Parece un chiste, pero sucedió. Fue en Puerto Rico, en 1989, en un acto político a favor de la independencia total del llamado “estado libre asociado”. Uno de los oradores, bastante exaltado, reclamó a la multitud que asumiera con hidalguía la defensa del idioma español. Y bramó: “¡No permitamos que el inglés lo invada todo! Okey?”
Como quiera que el castellano no sólo es mi útil de trabajo, sino también el prisma a través del cual lo percibo todo (no hay pensamiento sin idioma), me lo tomo muy a pecho. Me gusta, lo cultivo cuanto puedo y hasta trato de mimarlo. Sin embargo, nunca habría suscrito el manifiesto en su presunta defensa que acaba de presentar un grupo de escritores, encabezados por Fernando Savater. Porque lo suyo no es un acto de defensa del castellano, sino un mero exabrupto ideológico-político.
¿Está en peligro la lengua castellana? Sencillamente, no. Todos los datos que se publican sobre su estado de salud certifican que es excelente. Pero, de padecer algún problema, no sería por culpa de los avances arrolladores del catalán, el euskara, el gallego, el asturiano o el aranés.
Es significativo que los firmantes del manifiesto –algunos de ellos excelsos escritores, cuya autoridad estoy lejos de negar– no hayan sentido la necesidad de denunciar, en particular, la obsesiva presencia del inglés en todos nuestros principales medios de comunicación, empezando por los machacantes anuncios de las televisiones. No tengo nada en contra de la lengua inglesa, faltaría más, pero sólo puedo interpretar como un síntoma de sumisión que para realzar las virtudes de un producto comercial resulte casi obligatorio decir de él algo en inglés y que los anglicismos se hayan convertido en España en un signo de distinción. Los emplean incluso aquellos que es obvio que no tienen ni pajolera idea de la lengua inglesa.
Hagan ustedes un sencillo ejercicio: cuenten los diarios, las radios y las cadenas de TV presentes en Cataluña, en Euskadi y en Galicia que se expresan en castellano y los que lo hacen en catalán, euskera y gallego. Una vez hechas las cuentas, si quieren podemos seguir hablando de todo esto.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (26 de junio de 2008). También publicó apunte ese día: El buen listín.