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2007/07/27 03:35:00 GMT+2

El bosque vasco

Conocí hace muchos años a una joven periodista danesa con la que me puso en contacto un colega sevillano para que la asesorara en asuntos vascos, porque la radiotelevisión pública de su país, para la que trabajaba, le pedía de vez en cuando alguna crónica sobre cosas de Euskadi y la habían convencido, pobrecilla, de que yo era una fuente fiable.

En mis primeras reuniones con aquella colega danesa me vi obligado a darle un cursillo acelerado sobre «la cuestión vasca», para que se hiciera cargo más o menos de los líos que nos traemos en nuestra tierra.

De entrada, el asunto le pareció interesante.

Le hice un bosquejo histórico sobre el Reino de Navarra, las aventuras de nuestros antepasados, las guerras carlistas, los inicios del capitalismo en España, la revolución industrial en versión vasca, el nacimiento del PNV…

Estaba yo en éstas, encantado de la vida, cuando se produjo un tremendo atentado de ETA en Sevilla.

Sucedió cerca de la casa en la que vivía la periodista danesa y causó varios muertos que, para su desgracia, la resultaron muy próximos.

Aquel mismo día me telefoneó para comunicarme que había decidido suspender, por lo menos de momento, su curso intensivo sobre «la cuestión vasca». Me dijo, con su divertido acento sevillano: «Volvamos a vernos, pero hablemos de cualquier otra cosa. El conflicto vasco se me ha atragantado.»   

Por supuesto que entendí su estado de ánimo.

Durante años, ya de regreso en su tierra, siguió poniéndose en contacto conmigo de tanto en tanto para hacerme alguna entrevistilla para su radio danesa sobre tal o cual suceso de la actualidad vasca. O sea, que el interés no lo perdió del todo.

La última vez que hablamos me dijo que se había casado, que había sido madre y creí entenderle que había decidido abandonar la profesión.

Me acordé de ella ayer porque me sucedió algo muy parecido (aunque muy distinto) a lo de su cursillo acelerado de 1991 sobre la cuestión vasca.

Me puse a estudiar, desde la distancia de mi estadía mediterránea, las diferencias que se han hecho públicas entre Imaz e Ibarretxe: lo de la consulta en condiciones de no violencia, etc. Metido en gastos, quise enterarme también de lo sucedido en las votaciones para la elección de los gobiernos forales de los territorios de Araba, Gipuzkoa … eta abar.

Joder, qué fatiga.

En cosa de una hora, me convencí de que nada de lo que estaba leyendo era en realidad lo que parecía. Y llegué a la conclusión de que, para enterarme de lo que había por debajo de lo que parecía, debería emplear un montonazo de tiempo (hacer un taco de llamadas telefónicas, etc.), lo cual no me apetecía nada, porque además estaba seguro de que son historias que, en el fondo, vistas con la debida perspectiva y desde el punto de vista del interés general, no van a ningún lado.

De tener que emitir un dictamen, diría: «Parece que hay un montón de tíos que no se han bajado del coche oficial desde 1977 y que no saben qué hacer para seguir en las mismas».

Y, de verme obligado a llevar el dictamen tres metros más allá, añadiría: «Cuando yo traté a Ibarretxe, la conclusión que saqué es que el coche oficial más bien le estorbaba».

Pero eso fue hace mucho. Lo mismo ya no vale.   

Es lo que tienen las distancias: a veces el bosque no te deja ver los árboles.

Nota de edición: Javier publicó una columna con el mismo título en El Mundo: El bosque vasco.

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P. S. (1) – Me escribe un lector: «Te molesta que los que no saben de escritura pontifiquen sobre lo que está bien escrito y lo que no. Cuídate tú de pontificar sobre asuntos de los que no sabes casi nada». Respuesta: Touché.

P. S. (2) – Acabo de oír que ha muerto Gabriel Cisneros. Hace en estos días 12 o 13 años (no lo recuerdo bien y tampoco me apetece ponerme a  comprobar el dato) coincidimos en una Universidad de Verano. Fue en un curso sobre posibles reformas de la Ley Electoral. Dimos por separado sendas conferencias y juntos una conferencia de prensa, en la que tuvimos una enganchada importante.

Pero, como decía Pío Baroja, "lo marqués no quita lo valiente": admito que fue muy superior. De hecho, yo, inseguro, me presenté con la charla escrita en 40 aburridos folios. Él, en cambio, apareció con las manos en los bolsillos, sin una mala nota, y se pasó hablando una hora entera, sin ningún problema.

Constituyó para mí un modelo al que decidí atenerme de inmediato: de todo lo que dijo en su conferencia, no tomé ni una sola nota.

Escrito por: ortiz.2007/07/27 03:35:00 GMT+2
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