Comentaba el otro día con sorna que la fobia que me produce la candidata republicana a la Vicepresidencia de los EE.UU., Sarah Palin, es tan intensa que empezaba a sospechar que eso podía predecir su victoria, dada mi inveterada tendencia a oponerme siempre a la gente que acaba llevándose el gato al agua. Pero anteayer las noticias provenientes de la otra orilla del Océano neutralizaron mis temores más pesimistas. Supe que Colin Powell ha proclamado que apoya a Barack Obama, lo cual me sitúa ante el viejo dilema, teóricamente irresoluble, sobre qué sucede cuando una fuerza irresistible se opone a un obstáculo infranqueable. Porque siento por Powell una antipatía que no le va a la zaga a la que me suscita la impresentable exgobernadora de Alaska.
Como mandamás de las Fuerzas Armadas de los EE.UU., brazo armado de Bush padre, y luego como secretario de Estado del Gobierno de Bush hijo, Powell se ganó la aversión supina de millones de ciudadanos de todo el mundo. Es difícil olvidar con qué repulido cinismo mintió para justificar la invasión de Irak. Se presentó en las Naciones Unidas armado de una multitud de pruebas trucadas que, según afirmó, demostraban que Sadam Husein contaba con un montón de armas de destrucción masiva, lo que convertía en imperiosa la ocupación militar de su país. Ahora pretende que el engañado fue él y que esa parte de su biografía le produce sonrojo. Asegura, pudibundo, que la considera “una mancha”. Como si en el inmenso y sanguinario atropello que lideró como gran patrón, y que se sigue saldando con miles de muertos, la víctima fuera él. Y como si el resto de su historial político-militar fuera pulquérrimo.
Ya sé que hay muchísimos europeos que están esperanzados con la victoria electoral de Obama. Otros, en cambio, no nos fiamos de él ni un pelo y, una vez sabido que es el favorito de Colin Powell, todavía menos. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, decían en el pueblo de mi abuela.
Sólo pido a quienes alientan esperanzas en la candidatura de Obama que, si el hawaiano sale electo, no olviden que lo apoyaron. Seguro que tendremos motivos para hablar de ello en el futuro.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (21 de octubre de 2008). También publicó apunte ese día: Do you speak spanglish?