Los periodistas damos mucha importancia a nuestro directorio personal de contactos, en el que tenemos anotado el modo de localizar a muy variada gente: políticos, especialistas en las más diversas materias, compañeros de profesión, enteradillos varios… Me refiero a eso que algunos suelen llamar “agenda de teléfonos”, por más que sea un término absurdo: una agenda sirve para anotar las tareas pendientes (*); no para consignar nombres, direcciones, teléfonos y otros datos de localización de éstos y aquellos.
Yo, con la cantidad de años que llevo en estas lides y con lo burócrata que soy, tengo una relación de contactos que bien podría decirse que es de mil pares porque, efectivamente, son unos dos mil. Prudente por naturaleza, me prevengo de averías o extravíos y, con ayuda de la informática, la tengo quintuplicada.
En realidad, el valor principal de tales directorios no estriba en que uno cuente con la dirección y el teléfono de toda esa multitud, aunque eso también tenga lo suyo, sino en que se trata de personas que conoces y has tratado, razón por la cual es bastante posible que, si las telefoneas, se pongan al aparato y te atiendan.
Sin embargo, tampoco hay que mitificar la importancia de tener muchos y buenos contactos en el mundo de la política, la economía y la vida social. A veces la clave no está en tener los datos de alguien, sino en conocer a alguien que le convenza de que eres de fiar.
Con el tiempo, la buena lista de contactos que más difícil de lograr me está resultando no tiene nada que ver con el periodismo, sino con el hogar. Contar con un buen albañil, un buen fontanero, un buen especialista en persianas, un buen informático, un buen carpintero, etc., etc., que te tenga aprecio, te atienda rápido, haga su trabajo con pulcritud y conocimiento y no te sablee es, sencillamente, la repera. Yo he ido atesorando con el tiempo algo de todo eso, pero no lo suficiente, pese a mi provecta edad. Tengo unas cuantas necesidades y averías domésticas que, o bien no he conseguido que ningún reparador se digne afrontar, o bien he conseguido que alguno las mirara, pero no que las resolviera.
Me da ganas de poner un anuncio por palabras: “Cambio contactos con altísimos cargos de la Administración y de los principales medios de comunicación por una recomendación solvente a un reparador de toldos que se avenga a venir a mi casa y evitar que el toldo de mi cocina acabe cayendo a la calle y matando a algún viandante”.
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(*) Agenda, si mi memoria de ya lejano profesor de latín no me falla, es el plural neutro del participio de la perifrástica pasiva del verbo ago y significa, literalmente, “las cosas que han de ser hechas”. Nada que ver con teléfonos ni direcciones, desde luego.
Comentarios
Escrito por: Ego.2008/06/26 09:12:53.246000 GMT+2
Escrito por: Gorka.2008/06/26 16:35:44.127000 GMT+2
dadksm
Escrito por: Ave.2008/06/26 18:54:17.609000 GMT+2