Vayan por delante mis excusas, porque barrunto que este post apenas será del interés de nadie más que del mío. Como soy un desastre para las fechas, ha tenido que venir don Hugo a recordarme que ayer hizo un año que murió Javier Ortiz, dejándonos huérfanos de sus misivas diarias. La lucidez de Javier me aviva mucho el pensamiento. Su capacidad de decir mucho en pocas frases es proverbial (y hablo en presente, porque sus escritos y reflexiones de entonces permanecen tan vigentes como el primer día).
Así que esto no es una entrada de las habituales en este blog de ustedes, sino un homenaje sencillo a un hombre nada sencillo que siempre supo explicarse con absoluta sencillez. Es por él que me decidí a escribir un blog y, sobre todo, a mantenerme fiel al compromiso de actualizarlo cada día. Lo hago con gusto, pero, sobre todo, confieso que lo hago para no fallarle. A él, que igual me lee desde Jamaica.
Miguelo Arancibia. Javier Ortiz. 29 de abril de 2010.
Comentar