Ayer me pidieron un texto para Público sobre el derribo de la cárcel de Carabanchel. Centré el breve escrito, que habrá salido publicado hoy, en la lástima que supone no haber aprovechado parte del edificio para hacer un Centro de la Memoria del Antifranquismo. Se habría podido recoger en él, aparte de los desmanes de la dictadura, aspectos interesantes que corren el riesgo de irse a la tumba con los supervivientes de la lucha clandestina contra el régimen de Franco: desde cómo se fijaban citas escribiéndolas con tinta simpática (por lo común agua de limón o leche, que no se veía en el papel, pero sí cuando se planchaba la carta) hasta cómo se montaba un laboratorio (una imprenta clandestina), pasando por los cursillos que se impartían para adiestrar a los militantes en la resistencia a los interrogatorios… En fin, un montón de historias. Se podría haber utilizado para ello la 3ª Galería, que era la que ocupábamos los presos políticos.
Preferí no centrar el breve artículo en mis recuerdos de la cárcel, primero porque ese tipo de batallas de abuelito es mejor dejarlas para casa (estos Apuntes del Natural forman parte de mi casa) y segundo porque temo que mis recuerdos tampoco sean muy exactos. Incluso me ha entrado la duda de si me habré acordado bien del número de la celda que ocupé.
De lo que sí me acuerdo es de cómo era. Conseguí habilitarla muy bien, con una mesa (una puerta de madera negociada en la carpintería de la cárcel), una biblioteca (una serie de compuertas de registros del agua sujetas a la pared con cuerdas), una tumbona de playa, alfombra (una manta recortada), luces indirectas (tulipas hechas con cubos de plástico), hornillo (un ladrillo con una resistencia eléctrica), cojines (para convertir la cama en sofá durante el día) y hasta unos visillos para tapar el ventanuco y no ver los barrotes constantemente. Conseguí que me autorizaran una máquina de escribir y logré tener incluso un transistor de radio, que mi abogado me pasó a escondidas y gracias al cual oía las noticias en español de Radio París, donde trabajaba mi primo Emilio Sánchez Ortiz. A la mañana siguiente las difundía en el patio.
Todo lo cual se explica porque, aparte de que yo fuera apañado, en la época que me tocó vivir en aquella cárcel (entre 1974 y 1975), el régimen penitenciario estaba ya en plena decadencia. Todo el mundo, incluyendo a buena parte de los funcionarios, estaba convencido de que el franquismo llegaba a su fin. “No sabíamos si en dos o tres años ibais a ser presos o ministros”, me dijo pocos años después uno de ellos, al que me topé en un restaurante de Aranjuez.
Yo no me lo pasé mal en aquella cárcel. Escribía, jugaba al fútbol y al dominó, charlaba con los otros presos, comía bien, leía, veía la tele… Claro que, entretanto, esperaba a que me llegara el juicio ante el Tribunal de Orden Público –el fiscal pidió para mí una condena de 15 años por propaganda ilegal y asociación ilícita en calidad de dirigente– y tampoco sabía qué haría conmigo el ejército, que me formó un tribunal de guerra por prófugo. Reconozco que esas incertidumbres me quitaban el sueño algunas noches.
Hace como ocho o diez años, alguien, ya no recuerdo quién, montó una visita a la cárcel, que ya estaba fuera de uso, para que la viéramos por última vez un puñado de ex presos políticos. Acudí por mera curiosidad.
Eso me pensé. Cuando entré en la 3ª Galería y localicé la celda que fue la mía durante tantos meses, cuando vi el patio, las duchas, el sitio donde estuvo el economato… en fin, todo, me entró una congoja importante.
Así, dicho entre nosotros, lo mismo preferiría que el Centro de la Memoria del Antifranquismo cuya formación reivindico se construyera en cualquier otro lado que me afectara menos.
Nota de edición: a los dos días, Javier publicó otro apunte titulado Más sobre cárceles.
Comentarios
Aquí unas fotos de la carcel últimamente
Escrito por: .2008/10/22 11:13:9.890000 GMT+2
Javier, no sé si estaras de acuerdo, pero creo que parte de la represión franquista esta muy mal documentada. Mientras que casi todas las investigaciones históricas se centran en la guerra y las posguerra, los antifranquistas nacidos en la dictadura parece que no exististeis. En internet no he podido encontrar cifras de presos politicos durante los sesenta y los setenta, ¿erais miles o solo cientos?.No hay información sobre la brigada politica-social, salvo algunos datos sobre Conesa, Billy el Niño y Melitón Manzanas. También es muy escaso lo disponable sobre organizaciones que no sean el PCE o ETA, que aunque fueran muy minoritarias entre todas sumarian algo. Tal vez podrías ponerte de acuerdo con otras antiguos presos para poner de manifiesto que todo aquello sucedió, se que sería una tarea muy ingrata, pero teneis la oportunidad antes de ser demasiado viejos y ya no poder hacerlo vosotros mismos. Hay gente que cree ya sinceramente que apenas hubo presos politicos durante la dictadura de Franco, quitando unos pocos muy conocidos como Marcelino Camacho.
Escrito por: Por Favor.2008/10/22 16:12:36.934000 GMT+2
Escrito por: George.2008/10/22 23:08:7.972000 GMT+2