Sabemos todos que vivimos una época histórica en la que aquellos a quienes tratas ya no son necesariamente aquellos a los que tienes cerca, aquellos a los que sigues y de los que sabes y conoces. Una época en la que (yo no, porque soy así de intelectual y no lo uso, pero) hay gente con la que el único contacto es la ventanita del msn, alguna noche de trabajo extra o de trasnoche a la deriva en la red. O las pavadas del feisbuc, o precisamente y en lo que a mí más me incumbe, las lecturas de los blogs. Y más de una vez yo he pensado ¿cómo sabremos entonces que alguien muere? ¿Cuál será la rutina para el trato de los muertos? ¿Cómo podremos saber si el silencio de ese inglés cachondo y amable que te critica las fotos es debido a otro nivel de estrés, a la distracción o en cambio a la muerte?
Todo eso ya lo tenía yo pensado de antes. Ayer leí en varios blogs que había muerto un tal Javier Ortiz, con más desinterés que pena porque, la verdad, el nombre no me sonaba de nada, hasta que hoy, leyendo la marabunta diaria de lecturas, me he encontrado con el nombre de un blog: El dedo en la llaga, que era el blog del difunto. Y resulta que sí lo conocía (a la manera distante y leída en la que en esta nueva época se puede conocer a alguien).
Así que resulta que el humilde “javier” con minúscula que firmaba esos posts era este tal Javier Ortiz. Y han subido el interés y la pena. Aunque han durado poco: resulta que Javier Ortiz era un tipo curtido en la necrológica, sección que, por ejemplo, inauguró en El Mundo, cuando trabajó allí. Y resulta que, y esto se sabía leyéndole, el tipo era un cachondo. Así que dejó escrita su propia necrológica, en un ejercicio no tanto de valentía como de sentido del humor, porque, según sus propias palabras, “no quisiera que el día en que me muera cualquier gacetillero inútil arruinara mi muerte con una necrológica burocrática y de circunstancias”.
Empieza así:
OBITUARIO
Javier Ortiz, columnista
Falleció ayer de parada cardio-respiratoria el escritor y periodista Javier Ortiz. Es algo que él mismo, autor de estas líneas, sabía muy bien que sucedería, y que por eso pudo pronosticar, porque no hay nada más inevitable que morir de parada cardio-respiratoria. Si sigues respirando y el corazón te late, no te dan por muerto.
Así que en ésas estamos (bueno, él ya no).
(…)
Y está, entero, en su blog.
Así que desde aquí mi pésame, mi último aplauso por esa genial despedida, y mi runrún interior, ¿y qué hago ahora en el Google Reader con su feeder? Borrarlo me resulta obsceno. Dejarlo me resulta absurdo. Así que apelando a que quien lo tiene apuntado es Google, que bastante cosa absurda soporta ya, lo dejaré, pese a lo absurdo, por si resulta que algún día, quién sabe, estamos todos equivocados y por una bobada así descubrimos que en el Más Allá hay wifi.
David Ruiz, ¿Y qué se hace con el CSS cuando un blogger muere? Y la cama sin hacer. 29 de abril de 2009.
Comentarios
Pero mientras tanto, gracias a unos cuantos amigos del Más Acá, tenemos el privilegio de ver cómo este RSS sigue aún vivo.
¡Gracias a los que habéis conseguido esta magia!
Escrito por: Andrés 2.0.2009/05/28 09:48:59.862000 GMT+2
http://pensaluzdia.blogspot.com