Jamaika gurea, nostra Jamaica, a nosa Jamaica, nia Jamaiko...
Javier.
¿Cómo escribir nada más? ¿Y cómo no hacerlo, a la vez?
No me dejaste sueños, maestro, sino pasaportes para entender la vigilia, hojas de una ruta eternamente infinita y lógicamente imperfecta, golpes certeros en el clavo que afianza la utopía de ese nuestro comunismo nonato de los comunes, los plebeyos, los de a pie, del jodido pueblo.
No me dejaste poco. Lo guardaré siempre.
Javier de los Estévez. Siempre joven. Siempre vivo. Siempre nuestro. Aunque no nos diste demasiado tiempo, te amamos.
Lo cierto es que no imaginé que fueras tan visceral como para que este trago fuera por asunto de vísceras. Siempre pensé que si te marchabas antes iba a ser 'on the road'... que algún cafre, con perdón de los cafres, te barraría el paso en uno de tus cotidianos kilometrajes, en una carretera al sur del Ebro -o por debajo, como decías tú, incorregible-. Podía así imaginar también que quedara en el aire sonando una última canción. Y que fuera, y cómo no, Jamaica Farewell...
Espero que goces en el todo. Sin esperanza y con convencimiento, comme il faut. Siempre. Infatigable seguiré, aquí en la Babilonia de los que quedamos en pos de nuestra Jamaica anhelada. Gracias por mucho. Goza en el todo. Sin esperanza y con convencimiento, comme il faut. Siempre.
Ahora, con la muñeca izquierda apoyada en un libro de tu puño y tecla, solamente puedo decir que no sé si hay alguien en el mundo del que pueda aprender y disfrutar más jamaicas de las que me has mostrado. Si lo hay, da igual. Siempre serás el primero y el último. El maestro del verbo y de la sonrisa. El mejor Jor. El único Jor. El bueno, jodidamente bueno, Javier Ortiz Estévez.
Pako Belmonte. Siempre Jamaica, y ni patria ni muerte. 28 de abril de 2009.
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