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2006/07/18 10:55:00 GMT+2

¿El 18 de Julio? NS/NC

El Partido Popular cree que la fijación abierta y pública de la verdad histórica sobre el Alzamiento franquista del 18 de Julio de 1936 y sus trágicas consecuencias es inconveniente, porque reabre «heridas del pasado». Tampoco considera positivo que se condene explícitamente el franquismo en sus diferentes fases, y así lo ha expresado en diversos foros internacionales.

A la dirección de ese partido, a la mayoría de sus militantes y a buena parte de quienes lo respaldan en las urnas les desagrada oír que el golpe militar de 1936, la guerra civil a la que dio origen y el régimen político tiránico y liberticida que establecieron a sangre y fuego los vencedores constituyen una cadena de acontecimientos radicalmente opuestos a los principios democráticos y a los derechos humanos más elementales.

¿No conviene reabrir «heridas del pasado»? Sólo pueden reabrirse las heridas que no han cicatrizado del todo. Si realmente el 18 de Julio y los 40 años posteriores reposaran en la Historia, como tantos otros añejos episodios desagradables que ya no afectan ni poco ni mucho a nuestras preocupaciones de hoy, podrían ser examinados con entera tranquilidad. Pero no es así. De hecho, según una encuesta reciente, uno de cada cuatro españoles se opone a que se investigue y aclare qué sucedió realmente en aquel tiempo.

¿Temen saber? ¿Prefieren no recordar que saben? ¿No quieren que otros sepan lo que ellos saben?

No sería grave, ni mucho menos, que hubiera conciudadanos que se mostraran poco dados a la invocación de sus viejos fantasmas familiares. Lo grave es que prefieran que no se hable de ello porque, si se hace, se ven en la obligación de tomar partido en cuestiones de principios, y prefieren no hacerlo. Que un 30% de españoles, según la encuesta publicada hoy por El Mundo, justifique la sublevación militar del 18 de julio de 1936 demuestra que casi la tercera parte de nuestra sociedad sigue sin aceptar el valor universal y superior de las reglas de la democracia. Admite que los ejércitos pueden hacerse por la fuerza de las armas con el poder político en determinadas circunstancias cuya mayor o menor excepcionalidad a ellos mismos les corresponde juzgar.

Hay quien se sorprende de que, según las encuestas que se están publicando en estos días, sea la parte de la población española que vivió durante el franquismo la que menos firme se muestre a la hora de condenarlo. Aunque este extremo dependa mucho de las zonas geográficas de que se trate –y prefiero no entrar en detalles, para evitar agravios comparativos–, en general no es de extrañar que muchos prefieran que no se concrete cuál fue su contribución personal a la lucha contra la dictadura... o a su mantenimiento. Porque, si queda establecido sin vuelta de hoja que el franquista fue un régimen criminal, ¿con qué acentos épicos contarán a sus descendientes que no movieron ni un dedo para oponerse a él, o que incluso colaboraron en su mantenimiento?

El PSOE se queja de que el PP quiera convertir el «pacto de reconciliación» en el que se basó la Transición en un «pacto de olvido». Así dicho, queda hasta bonito, pero los dirigentes del PSOE –al menos los mayores– saben de sobra que lo uno llevó a lo otro. Ellos sellaron un pacto implícito de silencio con los albaceas testamentarios del franquismo. Un pacto que sigue cubriendo con su manto protector a muchos, del Rey abajo. ¿Cuántas veces los socialistas no han amenazado desde 1977 a las huestes de Fraga con sacar a relucir su pasado?  Pronto se quedarán sin ese recurso, pero por razones vegetativas.

Uno de cada cuatro encuestados prefiere no opinar sobre el 18 de julio. Otra parte nada desdeñable dice que no opina porque no sabe qué sucedió. El conjunto ofrece un panorama tan desolador como coherente. No desentona nada.

Nota de edición: Javier publicó una columna con el mismo título en El Mundo: ¿18 J? NS/NC.

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Nota.– Vuelo de regreso en avión, ayer por la tarde, desde Bilbao a Alicante, vía Madrid. De Bilbao sale con retraso por razones meteorológicas que afectan –dicen– al aeropuerto de Barajas. El avión llega a Madrid a las 20:35. El vuelo Madrid-Alicante está previsto para las 23:45. O sea, más de tres horas después. Pero, apenas transcurrida media hora, los paneles informan de que el vuelo ha sido reportado a las 00:52. En información me dicen que el avión que se suponía debía llevarme se ha averiado y que vamos a volar en uno que viene de Viena. Al final, llego a Alicante a las 01:45, más o menos, y a casa, dado que el aeropuerto está en el quinto infierno, a las 02:30. El programa de la TV vasca en el que participé acabó poco después de las 18:00. Eso hace un total de más de ocho horas de recorrido. En avión. En coche habría tardado unas siete horas. Y eso que no hay huelga. De pilotos, quiero decir. Es Iberia la que tiene su vergüenza en permanente huelga. A lo que voy: que eso es lo que explica a qué hora he terminado de escribir esto.

Escrito por: ortiz.2006/07/18 10:55:00 GMT+2
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