Ayer escribí sobre el independentismo funcional. Hoy voy a detenerme en otra variedad del independentismo que me parece injustamente menospreciada.
Para mí que la mayoría de los independentistas periféricos (catalanes, vascos, gallegos, canarios… en fin, de cualquier periferia de las nuestras, salvo Ceuta y Melilla, donde no parece que haya independentistas) se equivoca cuando identifica el independentismo con la formación de un Estado distinto, nuevo y separado.
A algunos, cuanto más examinamos y sentimos la realidad político-social española, más ansias independentistas nos vienen al cuerpo. Al cuerpo entero: cerebro, corazón y vísceras incluidas. Pero nuestro separatismo no nos viene dado porque sintamos el deseo apasionado de que nos expidan otro pasaporte, sino por las ganas exclusivas y específicas de ser no-españoles.
Hace algún tiempo pensé en la posibilidad de nacionalizarme francés, en parte para tocar las narices a más de uno que yo me sé y en parte para acceder a la jubilación con mejores prestaciones sociales. Parece que podría, pero de lo que hoy estoy hablando es de un objetivo ideológico más elevado: no ser nacional de ningún lado. Un tanto al modo en el que muchos están reclamando a la Iglesia católica española que les borre de la lista de sus fieles: no para darse de alta en otra confesión religiosa, sino para no figurar en la nómina de ninguna.
Allá por los primeros setenta y durante unos pocos años tuve el privilegio de gozar de un estatuto legal poco frecuente: el de apátrida. Una oficina de las Naciones Unidas tuvo el detallazo de reconocerme esa condición, pero yo, joven y atolondrado, renuncié a ella así que Franco expiró y me dejó franca la frontera para retornar a estos andurriales.
Me gustaría verme libre de toda nacionalidad, real o hipotética. Pero, introspectivo como soy –a veces–, me pregunto en qué medida no hay su tanto de nacionalismo en ese rechazo. Me acuerdo de Nikolai Chernichevski y de cómo maldijo a los rusos, cuya sumisión al zarismo le indignaba: “¡Pueblo de esclavos! ¡Del primero al último, todos sois esclavos!”
A veces hay que querer mucho para odiar tanto.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (8 de diciembre de 2007).
Comentarios
Escrito por: Pere.2007/12/08 09:53:30.555000 GMT+1
Escrito por: Idaira.2007/12/08 10:26:24.246000 GMT+1
LA PATRIA NO SE HACE; LA DEMOCRACIA, SÍ
EL MUNDO. LUNES 21 DE FEBRERO DE 1994
ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO
A fuerza de no entender la naturaleza íntima de la cuestión nacional, ha llegado a creerse
que un conflicto político de orden particular, basado en último término en la diferencia
idiomática, puede resolverse con una fórmula indiferenciada de orden general. Sea la
solución autonómica o la federal. El prejuicio uniformador del Estado opera como en la
dictadura, pero al revés. Antes que admitir el hecho de, y el derecho a, la diferencia política
de una comunidad lingüística, ese prejuicio prefiere desconocer, con su grosera
generalización de las excepciones, la realidad y la idea histórica de España. El fracaso de la
solución autonómica en la amortiguación de las aspiraciones nacionalistas extiende la
opinión, más ingenua que perspicaz, de que el conflicto sólo se apaciguará con la
administración única en las autonomías o con la división de la soberanía en un Estado
federal. Es revelador que esas dos ideas generalizadoras no surjan del nacionalismo
lingüístico, y que nadie esté en condiciones de fijar las competencias necesarias para colmar
el techo autonómico, o los Estados subnacionales que se precisan para recomponer un
Estado federal. ¿Tantos como autonomías? La confusión en este terreno llega a ser
tenebrosa.
La raíz de tanto desvarío político se halla en la culpable persistencia cultural del concepto
subjetivo y prefascista de nación. Un concepto que Ortega importó del plebiscito diario de
Renan, con su bella tontería del «proyecto sugestivo de vida en común», y que José Antonio
consagró en su hitleriana «unidad de destino en lo universal». Concepto voluntarista de un
hecho existencial, como el de la familia o el paisaje donde nacemos, que lo mismo sirve de
pretexto al imperialismo de los «destinos manifiestos», que a la multiplicación de puestos
de mando para las élites provincianas capaces de hacer creer que la patria es un lugar que
«se hace» y no el nicho histórico donde se nace. La investigación del nacionalismo en la
moderna historia comparada ha destruido la hipótesis romántica de la identidad nacional. Y
ha probado que la manipulación del sentimiento nacional, en las comunidades lingüísticas
reprimidas, sólo es una de las formas políticas, más movilizadora que las basadas en
sentimientos de clase, de luchar por el poder en el Estado o frente al Estado. A partir de ahí,
sólo disponemos de una regla para medir el carácter progresista o reaccionario de la
administración única, la federación o la autodeterminación de las nacionalidades. La regla
de la democracia y de los derechos humanos.
Este patrón no coincide necesariamente con el criterio marxista de apoyar la libre
determinación de los pueblos con clases dirigentes más avanzadas que las del centro
político dominante. Pero antes de mirar la situación del poder autónomo respecto a la
democracia, en comparación con la del Estado, debemos dar por descontado que la
autodeterminación sólo ha podido realizarse, como hecho y no como derecho, cuando a una
tercera potencia internacional le ha convenido. Y si nuestro nacionalismo periférico afirma,
como si fuera un derecho natural, que nadie le ha preguntado si quiere estar o no en el
Estado español, y bajo qué modalidad, está diciendo una obviedad que podemos repetir al
pie de la letra los demás españoles. La pertenencia al Estado de los pueblos que alcanzaron
la unidad nacional antes de la revolución francesa no es el resultado voluntario de un pacto
entre gobernantes locales, ni de un plebiscito entre gobernados, sino un hecho involuntario
de la existencia colectiva que fue históricamente determinado por las luchas de poder en
Europa. Pero la forma del Estado, que no es un hecho existencial ni un producto de
principios permanentes, puede y debe ser variada para asentar la relación de poder entre
los pueblos de España en la democracia, y no, como ahora, en el inestable equilibrio de
oligarquías nacionales y locales.
Escrito por: lluviaen.2007/12/08 11:18:18.831000 GMT+1
Escrito por: Maurho.2007/12/08 11:20:50.539000 GMT+1
Y la considero cierta, sino fuese porque los estados, todos tendencialmente, pretenden -por las armas- saltársela: "La única nación permitida en mi territorio es la asumida por el estado". En el reino de espaÑa, la castellana. La vasca (troceada), la catalana (troceada), la gallega (troceada) y la propia castellana (también troceada, a pesar de todo) no existen o, más bien, se permiten que existan como sucedáneos de la castellana.
En fin...
Escrito por: Antonio Gil.2007/12/08 11:37:23.329000 GMT+1
Siendo las Constituciones apéndices jurídicos del nuevo poder político que las otorga, es natural que los Estados no celebren el día de la Constitución, sino el hecho histórico que la causó. Lo trascendente para los pueblos no es la cuestión jurídica, de la que son ignaros, sino el acontecimiento histórico que cambió sus vidas. Por eso, la España de Franco conmemoraba el 18 de julio, como los EEUU y Francia celebran el día de la Independencia y la toma de la Bastilla. Celebrar el día de la Constitución solo tendría sentido en una nación de leguleyos. Los españoles no tienen día histórico que recordar. El proceso de la Transición fue secreto. Y por haber dicho Sí al referéndum no pueden creer, sin engañarse, que conquistaron su libertad.
Los únicos que tienen motivos reales para celebrar la Constitución de las Autonomías son los partidos nacionalistas. La paradoja está en que ellos son los que más la quieren desconstituir. Explotaron el complejo españolista de los herederos del franquismo y transformaron la Nación y el Estado en una práctica federal. Han deconstruído la historia escrita que hacía de España un estado nacional. La deconstrucción operada en sus sentimientos, quieren que se haga realidad con una reforma desconstitucional del Estado. Y los partidos gubernamentales creen que evitaran el desastre con un egoista consenso para que gobierne el partido mas votado.
Escrito por: lluviaen.2007/12/08 11:53:4.428000 GMT+1
Escrito por: Marieta.2007/12/08 12:42:18.631000 GMT+1
Escrito por: Pedro.2007/12/08 13:46:29.471000 GMT+1
No hay nacionalismo ninguno en ser apátrida sino interés y cálculo económico. Cuando un apátrida muere, sus bienes se los queda el Estado, no la familia. El apátrida dona todo lo suyo al Estado.
Ha habido muchos que eran apátridas hasta que tenían hijos, entonces, se nacionalizaban, para dejar la herencia.
Y si, noe stá mal tener nacionalidad cuando uno deja de trabajar, así tiene cubiertos unos mínimos, aun en el país que tanto se odia (pero al que no permites que te deje de pagar la pensión.)
Escrito por: Cáspita.2007/12/08 13:52:45.775000 GMT+1
No hay nacionalismo ninguno en ser apátrida sino interés y cálculo económico. Cuando un apátrida muere, sus bienes se los queda el Estado, no la familia. El apátrida dona todo lo suyo al Estado.
Ha habido muchos que eran apátridas hasta que tenían hijos, entonces, se nacionalizaban, para dejar la herencia.
Y si, noe stá mal tener nacionalidad cuando uno deja de trabajar, así tiene cubiertos unos mínimos, aun en el país que tanto se odia (pero al que no permites que te deje de pagar la pensión.)
Escrito por: Cáspita.2007/12/08 13:52:58.895000 GMT+1
A condición, por supuesto, de que todas las buenas gentes que por desgracia queden incluidas en el nuevo ente independiente central puedan pedir asilo político en la periferia, a lo que gustosamente accedería, con todos los derechos, obligaciones y trienios devengados.
Dado que por lo general las "fuerzas vivas" de ese Madrid-baldón peninsular -gobierno, prensa, televisiones, radios,tertulias, bares de tapeo, tablaos, etc.- no suele enterarse de nada de lo que sucede fuera de su comunidad, el hecho pasaría desapercibido para la mayoría, afanados como están con sus manifestaciones pperas y sociatas de la Cibeles a Plaza Mayor y de Plaza Mayor a Cibeles. Y vuelta a empezar.
Escrito por: Dedalus.2007/12/08 14:17:27.073000 GMT+1
Salud.
Escrito por: fernando mh.2007/12/08 14:44:57.259000 GMT+1
http://arkimia.nireblog.com/
Creo que la nacionalidad antártida no ha sido descrita aun ;-). Supongo que ningún ser humano habrá nacido allí, y además el territorio se lo tienen repartido una serie de países cual tarta de manzana.
En cuanto al nacionalismo de cada uno, yo creo que son todo ridiculeces. Un nacionalista es alguien que no piensa mucho sino que piensan por él: al fin y a la postre, tu país y tu nación son tus amigos y tu familia. Y el resto son cuentos.
Escrito por: Quique.2007/12/08 15:27:23.695000 GMT+1
"A algunos, cuanto más examinamos y sentimos la realidad político-social española, más ansias independentistas nos vienen al cuerpo. Al cuerpo entero: cerebro, corazón y vísceras incluidas. Pero nuestro separatismo no nos viene dado porque sintamos el deseo apasionado de que nos expidan otro pasaporte, sino por las ganas exclusivas y específicas de ser no-españoles"
No acabo de entender, creo que usted trabaja para un medio Español, trabajó para el diario más reaccionario de España y tiene residencia en Madrid y Alicante, que salvo noticias de última hora son parte de España.
Señor Ortiz, personalmente me lo podría explicar desde la perspectiva de alguien con "ganas exclusivas y específicas de ser no-español".
Después y durante la guerra civil muchos republicanos honestos y de gran valía se exiliaron o fueron expulsados de aquí y creo recordar que ninguno renegó de España, con sus terribles y ancestrales defectos. Su suerte señor Ortiz es que a usted se le permite decir lo que ha expresado sin que nadie enarque las cejas. Quizás esta Epaña eterna haya cambiado en algo, no le parece. Y si no ha cambiado que sentido tiene seguir "sufriendo" en ella.
Sin acritud y con respeto.
Escrito por: Miguel.2007/12/08 16:04:49.190000 GMT+1
Pues yo desconozco que pensará el Sr. Ortíz sobre seguir "sufriendo" en España, pero lo que es yo me veo obligado a "sufrirla" para ganarme el pan. Si tuviera un montón de propiedades en lugar de un salario creo que viviría en un barco, de puerto en puerto. Y si fuera más rico aún en un vagón de tren. Los únicos que pueden elegir su lugar de residencia y tienen verdadero derecho a la "libre circulación" son los ricos. Los demás tenemos que ir donde podamos ganarnos el techo y el sustento. Pero los forrados siempre dan por supuesto que todos somos tan libres como ellos.
Por cierto, que bueno es don Miguel que nos "permite" decir lo que queramos. Que civilizado y comprensivo. Hay que joderse.
Escrito por: Jorge TM.2007/12/08 17:48:40.530000 GMT+1
No señor Jorge TM. Hablo de incoherencias. La misma de la que hace gala ud. cuando prefiere vivir en un barco que vivir en España y no lo hace porque no tiene "propiedades". En que quedamos, el problema está en España o en no tener dinero. Señor mío en Europa existe para los miembros de la UE la libre circulación de bienes, capitales, servicios y personas, ¿quién le impide empezar una nueva vida en Suecia o Finlandia si está harto de "sufrir" España?.
Por supuesto que todos tenemos derecho a nuestro autoexilio interior, nuestro derecho a la crítica y quien más y quien menos ha deseado alguna vez marcharse fuera pero solo los que han hecho uso de su derecho a marcharse, con y sin dificultades, han sido coherentes con los principios, creencias y necesidades que les movieron a ello. Los demás simplemente hemos elegido lo fácil o lo conveniente.
Saludos
Escrito por: .2007/12/08 19:41:51.767000 GMT+1
Arriba he apuntado la oposición "nación" (y derivados) vs. "estado" (y derivados). No sé si vale para otros; para mí me vale como principio de entendimiento de lo que pasa en este estado-reino (con pretensiones armadas de "nación") e inclusive lo que pasa en algunas partes del estado-reino (que fueron nación y, por las pretensiones esas, están obligados a dejar de serlo... o a disimularlo... o a salir por peteneras... tristes e ilegalizadas...).
Eso sí, todo ello ocurre (son ocurrencias) por el respeto debido a la Corona bourbónica.
Escrito por: Antonio Gil.2007/12/08 22:27:20.354000 GMT+1
Antonio, te has explicado muy bien. Yo también nací en el estado español y por tanto soy español en cuanto a estado. Eso, desgraciadamente, no hay forma de evitarlo. O sí la hay, pero requiere sacrificios y renuncias que uno no está dispuesto a hacer símplemente por darse el gustazo de "apostatar" del Estado. El mismo Javier O. estuvo -está?- tentado a ello.
Otra cosa es el sentimiento nacionalista. Este -entiendo- obedece más a los dictados el corazón. Aunque, personalmente, no lo comparta. Al final las gentes que uno conoce y merecen la pena, no la merecen por sus sentimientos nacionalista sino por lo que son, como gentes.
Lo de menos es donde nacieran y qué estado pertenezcan. Lo de ni fú ni fá es si se consideren lapones, antárticos o gallegos. Lo de más es su peso, como personas.
También es cierto lo comentado arriba; ante la idea romántica del apátrida está la pensión y, frente a eso, casi todos inclinamos la cabeza. El Estado es más rico que nosotros, acaba comprando nuestros principios.
Escrito por: Javier B..2007/12/09 00:42:29.754000 GMT+1
Escrito por: maria jose.2007/12/10 08:40:50.946000 GMT+1
hola me llamo melvin soy bivo en peru i conosia una chica de francia i la amo i por ella estoy pensando irme avivir en francia es qla amo mucho i quiero saber como hago para nasionalisarme en francia
Escrito por: melvin menly ramos.2008/01/21 17:46:7.306000 GMT+1
amely