Hoy me toca viajar por carretera, lo que puede convertirme en víctima de varias de las modalidades de protesta convocadas por el encarecimiento del precio de los combustibles. Lo peor para mí sería que las gasolineras quedaran desabastecidas, porque el lugar en el que he de estar durante varios días sólo es accesible en coche, así que o consigo llenar el depósito del mío o voy de cráneo. También puedo verme seriamente perjudicado por las protestas de los camioneros en las carreteras, que suelen manifestarse bloqueando el tránsito, con las consiguientes retenciones.
Supongo que se entenderá mi inquietud, que seguro que comparto con bastantes cientos de miles de conciudadanos que tendrán esta semana obligaciones o planes que pueden verse en el alero.
Sin embargo, lo asumo. Acepto que es imposible montar una huelga que no moleste. Las huelgas en el gremio del transporte, sea público o privado, deben hacerse de modo que fastidien, para que se hable mucho de ellas y las empresas (o el Estado, en su caso) se sientan en la obligación de hacer algo. “¡Qué ocurrencia! ¡Montar una huelga de trenes en el puente de Semana Santa!”, se oye cuando eso ocurre. Pues no; no es ninguna extravagancia. Es que si se monta una huelga de ferroviarios en la madrugada del 31 de diciembre se enteran cuatro y el del tambor. Como diría un buen capitalista, hay que esforzarse por maximizar los beneficios.
Dicho lo cual, no se me oculta el escaso esfuerzo que se ha hecho en España por favorecer el transporte de mercancías por vía férrea, lo que provoca que haya una constante camionada en las carreteras. Es sin duda una pena que la actividad de los camioneros esté en crisis, pero lo que tiene que hacer el Estado no es dedicarse a poner parches a situaciones imposibles –aunque algunos remedios de urgencia sean de justicia–, sino reconsiderar el conjunto del problema. Y cada vez es más de cajón, a la vista del alza disparatada del precio de los combustibles fósiles, que las soluciones a medio y largo plazo pasan por la promoción de transportes públicos eficientes y bien organizados. Más y mejores trenes de mercancías, para empezar.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (9 de junio de 2008). También publicó apunte ese día: Hillary Clinton.