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2007/12/27 05:30:00 GMT+1

Tales para cuales

Nicolas Sarkozy es un jetas. Listo, pero jetas.

Durante la campaña de las presidenciales francesas, dedicó muchísimos esfuerzos a reprochar a la prensa rosa que metiera las narices en su vida privada.

Por entonces todo el Hexágono sabía que su mujer y él estaban a la greña, y hablaba de ello, pero el candidato reclamaba su derecho a la privacidad. Su maquinaria propagandística puso el máximo esfuerzo en subrayar el argumento: “Sarkozy, víctima. No se respeta su intimidad.”

Me dejó mosca desde el principio que entrara al trapo y hablara de esos asuntos, pretendiendo que él y su señora eran uña y carne, que ella era lo más importante para él, etc., etc. Jopé, si no quieres que se metan en tus cosas privadas, dices que están fuera del temario y que no vas a discutir sobre ellas, te callas y ya está.

Todo el tinglado que ha montado ahora a costa de su romance con una señorita que no sé ni quién es (pero guapita ella), atrayendo a la prensa para que refleje sus éxitos amorosos, es de vergüenza.

O quieres tener intimidad o quieres tener espectáculo.

Lo que quiere, evidentemente, es tener espectáculo.

Primero (aunque supongo que no principal), para desquitarse. Así deja de ser a efectos mediáticos un abandonado, y se convierte en un conquistador, con lo cual le da en los morros a su ex.  

Segundo, para contribuir a sus maniobras de distracción, en las que es especialista. Lo que le importa es que los medios de comunicación no pongan el foco en los problemas sociales de Francia, que son muchos y peliagudos, y se entretengan con naderías. Que si él está en Egipto, no se sabe si para robar otro obelisco. Que si lleva gafas tal, reloj cual y pantalones color no sé qué. Que si la chica guapita que le coge de la manita va vestida con un modelo de este o del otro.

De todos modos, no es que Sarkozy o Berlusconi o cualquiera de estos políticos mediáticos tengan una técnica extraordinaria para manejar a los medios. Es que los medios les están diciendo día a día: “¡Manéjanos!”.

Escrito por: ortiz.2007/12/27 05:30:00 GMT+1
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2007/12/26 05:30:00 GMT+1

Un cuestionario

Un grupo de amigos canarios, el Equipo Contrapunto, me planteó hace algún tiempo un cuestionario abierto, al que respondí lo mejor que supe. Acaban de hacer público el resultado del juego de preguntas y respuestas. Lo podéis ver en su propia página web, o aquí mismo, estéticamente menos elaborado.

Copio:

"Hola, amigos:

 Voy a responder sólo a veinte preguntas, (a) porque las que figuran en el cuestionario son muchas más de las que me permite mi tiempo, (b) porque hay bastantes que se refieren a temas que desbordan mi campo de conocimiento y (c) porque hay varias que, si las contestara, tendría que discutir largo y tendido su propia formulación, lo que nos llevaría muy lejos.

 Procedo.

 1.      ¿Hasta cuándo crees que podrá el nacionalismo español instalado en los dos grandes partidos estatales disimular su fanatismo agresivo escondiéndose tras la falsa fachada del "sentido común"?

 Algún siglo más, me temo.

 2.      ¿Consideras al actual lehendakari el líder carismático capaz de aglutinar a todas las tendencias ideológicas de la sociedad vasca para encarar la construcción del futuro de Euskadi en libertad?

 No. Ni le creo capaz de especiales proezas ni creo que sea posible (ni siquiera deseable) aglutinar todas las tendencias ideológicas.

 3.      ¿Sobrevivirá IU tras las elecciones de Marzo? Es que tengo la impresión de que se han quedado sin espacio político (muy fagocitado por el voto útil como le pasó al CDS en su día), ni coherencia con el proyecto, al tener posiciones internas difícilmente compatibles.

 En mi criterio, IU está en un proceso de declive continuo, camino de su conversión en una fuerza anodina. No me gusta que sea así, pero es lo que veo.

 4.      ¿Algún día la derecha española se parecerá mínimamente a la alemana o la francesa? Porque tengo la impresión de que la derecha liberal (en el sentido político, que no económico), no existe  o es residual en este país.

 La derecha alemana es la que prohibió que los comunistas pudieran ser funcionarios, y la que aniquiló a los activistas de la RAF en la cárcel. La francesa montó la OAS. Quizá la diferencia estribe en que hay ciertos sectores de las derechas europeas que no son incivilizados del todo. Aquí también los hay, pero no se hacen notar.

 5.      Cada día que pasa tengo la impresión de que en España tenemos cierta hipocresía en el tema del racismo (como en otras cosas), pero, ¿cree que en España nadie se atreve a poner el dedo en la llaga diciéndolo claramente el racismo larvado en la sociedad más allá de que un prenda racista sea grabado en vídeo in fraganti?

 Hombre, lo de "el dedo en la llaga" me ha llegado al alma.

 Sí hay quienes se atreven. El problema es que no hay demasiada gente que quiera oírles.

 6.      ¿Cree usted que en España, sin haber superado el machismo, estamos pasando al hembrismo en ciertos sectores supuestamente feministas? ¿No cree qué hay colectivos supuestamente feministas cuyo victimismo se empieza a parecer al de la AVT con el terrorismo?

 No, no lo creo. Siempre hay gente dispuesta a vivir a costa de la burocracia de alguna organización solidaria, pero no me parece que los dos asuntos que usted menciona sean comparables.

 7.       ¿Cómo ve las nuevas vías hacia el desarrollo, el progreso socio-económico y energético que se han abierto en América Latina?

  No creo que puedan juzgarse todas con el mismo rasero. No son homologables. Lo de Brasil está resultando claramente un fiasco (que no me ha sorprendido: dije desde el principio que no me fiaba ni un pelo de Lula). Otros procesos están aún en el alero.

8.       Con casi mil beatos entre dos Papas, una iglesia que no asume su autosostenimiento, los cachorros del franquismo sueltos y una ley de memoria histórica que llega a 32 años de la muerte de Franco.  ¿Es de recibo que Felipe González en ABC haya declarado tanto su criticismo con ella como el deber de no olvidar?

Felipe González puede decir lo que le dé la gana. Asistí de cerca a sus 13 años de Gobierno. Para mí, no pasa de ser otro charlatán más de la política.

 9.       Vivimos en un electoralismo desatado desde bastante antes del 27-M. ¿Qué certezas le van quedando al ciudadano?

 No lo sé. Supongo que dependerá de qué ciudadano se trate. Yo tengo algunas certezas. Pocas, pero sólidas.

 10.      A muy grandes rasgos ¿Navarra es al País Vasco lo que el País Valenciano es a Cataluña? Si fuese así, ¿La desunión del divide y vencerás sería el mecanismo modélico de la unidad de España?

 Lo de Navarra es otra historia. Navarra aloja buena parte del área lingüística y cultural del País Vasco, y la gente navarra lo sabe. Otra cosa son los asuntos político-administrativos.

 En Navarra no hay nadie que pretenda que su euskera es una lengua diferente, como pretende la derecha valenciana con respecto al catalán.

 11.       Mohamed VI y su Reino de Marruecos son considerados un modelo virtuoso por el bipartidismo imperante en España. Qué le parece esto y… ¿vislumbra el Sahara independiente en algún momento?

 Mohamed VI y su Reino son el ojito derecho de los USA en la zona y la clase dominante española se aviene a ello, de mejor o peor grado (según cómo vayan las pesquerías y los negocios de Repsol, más o menos).

 Por lo antedicho, me parece que la RASD no va a alcanzar su necesario reconocimiento internacional ni a corto ni a medio plazo.

 12. Las ultraderechas no tienen reparos en organizar desfiles, homenajes y concentraciones a lo largo del Estado. ¿Qué ha sucedido y/o dejado de suceder para haber llegado a este punto?

 Vivimos el resultado, en buena medida lógico, del modo en el que España encaró la Transición del fascismo al régimen parlamentario, al final de los 70: sin liquidar cuentas con el pasado, sin establecer un consenso de principios basado en las normas democráticas de teórica aceptación universal, admitiendo sumisos que los albaceas testamentarios de la dictadura ejercieran de mandamases del nuevo régimen...

 Tengo publicado un ensayo al respecto, cuyo título es suficientemente expresivo: «Aquellos polvos, estos lodos».

 13.      ¿Qué opina de la actual ola de censura? (el Jueves, caricaturas el oso Mitrofan y el Rey, canciones y cantantes etc.) y que si…   ¿Cree que se puede recrudecer?

 Creo que, aparte de represores, son imbéciles. A El Jueves le han hecho una campaña de publicidad realmente impagable. Ahora, El Corte Inglés ha decidido retirar de sus librerías un libro que hemos publicado en la colección editorial de la que soy director (Foca Ediciones, del grupo Akal). El libro se llama «Zaplana, el brazo incorrupto del PP» y es obra del periodista Alfredo Grimaldos. Nos privarán de vender en El Corte Inglés, pero ayudarán mucho a nuestras ventas en la FNAC y otras muchas librerías. Insisto: no sólo son fachas; también torpes.

 14.      ¿Cuál es a su entender, la mejor vía política para el conflicto vasco?

 No sabiendo si hay alguna buena, me cuesta decidir cuál podría ser la mejor. Siempre he sostenido que la mejor vía debería ser la del diálogo, pero reconozco que dos no dialogan si ninguno de los dos quiere.

 15.     ¿Cree que hay actualmente una alternativa política que pudiera generar los cambios necesarios para desbloquear el conflicto vasco?

 Por paradójico que resulte, quizá lo que ofrezca mejores perspectivas sea el hartazgo de la gran mayoría de la sociedad vasca, que empieza a pasar olímpicamente de tirios y de troyanos. Quiere vivir su vida y dedicarse a sus cosas, y que le dejen en paz los salvadores de todas las patrias, propias o ajenas.

 16.      ¿Cómo es posible que la izquierda busque la igualdad entre los ciudadanos y justifique la desigualdad entre los territorios?

 Apelaré a mi ascendencia gallega para responderle con otra pregunta: ¿cómo es posible que crea usted que existe “la izquierda” en tanto que ente unificado y coherente?

 17.      ¿No cree que es de psicoanalista esa izquierda plagada de hijos de dirigentes franquistas pidiendo cuentas a la derecha del franquismo?

 Lo que me parece de diván es que todavía quede gente que quiera culpar a los hijos de las fechorías políticas de sus padres. Me recuerda al pasaje evangélico en el que la multitud judía clama a Pilatos: “¡Caiga la sangre del Nazareno sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”

 Por mi parte, eximo a mi descendencia de toda responsabilidad sobre las tonterías que escribo. Creo en la responsabilidad individual.

 18.      ¿Cómo se justifica la intervención del ejecutivo en el poder judicial?

 No se justifica; se explica. «Montesquieu ha muerto», que sentenció Alfonso Guerra. Se explica por obvias razones de interés.

 También sobre esto he escrito largo y tendido en mi ensayo «El poder de la Prensa y la Prensa en el Poder» (Debate, 2002). Me remito a lo allí dicho.

 19.      ¿Dónde cree que debería estar la línea roja frente al nacionalismo?

 ¿Frente a qué nacionalismo? ¿El de los EEUU? ¿El español? ¿El francés? ¿El albano-kosovar? ¿El turco? ¿El marroquí? ¿El de Timor? ¿El irlandés? ¿El catalán? ¿O sólo es nacionalismo aquello que la Cope define como nacionalismo?

 A mí, de crío, me enseñaron a distinguir entre el nacionalismo de la nación que se impone y el nacionalismo de la nación que se rebela contra la imposición. Pero hay más posibles subdivisiones.

     20.      ¿Cómo ve la salud democrática de nuestro país en lo referente al concepto que tienen los ciudadanos de los valores a defender? es decir, ¿tenemos claro lo que es democracia? ¿hemos avanzado realmente o hemos retrocedido?, porque tras la dictadura la gente parecía tener muy claro que violentar la legalidad no era el camino y los principios democráticos -tal vez por deseados- parecían más claros en la gente y sin embargo hoy cala en más gente el mensaje de "mano dura".

 Se mitifica cómo era la sociedad española en el momento de la Transición. Hay estudios sociológicos que demuestran que aquélla era una sociedad mucho más temerosa de la libertad que la actual. Y eso que la actual lo es, y mucho.

 No hemos ido a menos. La verdad es que nunca hemos sido gran cosa."

Escrito por: ortiz.2007/12/26 05:30:00 GMT+1
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2007/12/24 05:30:00 GMT+1

Un huevo

Estoy en Santander, adonde hemos venido a pasar estas tan entrañables fiestas, si se me permite el sarcasmo.

Ayer tenía cierto interés en ver el partido de fútbol Barça-Madrid y, como quiera que en la casa de soltera de mi mujer no hay Canal Plus –en realidad apenas se recibe ninguna señal de televisión–, opté por bajar a la calle por si había por los alrededores alguna cafetería con un televisor que me permitiera ver el presunto espectáculo. Había bastantes, aunque todas concurridísimas.

Hacía tiempo que no pasaba por una experiencia tan dura. No voy a describirla en detalle –tampoco quisiera ponerme a hacer sociología barata–, pero puedo jurar y juro que lo que vi y oí al público del local en el que al final logré un hueco no mejoró en nada mi aprecio ideológico por la población que frecuenta el centro de Santander.

Sus estruendosas manifestaciones sobre lo que habría que hacer con todos los catalanes, repetidas cada dos por tres, me hicieron entender por qué la ciudad conserva todavía una estatua ecuestre de Franco plantada junto al Ayuntamiento.

Pero lo que me llamó más la atención no tuvo nada de específicamente santanderino, ni siquiera de específicamente facha. Fue algo que dijo una jovencita, muy mona y muy fumadora, que tenía a mi costado y que se manifestó madridista hasta la saciedad (cosa innecesaria, porque allí todo el mundo era manifiestamente madridista, excepto yo, que me abstuve de expresar mis preferencias, más que nada por prudencia).

Dijo: “El juego no importa. Lo que importa es el resultado”.

Fue una revelación. “Vi la luz”, que dirían el de Tarso y Hank Williams (*). “¡Ésta es la esencia del mal!”, exclamé para mí.

Que haya gente que sea capaz de aguantar un sopor de mil pelotas tan sólo para que un club de fútbol, que no sólo no le da un euro sino que se lo quita y que le aburre hasta lo indecible, mejore su posición en una tabla de clasificación, explica a la perfección por qué ese deporte es cada vez más propicio al hastío.

Lo vi tan claro que opté por pagar mi cerveza con aceitunas y salir a escape.

Cuando llegué a casa y me puse a freír una tortilla, me enteré de cómo había acabado el partido.

Aproveché lo de la tortilla para que me importara un huevo.

________

(*) Por cierto (y como curiosidad): el genial Hank Williams compuso I Saw The Light más o menos el día en que yo mismo también vi la luz (o sea, en el que mi madre me dio a luz), en 1948.

Escrito por: ortiz.2007/12/24 05:30:00 GMT+1
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2007/12/23 07:10:00 GMT+1

Las ganas de creer

Anoche me quedé dormido con la radio encendida, como siempre, pero olvidé presionar el botoncito de sleep, ése que sirve para que el aparato se apague al cabo de un tiempo.

Avanzada la madrugada, me he despertado justo a tiempo de oír a un radiopredicador contar la historia del portal de Belén, María y José, los pastorcillos, la estrella, los Reyes Magos y todo lo demás.   

Por supuesto que ya me la sabía, pero hacía mucho que no se la oía contar a alguien que la pormenorizara con fe y con entusiasmo.

No es mi deseo ofender a nadie en sus creencias, pero la verdad es que se trata de un relato particularmente disparatado.

Teniendo en cuenta la duración de la Historia, en la que 20 siglos no es nada, la decisión de Dios de presentarse en la Tierra precisamente en Palestina y precisamente en aquel tiempo no revela una cordura demasiado divina. Si lo que quería era dar un mensaje a la raza humana, le habría salido más a cuenta esperarse a nuestros días: lo habría podido transmitir por la CNN y su difusión urbi et orbi habría estado garantizada.

De todos modos, una vez tomada la decisión de bajarse de los cielos para intervenir en nuestros asuntos, ¿por qué hacerlo sólo una vez? Nada le impediría hacerlo cada tantos años, para tenernos firmes. Un Cristo cada década, dedicado a multiplicar los panes y los peces y a fabricar vino en las bodas, resucitando muertos por aquí y por allá, aseguraría nuestra fe hasta el límite de lo imposible.

Es como lo de su madre, empeñada en aparecerse a pastorcillos europeos cada tanto, pero siempre hace mucho y siempre en rincones rarísimos.

De verdad: hace falta tener ganas de creer para creerse todo eso.

Lo cual nos remite al asunto fundamental: las ganas de creer.

Escrito por: ortiz.2007/12/23 07:10:00 GMT+1
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2007/12/22 05:30:00 GMT+1

La Lotería

Acabo de escribir una columna para Público que trata, con bastante socarronería, sobre la lotería, el azar y la suerte. La he escrito de madrugada, antes de que se celebre el sorteo de la Lotería de Navidad, de modo que está hecha sin rencor. Ignoro si me va a tocar algo, poco o nada.

En el fondo, no sé si me gustaría que me lloviera del cielo un dineral. Unos cuantos euros me vendrían bien, como a cualquiera, pero es posible que muchos me trajeran más problemas que ventajas.

El rico nace, no se hace.

Yo nací en una familia de clase media, que pasaba a veces por apuros económicos,  sobre todo por culpa de su tamaño (éramos diez cuerpos, o sea, diez bocas, bajo el mismo techo, cuando no se apuntaba alguno más).

Pese a los apuros, como mi padre provenía de una estirpe tirando a aristocrática, fui educado en la displicencia hacia las necesidades materiales.

Eso no te hace millonario, pero te prepara para serlo.

Cuando a mi hermano Bobi le tocaron bastantes millones en la Lotería de Navidad de ahora hace 24 años, tuvo un comportamiento muy propio de la estirpe familiar.

Me preguntó qué quería de regalo. Le dije que un vídeo. (Entonces casi nadie tenía un aparato de ésos y, además, eran carísimos.)  Me mandó bastante más dinero del que costaba el artilugio y, cuando le dije que sobraban varios miles de pesetas, me respondió: “Gástatelos en gambas”.

Poco  tiempo después, coincidimos en un viaje a París. Fue una noche de locura. Nos llevó a uno de los cabarets de más lujo (ya no recuerdo si fue el Moulin Rouge o el Folies Bergère, pero algo de ese tipo),  nos invitó de madrugada a ostras con Moët Chandon en una terraza de lo más  chic en los Campos Elíseos…

Lo hacía todo sin darse aires de nada, como una travesura propia de críos cómplices.

Fue un millonario encantador. 

También empleó parte de las ganancias en financiar un grupo de teatro de Vitoria, lo que le acarreó la muerte: se estrelló con su coche de madrugada a la vuelta de un ensayo.

No es fácil decidir en qué consiste la suerte. Aunque, en lo que respecta a mi hermano Bobi, yo sí lo tengo claro: la suerte fue conocerlo.

Escrito por: ortiz.2007/12/22 05:30:00 GMT+1
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2007/12/21 05:30:00 GMT+1

Dios proveerá

No sé si os tengo contado que soy tirando a hipocondríaco.

Bueno, en realidad no sé si lo soy. Sólo lo supongo. Si supiera qué es lo que la mayoría de los demás entendéis por molestias de las que no vale la pena ocuparse, trataría de no ocuparme de algunas de las molestias que suelo sentir, pero no es fácil entrar en la subjetividad ajena, y menos aún promediarla.

El caso es que esta madrugada, a eso de las 3, me he despertado sobresaltado por una bronca que se había montado en mi calle, con gran alboroto de insultos masculinos y chillidos femeninos (perdón por la descripción sexista: era así).

Según estaba planteándome si valía la pena levantarme para ver qué diablos pasaba, he notado algo de dolor en las articulaciones y un cierto malestar general. “¿Estaré incubando una gripe?”, me he preguntado.

Lo cual me ha producido un intenso sudor frío. Pero no causado por la hipotética gripe incipiente, sino por la conciencia que me ha entrado de lo radical, profunda y espantosamente inconveniente que me resultaría caer enfermo en este punto y hora. Porque hago recuento de los asuntos que figuran en mi agenda y constato que, de aquí hasta el viernes que viene, tengo obligaciones familiares y deberes profesionales que me van a reclamar, entre otras cosas estupendas, conducir unos 2.000 kilómetros de carretera (parte de ellos por zonas posiblemente nevadas), leerme varios cientos de páginas ajenas y escribir un buen puñado de páginas propias. Todo lo cual con salida de etapa prevista hoy mismo por la mañana, así acabe de escribir la columna del sábado de Público y ponga fin a la tertulia del programa Boulevard, de Radio Euskadi, que ha recurrido a mis servicios para cubrir bajas ajenas.

Me he levantado. Para esas alturas, lo único que quedaba de la bronca de la calle eran media docena de vecinos asomados a sus ventanas.

He estado un buen rato reflexionando sobre lo ridículos que podemos ser cuando hablamos de eso que solemos llamar “compromisos insoslayables”.

He tenido en el pasado reciente varias muestras muy expresivas de cómo se soslayan, cuando no hay vuelta de hoja, todos los compromisos insoslayables.

Y ahí podríais haber visto, al final de esa reflexión, a un ateo impenitente, mirando los dígitos de un termómetro y diciéndose con un suspiro: “En fin, Dios proveerá”.

Y poniéndose a escribir.

Escrito por: ortiz.2007/12/21 05:30:00 GMT+1
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2007/12/20 05:30:00 GMT+1

Aceite en el Metro

Una persona muy allegada a mí, que se recupera (bien, pero poco a poco) de una importante intervención quirúrgica, se animó ayer a tomar el Metro de Madrid para acudir a una reunión, medio amistosa medio profesional.

Su periplo la metió en una situación bastante desagradable.

Me contó que, por lo visto, hay una huelga que afecta a los servicios de limpieza del Metro madrileño.

En el viaje de ida, comprobó que la gente huelguista había tratado de llamar la atención de los usuarios sembrando de trocitos de papel los pasillos y los andenes, cosa que mi comunicante juzgó lógica y razonable, y que a mí me pareció también perfectamente aceptable: a fin de cuentas, así nos hemos enterado no pocos de la existencia de su conflicto laboral.  

Pero, al ir a entrar en el Metro para hacer el viaje de regreso a casa, mi comunicante descubrió que la cosa había ido a mayores y que algún ocurrente había vertido aceite en las cercanías de las máquinas de torno que sirven para que los usuarios validen sus tickets de acceso. (Las describo así porque no sé cómo se llaman).

Por fortuna, a ella alguien le avisó del peligro. Pero hubo otras personas, no advertidas, que fueron a dar con sus huesos en tierra.

Entre varios recogieron papeles tirados y los pusieron sobre los regueros de aceite, para evitar que hubiera más caídas.

Según me dio cuenta del asunto, se me subió la sangre a la cabeza.

Si esa persona, que ya digo que es muy allegada a mí y que se recupera (bien, pero poco a poco) de una importante intervención quirúrgica, hubiera resbalado en el aceite y se hubiera caído, me temo que eso habría tenido un efecto muy poco conveniente para la cicatrización de los hilvanes con los que tiene cosido uno de sus pulmones. Y juro por mis muertos, que ya son demasiados, que, de suceder tal cosa, me habría entrado un súbito interés por averiguar la identidad de quienes echaron ese aceite ayer en el Metro de Madrid, más que nada para meterles a ellos un par de litros de aceite con un embudo por salva sea la parte.

---oOo---

Lógico, ¿no? Pues no.

Conocí a un grupo de chavales donostiarras que en 1967, tratando de evitar que los jeeps de las fuerzas de Policía del franquismo pudieran llegar al punto donde se celebraba la fundación de las Comisiones Obreras de Guipúzcoa, vertieron varios bidones de aceite pesado en las carreteras de acceso a Rentería. Hicieron más: echaron también al asfalto montones de clavos de cuatro puntas, fabricados para la ocasión, para que todo dios pinchara y se armara el gran atasco, de modo que los antidisturbios franquistas no pudieran acudir a la cita.

Decenas, tal vez cientos de automovilistas normales y corrientes, muchos de ellos seguramente simpatizantes de la causa obrera, sufrieron pinchazos y patinazos. Algunos se vieron involucrados en accidentes de ésos que en Euskadi se llaman “de chapa”. Podría haber sucedido algo peor.

Entre aquellos jóvenes, varios son hoy conocidos profesionales de pro. Dos pasan por ser periodistas de prestigio en la capital del Reino. Los conozco bien.

A mí la memoria suele ayudarme a relativizar las cosas.

A uno no puede hervirle la sangre sólo cuando los asuntos le afectan personalmente.

O, mejor dicho: cuando menos debe hervirle la sangre es cuando los asuntos le afectan personalmente.

El rencor nubla la inteligencia.

Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de diciembre de 2007).

Escrito por: ortiz.2007/12/20 05:30:00 GMT+1
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2007/12/19 06:00:00 GMT+1

Racistas y clasistas

Me encontré hace unos pocos días en el aeropuerto de Bilbao con el exjefe de Prensa de una multinacional que patrocinó hace años un viaje llamado de trabajo de un grupo de periodistas, supuestos “creadores de opinión”, a Indonesia (Nota de edición: fue en noviembre del 2000). Aquel viaje, en el que participé sin ningún entusiasmo, me dejó un regusto amargo: vi y viví cosas que me interesaron, pero bastantes más que me deprimieron.

Mi encuentro con el jefe de Prensa que he mencionado más arriba, hombre apacible, cordial y bien humorado, ahora ya jubilado, me trajo a la memoria algunas de aquellas escenas.

Recordé, en especial, la pésima impresión que me produjo el comportamiento de varios de los periodistas supuestamente prestigiosos que componían la expedición. Me dieron motivos sobrados para asumir no sólo que España es ya decididamente Primer Mundo, en el peor sentido de la expresión, sino también que hay españoles dispuestos a recuperar las costumbres coloniales a la menor oportunidad. No tuvimos demasiado trato con nativos de a pie, pero el que tuvimos fue, en muchos sentidos, deplorable: chanzas a costa de sus hábitos y creencias, regateos para conseguir que lo que costaba miseria y media se quedara en media miseria, intentos bochornosos –en algún caso culminados– de establecer trato carnal con jovencitas del lugar…

La elite política y periodística española niega enfáticamente que sea racista, pero lo es. No toda ella, por supuesto, pero sí buena parte. ¿Racista o clasista? Ambas cosas. Alguna gente dice: “Son, sobre todo, clasistas. Mira cómo no le hacen ascos a Gadafi, ni a Mohamed VI, ni a los jeques árabes que se montan mansiones de lujo en la Costa del Sol…”. No estoy de acuerdo. En primer lugar porque, si bien es cierto que el interés económico les mueve a veces a disimular sus actitudes racistas, no es nada raro que les den rienda suelta en la intimidad. Y, en segundo lugar, porque hay ocasiones en las que ni siquiera el interés les calla, como tuvimos ocasión de comprobar con el incidente entre el Rey y Chávez. Las maneras desabridas y soberbias del Rey –y el aplauso de la Corte a su desplante chulesco– tienen mucho que ver con su desprecio secular hacia los criollos.

Escrito por: ortiz.2007/12/19 06:00:00 GMT+1
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2007/12/18 06:15:00 GMT+1

Opiniones y gustos

Ayer escribí un breve apunte para esta sección y lo subí a la Red, pero lo retiré al cabo de unos minutos, al darme cuenta de que debía fabricar dos columnas para Público (la que sale hoy y la que aparecerá mañana, porque ahora me voy de viaje y estaré en otras cosas todo el día) y no tenía ni tiempo, ni temario previsto ni ganas de escribir tres piezas diferentes de sopetón.

Para más inri, me llamaron de Ràdio Quatre RNE Catalunya reclamándome que les soltara un exordio sobre peripecias vascas, con lo que el tiempo se me jibarizó todavía más. (Por cierto que lo de Ràdio Quatre es todo un ejercicio de reflejos y de cintura periodística: me convocan los días que les parece oportuno telefoneándome a las 06:50 para decirme que voy a entrar en antena a las 07:10 y que debo teorizar sobre un asunto que me anuncian en ese mismo momento. En el circo, a eso lo llamaban “¡Más difícil todavía!” No pasa nada: es gente maja y, además, a mí esas cosas me divierten.)

Sea como sea, el caso es que tuve una jornada tirando a movida.

Soy consciente de que cada vez cumplo peor con mis obligaciones, incluyendo la de atender el correo. Pero doy para lo que doy.

Me habría gustado responder ayer a varios mensajes que vinieron a decirme lo mismo: que por qué había descalificado en mi Dedo en la llaga a la gente que opina sobre literatura cuando ella misma escribe torpemente.

Los respondo en grupo.

Si repasan mi columna, verán que no pretendí para nada que la gente a la que se le da mal escribir deba abstenerse de opinar sobre literatura. No descalifiqué a nadie por decir que esta o la otra novela les ha gustado mucho, regular o poco. Cada cual sabe de sus gustos, y allá se apañe con ellos. A quienes me referí fue a los que afirman que tal o cual novela es “muy buena” o “muy mala”, cuando no tienen conocimiento del oficio de escribir. O sea, a quienes emiten un juicio técnico para el que no están cualificados.

Es como si yo me pusiera a revisar una obra de fontanería y exclamara: “¡Qué maravilla! ¡Qué soldaduras tan perfectas!” (Aunque la verdad es que la comparación no está muy bien traída, porque con el tiempo he aprendido bastante de fontanería.)

Bueno, y coñas aparte: el de escribir es un oficio como cualquier otro, susceptible de peritaje. Y para hacer de perito se requiere, si no muy elevados estudios, sí al menos una cierta maña, más o menos acreditada.

Quiero decir con ello que si Valle-Inclán, Quevedo, César Vallejo o Blas de Otero me dijeran de tal o cual obra escrita por tal o cual autor que es “muy buena”, tendría que leérmela tres veces antes de mandarlos al guano, aunque se tratara de algo firmado por Rosa Montero o por Vicente Molina-Foix.

Pero si quien me lo dice me ha demostrado por activa y por pasiva que él mismo no acierta a que le concuerden sujeto, verbo y predicado… pues eso.

Comentario de pasada

La pasada es de la prensa del día, que recoge la noticia de una denuncia presentada en Madrid por un automovilista contra Roberto García-Calvo, juez del Tribunal Constitucional, al que acusa de haberlo encañonado con una pistola durante una disputa de tráfico.

Todo el asunto es bastante raro, pero lo que ha suscitado mi cabreo es que el subtítulo de la noticia afirma que el denunciante tiene "antecedentes", pero luego, en el texto del relato, precisa que se trata de "antecedentes policiales por robo".

Una vez más habrá que decir que tener "antecedentes policiales" no es "tener antecedentes". La expresión "antecedentes policiales" es equívoca. Puede resultar hasta injuriosa. Nos habla de alguien que ha sido detenido por la policía pero no ha resultado condenado por ningún tribunal. Lo cual puede deberse a distintas circunstancias: a que la propia policía lo haya puesto en libertad sin ni siquiera llevarlo ante un juez (con lo que podríamos estar ante un caso de detención ilegal, incluso); a que fuera llevado a un juzgado pero no procesado, por falta de pruebas; a que el asunto esté pendiente de juicio, en cuyo caso debe prevalecer la presunción de inocencia...

Cuando se afirma de alguien que tiene "antecedentes", se presupone que son antecedentes penales, es decir, que se trata de una persona que ha sido condenada por un tribunal.

Escrito por: ortiz.2007/12/18 06:15:00 GMT+1
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2007/12/16 11:20:00 GMT+1

Un saludo en la calle

Fuimos ayer a comer a Chinchón con tres amigos, dos de los cuales son famosos, lo cual hace que la gente los reconozca.

Mis dos amigos (amiga y amigo, en realidad) tienen diferentes actitudes ante las muestras de admiración pública.

Llamémosles “A” y “B”.

“A” lleva mal que alguna gente se crea con derecho a importunar a las personas que identifica como célebres, de modo que, cuando alguien se le acerca y le dice: “¡Usted es ‘A’!”, responde: “Sí. ¿Y usted quién es?”. Y si el asaltante insiste: “¿Qué tal le va?”, contesta: “¿Y cómo le va a usted?”.  Y así hasta que los espanta. Ayer nos hizo una exhibición práctica y bastante risible de ese modo de comportarse.

“B”, en cambio, sonríe a quienes se le acercan para mostrarle la alegría que sienten al haberse topado con un famoso. Los sobrelleva con educado estoicismo, les firma los autógrafos que le piden y hasta les da las gracias.

Yo no soy nada popular en tierras manchegas, pero hay bastante gente que me reconoce cuando paseo por Bilbao, o por Donosti, y a veces incluso también por Cantabria, cada vez más invadida por vascos. Mi actitud se acerca bastante más a la de “B”, pero he de admitir que en algunas ocasiones, cuando quien me para por la calle se empeña en que charlemos sobre la situación política y quiere hacerme partícipe de sus enjundiosos puntos de vista, al cabo de cinco o diez minutos empiezo a impacientarme y me entran ganas de portarme como “A”.

El caso es que hoy he recibido un correo electrónico que me ha conmovido. Digamos que viene firmado por “C”. Espero que no le moleste que lo reproduzca. Dice así:

«Esta tarde en Chinchón paseaba llevando en brazos a mi hijo dormido  cuando a lo lejos vi una cara que me resultaba muy familiar... tan familiar que la veo todas las mañanas asomándose por una de las ventanas de la casa, sí, sí, ahí, arriba a la derecha.

Cuando casi estaba seguro de mi visión me acerqué decidido a saludarte y hasta darte un abrazo; y es que son ya varios años, medio viéndote y medio oyéndote todos los días.

Así que bajé la pequeña cuesta enfilado y con el niño cargado (ahora pienso que no sé cómo podía haberte abrazado con esa pose) cuando ya a un palmo de narices me paro en seco, te miro unos instantes, en los que por cierto se cruzaron nuestras miradas, y al verte charlar con los de la basca, me desvío hábilmente y paso a mirar escaparates de anís y ajos del lugar (¿?).

Así que ese ha sido nuestro encuentro, abortado por mi falta de mitomanía, mi timidez y por mi pudor de entrometerme asaltándote con un “¡Hola, tu eres Javier Ortiz, el que sale en la web!”

Me conformé con seguirte un rato con la mirada y decirle a “D”,  mi compañera, que te había visto, animándome ella a que fuera a saludarte y si me apuras a invitarte a unas cañas e incluso a comer en casa. Ella que, por cierto, sabe y tolera que nos frecuentemos mañana sí, mañana también.

Pues eso que, como me ha parecido simpático verte casualmente y como admiro la honradez de tu trayectoria conocida y comulgo en gran parte con tus escritos y tu prosa, te mando un fuerte abrazo.

Salud.»

Pues ya veis cómo son las cosas. Me habría encantado conocer a “C”.

Escrito por: ortiz.2007/12/16 11:20:00 GMT+1
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