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2009/06/14 06:01:00 GMT+2

Recordando a Javier Ortiz

Esta semana se ha muerto Javier Ortiz. Lo supe el martes por la mañana, merced a la llamada telefónica que Iñaki Anasagasti me hizo para comunicármelo. La noticia nos ha sorprendido a ambos, porque ignorábamos que llevaba un mes hospitalizado. Y como ha estado escribiendo hasta el final el artículo diario que firmaba en Público, nadie, a excepción de los más allegados, ha tenido conocimiento de su enfermedad, que la ha llevado con gran discreción.

Javier era un buen tipo. Un hombre de una pieza. Le gustaba ir a la contra y forjó su personalidad como periodista basándose en esa característica. Escribía lo que pensaba y pensaba lo que escribía. No se casaba con nadie. Tenía sus propias opiniones y las expresaba y defendía con claridad y vehemencia.  Fue un espíritu independiente y un pensador resistente.

Por su natural inclinación a navegar contracorriente, era una gran defensor de la causa nacionalista vasca en Madrid. “Si viviese en Euskadi -me confesó una vez- os criticaría con rudeza. Pero como vivo en Madrid, donde todos os critican, me he convertido en uno de vuestros más acérrimos defensores”. Era su sino. Contradecir las verdades oficiales. Cuestionar las ortodoxias. Transgredir las exigencias del Todo.

Le conocí y traté cuando gestionó, en la editorial Foca -de Ramón Akal- la publicación del libro Dos familias vascas: Areilza y Aznar que Iñaki Anasagasti y yo escribimos en 2002. Fue un lujo conocerle y compartir con él impresiones y conversaciones. La publicación de aquel libro constituía toda una osadía en un momento en el que las afiladas zarpas del Aznarato se clavaban sin piedad sobre todo lo que se apartase mínimamente del pensamiento único instaurado por la mayoría absoluta del PP. Pero a Javier le encantaban esos desafíos. Y en eso, el editor, Ramón Akal, no le iba a la zaga. Lo suyo es resistir ante los abusos. Plantar cara a los excesos del poder. Y el poder de Aznar se definía precisamente por eso: por los excesos.

Me consta que, por aquella época, Ramón recibió más de un aviso. “No te equivoces -le advirtió una voz seca, con el tono turbio de la mafia calabresa-. A ver qué publicas”. Pero Ramón y Javier, Javier y Ramón se crecían ante estas amenazas. Y no sólo publicaron el libro, sino que lo hicieron con cuidado y esmero.

Después he mantenido una excelente relación con Javier. A veces me llamaba para contrastar sus percepciones políticas con las mías y siempre era un placer escuchar sus análisis, siempre originales e irrespetuosos.

Su columna diaria era un soplo de aire fresco en el sofocante torrente de la producción periodística contemporánea.

Su muerte me ha dado mucha pena. Su chica, Charo, estaba rota cuando le visitamos en el tanatorio. Su dolor me partió el corazón. También saludé en el velatorio a Ramón Akal, que conciliaba la pesadumbre por la pérdida de un amigo, con el entusiasmo que habitualmente imprime a sus proyectos. Y está -lo constaté- repleto de proyectos editoriales.

Con la muerte de Javier, los nacionalistas vascos perdemos a uno de los principales valedores que teníamos en Madrid. Y no tenemos demasiados.

Adiós, Javier. Siempre te recordaré manejando diestramente paradojas y sarcasmos en la búsqueda de imaginarios heterodoxos.

Josu Erkoreka. Recordando a Javier Ortiz. 1 de mayo de 2009.

Escrito por: Josu Erkoreka.2009/06/14 06:01:00 GMT+2
Etiquetas: josu_erkoreka recuerdos | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (1)

Referencias

..../../ant/ortizestevez/Conferencias/talfuimos.html">Tal fuimos, tal somos, pronunciada en julio de 1994 en Maspalomas (Gran Canaria).Es Josu Erkoreka quien firma el recuerdo de hoy. Eskerrik asko. Remite...

Referenciado por: La oposición - Desde Jamaica 2009/06/09 22:23:47.879000 GMT+2

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