenido en este país personajes como Gil, Manzano, Rodríguez Ibarra, Bono, Esperanza Aguirre, Carod-Rovira, Pilar Rahola, Ruíz Mateos y compañía. La lista de impresentables sería mucho más larga que la de los que no lo son.
Escrito por: Lluís.2008/01/18 18:56:24.616000 GMT+1
Escrito por: Joaquín.2008/01/18 22:56:20.862000 GMT+1