Una gripe me ha mantenido incomunicado en días anteriores. Tengo recientes recuerdos de nuestros almuerzos con Gabriel y, al leer tu obituario, ¡tantas cosas en común en nuestra trayectoria vital! En más de una ocasión comentamos el siniestro mundo jesuítico que compartimos en San Sebastián, nuestra ciudad, el compromiso político, los viajes, el infumable Selecciones de Rider’s Digest. Tu pluma, sin concesiones, nos proporcionaba continuamente una identificación y un aliento. Sólo desearía tener tu grandeza de espíritu para poder escribir mi propio obituario. Un abrazo desde mi memoria.
Ramón Oria Fernández. Javier Ortiz, llego tarde. 9 de mayo de 2009.
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