Durante años, rastreé los periódicos donde escribió, de la breve experiencia de Liberación a sus años en El Mundo porque no podía empezar el día sin leerlo. Yo solía decir entonces que leer a Javier Ortiz era como tomarse un café negro y sin azúcar. Si eso no te espabila, ya no hay nada que te espabile. Ahora lo seguía en Público. Esta mañana su muerte me ha pillado saliendo del plató.
No nos conocíamos. Hablamos hace dos años para colaborar en Los Desayunos, pero al final no salió por las bobadas que a veces truncan las cosas que pueden merecer la pena. El domingo fue el último día que al leer su artículo de Público me dije : tengo que volver a llamar a Ortiz. Un artículo que terminaba diciendo: "un fantasma recorre Europa: el encastillamiento de los poderosos".
Fiel a la lucidez, la acidez y la retranca que convertían en imprescindibles sus columnas, dejó escrito en su blog, su propio obituario.
Pepa Bueno. Javier Ortiz, lúcido hasta la muerte. 28 de abril de 2009.
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